Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra este industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las […]
Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra este industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las páginas de Rebelión.org).
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Estábamos en el apartado 1.5, estimado amigo. Antes de entrar en él déjeme preguntarle por tres informaciones que también usted me ha facilitado. Le hablo en primer lugar de Uralita. «A pesar de ser el fabricante de materiales de construcción líder en España y tener una fuerte presencia en el extranjero (el 78% de sus ventas de 2013 se produjo fuera de nuestras fronteras), Uralita, vieja conocida del mercado, ha quedado relegada al olvido. Especialmente si se tiene en cuenta que es una de las empresas españolas con más presencia en Rusia». ¿Es el caso? ¿Qué actividades realiza Uralita en Rusia?
Las relacionadas con la fabricación de materiales para la construcción, que nada tienen ya que ver con el amianto.
Sigo leyendo: «en lo que llevamos de año, el 23% de sus ventas proviene de la región de Europa del Este y Rusia…. A pesar de ello, fuentes de la compañía aseguran que «no se ha producido ningún efecto a día de hoy. Nuestra actividad continúa como siempre»». ¿En qué países de Europa del Este? ¿No hay prohibiciones en esos países en torno a la producción y uso del amianto?
Hay de todo: con y sin prohibición, pero en cualquier caso eso es irrelevante, puesto que actualmente Uralita abandonó toda relación con el amianto en el continente europeo, e imagino que en los demás continentes, posiblemente también, por lo menos directamente, sin filiales interpuestas.
Sin embargo, sigo con la información, el grupo, famoso por su pladur… ¿El pladur representa algún peligro para la ciudadanía y los trabajadores?
No.
¿Uralita acumula una caída en el parqué del 23% durante 2014? ¿Por qué esa caída en bolsa durante este año? Un recorte, se completa, que asciende al 80% desde que comenzara la crisis del ladrillo en España en 2009. Es decir, que si las acciones valían 10 ahora valen 2. ¿Es eso? ¿Está entonces a punto de derrumbarse?
No deseo pronunciarme; sería irresponsable por mi parte entrar en meras conjeturas sobre tan delicada cuestión. Los datos mencionados, son los que figuran en la fuente periodística reciente que sometí a la consideración de usted, y a mí, como a cualquiera, esa información me produjo una cierta perplejidad.
Copio un paso de la información: «Seguida sólo por dos casas de análisis, CaixaBank y BPI, ostenta una recomendación de venta, un sambenito que no se quita desde agosto de 2008 para la entidad catalana y desde enero de 2013 para la portuguesa. Ésta última se muestra más optimista y le otorga un precio objetivo de 1,2 euros, lo que le dibuja un potencial alcista de un 25,8%.» ¿Nos explica el paso?
Volvemos a lo mismo: yo he sido el primer sorprendido, cuando he tenido conocimiento de esas informaciones. No estoy en condiciones de opinar, con suficientes elementos de juicio, fidedignos, precisos y concretos. La sabiduría popular acuñó la expresión: «cuando el río suena, agua lleva», pero eso no es ninguna garantía de fiabilidad.
La familia Serratosa, sigo leyendo y le sigo molestando, que posee el 79% del accionariado, firmó un acuerdo en abril de 2013 con el fondo de capital riesgo KKR, «por el que obtuvo una inyección de 320 millones de euros a siete años para hacer frente a la deuda financiera que acumulaba.» ¿Sabe las condiciones de esa inyección millonaria? ¿Por qué un fondo buitre de esas características toma esos riegos?
A su primera pregunta, contesto: no, no lo sé, y a la segunda, contesto con una metáfora: los buitres se alimentan de carroña; acuden, por instinto, en coincidencia con el estado pre-agónico de su inerme presa, anticipándose a un previsto festín.
Me ha hablado también usted de un vídeo de la doctora María Neira, de la OMS. Doy la dirección: https://www.youtube.com/watch?v=-sNy0kYh54k ¿Qué interés tiene este video?
Se trata de una entrevista a una relevante miembro de OMS, que obtuvo el premio «Príncipe de Asturias», y en todo el curso de la misma, expresa el categórico posicionamiento de ese organismo internacional, en favor de una prohibición mundial y absoluta de todas las variedades de amiantos, incluido el crisotilo, crisolito o amianto blanco, y rotundamente en contra de un pretendido «uso seguro y controlado» del mismo, que en realidad no es más que una completa falacia, al servicio de los intereses económicos de la minería y de las industrias vinculadas a su explotación, y pregonada por sus sempiternos voceros, adscritos a su remunerada defensa a ultranza, y a despecho de todas las evidencias científicas solventes.
El tercer asunto. «La guerra del amianto y su prohibición» es un artículo de John Bridle. ¿Quién es John Bridle?
Bástele saber, que es alguien que no duda en falsear descaradamente sus imaginarias credenciales científicas, y a partir de ahí, puede imaginarse todo lo demás. Sus patrocinadores en la sombra, son los que quedan en peor lugar, cuando tienen que recurrir a semejante «experto».
Le pregunto por algunas afirmaciones defendidas por JB en el artículo citado. «El debate abierto en Europa sobre la prohibición de productos que contienen amianto viene impulsado por intereses económicos». ¿A qué intereses se refiere?
Actualmente está en plena gestación una única y contundente réplica mundial a esa sarta de falsedades, que será suscrita por la totalidad o mayoría de los expertos, con una acreditada solvencia en el tema, y por señalados activistas del ecologismo o el sindicalismo contra las nefastas consecuencias del uso del amianto. Se trata de una iniciativa, que arranca a partir de mi aviso sobre la publicación de ese infecto y tendencioso texto. Hay que prepararla y consensuarla, traducirla al español, para ser dirigida a la revista «on line» que admitió su publicación -y que también se llevará su cuota de contundente crítica-, por lo que todo ello llevará, inevitablemente, un cierto tiempo. Permítame, por lo tanto, que me reserve por ahora mi opinión, para respetar esa unanimidad de respuesta única y colectiva.
De acuerdo, de acuerdo.
Estas cosas no suceden por casualidad. Obedecen a un designio previo. Hace varios meses, hube de dar la voz de alarma, porque me parecía observar indicios de que, en un clima generalizado de desregulaciones, se pretendiera dar completa marcha atrás en la legislación comunitaria de la Unión Europea, sobre la prohibición de uso del crisotilo; se me dijo por algunos, que eso era una tontería, que si estaba loco. Después puse en evidencia, cómo el actual gobierno español jugaba con dobles estándares, con el amianto prohibido (de momento), de fronteras para adentro, y promocionando su empleo, de fronteras para afuera. Y ahora sucede esto. Precisamente aquí, y publicado en español, como, por otra parte, es lógico…¿casualidad casual?
No lo parece.
En una nación, en la que los titulares, en caracteres que se miden en centímetros de altura, se reservan, no ciertamente para avisarnos del riesgo de que se pueda desencadenar una Tercera Guerra Mundial, sino para informarnos de que «Gutiérrez ficha por el Pañoleta», ciertamente un reportaje (o lo que sea) como éste, puede causar mucha confusión.
Además, prosigue el artículo de marras, «no tiene en cuenta las diferencias que hay entre los distintos minerales que existen: el crisotilo y el anfibol. Desde el Asbestos Watchdog del Reino Unido, apostamos por el uso del primero, más conocido como amianto blanco. Y lo hace porque lo considera un material de construcción económico que no presenta los problemas sanitarios del anfibol». ¿Es el caso? ¿El anfibol es inocuo?
Todos los amiantos comparten estas características: todos son cancerígenos, todos son fibrosantes de los tejidos biológicos, todos son fibrosos, todos se disgregan con facilidad en microfibrillas que constituyen la fracción respirable e invisible, y en su origen geológico, lo habitual en todos ellos, es que afloren mezclados: que, por ejemplo, donde hay crisotilo, haya también tremolita, etc., etc. Por lo tanto, que se les llame a todos asbesto o amianto, colectivamente, no es ninguna arbitrariedad caprichosa o tendenciosa: ello responde a una realidad objetiva. No hay variedad de amianto alguna, que sea inocua. Pero, vuelvo a repetirle: todo tendrá adecuada réplica, en cuanto ésta esté ultimada. Yo le sugiero que en su momento, podamos darle cabida, en toda su integridad, en una de estas entrevistas, aunque haya que, en esa ocasión, no poder abordar ninguna otra cuestión.
Déjeme insisir, como si fuera algo que no soy: un buen periodista. La política de la Unión Europea, afirma, «se basa en una opinión exagerada que ignora la ciencia y que solo se basa en los intereses económicos de los constructores, los fabricantes de fibras alternativas y las deshonestas demandas por exposición al amianto de los abogados.» ¿Ignora la ciencia y se basa en deshonestas demandas?
Saque sus propias conclusiones, teniendo presente lo que le acabo de decir.
El amianto, prosigue mister JB, es uno de los asuntos «más emotivos y peor entendidos. Además de la ignorancia de los riesgos relacionados con la salud, hay un gran fraude que viene patrocinado por intereses creados, algo que provoca que los auténticos afectados por enfermedades relacionadas con el amianto estén perdiendo sus indemnizaciones». ¿De qué está hablando JB?
Seamos pacientes; aguardemos un poco más. Todas estas vomitivas «perlas», en su momento, muy pronto, van a tener su adecuada respuesta. No lo estropeemos; esperemos a que esté ya a punto esa única y mundial respuesta. Permitámosle que esté a la altura del desafío que se le está planteando, en realidad, a toda la Humanidad, o por lo menos, en todo caso, a los ciudadanos de todas las naciones que, mal que bien, ya estamos bajo el escudo protector y bajo «el paraguas» de la prohibición del amianto crisotilo, y de todas las demás variedades de asbesto.
De acuerdo pero déjeme un intento más. Insiste JB: «Hay que decir que no existe un material llamado amianto. Se trata de un término comercial para una gran variedad de minerales fibrosos. [Imagínese: el plomo y el mercurio son metales tóxicos, pero nadie creería que el acero lo sea solo por llamarse metal]. El debate actual, como decíamos, está en torno al ‘amianto blanco’, que representa más del 90% de los materiales de este tipo que están en la construcción. Y ahora, por lo que se puede comprobar, existen sólidas indicaciones de que los riesgos de este tipo de material se han exagerado con una finalidad comercial para favorecer a un lobby que no busca el beneficio de la salud de los trabajadores. Algo que se puede comprobar porque el crisotilo es un mineral totalmente distinto a las demás fibras de amianto peligrosas». Con algo más de calma: ¿No existe un material llamado amianto? ¿Se trata de un término comercial para una gran variedad de minerales fibrosos?
Una gran variedad, no: crocidolita, amosita, tremolita, antofilita, actinolita y crisotilo, y pare usted de contar. La denominación comercial común, obedece, como ya lo he argumentado en una anterior respuesta, y responde a una realidad objetiva: no ha sido ningún diligente comerciante el que ha reunido a todas las variedades, alternativamente, en casi todas las combinaciones imaginables, en los respectivos yacimientos geológicos, sino que ha sido la madre Naturaleza, la que los ha reunido y mezclado íntimamente entre sí, unas variedades como mineral principal, en cada caso, y las otras como trazas más o menos vestigiales, según en qué oportunidad.
¿El ‘amianto blanco’ representa más del 90% de los materiales de este tipo que están en la construcción?
Sí. Además, actualmente es la única variedad que se explota comercialmente, si exceptuamos, quizás, a alguna mina clandestina, oficialmente «cerrada», de esas que tanto se prodigan en la India, con unas condiciones de explotación absolutamente inhumanas.
¿Se puede comprobar que existen sólidas indicaciones de que los riesgos de este tipo de material se han exagerado con una finalidad comercial para favorecer a un lobby que no busca el beneficio de la salud de los trabajadores? ¿Es el caso? ¿A qué lobby se está refiriendo?
Imagine lo que para mí puede representar esa «exageración», a la que en mis escritos, pendientes de salir a la luz pública, le tengo dedicado específicamente todo un capítulo completo, titulado «Nexo causal entre crisotilo y mesotelioma». Pero lo importante no es que lo diga yo, mero porquero de Agamenón, sino lo que vienen a decir todos los expertos cuya voz tomo prestada, citándolos adecuadamente.
Por lo que respecta a ese fantasmal lobby, digamos que para lobby bien real y presente, el que a él le paga su infumable, mercenaria y descarada defensa del crisotilo. Digamos que piensa el ladrón, que todos son de su condición.
Lo de «mero porquero de Agamenón» lo dirá usted como un verdadero honor supongo. ¿Se puede comprobar por qué el crisotilo es un mineral totalmente distinto a las demás fibras de amianto peligrosas? ¿Es así en su opinión?
Que se lo pregunten, mientras pueda hacerse, porque estén todavía vivas, a las no pocas personas que, año tras año, contraen el maldito mesotelioma, por su causa. Incluyendo a quienes jamás trabajaron con él; a quienes, meramente, han vivido en vecindad más o menos próxima a un foco industrial de polución (astilleros, muelles de descarga, canteras, minas, fábricas de amianto-cemento, o las llamadas en Argentina «esquinas de la muerte», en las que la alta frecuencia de los frenazos de los automóviles, propiciaron una localizada suelta abundante de invisibles microfibrillas, del crisotilo de los embragues y frenos de los coches, en avenidas y calles de intenso tráfico rodado).
Es cierto que el crisotilo es algo menos cancerígeno que las restantes variedades; pero ello, una vez más, se ha distorsionado descaradamente.
Tenga paciencia de nuevo por favor. Estamos hablando, en opinión de JB, «de un producto que ha sido responsable del ahorro y la mejora de la vida de millones de personas durante décadas». Su empleo irresponsable en el pasado, afirma, «han provocado enfermedades, pero no peores que cualquier otro mineral que no fuera extraído responsablemente como los reglamentos han exigido durante más de 50 años». Su ilustración: «el carbón es un buen ejemplo, ya que ha provocado más enfermedades que el amianto blanco, pero nadie piensa en prohibirlo.» Le pido un comentario.
No son, en modo alguno, situaciones comparables. Las estadísticas son categóricas, allí donde las hay: actualmente, la fracción más grande, con diferencia, de los fallecimientos por enfermedad ocupacional, corresponden al grupo de patologías asociadas específicamente a la exposición laboral al amianto.
En consecuencia, infiere JB, «actualmente, las enfermedades relacionadas con el amianto del crisotilo no existen». ¿No existen?
Por no existir todavía una prohibición mundial, niños que todavía no han nacido, morirán a causa del crisotilo. Esto afecta a las generaciones presentes, pero también a las futuras, mientras no se llegue a alcanzar esa universalidad de la prohibición, y que la misma se cumpla a rajatabla. Es más, incluso así, y a causa del dilatado tiempo de latencia del mesotelioma -varias décadas-, el resultado preventivo no aflorará hasta mucho después de alcanzado ese universal veto al asbesto.
En no mediando ignorancia, sólo quien sea tonto de alta gama, podrá dar crédito a los pretendidos argumentos de charlatán, del susodicho JB.
Este material, el amianto blanco o crisolito, afirma, «tiene una naturaleza química y una afinidad estructural con el cemento, que hace que el llamado amianto cemento sea un material seguro, económico y de larga duración». ¿Le parece bien, coincide con esta afirmación?
Este es uno de los clásicos mitos a los que se refería, en el año 2005, el argentino doctor Eduardo J. Rodríguez, en su esclarecedor trabajo titulado: «Mitos y verdades del asbesto». Por tanto, nihil novum su sole. Más de lo mismo. En el aludido artículo, su autor daba cumplida cuenta de todas las falacias que configuran ese interesado mito. Mito que no hay por dónde agarrarlo.
Todas estas opiniones, sostiene JB, «están apoyadas en un artículo de 1996 publicado por el gobierno del Reino Unido, revisado por científicos y presentado en la conferencia de Ginebra de la OMS ese año. Se trata del llamado Informe Meldrum sobre toxicología de las fibras. En él se dejaba claro que el crisotilo no era la causa del mesotelioma, la principal enfermedad provocada por el amianto, y que por tanto, el amianto cemento NO tenía riesgos medibles para la salud». ¿Está bien informado JB? ¿Su posición es correcta?
A esto se le responderá en breve. No puedo, no quiero, adelantar argumentos, por los motivos antes aludidos; sólo añadiré, que no cabe más aviesa tergiversación de los hechos reales, que la suya.
Un año más tarde, sigue mister JB, de nuevo le pido paciencia admirado amigo, «en 1997 el International Ban Asbestos Secretariat [IBAS] propuso a los funcionarios de la UE y del Reino Unido que reivindicaran que el amianto cemento mataría a 105.000 trabajadores al año. Desde 1996, muchos otros artículos de investigación independientes han confirmado los resultados del documento Meldrum». ¿A qué resultados se refiere el autor? ¿No ha habido tales muertes?
La cifra que él menciona, su fuente es la propia Organización Mundial de la Salud, en una de sus varias estimaciones, siempre corregidas al alza, con posterioridad. Es lo que puede oírse en el vídeo de nuestra compatriota, la galardonada doctora Neira, a la que ya mencionamos antes en la presente entrevista. De todas formas, me reitero en lo manifestado por mi parte, no abundando más, por ahora, en la cuestión, y por los motivos ya expuestos antes también.
Un buen indicador de los fraudes que se producen en torno a este tema, afirma JB, «es preguntarse por qué lobbys potentes y con grandes intereses gastan parte de sus fondos para hacer que el amianto blanco se prohíba en la UE o en cualquier país donde se escuchen sus desinformados mensajes». ¿Se lo pregunto? ¿Está usted manipulado por esos enfoques que JB denuncia?
Las pruebas brillan por su ausencia. Esos fantasmales lobbys, ¿Por qué no los cita por sus respectivos nombres?
Voy acabando, entiendo que su paciencia tiene límites. JB sostiene «es necesario también dar respuestas claras al por qué las demandas por amianto de los abogados americanos, deben financiar el International Ban Asbestos Secretariat [IBAS]. El intento de iniciativa en 2013 por el IBAS de eliminar de la UE todos los productos que contienen amianto en los edificios paralizaría económicamente a miles de empresas y propietarios de edificios comerciales». ¿No es un peligro enorme el señalado por JB? ¿No se hundiría con ello la economía de la UE?
Esto es parecido a cuando se decía que con la prohibición del asbesto, miles de vidas se perderían, consumidas por los incendios. Puro humo, valga la ironía.
En cuanto a lo que se dice respecto de la financiación del IBAS, será el mismo, no le quepa la menor duda, el que en breve dará cumplida respuesta a esa falsa imputación, que tampoco es nueva, y que también ha sido, en su momento, debidamente replicada. Sin aparente trascendencia para algunos, por lo que se ve. Por eso yo he hablado, en mis correos sobre este asunto, de «goebeliana defensa del crisotilo».
Sin embargo, de nuevo es JB quien habla, «daría beneficios masivos a quienes apoyan la prohibición [fundamentalmente contratistas y productores de fibras alternativas]. Además permitiría que las demandas por amianto de los abogados buscaran indemnizaciones para todo aquel que ALGUNA VEZ haya estado expuesto a cualquier tipo de amianto.» ¿Esa es la perspectiva, da beneficios masivos a contratistas y productores de fibras alternativas? ¿Es correcto lo de alguna vez»? ¿Son gentes desalmadas los abogados a los que hace referencia mister JB?
Ciertamente ha habido abusos, al menos en los Estados Unidos, por parte de algunos abogados de los pleitos por amianto, que incurrieron en fraude procesal -eso, al parecer, está demostrado-, incentivados por suculentas minutas, pero esa es sólo una de las caras de la moneda. En el otro platillo de la balanza, hay que poner a las mil y una trapisondas procesales que las grandes empresas del amianto han practicado en los litigios por asbesto. Ad nauseam.
Por fortuna, con esto concluye JB, «esa petición del IBAS fue rechazada tras la impugnación del Asbestos Watchdog al Parlamento de la Unión Europea. En junio de este año la resolución fue desestimada.» ¿Fue el caso? ¿Por qué fue desestimada?
La hormiga se cree, que las fisuras en el pavimento de la explanada ante el Taj Mahal, fueron creadas para su exclusivo disfrute y para su confortable existencia.
Repito que cada una de estas pretendidas boutades -pues ni siquiera llegan a esa categoría-, tendrán, más bien pronto que tarde, su adecuada respuesta.
Ahora sí, pasamos al 1.5., después de agradecerle muy sinceramente su paciencia más que demostrada en esta entrevista que, en mi opinión, es más que útil, es magnífica (por sus respuestas como es obvio).
Gracias, gracias.
[*] Las anteriores entrevistas sobre el libro han sido publicadas también por Rebelión.org.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.