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Hay en el mundo mediático español una constelación de perdonavidas y meapilas que aplican el Evangelio como si fuera el Código de Hammurabi

No te queman porque no pueden

Fuentes: Rebelión

Javier Armentia dice que lo han echado de la cadena española Cope de radio por ateo (la Cope es de la Iglesia). A mí, don Eulogio López, director de Hispanidad, otro medio de comunicación muy pío, incluso más papista que el Papa, me ha fulminado como privilegiado lector por ejercer mi derecho a la crítica. […]

Javier Armentia dice que lo han echado de la cadena española Cope de radio por ateo (la Cope es de la Iglesia). A mí, don Eulogio López, director de Hispanidad, otro medio de comunicación muy pío, incluso más papista que el Papa, me ha fulminado como privilegiado lector por ejercer mi derecho a la crítica. Así se desprende de la coincidencia entre la publicación de un artículo mío sobre López y el cese de la llegada a mi ciberbuzón de su interesante y divertido medio de comunicación. «Dios me lo dio, Dios me lo quitó, bendito sea su santo nombre». En efecto, Hispanidad llegó a mi buzón sin yo pedirlo y sin yo pedirlo ha desaparecido. He usado sus textos con fines académicos y ahora lloro desconsolado su pérdida porque mi conocimiento se resquebraja y se hunde como les ocurrió a Sodoma y Gomorra. Y todo por mis pecados, he criticado a Eulogio y Eulogio pensará que Hispanidad es suyo y que me vaya a las tinieblas.

 

El proceder de la Cope y del señor López, explica muy bien cómo se las gasta este personal. Ellos pueden criticar pero no ser criticados o, si los critican, tienen que dar el visto bueno. La Universidad de Sevilla y la Asociación de la Prensa de Sevilla van a editar un libro, en breve, sobre cien años de comunicación en la ciudad. Escribo un capítulo en ese libro que trata sobre un periodo de tiempo muy actual del que fui protagonista. Pues hay colegas de la misma cuerda beata que Eulogio y la Cope, que se empeñan en corregirme la plana porque no les gusta lo que digo, a pesar de estar contrastado. Otros colegas le filtran las galeradas del libro.

Qué peligroso es este personal, menos mal que no tienen más poder. Los sufrí intensamente en mi educación primaria y secundaria y, aún así, no les guardo rencor porque me enseñaron cómo no hay que comportarse en la vida. Me hablaban de sepulcros blanqueados y un poco más tarde comprendí que los tuve delante durante años, con las excepciones de rigor. Hay otras valiosas excepciones, a nivel mundial, como la de monseñor Romero, en El Salvador, pero como era católico de verdad lo mataron a tiros mientras oficiaba misa.

Estos mozos te echan por ateo de un trabajo o te borran de su lista -¿dónde conseguirían mi nombre?- y hay que dar las gracias porque si pudieran te quemarían en una hoguera o le chivarían tu nombre a una policía represiva para que te metiera en la cárcel. Pero no pueden y espero que no puedan nunca.

Hay por ese mundo mediático español una constelación de medios perdonavidas y meapilas que aplican el Evangelio como si fuera el Código de Hammurabi. Colocan una vela a Dios y otra al César porque cuando el César baila a su ritmo lo alaban y cuando no lo hace las cañas se vuelven lanzas. Hay pocas cosas peores que utilizar la religión para ganar dinero y engañar a la gente. Porque si realmente fueran religiosos rechazarían el dinero que el Estado les da para que desde sus escuelas les laven el coco a unos niños que no pueden defenderse. Y lo hacen con el pretexto de que los padres así lo quieren y de que ellos tienen la Verdad.

Si realmente les importara la libertad de la gente y le dieran valor a esa libertad, les mostrarían a los niños lo que los seres humanos han aportado a la Humanidad, sin dividir la vida en malos y buenos de forma doctrinaria y totalitaria. Pero a ellos lo que de verdad les importa es que la familia rece junta para después cobrarle el estipendio, captar clientela, competir con las otras empresas (que se autodenominan religiones) en la pesca de consumidores de una materia prima llamada Dios, intangible, a la que estiran como un chicle y adecuan a las necesidades de unos y otros como un camaleón, al tiempo que arrancan a todo el que se deja de su personalidad en pro de su Dios.

Y todo el que diga lo contrario va al despido o a la papelera porque si hay una cosas que toda religión detesta es que la gente piense por sí misma, el Dios terrenal y el César se parecen en algo: desean tener ellos la formación y la información y que los demás sientan -no piensen- y acudan periódicamente a llenar el cepillo de los templos. Y cuando un César ejerce de César de verdad el Dios de los hombres enfurece y cuando el Dios de los hombres honrados y coherentes ejerce como tal es el César quien rabia. Hay un obispo que declaró que la Iglesia era consciente de que los ateos estaban más cerca de su causa que muchos creyentes. No será la Iglesia de la Cope, con razón las iglesias de Cataluña y País Vasco la mandaron a paseo y crearon ellas sus propias emisoras de radio.