Es una de las personas que mejor conoce a los principales dirigentes de Podemos. Su amistad personal con Pablo Iglesias es conocida y el secretario general de Podemos lo ha señalado en varias ocasiones como uno de sus referentes. Licenciado en Derecho, diplomado en Ciencias Políticas, ensayista; es uno de los teóricos de la izquierda […]
Es una de las personas que mejor conoce a los principales dirigentes de Podemos. Su amistad personal con Pablo Iglesias es conocida y el secretario general de Podemos lo ha señalado en varias ocasiones como uno de sus referentes. Licenciado en Derecho, diplomado en Ciencias Políticas, ensayista; es uno de los teóricos de la izquierda más reconocidos dentro y fuera de España. Es también autor de un blog en cuartopoder.es. Manolo Monereo (Jaén, 1950) renunció tras las elecciones del 24M a seguir formando parte del Consejo Político Federal de IU. Sigue siendo militante de IU aunque no oculta, desde hace un año, su proximidad al proyecto de Podemos. Es crítico con la coordinación de Cayo Lara y cierta deriva del partido. En pleno debate sobre la unidad popular y la relación entre los dos partidos, Monereo atiende a este medio en San Lorenzo del Escorial, en el marco de un curso de verano organizado por Alberto Garzón.
– ¿Qué escenario político nos han dejado las pasadas elecciones municipales y autonómicas del 24 de Mayo?
– Estas elecciones han dado señales de cambio aunque son difíciles de interpretar. Pero que en dos capitales emblemáticas del país, una tan singular como Barcelona, donde emerge de un debate social ligado al soberanismo pero con una especie de identidad propia que rompe un cierto discurso dominante durante años y que pone al frente activistas sociales, es una señal tremenda del cambio que se está produciendo. Creo que eso anticipa un cierto cambio a nivel de toda Cataluña. En el caso de Madrid es diferente porque el proceso ha sido diferente. Que en las dos ciudades se den procesos unitarios, complejos y difíciles, son señales indudables del cambio. Ahora el problema es gobernar este cambio, con qué tipos de salidas. Será complejo y difícil. Yo soy bastante escéptico sobre procesos de unidad hechos al calor de unas elecciones, pero aún así no pierdo el optimismo.
– Escribía en un artículo después del 24M que IU tiene una excelente organización pero que carece de (dirección) política. Mencionaba también la necesidad de una refundación y una apertura. ¿En qué situación se encuentra a día de hoy IU?
– Desgraciadamente, y a mi me afecta personalmente mucho esto, creo que IU ha perdido un año completo. Un año decisivo en el país a partir de las europeas. No supo interpretar qué estaba pasando en el país y no fue capaz de responder a las demandas que venían de cambio. Siempre he dicho y vuelvo a repetir que en parte el fenómeno Podemos es producto de la insuficiencia e incapacidad de IU más que de un elemento espontáneo de la realidad. Es cierto que Podemos es el producto de la inteligencia y del coraje de un grupo que se la jugó y lo hizo en condiciones muy difíciles. Pero también es cierto que ese mismo grupo podía perfectamente haber trabajado para cambiar la situación. IU no solamente no cambió sino que hizo algo peor, replegarse en sí misma, y se ha perdido un año tremendo donde parecía que el enemigo era Podemos y la clave eran las siglas y los símbolos. Prácticamente se buscaba al enemigo interno.
Alberto Garzón y yo hemos tenido que soportar durante un año la acusación recurrente de podemitas, de que estábamos en otro proyecto, de que trabajábamos para otros, etc. Ahora nos pillan estas elecciones en muchas dificultades. Primero porque cuando no estás en la coyuntura, ella misma te margina. Por otro lado porque obviamente cuando los aspectos políticos eran sobresalientes hemos tenido una derrota grande en las comunidades autónomas. Y tercero, y es el lado trágico de la situación, se demuestra la enorme capacidad organizativa de IU. Es cierto que los resultados municipales de IU están compensados porque Podemos no se presentó. Pero también es cierto que IU demostró como siempre una capacidad, unos cuadros, una inserción en el tejido social y local enorme. Creo que el peligro que corremos es que todo eso se desaproveche para una fuerza política marginal. Ahí es dónde nos la jugamos en estas elecciones y sobre todo en el futuro.
– Cuando presentó su carta de dimisión al Consejo Político Federal ya mencionaba algunas de estas cuestiones. También reclamaba que Cayo Lara diera un paso atrás en la coordinación. ¿En qué situación está ahora mismo Lara? ¿Influye en la relación con Podemos?
El problema de Cayo es en parte también trágico. Es una buena persona, que quiere a su organización y que va a luchar a muerte por ella. Es una persona limpia, íntegra y a la que tengo un enorme respeto personal. Pero el problema de fondo era que estaba en el lugar inadecuado para el momento inadecuado. Es decir, de golpe y porrazo este compañero que había conseguido éxitos en la propia organización, se cuenta un relato mental que luego no se corresponde con la realidad. Creía que íbamos a crecer electoralmente porque las encuestas así lo decían y que, en segundo lugar, lo que íbamos era a favorecer un Gobierno con el PSOE. Andalucía ya estaba ahí y tenía un discurso mental ya construido. Un relato muy tradicional en IU, sobre todo desde que se fue Julio Anguita. Una alianza con el PSOE y tirar de él hacia la izquierda. De pronto se da cuenta que todo eso son viejas respuestas a preguntas que ya nadie hace. Lo que se estaba viviendo en España era una crisis de régimen. Y minusvaloró muchísimo esta crisis de régimen, las reivindicaciones del proceso constituyente y no valoró el vacío político que se estaba abriendo en el país porque no entendía el país que estaba surgiendo. El problema es que cuando se enfrenta a una realidad para la que no estaba preparado se ven sus limitaciones y una situación que deja a la propia organización en un lugar complicado. Yo me enfrento a Cayo fundamentalmente porque creo que en la fase electoral abierta tras la derrota en las autonómicas había un problema de credibilidad política.
No puedes estar acusando, más o menos, a Podemos de ser un invento de los medios y luego pedir la unidad con Podemos. Su crítica permanente a Podemos, la valorización de las siglas, la acusación más o menos velada de que detrás de ellos hay intereses turbios o conspiraciones, etc. La nueva etapa no la podía protagonizar él. Y la organización necesitaba una catarsis que le diera credibilidad. El problema que hay ahora es que si bien Cayo, que es una persona disciplinada, estará ahí, para el país hubiese sido una noticia importante el paso atrás de Cayo, nombrar a Alberto coordinador y una nueva dirección joven que interprete el país. No por una cuestión de edad sino de interpretación del país para darle una salida. Eso se ha evitado y debilita mucho la capacidad negociadora de Alberto. Porque está negociando sobre un pasado que lo tiene al lado y tiene que hacerlo en condiciones muy difíciles. Los acuerdos, si los hay, entre IU y Podemos, o entre Ahora en Común y Podemos, no serán buenos para IU. Y él va a tener que gobernar unos acuerdos complicados y difíciles. ¿Va a tener la mayoría o el equipo suficientes para hacerlo? Creo que ahí es dónde se la juega.
– Entonces, ¿cuál es el futuro de IU?
– Tengo la impresión de que pase lo que pase, después de noviembre llegará diciembre. Es decir, pase lo que pase, IU está obligada no a refundarse sino a fundarse. IU está obligada a la construcción de un proceso constituyente de lo que sería, según mi hipótesis, una nueva fuerza política democrático-republicana-socialista. Lo que hay encima de la mesa es la necesidad de una nueva fuerza política que englobe muchas cosas diversas y construir un gran partido de masas que dé orientación, camino y organización a un nuevo proyecto de país.
– Se ha vivido en bastantes ocasiones cierta tensión en la relación entre IU y Podemos de un lado y otro. En los últimos días ha sido el propio Pablo Iglesias, como en su discurso del pasado sábado, el que ha elevado el tono. ¿Qué opina de todos estos cruces de declaraciones?
– Estoy convencido de que como político no valgo mucho y que las ideas que tengo seguramente o son inaplicables o nadie las comparte. Lo que quiero decir es que una unidad electoral, digámoslo en serio, de aquí a noviembre, es muy difícil. No porque sean malos los de Podemos o lo sean los de IU. Ni por sectarismos. Todas esas cosas sabemos que existen, los sectarismos están ahí. Pero es que es muy difícil la unidad. Objetiva y subjetivamente. Tanto para Podemos como para IU. Podemos es un partido en construcción. Que es una cosa contradictoria porque al estar en construcción lo hace más poroso con la realidad. Pero también tienen menos mecanismos de decisión. Tienen mecanismos que son lideristas o decisionistas. Donde el equipo dirigente, ante una organización que tiene muchas tensiones y heterogeneidades, toma decisiones de una manera dura y firme. Frecuentemente llegan críticas de sectores del mismo Podemos por el liderismo. Responden al problema real de la organización y no de una mala voluntad de los dirigentes. Por otro lado es un proyecto que tiene una estrategia política muy definida y que lo hace singular. La hipótesis real de Podemos es la de alcanzar el Gobierno en noviembre. O al menos de superar al PSOE. Y para eso ha rechazado, con argumentos que se pueden compartir o no pero seriamente meditados, el alineamiento izquierda-derecha.
Hay problemas políticos y organizativos que hacen muy difícil que Podemos pueda pactar con cualquier otra fuerza. Por otro lado, IU viene de una derrota electoral. Eso le da mucha libertad porque lo que se está jugando es la supervivencia. Tiene esa libertad para ser más unitaria que nadie, para abrirse más que nadie. IU tiene todo el derecho y hasta el deber de seguir luchando por su propia existencia. Entonces hay una tensión entre ambos partidos difícil de combinar. Y sobre todo hay un problema de fondo. Cuando se habla de unidad popular relacionándolo inmediatamente con elecciones a dos meses no se está jugando en un territorio realista. Impulsar un proyecto como Ahora en Común e invitar a Podemos a que se sume no deja de ser una cuestión razonable desde el punto de vista de los promotores, pero Podemos tiene muchas dificultades para aceptarla. Se tiene prácticamente que disolver una organización que se está articulando y construyendo. Y que tiene aparentemente un apreciable número de votos.
– ¿No se puede entonces llegar a ningún punto intermedio de acuerdo para que haya una única candidatura?
– Se debe intentar hasta el último día. Creo que sí. Pero quizás la clave es una cierta estrategia negociadora con respecto a Podemos partiendo de lo que es el Podemos real y no el imaginario. Es decir, debe de saberse que los límites que tiene Pablo Iglesias y el equipo dirigente para negociar con otras fuerzas son muy estrechos. Mientras otras fuerzas no tienen nada que perder, Podemos tiene estructuras y acuerdos que respetar. Por lo tanto, lo que hace falta es una estrategia que permita, por un lado, a Podemos avanzar unitariamente y que permita a IU, Equo y otros encontrar un acomodo en un frente más o menos común. Eso al final puede ser Podemos-algo. Como parece que sucederá en Cataluña. ¿Puede ser un antecedente para el resto del Estado? Ese es el debate que se irá viendo en la realidad multinacional que tiene este país. Lo que no creo realista es algo donde no aparezcan las siglas de Podemos. Porque Iglesias tiene límites que no puede sobrepasar. Sin comprender al otro es difícil negociar. Podemos tiene que hacer esfuerzos para entender lo que es IU. Y también al revés.
– ¿Le parece un buen equipo para el cambio la lista que ha presentado Iglesias para las primarias de Podemos?
– A muchos de ellos no los conozco. Lo que hace Iglesias con esa lista es garantizarse un grupo parlamentario con una cierta identidad y liderazgo capaz de encabezar un proceso político que, pase lo que pase en las generales, será complejo y difícil. ¿Están todos los que deberían de estar? Yo creo que no. Me imagino que porque alguno le ha dicho que no. Y que dependerá mucho también de lo que pase en unos meses. Porque puede haber una nueva apertura de las listas. En las elecciones catalanas van a ir ya todos juntos y eso nos da pistas o señales. Es muy importante no usar torticeramente la unidad. Es decir, la unidad como instrumento de agresión o división. El proceso no está cerrado aunque lo veo difícil y complejo.
– Hemos conocido que a Garzón o Beatriz Talegón el propio Iglesias le ofreció ir en esa lista. Usted es una persona muy cercana a él, ¿le ofreció ir en esa lista?
– A mí Pablo no tiene que ofrecerme nada. Soy un amigo personal suyo. Más allá y más acá de la política. Si alguna vez él me pide cosas razonables yo lo haré sin ningún tipo de problema. Yo pretendo siempre conservar la amistad y la política. Es muy difícil. Yo he perdido a muchísimos amigos por la política. Coincido sustancialmente con el proyecto que encabeza Podemos. Y me podías preguntar que por qué no estoy dentro. Pues porque es el mismo proyecto que he defendido en IU desde hace años. Para mí, Podemos es muy parecido a lo que yo viví en IU-Convocatoria por Andalucía y la época mejor de Anguita. Es decir, me siento identificado con el Podemos que sale sin prejuicio a la conquista del Gobierno, que no quiere ser muletilla de ninguna otra fuerza y que lucha.
– Tsipras hacía referencia a la importancia de lo que pasa en las próximas generales en España para cambiar o no Europa ¿Qué lecciones se pueden sacar de lo que ha sucedido en Grecia?
– La primera es que la UE, que es un modo de construir Europa, es un problema. De la Europa-solución ha pasado a la Europa-pesadilla. Hoy, la Europa real es un sistema de dominación al servicio de los poderes económicos hegemonizado por el Estado-Nación alemán. Hay un Estado-Nación que tiene intereses nacionales, políticos y geoeconómicos que los impone al resto de Europa. Otra cuestión es que siempre que se negocia con la UE tienes que tener un plan B. Nunca puedes estar negociando, como ha hecho Tsipras, esperando la bondad de los negociadores. Se ha encontrado con algo que no pensó. Quizás porque es europeísta. Yo de ese europeísmo no soy desde hace muchos años. Tenía la idea de que después del referéndum iba a tener más apoyo en Europa. Y es todo lo contrario, porque se ha convertido en un ejemplo a evitar. El plan que le han hecho aceptar es peor que el que llevó a referéndum. Está hecho para humillar a Grecia y evitar políticos como Tsipras.
Por tanto creo que lo de Grecia es también un mensaje para Iglesias. Estoy plenamente convencido de que todo el debate en la UE era político y no económico. Y era un ejemplo que había que condenar y castigarlo de tal manera que diese un mensaje a los pueblos de que en Europa no se puede transgredir las normas que fija el BCE, la Comisión y el FMI. Es un mensaje nítido a Podemos y a la izquierda española de que en la próxima campaña electoral estarán en debate dos líneas políticas: una de claudicación ante la troika, representada por el PSOE y el PP; y otra de reivindicación de los derechos sociales y soberanía popular que la debemos de construir otras fuerzas.