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El lehandakari tiene un problema

Normalizados

Fuentes: Deia/Rebelión

Tradicionalmente se entiende por «normalización» al encauzamiento de conflictos. Pero como los actuales gobernantes del PSOE y del PSE han renunciado a ello, es la ciudadanía vasca la que es objeto de «normalización», reinstitucionalización, reeducación… El proceso de «normalización» simbólica y constitucional ya ha empezado. No importa que los resultados electorales autonómicos no avalen esa […]

Tradicionalmente se entiende por «normalización» al encauzamiento de conflictos. Pero como los actuales gobernantes del PSOE y del PSE han renunciado a ello, es la ciudadanía vasca la que es objeto de «normalización», reinstitucionalización, reeducación…

El proceso de «normalización» simbólica y constitucional ya ha empezado. No importa que los resultados electorales autonómicos no avalen esa tesis, pero la aritmética del juego poco limpio, con eliminación de jugadores, lo permite… El rey está medio desnudo pero la ficción es que está actuando como si tuviera mayorías sociales. Suele ser una práctica propia de miradas sin perspectiva, además de una falla democrática, hacer encajar la rica realidad social en la equivocada decisión tomada (gobernar sin colchón en un territorio con otra mentalidad mayoritaria) o empeñarse en la Norma no respaldada socialmente (la Constitución). El verbo sería ahormar.

Han transcurrido solo tres semanas y no hay que hacer balances todavía pero sí asientos contables.

El gesto de evitar jurar por Dios -porque ni Patxi ni el cargo como tal son creyentes- y el bello acto integrador en la toma de posesión en Gernika, quedaron empañados por la presencia de altos mandos militares y de la Guardia Civil en la Casa de Juntas. Son cuerpos que desde 1936 no han sido precisamente respetuosos con lo que significan tanto Gernika como su árbol, y su presencia simbolizó la toma de control de la situación por el Estado y Patxi como su ocasión. Son mensajes contradictorios y su proliferación podría ser un cachondeo.

Y es que el pico y la pala no van en la misma dirección. La promesa de gobierno abierto y transversal se contradice con bastantes decisiones: el acuerdo con el PP en temas de alto voltaje simbólico e identitario está ya sobrecargando las pilas de más de medio país; el acuerdo ocultado a la opinión pública de entrega a plazo de la Diputación de Araba al PP, es muy grave, y convierte la mano abierta en una chanza.

El perdedor que triunfó, el PP, administra los ritmos de excavación de la fosa del PSE para el momento oportuno. Mientras tanto el insaciable Mefistófeles Basagoiti le cobra su alma en deuda a Fausto López.

La designación de Mari Mar Blanco para presidir la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento es otra mala noticia. Se trata de una víctima incapacitada para ver a las otras víctimas y entender los Derechos Humanos como un todo integral. La imposición del PP sigue la estela de la Presidenta del Parlamento Vasco que lo mejor que hace es acumular errores… en castellano. El PP tiene algún problema con su capital de Recursos Humanos y una falta de respeto institucional preocupante.

El nuevo lehendakari, del que hay que agradecer su despliegue de energía, ofrece un gobierno integrador pero también hay halcones en carteras con enjundia. Incluso alguna paloma -el consejero de Sanidad- ha mutado, oponiendo euskera y profesionalidad, al descolgarse con un «No nos debemos encerrar en nosotros mismos debido al idioma» (¿Cuándo ha ocurrido eso?). Y sigue: «En las próximas OPE el euskera no tendrá el mismo rango de requisito», renunciando a ir preparando el derecho de los pacientes a una comunicación médica correcta. Nadie le ha corregido. Tampoco es muy decente que ahora, sin el sospechoso nacionalismo, Policía y Guardia Civil vayan a compartir información internacional con la Ertzaintza. La seguridad basada en el amiguismo y no en las instituciones es poco segura.

Lo peor que viene es esa falsa «igualdad» entre las lenguas en el tema educativo. Eliminando la prioridad del euskera nos estanca en una ley de la escuela pública que ya había demostrado sus debilidades y era tiempo de tocarla hacia adelante. El anuncio de suspensión de artículos de los decretos de los currícula es preocupante. En lugar de garantizar el conocimiento de las dos lenguas oficiales, especialmente de la lengua más débil por diglosia, se disfraza como «libertad de opción lingüística» de los padres, lo que no es sino una fobia y una objeción de conciencia absurda, especialmente en el PP, a una lengua cooficial que la infancia y juventud debieran dominar al final del ciclo, como en cualquier país serio. Mediante dejación pública, se invitará a la irresponsabilidad en aquellas familias que se empeñen en crear inadaptados sociales en el futuro.

En el plano interno -y a diferencia de Maragall antes, y de Montilla, después- a Patxi López le mina la imagen de firme aliado de Zapatero. Si no lo remedia tiene el riesgo de convertirse en el otro Delegado del Gobierno -el par de Cabieces- y no en el lehendakari que defiende los intereses vascos. El bilateralismo que, como mínimo, nos merecemos va más allá de la transferencia fácil y de buen rollito entre aliados que se hacen descuentos. El modo de asumir el INEM y lo que conlleva no puede desligarse del Concierto como modo relacional ni cabe hacer mutis por el foro respecto a las políticas pasivas.

En el plano exterior, la despolitización de las delegaciones en el exterior -pasarían a ser meras representaciones económico/empresariales- es paralela a la renuncia del lehendakari a ser la representación política y simbólica de los vascos en el mundo. Para no pisarle papel a su amigo Zapatero, supongo, Patxi pasará de lehendakari a ser otro Presidente más de Comunidad Autónoma. Hay algo que no ha entendido. Se le ve orgulloso de ser lehendakari, y eso está muy bien. Tiene potestas  sobre los vascos de la CAE pero debe ganarse la auctoritas (moral); y para ello debe asumir también la doble condición de Dignatario y Mandatario como máxima representación de todo lo vasco ante el mundo. No queremos que lo haga Zapatero porque ni nos representa, ni va a hacerlo, ni puede hacerlo.

Un gobierno con falta de legitimidad social en origen -con pecado original- podría compensarse con una legitimidad de ejercicio, pero las hipotecas son tan grandes y el proyecto tan corto, que se suscitan dudas. Ni por el lado nacional ni por el lado social se atisban pasos adelante, ya que -paradojas de la vida- el programa no es más de izquierda que el del anterior, que tampoco es que lo fuera en exceso. Parece que las tecnocracias de cultura administrativa común escriben los programas. Cuando anuncie el plan económico y social será el momento de comentarlo.

El «diálogo social» no empezó bien, al comenzar con los empresarios y con el enfado de la UGT, que para eso es de casa hasta que Casado -mimado- obtuvo reparación y protagonismo. Pero ya se medio estropeó con la consideración de la huelga del 21 como «huelga política» para cabreo de ELA y LAB que dicen que a partir de ahí ni se sientan.

El lehandakari tiene un problema. Los del PSOE, en el mitin de las Ventas, le sentían como su lehendakari; solo tiene 100 días para que nosotros le sintamos como el nuestro o, al menos, el de todos, o sólo será el presidente de turno de esta Comunidad Autónoma. Ya puede correr en mejor dirección. Ganaríamos todos. 

Ramón Zallo. Catedrático de comunicación de la UPV-EHU