1. El contexto internacional
Sufrimos una crisis ecológica global, con miles de especies extinguiéndose cada año y la emergencia climática en fase crítica, de hecho el PNUMA y el IPCC calculan que sólo tenemos hasta el 2030 para reducir a la mitad los gases de efecto invernadero y si no cambiamos ahora después entraremos en una fase irreversible con subidas de +2 y +3ºC durante las próximas décadas que convertirán España en un desierto, con días de 60ºC.
Paralelamente tenemos el declive de recursos como el petróleo fácil de extraer, barato y de calidad (peak oil ya sobrepasado, Brent a 120 $/barril), el oro, la plata, el antimonio, el cobre, minerales raros, incluso el agua dulce o la tierra fértil han tocado techo y empiezan a declinar.
Además salimos de una pandemia global que ha provocado 533 millones de infectados y 6’3 millones de muertos, que podría repetirse porque apenas dejamos espacios libres para los animales y hay un comercio internacional demasiado intenso. Una pandemia que ha relegado a segundo plano las medidas contra la emergencia climática y otros problemas, y que ha desmovilizado mucha población activa.
Y el capitalismo está inmerso en otra crisis, con precios crecientes, productos que no se venden, mercados estancados, paro masivo, endeudamiento billonario, privatización y corrupción generalizada. El crecimiento continuo es imposible pero el gran capital sigue acaparando más y más beneficios, por encima de las personas y el medio ambiente. Sufrimos ya las consecuencias de los límites sobrepasados y la mayor potencia económica está en franca decadencia, con las economías emergentes compitiendo, rivalizando con ella, el mundo se polariza y aumentan los conflictos.
Frente a las cuatro crisis y la insostenibilidad de la situación actual, la respuesta de las élites, yonquis del dinero y del poder, es más control y manipulación de la información, recorte de derechos, fomento de movimientos nazi-fascistas, revueltas teledirigidas para controlar países, guerras por los recursos y por el negocio de las armas (Palestina, Afganistán, Siria, Yemen, Sáhara, Sudán, Congo, Etiopía, Camerún, Mozambique, Rep. Centroafricana y la de Ucrania, que acapara el 99% de las portadas), nueva carrera armamentista (hasta España quiere doblar el gasto militar, que ya es muy elevado y camuflado: dicen 10.000 y son 20.000 millones de €, incluso Alemania quiere rearmarse con un fondo extraordinario de 100.000 millones, algo aterrador), etc. Demasiado parecido todo a la respuesta que dieron al crack y la crisis mundial de los años 30, que desembocó en la II Guerra Mundial, sólo que ahora la situación es todavía más complicada.
Algunos pensábamos que las cosas no podían complicarse más, con 4 crisis estallando a la vez, pero los grandes líderes mundiales se han superado y lo han conseguido montado otra guerra, y un montón de conflictos menores, con Rusia invadiendo y los EEUU y la UE armando frenéticamente Ucrania, la víctima propiciatoria.
2. El origen de la guerra de Ucrania
La Unión Soviética se hundió y el Pacto de Varsovia se disolvió en 1991, sin embargo la OTAN en vez de disolverse simplemente creó nuevos «enemigos», el ISIS y los terroristas islámicos, una excusa con la que invadió Iraq, Afganistán, Somalia, Libia… Paralelamente se fue expandiendo por los países exsoviéticos, a pesar de las promesas hechas a Gorbachov.
Y en Ucrania los EEUU apoyaron, y quizás promovieron, el golpe de Estado del Euromaidan de 2013-14, encabezado por grupos neonazis. En respuesta Rusia, un país capitalista con tradición imperial desde donde Putin ha potenciado la extrema derecha europea, se anexionó Crimea y apoyó, quizás promovió también, la independencia de Lugansk y Donetsk, en el Donbás. Posteriormente estos fueron atacados por el ejército de Kiev hasta que firmaron un acuerdo de alto el fuego en Minsk, aunque después hubo numerosas violaciones con bombardeos que han provocado unos 14.000 muertos.
En 2021-22 el Gobierno ucraniano, animado por los EEUU, pide entrar en la OTAN y Putin lanza al ejército ruso a invadir Ucrania. El pueblo ucraniano es carne de cañón y a los tres meses hay decenas de miles muertos, 6’6 millones de refugiados y centenares de ciudades destruidas. Es imposible que gane al segundo ejército más potente del mundo, el armamento que le envían los EEUU y la UE (a veces viejo y defectuoso) sólo alarga la agonía y aumenta las víctimas, lo dicen los mismos expertos militares.
La UE ha hecho un papelón servil y belicista para complacer a los EEUU, anulando la diplomacia (Borrell llegó a decir que el conflicto se resolvería con las armas…), censurando medios informativos (RT, Ahí les va, el periodista independiente Pablo González preso y aislado en Polonia 3 meses ya), enviando toneladas y toneladas de armas, con lo cual se alarga la guerra, se dispara la inflación y vamos hacia la recesión (¿buscaban también esto los EEUU?). Encima y sin ningún debate los líderes de la UE optan por el rearme y el endeudamiento creciente.
Y nuevamente la ONU ha resultado inoperante, sin influencia internacional ni capacidad para parar la guerra. Lamentable todo.
Los únicos ganadores de esta guerra, de todas las guerras, son las grandes compañías de armamentos, combustibles, etc., que se enriquecen a costa de Europa y acechan a ver si cae Putin y Rusia, un inmenso yacimiento de recursos naturales. Los de Ucrania y su producción agrícola (5º exportador mundial de cereales) también resultan muy atractivos para el gran capital y los oligarcas de occidente y de oriente; su reducción de producción y exportaciones provocará desabastecimiento y más hambre en el mundo.
Otra cuestión es la vergonzosa discriminación en el trato dado por la UE a los refugiados que vienen huyendo de otras guerras y el que está dando a los refugiados ucranianos recibiéndolos con los brazos abiertos, como tendría que recibir a todos. Hay cierto racismo y algunos periodistas han llegado a decir que los ucranianos son igual que nosotros (los otros no?).
Y por supuesto, el movimiento antibelicista/antimilitarista y parte de la población se han mostrado contrarios a la guerra tanto en Ucrania (donde los hombres de 18 a 60 años tienen prohibido salir por la ley marcial) como en Rusia y están sufriendo una fuerte represión, que en algunos casos (en el frente) han llegado a fusilamientos. En la UE tarda a levantarse el pacifismo, que como otros movimientos reivindicativos está bastante desmovilizado.
3. ¿Nos llevan hacia la III (y última) Guerra Mundial?
Nadie en su sano juicio quiere desencadenar una guerra nuclear, ni Putin ni Biden ni los demás, pero:
Putin ordenó invadir Ucrania el 24-2-2022 y 3 días después puso en alerta las fuerzas de misiles nucleares heredados de la Unión Soviética: 6.375 ojivas nucleares, el mayor arsenal nuclear del mundo apuntando las principales ciudades de los EEUU, la UE, Japón, Australia, etc.
Los EEUU tienen más de 1.000.000 de militares, 800 bases por el mundo y unas 5.800 ojivas nucleares; el complejo militar/industrial influye muchísimo en el gobierno y provoca frecuentes guerras, de hecho más del 90% de su existencia los EEUU han estado en guerra. Este imperio económico y militar está ahora en plena decadencia y en su respuesta a las potencias emergentes no sabemos hasta donde puede llegar. Pero son capaces de hacer alguna jugada parecida con Taiwan y China o las Islas Salomón, algo muy peligroso.
Líderes e informadores desprecian las negociaciones y la diplomacia, contra todas las razones que aportan el expertos. Incluso un criminal como Kissinger (responsable de golpes de Estado en Chile y otros países) dice que hay que negociar con Putin antes de que sea demasiado tarde y ya no se pueda.
Casi todos minusvaloran la terrorífica posibilidad y los efectos exterminadores de una III guerra mundial: Zelenski pide a la OTAN cerrar el cielo de Ucrania, EEUU envía misiles que pueden llegar a ciudades rusas, la UE añade más pólvora al fuego… Hay unas 13.000 bombas nucleares, cada una con una potencia destructiva centenares de veces mayor que las que destruyeron Hiroshima o Nagasaki, y con este arsenal se puede destruir nuestra civilización no una sino 10 veces. Einstein ya dijo: “No sé con qué armas se combatirá en la III Guerra Mundial, pero en la IV será con palos y piedras”.
Y ya ha habido 9 ocasiones en que hemos estado a un paso del apocalipsis nuclear: la crisis de los misiles de Cuba (1962), la vez que los ordenadores del NORAD advirtieron erróneamente que los rusos habían lanzado miles de misiles desde submarinos contra EEUU (1979), cuando un satélite ruso confundió luz reflejada por nubes con cinco misiles lanzados por los EEUU (1983), etc. El primer caso se resolvió negociando y volviéndose atrás, en los dos siguientes los errores se solucionaron gracias a inacciones de los militares responsables de la vigilancia, que no pasaron la información a los superiores (la desobediencia nos salvó…). Nueve veces hemos escapado del infierno nuclear pero seguimos transitando por el mismo camino, ¿la décima será la vencida? ¿Cuál es el riesgo actual, del 0’1%, 1%, 10%…? Nadie puede saberlo pero la simple posibilidad de una III guerra mundial, incinerando las principales ciudades, desparramando cenizas radiactivas por todo el globo, desencadenando el invierno nuclear, etc. es tan aterradora que hemos de evitarla a toda costa.
Y aunque no ocurra, el aumento de gastos en armas y militares hurta los fondos necesarios para resolver todos los otros problemas graves: clima, contaminación, extinciones, escasez, enfermedades, hambre, pobreza… La paz y el desarme son absolutamente necesarias.
4. ¿Qué podemos hacer los ciudadanos para evitarlo?
– Movilización general antibelicista y antimilitarista, contra todas las guerras, hay que recuperar el movimiento anti-OTAN. En ese sentido, en Valencia hay convocada una marcha el 18 de junio a la base de Bétera y en Madrid una manifestación el 26 contra las guerras y la OTAN, coincidiendo con la reunión de la OTAN.
– Exigir la activación de la diplomacia europea y de la ONU para que medie entre todos los implicados en esta guerra. Ídem en todas las demás.
– Activar los tratados de desarme, SALTO, START, ZLAN para reducir/eliminar armamento nuclear. Exigir que España firme ya el TNP, en vigor 2021 y ratificado por más de 50 países, ninguno con armas nucleares o de la OTAN.
– Prohibir la venta y el negocio de las armas, al menos a países que no respetan los derechos humanos, como por ejemplo Arabia Saudí.
– Solidaridad con todos los pueblos: ucraniano, palestino, yemení, saharaui, sirio… las víctimas siempre.
– Exigir que las sanciones vayan hacia los oligarcas, la banca y las corporaciones que se benefician de las guerras, y que no perjudiquen a los ciudadanos de a pie.
– Fomentar el decrecimiento, la equidad, la autogestión, reforzar el mundo ecologista, pacifista, feminista…
El actual teatro de operaciones globales está dirigido por el presidente de un imperio en decadencia acelerada, un hombre mayor que parece senil y quizás está demasiado influenciado por el complejo militar-industrial, por otro que fue agente de la KGB y quiere recuperar las antiguas posesiones imperiales, por un presidente histriónico que va de salvapatrias y valora más su nación que las personas que la habitan, con la complicidad de otros muchos líderes mundiales que parecen ciegos a las grandes crisis de la época actual. Si la gente más consciente no nos levantamos pronto contra su deriva belicista y antiecológica pueden llevarnos otra vez, quizás la última, al matadero…
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