La vista del Presidente Barack Obama a Cuba ha revelado aspectos estratégicos en su política hacia la isla, América Latina y otras partes del mundo. Entre ellos se encuentran: Prioridad al tema Cuba. Está claro que para el Presidente Obama, Cuba ha resultado un asunto de primera atención desde el 17 de diciembre del 2014. […]
La vista del Presidente Barack Obama a Cuba ha revelado aspectos estratégicos en su política hacia la isla, América Latina y otras partes del mundo. Entre ellos se encuentran:
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Prioridad al tema Cuba. Está claro que para el Presidente Obama, Cuba ha resultado un asunto de primera atención desde el 17 de diciembre del 2014. Esta propia visita, de prácticamente tres días, la composición de su delegación, así como la cobertura mediática que le han brindado los grandes medios ejemplifican esta prioridad. Cuba ha sido uno de los pocos temas positivos del «legado de Obama» y donde ha conseguido el apoyo de la opinión pública norteamericana, cubana y de prácticamente todos los gobiernos de América Latina y del mundo.
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Excepcionalidad de EEUU. También Obama ha sido el único presidente que ha visitado Cuba y que se ha sentido con el derecho de criticar públicamente, exhortar y presionar al liderazgo cubano y a los sectores sociales a que realicen «cambios» en la sociedad. En cualquier manual de ciencia política a esto le llamarían «arrogancia del poder» e injerencia en los asuntos internos de Cuba. Ello parte de la noción de que a EEUU, por ser excepcionales, les asiste este derecho, aplicado además a la isla, que consideran parte de su esfera de influencia. Está claro que también hay un componente de colocación de Obama ante las presiones del establishment norteamericano [1] (recordar que EEUU no es sólo Obama, y que éste abandona la presidencia en 9 meses). Dicho establishment le demanda presionar a Cuba y lograr «avances concretos» en la agenda de EE.UU, ante la percepción de que Cuba no ha hecho las concesiones esperadas.
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Desmontaje del antimperialismo. Todo el despliegue oratorio, simbólico de Obama, de Michelle, y su actuación en Cuba han estado destinados, entre otros objetivos, a desmontar la imagen histórica negativa que ha tenido EEUU en el pueblo cubano, y que tiene profundas raíces y motivos [2].
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Extensión a América Latina. Si logran llevar a las mentes latinoamericanas que EEUU ya no persigue una visión imperialista con Cuba, lo que complementarían con el viaje simbólico a Argentina, y el pedido de perdón por el apoyo a la junta militar argentina en los setenta, Washington se ubicaría en una mejor posición política y de imagen ante el continente [3]. Esto les ayudaría a demostrar que la actual ofensiva de la derecha no tiene que ver con EEUU y que es resultado de los problemas propios de la izquierda venezolana, brasileña y de los demás países progresistas. EEUU busca reacomodar su lacerada hegemonía ideológica, social y política en el continente, que ven como propio, ante el avance de otros actores internacionales y la crisis regional.
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Política de cambio de régimen, ampliada. Si bien se mantiene la política de legitimar a la contrarrevolución interna y de darle proyección internacional como elementos de subversión; la nueva proyección de Obama busca extender la influencia norteamericana a toda la sociedad cubana, sobre todo a los sectores identificados en esta visita; religiosos, cuentapropistas, jóvenes, la llamada sociedad civil y funcionarios estatales y partidistas.
De manera directa Obama incluyó en la ecuación del «cambio de sistema» la participación de la comunidad cubana en EEUU como gestora de las modificaciones al interior de Cuba y de la «reconciliación».
El nuevo matiz, además, estriba en el llamado «leading from behind» que ha aplicado la Doctrina Obama, y que en este caso se traduce en que se haga el «cambio» con las manos de «otros», reduciendo la visibilidad de las agencias, Embajadas, actores gubernamentales, sociales, de negocio y no gubernamentales de EEUU.
El argumento vendido por el mediático Presidente al gran público fue que la clave de su curso era la «preocupación» por el bienestar del pueblo cubano y que los cambios «sugeridos» y las acciones de EEUU sólo buscarían dicho bienestar.
En esta lógica de «encantamiento» se incluyen las acciones populistas y mediáticas que realizó el inquilino de la Casa Blanca en Cuba, típicas de sus campañas electorales al Senado y a la Presidencia de la Unión, sólo que muy bien aplicadas al entorno e idiosincrasia nacionales.
Forma parte de la estrategia la llamada «paciencia estratégica» reflejada en la Estrategia de Seguridad Nacional de enero del 2015, y que para Cuba implicaría esperar que los «cambios» se sucedan de manera «natural», sobre todo después que desaparezca la dirección histórica del país [4]. Es sabido que EEUU monitoreará y liderará todos estos procesos con su línea multidimensional de influencia política, económica, cultural, de valores, acciones encubiertas y a través de los intercambios con los cubanos.
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Flexibilización paulatina del bloqueo. Con esta visita la poca legitimidad política que le quedaba al andamiaje del bloqueo fue erosionada aún más por el propio Obama, lo que resultó sin dudas positivo. Se ha reflejado claramente durante las acciones pre y durante la visita la táctica de no hacer los cambios posibles en el área del bloqueo de manera integral, rápida, sino paulatina, medida a medida, con la tónica de ir calibrando sus consecuencias y «medirles el aceite». También se busca utilizar las futuras flexibilizaciones como zanahorias para propiciar los cambios en Cuba por parte de sus autoridades, previendo ulteriores problemas económicos de la Isla por el debilitamiento de sus principales aliados internacionales.
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Interés en hacer el curso actual irreversible. Con la adopción de las medidas positivas de estos últimos días en el ámbito económico, incluyendo el uso del dólar, la mayor facilidad para los viajes, la autorización a negocios conjuntos en el área hotelera, el acuerdo para la realización de vuelos y viajes marítimos, entre otros, la Administración busca desatar dinámicas en los vínculos bilaterales y de cooperación que resulten difíciles de revertir en el futuro por próximas administraciones, menos comprometidas en la relación con Cuba, independientemente de su signo. El apoyo que ha tenido de sectores empresariales y en general de la sociedad norteamericana ha sido importante, y la aparición de intereses concretos, junto a la solución de problemas comunes con Cuba, ha sido también otro de los objetivos estratégicos de la política de EEUU que deben ser tenidos en cuenta a la hora de hacer un balance más profundo de las relaciones bilaterales.
Coincido con el politólogo Rafael Hernández que señala que antes Cuba y EEUU se encontraban enfrentados en un ring de boxeo, mientras que ahora el enfrentamiento pasa a darse ante un complejo tablero de ajedrez. Los norteamericanos tuvieron la brillantez de un Fisher, pero los cubanos las de un Capablanca. Creo que el ajedrez es, sin dudas, deseable, aunque hace pensar más a Cuba, con mayor previsión, y de manera más novedosa y flexible. Al mismo tiempo, sugeriría no olvidar los entrenamientos que demanda el boxeo y otros deportes de combate. EEUU es, simplemente, impredecible….
Notas:
[1] En excelente artículo de la Revista Atlantic sobre la llamada Doctrina Obama, basado en entrevistas al Presidente, éste menciona el peso que tiene en Washington el llamado establishment de política exterior y las presiones que se ejercen sobre la Casa Blanca. Cfr. «The Obama Doctrine». Jeffrey Goldberg. «The Atlantic». Número de abril 2016.
[2] En una entrevista a la cadena ABC durante la visita, Obama expresó «Durante 50 años ellos han usado la agresión de EEUU o los intereses nuestros en el cambio de régimen como una excusa para explicar porqué tienen que protegerse de la disidencia dentro de Cuba (…) lo que he indicado es que no podemos forzar los cambios en Cuba- pero si podemos hacer y, haremos, es defender los derechos que nosotros consideramos universales». Programa «World News tonight with David Muir». ABC News.com. 21 de marzo, 2016.
[3] Previo a la visita, el Asesor de la Casa Blanca Ben Rhodes ha expresado que «Nuestra apertura hacia Cuba también nos ha creado nuevas posibilidades en América Latina, región que de manera uniforme se oponía a nuestra política y que ahora da la bienvenida a nuestro nuevo comenzar» Ben Rhodes. President Obama is going to Cuba. Here’s why. The White House. 18 de febrero 2015.
[4] En una entrevista el pasado año, Obama daba las claves de su estrategia «Nuestra teoría original sobre el tema no es que veamos de manera inmediata los cambios ni un debilitamiento del control del régimen de Castro, sino de que con el paso del tiempo vas creando las bases para una transformación sustancial». Entrevista a Olivier Knox, Yahoo News, 14 de diciembre 2015.
Santiago Pérez Benítez es Investigador del Centro de Investigaciones de Política Internacional.