Un gobierno tripartito -que no era tripartito sino una gobierno de coalición abonado de forma desigual por cuatro partidos: PSC-PSOE, ERC, ICV y EUiA- ha gobernado Catalunya estos últimos siete años. Era frecuente, día sí, otro también, que toda discrepancia entre sus miembros, insustantiva o esencial, por ligera que esta fuera, fuera aireada a siniestra, […]
Un gobierno tripartito -que no era tripartito sino una gobierno de coalición abonado de forma desigual por cuatro partidos: PSC-PSOE, ERC, ICV y EUiA- ha gobernado Catalunya estos últimos siete años. Era frecuente, día sí, otro también, que toda discrepancia entre sus miembros, insustantiva o esencial, por ligera que esta fuera, fuera aireada a siniestra, pero sobre todo a diestra, por los medios de formación, desinformación e inculcación ideológica. Hasta el sarcasmo irrespetuoso, la ironía soez o el «no se aclaran, son de izquierdas». Como una jaula de grillos inquietos: esa era la usada y trabajaba metáfora.
El pasado domingo se celebró en Barcelona, en Barcelona ciudad, una consulta sobre la aceptación o no de la independencia de Catalunya, en torno, pues, al deseo de formación de un Estado propio, desligado y alejado de España. El éxito de la convocatoria ha sido notable, muy notable. No puede ofrecer dudas incluso a personas que nos hemos manifestado críticamente sobre las finalidades de la convocatoria: airear las distancias e intentar demostrar que la convivencia ibérica es imposible, un viejo e ingenuo sueño de Espriu, Comorera, Companys o Sacristán por ejemplo. Más de 200 mil personas acudieron a las urnas y en torno al 90% se manifestó a favor de la independencia, unos 180.000 ciudadanos. Las iniciativas en el ámbito independentista catalán, un ámbito que poco tiene que ver social y políticamente con el mundo abertzale, y aún menos con las inquietudes sociales que asolan el país (nunca se les suele ver, por ejemplo, en manifestaciones que vindican la sanidad o, las pensiones públicas, o en la lucha contra el paro o contra las desigualdades), no paran de generarse. No es necesario decir, pero vale la pena insistir, que el eje social brilla por su inexistencia. Lo que cuenta es la independencia y el marco neoliberal no se pone en cuestión por ninguna o casi ninguna de las fuerzas que abonan este proceso nacionalista independentista [1].
No se trata ahora de esto, se trata de las contradicciones que han surgido abiertamente en el seno del gobierno catalán y la inexistencia práctica de informaciones al respecto. Artur Mas, el president de la Generalitat, junto al ex president Pujol, votó a favor de la independencia. No fue el único de su gobierno desde luego. Lo mismo harían Oriol Pujol o el portavoz del gobierno catalán, diputado Francesc Homs.
Por el contrario, la vicepresidenta del gobierno, la dirigente del confesional y opusdeísta Unió Democrática que amplió su currículum, votó negativamente. Duran i Lleida, en conferencia de prensa, no tardó ni dos segundos y medio en airearlo, eso sí, con permiso de la implicada [2]. Dos fuerzas, que cuentan con el apoyo parlamentario del PP, votan en sentido opuesto en un asunto esencial para el futuro de Catalunya. ¿Algún comentario en la prensa?, ¿alguna broma?, ¿algún sarcasmo comme il faut? Apenas alguna noticia, nada esencial. No pasa nada, son de los nuestros (de los suyos quiero decir).
Hay tripartitos (-cuatipartitos) y bipartidos, y lo que vale para los primeros no tiene por qué valer para los segundos. Estos tienen bula para esconder o representar sus contradicciones. Sus respectivos grupos sociales están encantados por la escena del tercer acto independentista. En el fondo, es igual: finalmente, en lo que cuenta, se entienden a la perfección.
PS: Por lo demás, vale la pena recordar que hace unos doce o quince años, Julio Anguita habló en declaraciones a la prensa de los comportamientos sociales de la burguesía catalana, de la III República y del derecho de autodeterminación. Alocado, insensato, trasnochado, fueron los términos más bonitos, incluso desde el ámbito de Iniciativa per Catalunya, entonces una fuerza aliada a IU.
Ni que decir tiene también que una de las fuerzas que abonó el derecho de autodeterminación de la ciudadanía catalana fue el PSUC y que fueron básicamente sus militantes y «compañeros de viaje» quienes abonaron, con indudables riesgos, la llama de la resistencia catalana contra el uniformismo nacional-católico-españolista durante el franquismo, una resistencia que jamás creyó en la imposibilidad de una convivencia en paz en el seno de una República federal.
Notas:
[1] Con curiosas e incomprensibles excepciones. Ricard Goma, cabeza de lista por la coalición ICV-EUiA en las elecciones municipales de Barcelona, se manifestó recientemente a favor del voto afimativo en la convocatoria de independencia.
[2] Público, 12 de abril de 2011 (edició catalana), p. 3.
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