Se acumulan fechas propicias para el recuerdo de la historia romaní, que, sin embargo, pasan desapercibidas para la mayor parte de la sociedad.
Cuenta mi padre que vine a nacer en la madrugada de un 18 de noviembre. Dice que serían las dos menos cuarto de la mañana de un lunes. Los días anteriores habían caído litros y litros de agua, por lo que mis padres no podían salir a hacer la acostumbrada ruta semanal del oficio familiar: la venta ambulante. Me cuenta que entonces, tras pasar la madrugada conmigo ya en el mundo y, por supuesto con mi madre en el hospital, tuvo que salir por la mañana temprano a ganarse el pan. Puso rumbo a Villafranca del Guadalquivir, hoy Isla Mayor, población sevillana que cambió su nombre originario por las evidentes relaciones franquistas. Volvió con veinte mil duros. “Naciste con un pan bajo el brazo”, asegura. En cualquier caso, la relación de lo gitano con las ventas y el trabajo duro viene de largo. Y, justo en noviembre se cumplen fechas proclives para el recuerdo y que, sin embargo, pasan de puntillas para una sociedad que tiende a reparar su memoria, pero de manera selectiva. ¿O quizás he dicho bien lo de su memoria? Al lío.
Empezamos el viaje en la noche del 31 de octubre, que se une con la madrugada del undécimo mes del año. En Halloween, fiesta celta, adaptada por los yanquis y exportada a nuestra tierra no hace tanto, los disfraces de todo tipo salen de los armarios. Encontramos centenares de ellos, pero hay uno especialmente clásico, que permanece indeleble al paso del tiempo. El disfraz de bruja sigue teniendo su público. Esta figura es, además, una de las principales atracciones del género de terror en el cine. Sin embargo, si nos alejamos del celuloide y ponemos el ojo en la historiografía, encontramos que muchas gitanas fueron señaladas, apresadas y ajusticiadas por la Santa Inquisición, entre otras cuestiones, acusadas de brujería, hechicería e incluso, “por ejercer el oficio de gitana”. De esto último tenemos constancia por el juicio que condenó a prisión a la gitana Isabel María de Montoya en 1671. “Tras lectura de las testificaciones y testimonio de la rea, concluyeron los frailes que Isabel María de Montoya era sospechosa de herejía y que, más que nada, había incurrido en un delito propio de la justicia civil”, expone Vincent Parello. Otras muchas mujeres gitanas sufrieron en sus carnes las acusaciones por brujería de la Santa Inquisición. Fue el caso de Sebastiana de Vargas (Sevilla, 1605); Gratiniana Bustamante (Barcelona, 1608); María de la Casta (Valencia, 1620); María de Heredia (Sevilla, 1637); María de Torres (Valencia, 1638); Felipa la Apuleya (Zaragoza, 1651); María Bohórquez (Córdoba, 1656); María de Flores (Córdoba, 1656), María Quiñones (Granada, 1662); Luisa de Torres (Granada, 1696) o Beatriz Fernández (Valencia, 1733), entre tantas otras.
Tras la noche de Halloween, de calabazas y disfraces de brujas, donde la desmemoria hace que se olviden los castigos sufridos por aquellas que fueron señaladas por la Iglesia, viene una fecha de marcado carácter religioso. El 1 de noviembre, el Día de Todos los Santos, es una fiesta que comienza a perder fuelle en las grandes urbes españolas. Es cierto que todavía los pueblos mantienen una gran relación con los difuntos. También es cierto que la inflación ha hecho encarecer las flores y que, en base a ello, las visitas han podido diezmarse. Pero no así entre los y las gitanas, que siguen manteniendo viva esta tradición y un respeto máximo por quienes ya no están, no solo en su día señalado, sino a lo largo de todo el año. Los legados se mantienen vivos a través del intercambio de experiencias de manera oral, que se considera la mejor de las herencias. Y esta, además, no precisa de una ley como las del impuesto de sucesiones, que trae de cabeza a más de un gobierno. Seguimos, pues, homenajeando a los muertos, siempre con el objetivo de mantenerlos cerca, para que vivan con nosotros. Ojalá una versión romaní de Coco (Disney, 2017). En cambio, el celuloide insiste en traernos los más rancios estereotipos y golpearnos con ellos en la cara como nos sucediera, por cierto, con nuestras víctimas del Samudaripen o Porrajmos, que no han sido reconocidas hasta hace bien poco.
Fue también un 1 de noviembre, pero de 2005, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas (Resolución 60/7) decidió designar el 27 de enero como Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, ya que se recuerda en este día la caída del campo de exterminio de Auschwitz a manos soviéticas. En 2011, Bruselas decidió que era el momento de reconocer a las víctimas romaníes, 66 años después de los juicios de Núremberg, donde no hubo representación romaní, ni enjuiciamiento a sus verdugos y, por supuesto, nada de compensación económica (salvo algunas excepciones, como en Alemania cuando quedaban pocos supervivientes), o de la reexplotación de las tierras confiscadas por los nazis a la clase media gitana, de las que nunca más se supo. Tampoco el cine cuenta nada de eso, dicho sea de paso.
El 5 conmemoramos el Día Internacional de la lengua Romaní, el Romaní ćhib. Se trata de la única lengua indoaria que se habla en Europa desde la Edad Media. En base a ello, en 2015, la UNESCO proclamó el Día Mundial del Idioma Romaní con el propósito de fomentar la preservación del idioma y la cultura romaníes, mejorar el bienestar del pueblo romaní y reconocer la importancia de todas las lenguas, cuya diversidad es una fuente de fortaleza que se ofrece a todas las sociedades. Ahora bien, en el ámbito del romanó, la realidad española es muy diferente a la de otros países. Se perdió con las Pragmáticas de Medina del Campo, de 1497 y otras leyes que las sucedieron en una opresión constante. Imaginen cómo sería para que hoy, el número de romanoparlantes españoles sea del 0,01%. Ciertamente, hay algunas apuestas decididas a recuperar un idioma materno que está en peligro de extinción, como es el caso de Romanó Kher, que recientemente ha publicado el primer y único diccionario bilingüe romanó-catalán/catalán-romanó. El escritor gitano y catedrático de la comunicación, Joan Oleaque escribía en 2005: “En Rumania se puede estudiar el romanó. En Francia tiene vinculación con los estudios superiores. En distintos países de Europa se traducen películas, hay agencias de noticias en esta lengua, y una inmensa cantidad de páginas web. También se pueden encontrar periódicos, revistas, libros, obras de teatro, programas televisivos. Todo lo contrario que aquí”.Por lo tanto, nos queda mucho por hacer en este tema a nivel nacional. Y mucho que aprender, también. Una de las asignaturas pendientes es la del reconocimiento, más allá de la consabida equis en la casilla de “minoría étnica”, para las políticas sociales. Si no te reconocen, a tu lengua aún menos.
El 9 de noviembre coinciden un arsenal de hechos históricos. Es el Día Mundial contra el Fascismo y el Antisemitismo, también fue el día elegido por Hitler para intentar un golpe de estado, conocido como el Putsch de la Cervecería, que tuvo lugar en la noche del 8 al 9 de 1923. Esto lo llevó a la cárcel, de la que pronto salió para erigir su locura nazi. De hecho, el 9 de noviembre de 1938 se produjo la famosa Noche de los Cristales Rotos, un preludio del Holocausto. Las sinagogas ardían en todo el país prácticamente al unísono. Los comercios de propietarios judíos fueron saqueados; unos 100 judíos asesinados; 26.000 deportados a campos de concentración… Pero eso no había sido el principio, pues ya hubo un preensayo del Holocausto en junio del 38. Fue la Zigeuner Aufraumungswoche (“la semana de limpieza gitana”), en la que cientos de Rroma en todas partes de Alemania y Austria fueron detenidos, golpeados, y encarcelados. De lo primero lo sabemos casi todo. Por lo segundo pasamos de puntillas.
Del 9 pasamos al 16, otra fecha clave. Aquí encontraremos tres “días señalaítos”, como dice Raimundo Amador en Gitano de Temporá. La ONU nombró en 1995 el Día Internacional para la Tolerancia, una de esas fechas en las que los centros educativos suelen realizar sus actividades lúdicas bajo un ambiente festivo, pero en las que el antirracismo pasa desapercibido en las aulas y mucho más lo gitano. También en esta misma jornada, los primos y primas del País Vasco, desde 2004, celebran su día, el Día del Pueblo Gitano Vasco. De ello, es necesario destacar el trabajo de conservación del erromintxela, un pogadolecto proveniente de la mezcla del romanó y el euskera. Sigue sin estar protegido, ni estudiado. Continúa quedando en el sentir de los gitanos y gitanas de Euskal Herria, pero toda lengua necesita de una inversión y una protección. Sin embargo, volvemos a lo de siempre: lo que no está reconocido, no existe. Y si no existe ya me dirán qué hacemos. Hablando de existencia, existe el Día Internacional del Flamenco.
Es también el 16 de noviembre. En el Día del Flamenco se rememora la proclamación de esta cultura como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO. En su proclamación y en su nombramiento no hubo representación gitana. En Andalucía, tras un arduo trabajo, la venidera ley del Flamenco dice lo siguiente en su título preliminar a la hora de definir este arte: “Manifestación cultural y genuino lenguaje artístico de raíz popular, con una importante contribución del pueblo gitano y la influencia histórica de otras culturas (…)”. Han buscado todo tipo de eufemismos con los que se pueda evitar la palabra “creación”. Parece que todavía duele diferenciar a quienes crean de quienes contribuyen. De hecho, no vuelven a nombrar a los gitanos en todo el proyecto de ley. Nada de las casas cantaoras que transmiten el flamenco (todas gitanas), ni de cómo va a llevarse el mismo a las aulas de los centros educativos. Nada de la mujer gitana y su imprescindible papel en la transmisión vivencial de esta cultura. Nada de nada. Y menos de las cátedras de flamencología y resto de puestos en la Administración Pública sobre lo referente a la perspectiva romaní. El cante gitano, como sucediera con el Samudaripen o con el Rromanó parece que no existe o en su defecto, parece que no es tan trascendental.
Finalizamos el recorrido de estos “días señalaítos” con el 22. El 22 es la fecha institucionalizada que, desde los noventa, el Parlamento Andaluz ha escogido para conmemorar la llegada de los gitanos por Jaén hace ahora 560 años. Desde entonces, continúa siendo Andalucía la tierra con mayor número de gitanos y gitanas de toda España, pero también la que cuenta con mayor número de pogromos llevados a cabo por las turbas enfurecidas. Llevamos dos este año, que sepamos. No tenemos ni una sola universidad pública que disponga de centros de estudios romaníes, pero sí varios de los barrios más pobres de España. En ellos, la sobrerrepresentación gitana es innegable. Los mapas de las ciudades no se diseñan porque sí. Ejemplo palmario es el Polígono Sur, creado y potenciado durante el franquismo. Un horror nacido de un error, como fue la expulsión de la Cava de los Gitanos de Triana. Y también el Vacie, el asentamiento chabolista más antiguo de Europa, por no hablar de los Asperones de Málaga. Vivir así te cuesta la vida, por eso ha vuelto Europa a alertar sobre nuestra esperanza de vida, diez años menor que la del resto de la sociedad. La estrategia andaluza es la misma que con el flamenco: se nos nombra y se cumple el expediente, pero poco más. No hay intención. O sí, según cómo se mire.
Por cierto, también señaladas son las fechas de dos muertes de dos militantes antigitanos: El 26 de noviembre de 1504 se fue Isabel la Católica, que promovió las Pragmáticas de Medina del Campo. Seis días antes, pero en 1975, se fue Franco. Estas dos fechas también deberían recogerse en este mes de los gitanos, para nuestra memoria y nuestro gozo.
Bibliografía:
–Entre herejía y hechicería: Isabel María de Montoya ante la Inquisición de Toledo (1671).
–María Sierra: “El Holocausto gitano es un tema poco conocido y poco difundido”.
–Historia de la Lengua Romaní.
–9 de noviembre: un día cargado de historia.
–“El erromintxela es un ejemplo precioso de que es posible la convivencia”.
José Vega de los Reyes. @VegadelosReyesTrabajador Social en la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas, FAKALI.
Fuente: https://ctxt.es/es/20221101/Firmas/41231/noviembre-gitanos-romani-memoria-idioma-holocausto.htm