Para cinco maestros antinucleares vivos: Joan Benach, Jordi Foix, Miguel Muñiz, Jorge Riechmann y Eduard Rodríguez Farré. Y para dos ausentes: Francisco Fernández Buey y Manuel Sacristán. Hay que aprovechar el momento… y no habrá muchos como éste. Tomo pie en una nota de Manuel Planelles [1]. Personas tan imprescindibles como Manuel Muñiz y […]
Para cinco maestros antinucleares vivos: Joan Benach, Jordi Foix, Miguel Muñiz, Jorge Riechmann y Eduard Rodríguez Farré. Y para dos ausentes: Francisco Fernández Buey y Manuel Sacristán.
Hay que aprovechar el momento… y no habrá muchos como éste. Tomo pie en una nota de Manuel Planelles [1]. Personas tan imprescindibles como Manuel Muñiz y Jordi Foix han hablado del tema y de la necesidad de organizarnos y movilizarnos (véanse trabajos del primero, todos ellos excelentes, en las páginas de mientras tanto y rebelión). Nuestros lemas podrían ser estos: ¡Con 40 años ya basta, ya es suficiente! ¡No a las prolongaciones atómicas!
La mayoría del Congreso, señala MP, nueve partidos que suman el 58% de los escaños en el Congreso de Diputados, han pedido -iniciativa de Pilar Lucio del PSOE- al ministro de Energía del gobierno Rajoy, Álvaro Nadal, que detenga el proceso de reapertura de la central nuclear de Santa María de Garoña, en Burgos. Los firmantes -entre ellos PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos- reclaman «un debate» de fondo sobre «la prolongación de vida de las centrales». Antes, claro está, de conceder la autorización a Garoña por más años.
No se nos debe escapar las preferencias atómicas de Ciudadanos y de otras fuerzas que han apoyado la petición. Pedir un debate sobre lo nuclear, como es obvio, no implica tener posiciones antinucleares.
Pero es un paso y hay que aprovecharlo. En el Parlamento y, sobre todo, fuera de él: pensando, informándose, discutiendo, organizándonos, apoyando Iniciativas legislativas ciudadanas, extendiendo los argumentos antinucleares (que son muchos y fundamentados) y movilizándonos en una gran jornada antinuclear en el conjunto de España.
La legislatura actual puede ser vital, nos recuerda MP, para el desarrollo del modelo energético de España durante las próximas décadas. ¿Por qué?? Por varias razones: 1. El Gobierno debe -debería- cumplir con los compromisos de reducción de emisiones de los gases de efecto invernadero (pensemos en el acuerdo de París y las normativas europeas sobre el tema). 2. La hoja de ruta para los próximos años, sostiene MP, «se debería trazar con la ley de cambio climático que se negocia ya en el Congreso». Si la apuesta por las renovables es robusta, sólida, sincera, no es mera apariencia ni publicidad, el mix energético tendrá que cambiar y se deberá prescindir de las tecnologías más contaminantes. La nuclear, no hablo de las centrales atómicas, mirada en su conjunto, desde la explotación del uranio hasta el final del ciclo, también lo es. Recordemos, además, la generación de residuos radiactivos. Más allá de las promesas aseguradas durnate más de 50 años, alegremente confiadas en el poder omnisciente de la tecnociencia, no se ha encontrado hasta el momento ninguna solución satisfactoria. El legado radiactivo da miedo. Henning Mankell escribió páginas imborrables sobre ello.
Ninguna central española ha funcionado más allá de 40 años (aunque el PP trabajó y urdió para ello en la anterior legislatura). España tiene ahora cinco centrales en funcionamiento. Si no se amplía la vida de ninguna de ellas, en 2028, cerraría la última central, la de Trillo. Sin centrales. Estaban programadas para 40 años. En algunos momentos, se ha llegado a hablar de menor duración, de una vida productiva más reducida.
Los partidos firmantes de la carta, nos comenta MP, lamentan que no se «haya producido ningún debate (ni técnico, ni político, ni social) sobre las implicaciones que conlleva la prolongación hasta los 60 años de la explotación comercial del parque nuclear español». En las instituciones, tal vez, pero sí se ha producido, en cambio, en reuniones, en jornadas, en asambleas y en otros foros de ciudadanía. Hay mucho hablado y discutido sobre todo ello. No estamos en posición 0.
Garoña es la punta de lanza. El eslabón débil de la situación como diría seguramente Lenin. Sus propietarios han pedido autorización para 17 años más: ¡diecisiete! Lo está analizando el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). El pleno de este órgano, dominado por el PP y otros miembros -PSOE y CIU- proatómicos (aunque no todos), tomará una decisión a finales de diciembre. Los firmantes de la carta han pedido sensatamente al ministro que «dé instrucciones al CSN para que detenga el proceso de evaluación de la renovación de Garoña». Puede hacerlo, debe hacerlo. Debe abrirse antes este gran debate nuclear ciudadano, no sólo institucional insistimos.
Los propietarios de las centrales, lo recuerdo innecesariamente, son las eléctricas, una encarnación del Dios maligno cartesiano. Sin piedad, sin límites, adelante, siempre adelante. No serán fáciles de derrotar. Se saben que «están cerrando reuniones con los partidos para hacer presión, según fuentes del sector» Podemos imaginar y conjeturar las presiones. De todo tipo. En el caso de Garoña, según parece, hay división de opiniones entre sus dos empresas propietarias, Endesa e Iberdrola. Iberdrola no apuesta por la reapertura de la central: es muy pequeña y habría que hacer una fuerte inversión en seguridad. Endesa no opina igual: piensa en Garoña y también en otras centrales.
La cuestión que debe preocuparnos: si Garoña, que no importa en sí misma por sus dimensiones según algunos, recibe los permisos para reabrirse supondrá el aval técnico-político necesario para poder prolongar el resto de centrales más allá de los 40 años. Garoña es condición que permite o no la continuación automática de las otras (en todo caso, su no apertura no debería tranquilizarnos o hacernos bajar la guardia: podrían dar permiso a otras centrales más grandes y menos castigadas por la impopularidad). La próxima en solicitar la ampliación será Almaraz.
Endesa, una de las eléctricas más atómicas y con más intereses en el sector, ya ha apostado por mantener las nucleares «más allá de 2030». Supone ampliar su vida más de 40 años. Y así, tal vez, siguiendo. El economicismo es, tambén, una hybris tecnológica.
No en nuestro nombre. ¡Hay que aprovechar el momento! ¡En Extremadura, en Cataluña -el territorio con más atómicas-, en Valencia, en Burgos, en el conjunto de España! Mejor activos hoy que mañana radiactivos.
Sin entrar ahora, queda para otra, en lo que significa para los medios públicos el cierre ordenado de las centrales. ¿Quién se encarga de su vigilancia, cuidado, protección y desmantelamiento?
Nota:
[1] Manuel Planelles, «La oposición pide a Nadal.. «. El País, 25 de noviembre de 2016 ( http://politica.elpais.com/politica/2016/11/24/actualidad/1480002460_854003.html )
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