Entrevista a Iratxe Momoitio, directora del Museo por la Paz de Gernika. Este jueves participa en la jornada Lugares de Memoria, ¿qué hacemos con Carabanchel?, con motivo del XII aniversario del derribo de la Antigua Cárcel franquista y la reclamación de vecinos y asociaciones memorialistas de construir un Centro de Memoria.
Iratxe Momoitio es la directora del Museo de la Paz de Gernika, una experiencia que arrancó en 1998 con un museo dando a conocer los bombardeos que sufrió la ciudad durante la Guerra Civil y que después amplió su temática a los conceptos de paz y derechos humanos. El Museo es un ejemplo vivo de cómo un acontecimiento que sucedió hace más de 80 puede ser utilizado en el presente para construir una cultura de los derechos humanos desde el rigor histórico y el trabajo para favorecer una ciudadanía crítica.
Este jueves Momoitio participa en las jornadas organizadas por la Plataforma Ciudadana por el Centro de Memoria Cárcel de Carabanchel, donde también acudirán, entre otras personas, la directora del Museo Sitio de Memoria ESMA de Argentina, Alejandra Naftal, y el preso político de la dictadura franquista Luis Suárez-Carreño (Más información). La mesa será conducida y moderada por la arqueóloga Alicia Torija.
Momoitio explica en esta entrevista la importancia que tienen los lugares y espacios de memoria para difundir una cultura de derechos humanos y defiende que los museos deben tener una posición privilegiada en la sociedad, fuera de los debates partidistas, que sirva a adultos y estudiantes a comprender mejor qué fue el pasado para, de esta manera, comprender mejor el presente y poder mejorar el futuro.
Leo que uno de los objetivos del Museo que usted dirige es que el visitante reflexione sobre qué es la paz. ¿Cómo se consigue?
La exposición permanente que tenemos ahora mismo está pensada para que los visitantes no sean solamente sujetos pasivos que reciben información. Buscamos que el visitante esté activo y pueda reflexionar sobre diferentes conceptos y realidades. Entre ellos, queremos que reflexionen sobre qué es la paz, sí. Para ello, por ejemplo, hacemos un recorrido por las distintas acepciones de la palabra, pero también enseñamos qué ocurrió en Gernika en un momento de ausencia de paz. Asimismo, también mostramos qué ocurre en otros países donde ahora no tienen paz. En esta parte, incluso, hemos llegado a incluir referencias al conflicto vasco en otros momentos históricos. En la última sala también ofrecemos testimonios de personas que vivieron el bombardeo de Gernika y nos cuentan cómo lo vivieron y qué sintieron. Es un Museo que busca que los visitantes puedan reflexionar sobre lo que están viendo y escuchando y puedan relacionarlo con su presente, en las cosas que siguen pasando a día de hoy aquí y en otras partes del mundo.
¿Cómo puede ser útil un acontecimiento que sucedió hace más de 80 años para nuestro presente y futuro?
Nosotros siempre hablamos de que hubo un Gernika, pero también otros muchos. Y, desgraciadamente, sigue habiendo muchos ‘gernikas’ en el mundo. Tenemos la responsabilidad de hablar de lo que sucedió aquí, que ha estado silenciado durante muchos años, pero también tenemos la responsabilidad de intentar aprender del pasado para no cometer los mismos errores. Ahora que se habla mucho de crispación y de enfrentamiento, también con temas de Memoria, creemos que es útil mantener una memoria viva y con rigurosidad histórica.
Hemos sufrido muchos años de silencio y donde apenas se hablaba de estos temas. Nuestros jóvenes saben muy poco de la Guerra Civil y de la dictadura. Muy, muy poco. Aquí te encuentras con gente que sigue preguntando que quién era Franco y si eso no era una moneda francesa. Nuestra responsabilidad es hacer mucha pedagogía con lo que ocurrió en el pasado, pero siempre desde una óptica que lo relacione y lo conecte con el presente. Si ahora un chaval recibe información sobre la exhumación de Franco del Valle de los Caídos es importante que entienda qué ocurrió durante la Guerra Civil y la dictadura para poder valorar correctamente la noticia.
Los lugares y centros de Memoria, como el Museo de la Paz, o el reclamado y deseado (pero todavía ignorado) Centro de la Memoria de Carabanchel, ¿pueden servir precisamente para eso? ¿Para facilitar la pedagogía y explicar los vínculos entre pasado y presente?
Los Lugares de Memoria son muy importantes para cometidos como el que explicas, pero es importante destacar que para que un Lugar o un Centro de Memoria sea útil tiene que haber detrás una política pública de Memoria que va, además, muy unida a una educación o un currículo escolar que incorpore el conocimiento del pasado más reciente.
Es decir, nosotros podemos construir un buen museo, pero no servirá de mucho si los chavales siguen tratando la Guerra Civil en el último mes de clase de 4º de la ESO o de 2º de Bachillerato. Todo tiene que ir hilado. Para nosotros la defensa de los Derechos Humanos y de la paz es un eje transversal que tiene que atravesar cualquier temática. No puedes hablar de la Guerra Civil y de lo terrible que fue la dictadura para los derechos de la ciudadanía sin una apuesta clara por la paz y los derechos humanos. Y eso es un poco lo que intentamos transmitir en el Museo.
El Museo recibe miles de visitas de estudiantes. ¿Cómo los ve? ¿Llegan con conocimiento al Museo o van un poco ‘verdes’ en esta materia?
El año pasado tuvimos casi 54.000 visitantes. De ellos, casi 30.000 eran escolares y muchos de ellos eran estudiantes franceses que están interesados en la Guerra Civil española, en Picasso o en el bombardeo que sufrió esta ciudad. Tengo que decir que los estudiantes franceses saben mucho más y con más detalle de nuestra Historia reciente, de la Guerra Civil, de lo que saben los de aquí. Y cuando digo los de aquí no me refiero a los de Gernika. De hecho, no es casual que la nueva Ley de Memoria pretenda incluir este tipo de temas en el currículo escolar. Entiendo que si toman esta decisión es porque han detectado que es verdad, que conocemos poco y se habla poco en la escuela sobre nuestro pasado.
¿Qué papel pueden jugar los museos como el suyo o los lugares y centros de memoria para divulgar conocimiento histórico y que el pasado deje de ser un campo de batalla?
Pienso que un museo tiene que ser un organismo socializador, como es la escuela o como son los medios de comunicación. Los museos tienen que tener un papel importante. Si creas un centro memorial o o un museo dedicado a la Memoria o a la Historia tiene que ser una institución dinámica, que busque estar presente en lo que sucede en una sociedad en el día a día. A la escuela van jóvenes desde una edad determinada a otra edad, pero un museo no tiene esa limitación por edad. Los museos tenemos la responsabilidad de explicar, de intentar hacer entender a través de talleres, rutas o visitas guiadas las informaciones que al ciudadano le han llegado de manera suelta, y quizá sesgada, para que pueda hilar esas ideas e incluso construir su propia idea sobre lo que sucedió en un momento histórico y sus repercusiones en el presente.
Nosotros no pretendemos que lo que digamos vaya a misa, como se decía antes. Nosotros mostramos una parte de nuestra Historia y lo importante es reflexionar y pensar sobre ello para poder conectarlo con el presente y poder entenderlo. El museo puede ser un gran socializador de todos estos temas y, además, puede hacerlo de una forma más pausada, calmada y tranquila.
¿Qué significa un museo que hable con sus visitantes? ¿Cómo se materializa esa expresión?
Veo que la gente que nos visita sale del Museo motivada y con la creencia de que está en nuestras manos el luchar por la paz, por los derechos humanos y por recordar lo ocurrido.
Hubo una visita que se me quedó marcada y que dio sentido a muchos años de trabajo. Todos los años vienen jóvenes estudiantes de Estados Unidos que visitan Euskadi y casi todos los años suelen venir también a nuestro Museo. Cuando se marchan suelen escribirnos para agradecer la atención o el trato y cosas así. Y hubo un año en el que un alumno nos dijo que cuando entró en el Museo estaba a favor de la pena de muerte y que ahora, al salir, le habían surgido dudas sobre su propio posicionamento. Solo que una persona haya llegado a esas dudas merece la pena. Sé que todo en esta vida es una combinación de cosas y no es que por un acudir a un museo cambias tu forma de pensar. Somos la educación que recibimos, la televisión que vemos o los museos que visitamos. Todo esto nos va a hacer como persona. Por eso pienso que los museos pueden ser un gran socializador y generador de conocimiento y eso está demostrado en muchos países que en temas de Memoria nos llevan años de ventaja. Le dan mucha importancia a sus museos y tienen puentes entre la educación en las escuelas y las visitas a los museos.
¿Un Centro por la Memoria en Carabanchel puede ser un espacio útil para ayudar a comprender qué fue la represión franquista y ayudar a construir esos consensos de los que hablábamos?
Claro que sí. Conozco el proyecto de la Plataforma y conozco a los impulsores y sé que desde hace años están haciendo un gran esfuerzo para, contra toda adversidad, conseguir ese Centro de Memoria. La actitud del Ayuntamiento y de la Comunidad de Madrid no permite ser muy optimista a corto plazo. La labor del Ayuntamiento de Madrid en temas de Memoria ha sido la de deshacer lo que se había avanzado, como por ejemplo con la retirada de las placas con el nombre de las víctimas del cementerio de La Almudena. También es verdad que hay ejemplos en Europa similares a Carabanchel donde finalmente las asociaciones de Memoria, después de muchos años de lucha, han tenido éxito y han conseguido su objetivo. Ojalá este sea el caso. La esperanza nunca hay que perderla y Carabanchel todavía sigue siendo un solar vacío.
La importancia de la cárcel de Carabanchel, sin embargo, no es solo para la Memoria de Madrid, ya sea Ayuntamiento o Comunidad. Carabanchel tuvo presos de muchas partes del Estado y debería ser el Estado el que se implique.
Por supuesto. Sucede lo mismo en Gernika. Cuando hablamos de la importancia de conocer el bombardeo de Gernika es un tema que trasciende al municipio e incluso a Euskadi. Aquí no llegaron las Brigadas Internacionales pero sí llegaron corresponsables extranjeros que dieron información a todo el mundo de lo que aquí sucedió. Además, hubo presos republicanos de todo el país en las obras de reconstrucción de la ciudad. Todo está interconectado.
Cuando usted comenzó a estudiar el bombardeo de Gernika, en 1996, España era un páramo en temas de Memoria. No fue hasta las primeras exhumaciones en el año 2000 cuando comenzó a haber un movimiento memorialista fuerte. ¿Usted sigue viendo progresos o cree que nos estamos estancando de nuevo con el surgimiento de Vox y la continua bronca política?
Creo que estamos dando pasos hacia delante, aunque a veces esos pasos parece que sean con andador. Es verdad que mientras sea hacia delante y no hacia atrás será positivo. Pero también es verdad que hay un interés de ciertos partidos para que la sociedad dé pasos hacia atrás en este asunto y eso nos hace mucho daño.
Además, cuando estos partidos hablan de Memoria siempre encuentran un altavoz en medios de comunicación que tira por tierra el trabajo de mucha gente de muchos años que trata de hacer pedagogía. Me cabrea especialmente cuando enciendes la radio o la televisión y escuchas a una persona diciendo tonterías históricas en horarios de máxima audiencia y piensas en la cantidad de gente que está viendo eso. Me molesta porque hay mucha gente trabajando como hormiguitas para recuperar el pasado y no encuentran ese altavoz en los medios. Y eso es muy peligroso. Por ejemplo, pocas veces se enseña que aquí tenemos un centro de documentación con más de 7000 libros sobre la guerra, el bombardeo, la represión y documentos de todo el mundo. Sin embargo, sí que se da espacio al negacionista de turno.
Nos falta algo de responsabilidad a los medios para no convertir el pasado en un espectáculo y en una nueva batalla.
Eso es. El problema es convertir el pasado en un espectáculo en lugar de dar conocimientos objetivos. Obviamente, nadie puede dudar que en un guerra se sufre y que sufren unos y sufren otros. Pero, por favor, no caigamos en la equidistancia. Me molesta mucho ese comentario también de ‘ya está bien de hablar de la Guerra Civil, que ya ha pasado mucho tiempo’. ¿Y los 40 años de silencio total? ¿Y los supervivientes que no se han atrevido a hablar hasta hace pocos años? ¿Sabes la de supervivientes que han venido y nos han dicho que llevaban toda la vida escondiendo este episodio? ¿Que no podían decir públicamente que les habían bombardeado? Claro que ahora es el momento de hablar. Siempre es el momento. Son gente que ni siquiera se lo contaron a sus hijos por miedo. ¿Cuándo queremos que hablen? ¿Cuándo ya no estén? Por eso creo que los museos deben ser los altavoces de estos testimonios y estar fuera de la lucha partidista.
Este martes salió una noticia en El País que decía que los hombres deciden en el 82% de las instituciones culturales. ¿Qué le pareció?
Sí. Vi la noticia. Me parece que este es un asunto donde aún tenemos mucho por hacer. Me encantaría, además, que se estudiara el árbol genealógico de los equipos de trabajo y estoy segura que entre las que empujan para que el trabajo salga adelante habrá muchas más mujeres que hombres. No me cabe duda. Eso no nos pasa a nosotros. Somos todas mujeres y hay un solo hombre. Hay muchas mujeres que están muy preparadas para tomar la responsabilidad pero a las que no se le da la oportunidad. Se siguen diciendo muchas cosas a nivel político, pero después, a la hora de la verdad, deciden poner a otro hombre más. En el caso de Euskadi, te diría que somos más mujeres directoras que hombres en los museos, pero somos directoras de museos pequeños y medianos. Si te vas a los grandes te encuentras también con hombres.
Fuente: https://www.publico.es/entrevistas/jovenes-guerra-civil-dictadura-creen-franco-moneda-francesa.html