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Afable respuesta a Joan Josep Nuet

Nueva política, nuevo país y federalismo

Fuentes: Rebelión

Joan Josep Nuet, diputado de la Izquierda Plural, secretario general o afín del PCC, coordinador general de EUiA, ha publicado en rebelión un artículo con el título: «Nueva política para un nuevo país.» [1]. Nueva política, nuevo país. Veamos, veamos… porque nos vamos a llevar una gran sorpresa. Este otoño, señala JJN, «estará protagonizado por […]

Joan Josep Nuet, diputado de la Izquierda Plural, secretario general o afín del PCC, coordinador general de EUiA, ha publicado en rebelión un artículo con el título: «Nueva política para un nuevo país.» [1]. Nueva política, nuevo país. Veamos, veamos… porque nos vamos a llevar una gran sorpresa.

Este otoño, señala JJN, «estará protagonizado por la aceleración de la crisis política del modelo de la segunda restauración borbónica». Sabemos, apunta, «que las fuerzas políticas, económicas y sociales que intentan preservar el modelo de acumulación y dominio surgido de la Transición del franquismo a la democracia tienen todavía una enorme capacidad de resistencia y de hegemonía de pensamiento». Pero ahora es el momento «de trabajar para configurar una nueva correlación de fuerzas que posibilite la resistencia y la victoria de los intereses populares». Victoria de intereses populares: no sé si «victoria» es el término más acuerdo. Pero de acuerdo, ¡cómo no!.

JJN no está planteando «la reedición del gobierno de izquierdas en Cataluña» (de izquierdas y explícitamente nacional-nacionalista: ERC era una de sus aristas más fuertes, al igual que ICV). Tampoco «un gobierno del PSOE en España con apoyos de la izquierda real», izquierda real que debe hacer referencia a Izquierda Plural, Podemos y otras fuerzas no entregadas (además de movimientos sociales, colectivos, etc). Las experiencias del pasado, de las que su organización fue parte institucional, «han mostrado todas sus limitaciones». Los tiempos exigen otra cosa: «un gobierno de la gente para la gente, superando la vetusta dinámica de los partidos que hasta ahora han sido el eje del sistema dinástico». Esos partidos son para él: el PP, el PSOE, CiU y «las falsas alternativas del propio sistema para que nada importante cambie: UPyD y C ‘s». Como se sabe, a pesar de ello, su partido y su coalición ICV-EUiA, están unidos firmando manifiestos, apoyando votaciones y todo lo que sea necesario, con uno de esos partidos que han sido ejes del sistema dinástico, con: CiU.

Pero hay, prosigue, «otra razón necesaria para urgir un cambio de orientación». ¿Qué razón? Nos estamos quedando sin país ( tal vez España en este caso), país entendido, matiza JJN, «como proyecto colectivo que identifica unos bienes materiales y un proyecto social y ambiental de convivencia pensado para la mayoría de la ciudadanía». Tal vez sí, no digo que no, pero ¿alguna vez hemos formado parte de un país de países con un proyecto colectivo de estas características? ¿Estamos hablando de algunos momentos de la II República? Se entiende, en todo caso, la intención de JJN.

La crisis, prosigue el diputado de I. Plural, «está siendo utilizada para cambiar el modelo social y ambiental, también para una involución democrática y del modelo de Estado que conocíamos hasta el momento». Todo indica «que la Cataluña, la España y la Europa que se proyectan nada tienen que ver con los ideales de justicia, libertad, igualdad y sostenibilidad por los que lucharon y murieron nuestros abuelos y nuestras abuelas y nuestros padres y madres.» Dejemos aparte lo de Cataluña y España, inadeucada forma de hablar de un dirigente de izquierda que también debería tener en cuenta, si decide expresarse en estos términos, los derechos nacionales de Galicia u Euskadi por no hablar del País Valencia e incluso de otras comunidades y hablar, por tanto, de Cataluña y el resto de España. Es igual, tanto da. ¿Qué decir de lo apuntado? Aplausos, aplausos, más aplausos. Eso, lo que señala el compañero JJN, es lo que está en juego. Nada menos.

La crisis de los partidos dinásticos, prosigue, «es la crisis de la Monarquía Borbónica, y la crisis del sistema político, económico y territorial diseñado en 1978, basado en olvidos y silencios cómplices». Se sacrificó la memoria, afirma, «se diseñó un sistema político-electoral bipartidista (con la participación de PNV y CiU); se desarrolló un sistema de financiación de partidos basado en la corrupción y el expolio de los bienes públicos; la cultura especulativa y rentista sustituyó buena parte de la cultura productiva y el desarrollo irracional urbanizó y cubrió de infraestructuras innecesarias parte de nuestro territorio con sus consecuentes corruptelas». No sé si ese desarrollo fue irracional (creo que existe una evidente, sesgada y destructiva racionalidad detrás de esa inmensa agresión) pero la cosa es como la describe. ¿El sistema de financiación de partidos basado en la corrupción y el expolio de los bienes públicos afectó a las organizaciones de izquierda, a su propia organización? Probablemente no, o probablemente en mucha menor medida, sin posible comparación con las fuerzas citadas.

Tomando pie en Javier Pérez Royo, afirma que «la Monarquía, el sistema político y el modelo económico se han convertido en un todo y ahora todo eso está en crisis y es cuestionado». Actualmente, al irse perdiendo la fuerza unificadora de la doctrina de la transición, «vamos conociendo episodios siniestros, como por ejemplo la financiación irregular de la campaña a favor de la OTAN del PSOE, las redes mafiosas y corruptas del PP, la financiación de la operación reformista de Miquel Roca en los ochenta y, últimamente, la verdadera historia de la familia Pujol.» Sin ponerse quisquilloso, como JJN sabe muy bien, la mayoría de estas hazañas de corrupción e infamia han sido conocidas desde hace tiempo. Pero bien, sin problemas, todo es correcto.

El caso Pujol, señala a continuación JJN, «está haciendo mucho daño a Cataluña y lo tenemos que utilizar para no volver a cometer como sociedad los mismos errores otra vez». A ver, a ver, algún matiz. ¿Qué significa eso de que el caso Pujol está haciendo mucho daño a Cataluña? ¿Hace daño a Cataluña que la ciudadanía sea más consciente de las mentiras, corrupciones, estafas, acumulación mafiosa de capital del clan familiar Pujol-Ferrusola? ¿Qué daño nos puede hacer? ¿No es el conocimiento algo más que saludable? ¿Cometer como sociedad los mismos errores? Pero, ¿qué grupos sociales han cometido esos supuestos «errores»? ¿La sociedad catalana como conjunto homogéneo? ¿Y eso qué puede ser?

Tampoco el paso siguiente es cualquier cosa: «se construyó un modelo de país y de sociedad que, a cambio de un incremento del autogobierno, reproducía un modelo económico, político y cultural profundamente conservador.» ¿Era eso entonces? ¿Quiénes lo denunciaban no eran entonces locos de atar, ni españolistas incorregibles? ¿Julio Anguita, por ejemplo, no era entonces un bárbaro español, y cordobés para más señas, cuando se manifestó en sentido crítico sobre la burguesía catalana?

Sea como sea, sostiene JJN, «todo esto se ha acabado, y aunque la estrategia de la familia Pujol sea la contaminación de pruebas defendiendo el secreto bancario… el referente político y moral del modelo de nacionalismo conservador que representa Pujol y CiU están agotados». ¡Ojalá! ¿Qué sentido tendría entonces mantener acuerdos esenciales o cualquier tipo de acuerdos con esas fuerzas? Ninguno.

Pero no sólo es ese agotamiento. Para JJN, «el futuro de Cataluña no puede pasar por CiU, como evidentemente no pasa por el PP o por el PSOE del artículo 135 de la Constitución y la negativa al derecho de autodeterminación». Dejo esto último. No es posible pensar, añade, «que CiU lidere nada: ni la salida a la crisis, ni el derecho a decidir, ni nada liderado por CiU debe contar con fuerzas sociales y políticas de izquierdas, que quedarían contaminadas por un modelo caduco, fracasado y corrupto.» Remarco: «nada liderado por CiU debe contar con fuerzas sociales y políticas de izquierdas.» Entonces, volveré sobre ello, ¿cómo se come el apoyo de su partido, de su coalición, al frente nacionalista dirigido y encabezado por don Mas en el Parlamento catalán? ¿Se come o no se come?

No se come, de ninguna de las maneras. ¿A qué espera entonces JJN y su organización para dar un golpe en la mesa? ¿Ha consultado a sus bases? No hablamos, nunca los habíamos hecho antes, del dret a decidir, ¿ha dejado entonces que decida su organización, los admirables activistas de su partido y coalición?

Es necesario un nuevo comienzo, prosigue, «con fuerzas sociales y políticas y ciudadanía crítica emergente de la experiencia de la crisis y del fracaso del modelo de la Transición, y de ninguna manera ayudar y mantener un modelo corrupto que gesticula sobre la consulta del 9N para proceder al mismo tiempo a la privatización de la salud y la educación, a votar las reformas laborales o a poner como modelo el estado sionista de Israel». Vale, vale, bien, muy bien. Y no sólo. «La izquierda que justifica o participa en esta agonía queda contaminada para construir un proyecto alternativo de país.» Si es así, si es como JJN, ¿qué hace EUiA en lugares como ese en el que se ubica?

Cambia JJN a continuación un poco de tercio y afirma con expresión mejorable: «Quien piense que el debate sobre la independencia de Cataluña está al margen y es independiente de la evolución de este tema [la crisis, la pobreza, la situación de los países del sur], o practica la ilusionismo político o utiliza el debate soberanista como cortina de humo de sus verdaderas intenciones.» Si se lee bien, parece razonable: o no se enteran del guión de la película de terror o se nos quiere engañar. ¿Es eso entonces?

Por si hubiera dudas. Las políticas de austeridad aplicadas de forma vanguardista por la derecha catalana, es JJN quien habla de nuevo, «han sido conectadas de forma plena con las mismas políticas en su dimensión europea, al tiempo conectadas con la acción y el discurso conservador que la derecha española desarrollaba en España». Impecable. Como si fuera «la nieve es blanca porque la nieva es blanca» de Tarski. Ç

Por si quedara alguna duda sobre la opinión crítica de JJN al gobierno catalán: «En Cataluña se ha puesto en marcha una acción sistemática de cambio de modelo social y territorial y de desguace planificado y sincronizado del Estado del Bienestar y de los Bienes Comunes con desfiscalización, fraude, recortes y privatizaciones». Más aún, el diputado no se corta: «El debate de las balanzas fiscales (donde existe independientemente de la metodología un problema real de descompensación y falta de transparncia) se utiliza de forma victimista para ocultar el modelo clasista a la hora de afrontar la redistribución de la riqueza». ¡Diez, más que diez, matrícula de honor, mejor imposible! ¡Por fin hablamos como hay que hablar! ¡Mil campanas suenen en el corazón de la izquierda catalana no nacionalista ni independentista!

Pero no sólo eso: en la mejor senda de la tradición marxista y comunista catalana, a la altura de Sacristán y Fernández Buey. Frente a todo lo anterior, «la alianza entre movimiento social y ciencia ha sido clave para la aparición de una ciudadanía más sabia, más participativa, más activa, que quiere ser protagonista e intervenir en las decisiones sobre las dinámicas y procesos que se quieren implementar en los lugares donde viven». En muchos casos estos ciudadanos «se han convertido en los auténticos garantes de los intereses de todos y del bien común, por encima de los intereses privativos». Ejemplos apuntados que ahora no puedo explicar: MAT, fracking, incineración de residuos y vertederos descontrolados. contra las nucleares, contra los trasvases que «representan un modelo de país hoy indispensable para construir la alternativa, junto a los que han luchado por un sistema de salud, de educación, de vivienda o de derechos laborales y tienen muy claro qué país quieren en estos ámbitos.» ¿No hay un manifiesto para felicitar y apoyar esta reflexión del compañero Nuet? ¿Dónde se recogen firmas? ¡Miles, miles, miles!

En su opinión, el programa mínimo -¡mínimo!- «para gobernar en Cataluña o en España debe partir de la experiencia de fracaso de las políticas de austeridad y recortes y de la experiencia de la contestación y movilización ciudadana» Quien se aferre a las lógicas institucionales de los últimos 30 años, incluyendo las del tripartito de izquierdas en Catalunya, es Nuet quien afirma, «o las proyecciones mecánicas de gobiernos con el PSOE, se equivoca.»

En resumen, comenta JJN, lo señalado «tiene que ver con la democracia como mecanismo de control, planificación y propuesta para organizar lo que es de todos y todas; lo público… Es por ello que la democracia se convierte en el polo, en el vértice de respuesta a la triple crisis que nos ocupa, económica y social, política y de modelo de Estado. La respuesta a los tres retos es más democracia, y sin más democracia ninguno de los tres retos tiene solución satisfactoria para las clases populares.» Democracia verdadera, con información contrastada, con debates abiertos, eliminando la publicidad institucional sesgada y bochornosa made in TV3 por ejemplo, sin engañar a la ciudadanía, formándonos todos, pensando en los bienes comunes y colectivos… Bien, bien, muy bien

Ahora es el momento, insiste JJN, «de sumar las experiencias sociales y políticas de transformación en nuevas fórmulas que superen el caduco modelo político de la Transición. Hoy las fuerzas políticas transformadoras, las organizaciones sociales y la ciudadanía crítica deben dar lugar a nuevas fórmulas políticas de participación política-electoral relacionadas a la movilización y con voluntad de alternativa a las instituciones». Las fuerzas políticas transformadoras deben formar parte de la corriente del cambio «de forma compartida con miles y millones de personas críticas, que en las elecciones municipales y generales de 2015 deben derrotar a las derechas en pueblos y ciudades y también en las Cortes de Madrid.» ¡Madrid citada con respeto, por fin!

El Parlamento y el Gobierno de Cataluña no son diferentes, señala con toda evidencia. «Si somos capaces de sumar para ganar pueblos y ciudades, y si seremos capaces de sumar para ganar el Gobierno del Estado [es decir, el gobierno de España-Sefarad], debemos ser capaces de sumar para ganar Cataluña». Ganar Cataluña, remarca, «debe convertirse en una realidad política que complete el ciclo electoral de cambio».

¿Y qué es eso de ganar Cataluña? A ver, a ver. La única solución para afrontar los retos de construir un nuevo proyecto de país «es la de no tener miedo a la democracia y apostar de forma radicalmente decidida por un proceso que dote de más poder político al único soberano realmente existente en nuestro país, el pueblo.»

¿Qué pueblo? ¿El pueblo catalán aislado de los pueblos españoles? ¿Está hablando de eso? No, no está hablando de eso. Un proceso constituyente, matiza e insiste JJN, «para construir nuevas bases económicas, políticas, sociales y territoriales sobre las que asentar un proyecto común de convivencia entre pueblos libres e iguales». ¡Pueblos, en plural, libres e iguales!

Un nuevo proceso constituyente que ya ha comenzado, afirma (dónde por cierto pero tanto da), «y que no puede ser restringido a una simple reforma constitucional, y mucho menos a una reforma constitucional cosmética y limitada.» A ver, a ver, simple reforma constitucional. ¿Y por qué una reforma constitucional tiene que ser simple? ¿Quién habla de reforma constitucional cosmética? ¿Por qué tiene que ser limitada? JJN seguramente nos advierte sobre posibles estrategias de engaño, debemos leerlo así.

El manejo y la planificación de recursos y sectores estratégicos de nuestra economía, la superación de las limitaciones de leyes electorales y sistemas bipartidistas de reparto de los poderes públicos, continúa JJN, «la privatización de derechos y servicios públicos como la vivienda, la salud o la educación, por no hablar de la energía, el agua o el suelo, nos indican que, para poder reconstruir este proyecto común que hace aguas por diferentes vías, son los intereses de los diferentes pueblos los que deben protagonizar la agenda y las propuestas de solución». ¡Derechos sociales, equilibrio especie-Naturaleza! ¡Diversos pueblos! Un proceso constituyente,… ¡Por favor, abramos el cava o el agua si prefieren!. Hay más: «a nuestro entender es un proceso federativo y republicano. República entendida no sólo como un cambio democrático del jefe del Estado, sino como poder ciudadano organizado al servicio del bien común.» Añado innecesariamente: República, se entiende, de todos los pueblos de España-Sefarad.

El proyecto federal no sólo significa descentralización administrativa y respeto y apoyo al poder local de los ayuntamientos, comenta JJN, «significa una nueva organización política común sobre nuevas bases cooperativas con respecto a la libre decisión de los pueblos». Un proyecto federal debería hacer «una propuesta positiva de nueva relación entre los diferentes pueblos de España y tiene en cuenta un cambio necesario en la construcción europea, una nueva oportunidad que haga que la cooperación conlleve muchas más ventajas que el alejamiento o el enfrentamiento». Por si hubiera alguna duda: «No esperamos que esto lo hagan las derechas: si éstas lideran el proceso, el fracaso y el enfrentamiento está servido».

Y ahora llega el paso final, el increíble paso final: «En Cataluña se abre en otoño un momento político que ni la derecha nacionalista y conservadora catalana ni la derecha nacionalista y conservadora española pueden protagonizar si queremos hacer prevalecer los intereses populares». Bien. «Las derechas que tanto han coincidido en el modelo de los recortes y la austeridad no pueden liderar en Cataluña ni en el resto del Estado Español las opciones de construcción de nuestro nuevo modelo de convivencia». Mejor aún. «Son las izquierdas, los movimientos sociales y la ciudadanía crítica los que en un marco constituyente deben presentar una alternativa sólida que dote de capacidad real de decidir a los pueblos y que al mismo tiempo plantee una propuesta común».

Este nuevo marco constituyente, concluye JJN por si hubiera alguna duda, es lo que puede generar el nuevo país (de países, España en este caso) «en el que valga la pena vivir y por el que valga la pena luchar, en función de las personas que lo habitan y no en función de las grandes fortunas y sus marcas políticas. La ciudadanía ya no espera, y ha empezado a protagonizar el cambio.»

¿Alguna pega, algún matiz? ¿Acuerdo en lo esencial?

Una duda se impone: tras esta argumentación, ¿qué hace entonces EUiA en el grupo ICV-EUiA?, ¿qué hace formando parte de una coalición que suscribe acuerdos con la rancia y corrupta derecha nacionalista catalana?, ¿por qué participa EUiA en actos independentistas?, ¿por qué abona la celebración de un 9N apoyado, dirigido, orientado y manipulado por las fuerzas nacionalistas?, ¿por qué sigue EUiA en una coalición que está empujando no sólo a la ruptura o modificación del Estado sino a la separación de los pueblos de España?, ¿cómo se come todo esto?

¿Somos o no somos federalistas? Si lo somos, y JJN lo es, y el que suscribe también, si España para nosotros no es el país de Franco y Queipo de Llano, sino el país de países de García Lorca, Miguel Hernández y Martí i Pol, ¿por qué no actuamos en consecuencia?

Notas:

[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=189756

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.