Nuestro -es una forma (incorrecta por supuesto) de hablar- Patrimonio Nacional destinó 12 millones a servicios a la corona y actos de estado en 2012. El gasto ha sido superior al presupuestado (que era de 9,5 millones). Esta es la primera hazaña. Con más detalle. Patrimonio Nacional, señala Eva Belmonte [1], que maneja un presupuesto […]
Nuestro -es una forma (incorrecta por supuesto) de hablar- Patrimonio Nacional destinó 12 millones a servicios a la corona y actos de estado en 2012. El gasto ha sido superior al presupuestado (que era de 9,5 millones). Esta es la primera hazaña. Con más detalle.
Patrimonio Nacional, señala Eva Belmonte [1], que maneja un presupuesto de unos 120 millones, «es el organismo público que custodia los bienes de titularidad del Estado afectados al uso y servicio del Rey y de los miembros de la Real Familia». No sólo se encarga de mantener y gestionar las casa(za)s en las que residen el rey, el príncipe y demás acompañantes, sino también palacios reales como el Alcázar de Sevilla y las colecciones de arte que acogen y que pueden ser visitadas por ciudadanos [2].
El escaso nivel de desglose, una de las estrategias de oscuridad usadas por la realeza monárquica y sus files asesores, «no permite conocer el importe exacto que se destinó al mantenimiento de las residencias reales». Sí detalla el gasto destinado a preparar recepciones, audiencias y otros eventos vinculados a la Casa Real. Es el epígrafe ‘Servicios a la Corona y actos de Estado’. Presupuestado en 9,5 millones, ha costado finalmente casi 12 millones, unos 2,5 millones más. ¡Una pequeña desviación del 26,3%! ¡Una minucia!
Este desvío del presupuesto, sostiene EB, no se justifica, si eso fuera una justificación, por el aumento de actos celebrados: «en realidad la Casa Real acogió menos eventos (64) de los previstos para ese año (110)».
Además, como es sabido, el mantenimiento de los palacios (a cargo por supuesto del Patrimonio Nacional) es «uno de los gastos de la Corona no imputables a su presupuesto». De las cuentas presupuestarias tampoco salen (es decir, no se computan en la partida), «los más de seis millones que Presidencia destina a para pagar a los funcionarios que trabajan para Zarzuela».
Para cuadrar y ampliar más el círculo de tiza borbónico, el gasto real de la Monarquía (no desglosado y opaco en la mayoría de los casos) se sufraga complementaria desde los ministerios de Defensa, Exteriores e Interior. No son los únicos.
¿Cuánto dinero recibe, contando como hay que contar, sumando lo que haya que sumar, la institución borbónica anualmente? No sabe, no responde… ¿O sí sabe y no responde?
Hay más hazañas monárquico-financieras, marca casi definitoria de la Casa Real de los Borbones. Las tradiciones familiares, aunque no siempre, suelen dejar huella.
La Infanta (sí, la esposa del yernísimo, la ciudadana «exiliada» en Suiza ejecutiva internacional de Caixabank, doña Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y de Grecia) intentó colar a Hacienda «como gasto» el alquiler del palacete de Pedralbes.
¡No puede ser! Sí puede ser. Veamos [3].
Doña Cristina, siempre doña Cristina de Borbón por supuesto, intentó pasar como si se tratara de un gasto empresarial el alquiler de su palacete familiar de Pedralbes a Aizoon S. L [3], la empresa de la que es copropietaria junto a su marido, el dulce y guapísimo Duque palmesano. Hacienda detectó el engaño y «rechazó admitir esa y otras facturas presentadas por la hija menor del Rey con la intención de desgravar».
Así consta en el último informe remitido por la Agencia Tributaria al juez Castro, el admirable servidor público que instruye el caso Nóos, el que decidió, con prudencia, información y racionalidad, imputar -sin éxito corroborado- a la Infanta.
No ha sido el primer caso. Hacienda detectó en mayo pasado «que los duques de Palma habían desgravado en la cuenta de resultados de la empresa gastos personales completamente ajenos a la actividad de la misma». Entre ellos: la fiesta de cumpleaños de uno de los hijos del matrimonio, un curso de coaching para directivos en el que se matriculó la Infanta. ¿Cómo gastos de empresa? ¡Con todo el morro del mundo! ¡Qué asesores financieros tan magníficos que tiene la familia Urdangarin-Borbón! ¿Dejarán huella estos saberes interesados en los hijos de la «extraña pareja borbónica»?
El juez Castro ya sabe que la hija de Don Juan Carlos I, la primera autoridad del Estado (y la CCCXV de Alemania) trató de cobrar varias facturas en concepto de «alquiler de las instalaciones de Elisenda de Pinós a Aizoon» [4]. La maniobra de la Infanta consistió «en girar a Aizoon una factura de 3.828 euros por el alquiler del palacete familiar, para posteriormente camuflar ese pago ante Hacienda como si fuera un gasto de su propia empresa».
El informe de la Agencia al juez revela también que los duques intentaron pasar también como gastos de Aizoon otras muchas facturas de carácter personal: «15.763 euros en 2009 y otros 14.176 un año después por el renting de una furgoneta familiar Mercedes Viano; 5.242 euros en concepto de «bodega vinos»; 4.591 euros por «productos alimenticios, pasteles y restaurantes», 3.828 euros más que Urdangarin giró a Aizoon también por el alquiler del palacete de Pedralbes». ¡Qué osadía, doña Sofía! Por si faltara algo, la Agencia avisa al juez Castro de que pueden existir «otras compras y gastos declarados por Aizoon que no consten en el modelo 347 por no llegar al mínimo requerido» [5].
La Audiencia Provincial de Baleares, recuérdese, por 2 a 1 (resultado ajustadísimo), suspendió el pasado mes de mayo la imputación de la infanta «pero dejó la puerta abierta a una nueva imputación de la hija del Rey por un presunto delito fiscal». No señalaron mal. La resolución advertía que la Infanta «debería saber o conocer que Aizoon era una sociedad pantalla y que su marido la utilizaba para defraudar a Hacienda». Como socia al 50% de la empresa, Doña Cristina, siempre doña Cristina, «pudo haber convocado junta de la sociedad y revocado poderes a su marido o pedido que se regularizase la situación tributaria, pero no lo hizo».
La cuestión, el punto nodal: ¿imputará de nuevo el juez Castro a la infanta Cristina por sus numerosos desaguisados hacendísticos? ¿No tiene motivos suficientes? ¿El dorado «exilio» suizo se explica en esa clave? ¿Cómo medida preventiva?
Notas:
[2] EV señala que en 2012 2.586 personas acudieron a los museos y 72.750 a las exposiciones temporales.
[4] Elisenda de Pinós es la calle donde se ubica el palacete que los duques compraron en 2004 (seis millones de euros), en el exclusivo barrio barcelonés de Pedralbes, donde reside el gran Félix Millet. Recuérdese que la Infanta pidió prestado al Rey de España-España-España 1,2 millones, además de un crédito hipotecario que les concedió Caixabnak, entonces La Caixa en condiciones muy ventajosas. ¡La generosidad de don Fainé es incomensurable! Posteriormente invirtieron otros 3 millones en la remodelación de la vivienda.
[5] Los modelos 347 reflejan, según parece, «todos los pagos y cobros en efectivo que superen los 3.000 euros, por lo que Hacienda insinúa que los duques de Palma pudieron justificar como gastos de su empresa cantidades que nada tienen que ver con la actividad de la misma». La misma estrategia.
Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia)
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