Es una muestra, otra más, de las finalidades reales del poder, de las dimensiones de la infamia que estamos viviendo y del lenguaje abyecto en el que suelen expresarse. Era el jefe de la patronal catalana de seguros. Un médico que hacía siglos que no ejercía y que preparó su tesis doctoral sobre gestión médica […]
Es una muestra, otra más, de las finalidades reales del poder, de las dimensiones de la infamia que estamos viviendo y del lenguaje abyecto en el que suelen expresarse.
Era el jefe de la patronal catalana de seguros. Un médico que hacía siglos que no ejercía y que preparó su tesis doctoral sobre gestión médica (que acaso no escribiera él mismo con detalle), deprisa y corriendo, y no desde luego sobre alguna investigación en su disciplina, antes de ser nombrado conseller de Salud por Mas-Eurovegas, el-president-neoliberal-que-se-rie-de-los-niños-gallegos-y-andaluces-por-su-forma-de-hablar-castellano.
En dos años, la duración del primer gobierno de los mejores privatizadores, acaso el peor de la historia reciente de Catalunya, agredió como ningún otro consejero, fielmente acompañado por sus técnicos y correligionarios, y con el vist-i-plau del president voluntat-d’un-poble, contra conquistas sociales esenciales de las clases trabajadoras. Nunca, ni en tiempos del fascismo catalo-español, la sanidad pública ha recibido un ataque tan demoledor. Basta recordar una de sus reflexiones en una entrevista que le realizó una empresa sanitaria privada: la salud no es un derecho ciudadano.
Don Artur Mas, que en este nudo gobierna al dictado de las patronales del sector, lo premió recientemente por esas declaraciones: eres y sigue siendo conseller, sin cambios. No todo fluye: don Ruiz, el independentista del 11S12, sigue en su puesto. Incomprensiblemente, los aliados del gobierno de CiU en la sombra, los que dicen ser d’esquerra y republicanos, han permitido o no han sido capaces de evitar una infamia política de estas dimensiones. Como si Felip Puig hubiera seguido como conseller de Interior.
Don Boi, desde luego, sigue en sus treces transitando por el mismo sendero de abyección, hasta el tercer infinito no-numerable y más allá. Este es su programa. La última infamia que hasta ahora se le conoce [1]:
Don Boi y José Ignacio Echaniz son consejeros de Cataluña y Castilla-La Mancha. Dios los crea, y don Mas, doña Cospedal y alguna empresa del sector, los junta y reúne. «Han compartido altavoz en una jornada sobre gestión de la crisis. El primero ha pedido no premiar la actividad sanitaria «porque es mejor no actuar» y el segundo ha solicitado huir de sistemas de gestión «monolíticos que huelen más a naftalina que a futuro»». El lenguaje es tan rastrero, tan neoliberal, tan de chulos de playa, que no vale la pena comentarlo. Es el postmodernismo al servicio del capitalismo sin entrañas.
Han intervenido a finales de enero en una jornada sobre gestión de la crisis organizada en Madrid por Antares Consulting. ¡Todo muy público como se ve! Se han limitado, señalan las informaciones del encuentro, a dar un repaso general a la situación nacional y autonómica. Eso sí, han dejado algunos entrecomillados «de los que dan de qué hablar».
Don Ruiz ha insistido en la necesidad de cambiar un modelo enfocado, en su opinión no argumentada, durante años a la actividad y no a los resultados. Es falso como se sabe pero es su jerga de técnicos sabelotodos. Y ha añadido una perla de las suyas, de las que se infieren de su ignominiosa cosmovisión antihumanista del mundo: «el sistema sanitario ya no es propiedad de los ciudadanos, sino de los grupos de interés». Vale la pena repetir, como si filmáramos una escena: no de los ciudadanos, sino de los grupos interés. ¡Al servicio más ratero de las empresas del sector! ¡Liquidando conquistas ciudadanas!
Ha añadido otro nudo de su infame cosecha: «no son éstas [las administraciones] las que hacen esfuerzos, sino los ciudadanos». Pero aquéllas, las administraciones, los hacen entregando al pie de los caballos salvajes dispensarios, externalidades y mil negocios sanitarios más.
Sobre los modelos de gestión ha defendido la colaboración público-privada (es decir, la subordinación de lo público a lo privado). Como Echaniz, son colegas ideológicos. Éste ha dejado caer una mayor simpatía por los sistemas de conciertos frente a la concesión administrativa, y Ruiz ha matizado dando en su diana: los conciertos «no son una fórmula societaria: el riesgo es para los accionistas mayoritarios. Para controlar no hace falta poseer». ¿Está claro de qué va la cosa? Efectivamente: control sin necesidad de que la titularidad sea privada.
Y a fecha de hoy, para escándalo de cualquier ideario de justicia y racionalidad, don Boi sigue siendo miembro del gobierno catalán. ¿No merece ser declarado persona non grata en toda Catalunya, en toda Sefarad, en todos los ámbitos y territorios donde aún exista un átomo de justicia y humanismo?
Nota:
Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.