Meruga Padma, de 33 años, y su esposo Veeramallu, de 40, todavía recuerdan la difícil situación sufrida por los algodoneros de este meridional estado indio de Andhra Pradesh que llevó a muchos a hundirse en una depresión profunda. A mediados de los años 90, muchos algodoneros de este estado y del de Maharashtra solicitaron préstamos […]
Meruga Padma, de 33 años, y su esposo Veeramallu, de 40, todavía recuerdan la difícil situación sufrida por los algodoneros de este meridional estado indio de Andhra Pradesh que llevó a muchos a hundirse en una depresión profunda.
A mediados de los años 90, muchos algodoneros de este estado y del de Maharashtra solicitaron préstamos para ampliar el área cultivada.
Pero la competencia con sus pares de Estados Unidos, beneficiarios de enormes subsidios, hizo bajar el precio internacional, al tiempo que la sequía y las plagas perjudicaron la producción local. Poco después, numerosos agricultores de ambos estados, agobiados por las deudas, se suicidaron.
Pero los Padma estuvieron entre los que resistieron los tiempos difíciles. Hoy tienen motivos para estar contentos.
Desde hace tres años participan en un proyecto para algodoneros que apunta a aumentar la producción con menos capital. La propuesta también incluye el uso de fertilizantes orgánicos para obtener un producto de calidad. La iniciativa resultó positiva para el ambiente y para la salud de los agricultores.
«Me enfermé con el uso de pesticidas, tenía mareos, dolor de cabeza y malestar estomacal», señaló Meruga. «Pero ahora ya no», añadió.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) de India lanzó un proyecto de pequeña escala, en 2006, con 40 familias del distrito de Warangal, donde viven Meruga y su esposo.
La iniciativa creció desde entonces y se desarrolla en 44 aldeas de Warangal, con unos 4.080 agricultores involucrados.
El proyecto promueve mejorar los nutrientes del suelo, gestionar el agua en los campos de algodón y capacitar a los agricultores en las escuelas agrarias mediante el modelo de Mejores Prácticas de Gestión.
«Utilizo un abono orgánico llamado ‘Amrutha Jalam’, que preparo con extractos vegetales para controlar las plagas», señaló Meruga. «Aprendí a prepararlo en la escuela agraria de mi aldea», añadió.
Antes «gastaba unos 149 dólares en pesticidas y fertilizantes por acre (0,405 hectáreas). Con el nuevo método, los costos se redujeron mucho, a 6,39 dólares», relató con entusiasmo.
El algodón es un cultivo que requiere mucha agua y químicos.
Al ser un estado principalmente algodonero, Andhra Pradesh usa mucha agua y es responsable de un cuarto de los químicos utilizados en India, lo que deterioró el ambiente y la salud de la población.
El modelo de mejores prácticas de gestión apunta a disminuir el uso de agua y de químicos y, a la vez, aumentar los ingresos de las familias, indicó Vamshi Krishna, gerente de proyecto de WWF-India en Warangal.
El curso de capacitación en técnicas de cultivo, de cinco meses, se dicta dos veces por semana, entre agosto y noviembre.
Los algodoneros también trabajan en terrenos de prueba, donde experimentan el cultivo de varias especies juntas, observan qué plagas están activas y el uso de pesticidas biológicos.
«Me atrajo el concepto de bajo costo del modelo de prácticas de gestión», señaló Alley Rajamouli, de 35 años. En las escuelas agrarias aprendió que cultivar maíz y algodón, uno al lado del otro. Es una forma de reducir el daño de los insectos.
«Reduje mucho el gasto en pesticidas y fertilizantes», señaló. «También consumo menos agua», añadió Rajmouli.
Rajita Nandsee descubrió que no tiene que hacer tantas aplicaciones. «Antes rociaba los cultivos entre 20 y 40 veces por estación. Pero con la preparación elaborada con extractos de plantas, como el nim, sólo lo hago entre seis y siete veces por temporada», explicó.
Lo bueno es que los «pesticidas orgánicos no dañan a los ‘buenos’ escarabajos que eliminan las plagas», añadió.
El uso de pesticidas químicos se redujo a la mitad, en promedio, según WWF-India. El uso de agua también cayó 50 por ciento y los ingresos aumentaron 40 por ciento.
El proyecto logró que los agricultores decidieran entre todos las diferentes soluciones posibles, con un énfasis en los métodos orgánicos.