El PPSOE, ese dueto que dirige con paso firme, sin sombra de vacilación y con acuerdos esenciales nuestro país, está cocinando según parece un nuevo proyecto de ley o similar por el que se considerarán actos terroristas todos los atentados (o incluso, si no ando errado, también las amenazas) contra las autoridades, cuerpos policiales e […]
El PPSOE, ese dueto que dirige con paso firme, sin sombra de vacilación y con acuerdos esenciales nuestro país, está cocinando según parece un nuevo proyecto de ley o similar por el que se considerarán actos terroristas todos los atentados (o incluso, si no ando errado, también las amenazas) contra las autoridades, cuerpos policiales e instituciones afines del Régimen fascista español desde 1960, desde los planes de desarrollo, lo que algunos publicitaron, y siguen publicitando, como la puesta de largo del capitalismo español. El Opus Dei en el puesto de mando. López Rodó, López Bravo, Ullastres, Fabián Estapé, largo etcétera, tomando las riendas del gobierno; el almirante fascista Carrero Blanco apoyándoles, dándoles cobijo político en las entrañas duras del monstruo del Régimen franquista.
No deberíamos deducir precipitadamente que el proyecto legislativo tiene su origen en alguna iniciativa del PP. Tal vez sí, no conozco este nudo, pero no es impensable que sea otra la ubicación política de la iniciativa. En muchas ocasiones, sabido es, la otra cara de la misma moneda. Lo que está detrás pero bien a las claras por poco que reparemos en ella: la consideración que subyace al proyecto sobre la lucha antifranquista es demoledora, la total hegemonía político-cultural del franquismo y del neofranquismo. La historia y la cultura recientes de nuestro país en sus manos y mentes, y en sus planes de futuro. Tomando notas de su revisionismo histórico.
Supongamos que estuviéramos viviendo en Münstser, Berlín o Hamburg. Supongamos que hablásemos de atentados contra miembros y autoridades del partido nazi, contra torturadores, contra asesinos, contra secuestradores de niños, contra antisemitas que se alimentaban de la desesperación de ciudadanos alemanes de origen judío. ¿Qué opinaría, que sentiría la ciudadanía alemana, no forzosamente de izquierdas, de personas que arriesgaron su vida y la de sus familiares por combatir contra el nazismo con las armas en la mano o sin ellas? Admiración, con toda seguridad, reconocimiento explícito, sin poder concebir otro escenario. Algunas calles o plazas de la ciudad no perdidas en el mapa recordarían probablemente el nombre de estos héroes o heroínas.
Aquí no, en el país de Fraga, Aznar y Aguirre y Gil de Biedma las cosas transitan por otros senderos. Los luchadores que arriesgaron, y perdieron sus vidas en ocasiones, son considerados terroristas y los torturadores que fueron dañados, heridos o muertos son héroes. El mundo al revés; Alicia en tierras de ignominia, infamia y abyección.
Yo fui uno de los jóvenes que estuvieron a punto de tomar las armas contra el fascismo español. Era en 1973, militaba en el PCE(m-l) y en el FRAP. No lo hice finalmente. Pero no por desacuerdo poliético, había motivos sobrados para ello, el fascismo seguía vivo y asesinando. No tuve coraje, me faltaron agallas. Pero no tenía ni tengo ninguna duda sobre la honestidad y valentía política de luchadores como Puig Antich, Txiki, Otaegui o Sánchez Bravo.
Después de esta probable nueva agresión a la memoria de tantos combatientes, al ejemplo de tantos luchadores, ¿es izquierdismo cegado, incomprensión de lo esencial, exageración política, ira mal contenida, ataques contra los frutos de la transición modélica, perversidad de perdedor,.. sostener que el (neo)franquismo sigue vivo y coleando, incluso mucho más que en épocas recientes, en este país de todos los demonios al que solemos llamar España? ¿No es razonable lo que digo? ¿Estoy cegado por una ira preversa?
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