Los alimentos orgánicos protegen a los niños de los pesticidas, mientras que la comida derivada de la agricultura intensiva moderna contiene menos nutrientes que la producida hace 60 años, según revelaron este mes dos nuevos estudios científicos. Un equipo de la estadounidense Universidad de Emory analizó muestras de orina de niños de entre tres y […]
Los alimentos orgánicos protegen a los niños de los pesticidas, mientras que la comida derivada de la agricultura intensiva moderna contiene menos nutrientes que la producida hace 60 años, según revelaron este mes dos nuevos estudios científicos.
Un equipo de la estadounidense Universidad de Emory analizó muestras de orina de niños de entre tres y 11 años alimentados con productos orgánicos, y halló que prácticamente no contenían metabolitos de malatión y clorpirifos, dos pesticidas de uso común. Sin embargo, luego que esos niños volvieron a ingerir alimentos convencionales, los metabolitos rápidamente treparon a 263 partes por cada 1.000 millones, según el estudio dado a conocer el 21 de febrero.
Los cultivos orgánicos prescinden de la mayor parte de pesticidas y fertilizantes que usa la agricultura intensiva, y tampoco usan hormonas o antibióticos.
Hubo «un efecto protector dramático e inmediato» contra los pesticidas al consumir alimentos orgánicos, dijo Chensheng Lu, profesor asistente en la Escuela Rollins de Salud Pública, en la Universidad de Emory.
El hallazgo, así como otro publicado en Gran Bretaña a inicios de mes, dio más combustible a la controversia sobre las mayores bondades de los alimentos orgánicos en comparación con los convencionales, que enfrenta a académicos, empresarios y activistas en el ámbito global.
El análisis británico comparó estadísticas oficiales sobre alimentos cárnicos y lácteos de los años 30 y de 2002, y reveló que el contenido mineral de la leche, el queso y los bistecs producidos por la agricultura intensiva cayó a 70 por ciento en ese periodo.
«Estas caídas son alarmantes», dijo a Tierramérica Ian Tokelove, portavoz de la organización no gubernamental The Food Comission (La Comisión Alimentaria), que publicó el estudio. La comisión aboga por alimentos más sanos y seguros.
La investigación halló que el queso parmesano contenía 70 por ciento menos de magnesio y calcio, los bistecs 55 por ciento menos de hierro, el pollo 31 por ciento menos de calcio y 69 por ciento menos de hierro, mientras que la leche también mostró una gran reducción de hierro, junto con una caída del magnesio de 21 por ciento.
El cobre, un importante mineral traza (nutriente esencial que se consume en pequeñas cantidades), también disminuyó 60 por ciento en carnes y 90 por ciento en lácteos.
«Parece probable que los métodos de agricultura intensiva sean responsables de esto», dijo Tokelove desde su oficina en Londres.
Aunque controvertidos, otros varios estudios también encontraron diferencias entre alimentos convencionales y orgánicos.
Las frutas y los vegetales orgánicos tuvieron niveles significativamente más altos de antioxidantes, que tienen la propiedad de combatir el cáncer, según un estudio de 2003 publicado en el estadounidense Journal of Agricultural and Food Chemistry.
Las plantas orgánicas produjeron estos compuestos químicos para defenderse de los insectos y las plantas competidoras, dijeron los investigadores.
Un informe de 2001 de la Britain’s Soil Association (Asociación Británica del Suelo) analizó 400 estudios de investigación nutricional y llegó a conclusiones similares: los alimentos cultivados orgánicamente tenían más minerales y vitaminas.
«Las técnicas modernas de cultivo que apuestan a un crecimiento rápido y altos rendimientos pueden estar afectando la calidad nutricional», señaló Katherine Tucker, directora del programa de Epidemiología Nutricional en la Universidad Tufts de Boston, en el nororiental estado estadounidense de Massachusetts.
«Niveles menores de minerales en los alimentos que ingerimos son causa de preocupación. El magnesio, el calcio y otros minerales son muy importantes para una nutrición apropiada», dijo Tucker a Tierramérica.
La buena nutrición y el ejercicio son los principales factores que pueden marcar una diferencia en la incidencia de muchas enfermedades, incluyendo el cáncer, afirmó.
Tucker recomendó ingerir alimentos sin procesar, animales criados a campo abierto y alimentos orgánicos.
Los cultivadores de otras partes del mundo no deberían adoptar las prácticas de agricultura intensiva de América del Norte o Europa, señaló Ken Warren, portavoz del estadounidense The Land Institute (Instituto de la Tierra) en Salina, Kansas.
«Es un sistema insostenible que depende fuertemente de fertilizantes químicos como el nitrógeno para mantener los rendimientos altos y produce ‘alimentos vacíos'», dijo Warren.
Los «alimentos vacíos» contienen propiedades nutricionales insuficientes y se sospecha que juegan un rol en el rápido aumento de la obesidad, dado que las personas comen más para obtener la nutrición que necesitan, explicó.
Los cultivos toman minerales, elementos traza y otras cosas del suelo cada año. La agricultura moderna devuelve a la tierra sólo algunos fertilizantes químicos que no pueden reemplazar lo que se perdió, dijo.
Además, los herbicidas e insecticidas matan a los microorganismos del suelo, que juegan un rol importante en su fertilidad y ayudan a las plantas a crecer.
Los residuos de pesticidas en la agricultura moderna son causa de grave preocupación. Un estudio de 2003 de la Universidad de Washington encontró que los niños que comían frutas y vegetales orgánicos tenían concentraciones de pesticida seis veces más bajas que los que comían productos convencionales.
The Land Institute defiende lo que llama «agricultura de sistemas naturales». Esto involucra el uso de cultivos perennes en policultivos, es decir, plantar varios cultivos diferentes juntos, como practicaron los pueblos tradicionales en muchas partes del mundo.
«Los agricultores de otras partes deberían aprender de los errores de la agricultura estadounidense. Considerar la naturaleza es un modelo mejor para cultivar», afirmó.
* El autor es colaborador de Tierramérica. Este artículo fue publicado originalmente el 25 de febrero por la red latinoamericana de Tierramérica.