Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Los diableros (carretilleros) del mercado de Lagunilla agrupados alrededor de Ricos Tacos de Lupita en el rudo y emblemático barrio de Tepito no sonreían. «Ayer me costaron seis pesos. Hoy, son ocho. Mañana, ¿quién sabe?, ¿diez?» se quejó Rodrigo Aldama, de 28 años, mostrando los tres tacos sobre su plato de papel, «La vitamina T es ahora el alimento de los ricos,» La vitamina T, un artículo urbano de primera necesidad, incluye tostadas, tamales, tortillas y casi cualquier clase de comida callejera preparada de maíz.
El fuerte aumento de los precios de las tortillas en enero a 18 pesos por kilo (costaban seis en noviembre) desató una tormenta de protestas y sospechas. «Alguien se está enriqueciendo con mis «ricos tacos», pero no soy yo,» se lamentó Lupita Pérez. Muchos apuntan al sistema de distribución de maíz que es manejado por transnacionales.
Rodrigo tiene otra teoría: «La tortilla es México pero ahora quieren que comamos pan blanco como los gringos.» Otros ven motivos aún más siniestros tras el repentino aumento en los precios de las tortillas por los que el gobierno del nuevo presidente Felipe Calderón culpa a la escasez y altos precios por el maíz blanco y amarillo – la apertura de la milpa mexicana al maíz genéticamente modificado.
Los precios mundiales de maíz están actualmente al nivel más alto de todos los tiempos por el floreciente interés por la producción de etanol como sustituto para el petróleo. En México el precio del maíz aumentó por el coste del diesel y de fertilizantes y pesticidas químicos a pesar de que México es un importante productor de petróleo. Los fracasos de cosechas por la sequía, inundaciones, e incluso tormentas de hielo contribuyeron al aumento del precio. Pero sean cuales sean las causas inmediatas, el desmantelamiento de los programas agrícolas del gobierno y los brutales impactos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte han profundizado la crisis en la producción de maíz mexicano.
La competencia con agricultores USamericanos altamente subvencionados lleva a sus homólogos mexicanos a la bancarrota. Mientras al sur de la frontera, los precios garantizados para las cosechas de los campesinos son cosa del pasado, los productores corporativos de maíz al norte del Río Bravo pueden recibir hasta 8.500 dólares por hectárea en subsidios de su gobierno, lo que les permite vender su maíz al otro lado de la frontera a un 80% de su coste. El impacto de esta inundación ha obligado a 6 millones de agricultores y sus familias en este país a abandonar sus campos y a incorporarse al torrente migratorio, según un estudio de 2004, de la Fundación Carnegie.
Este ataque contra los agricultores pobres que están a la base de la cadena alimentaria será exacerbado a fines de 2007 cuando sean abolidos todos los aranceles para el maíz USamericano. Mientras tanto el presidente Calderón trata de mantener bajos los precios importando hasta 2 millones de toneladas libres de aranceles para aumentar lo que los agricultores mexicanos pueden o no pueden producir. Es seguro que una solución semejante llevará a aún más agricultores a abandonar sus tierras. Aún peor es que gran parte del nuevo influjo de maíz del NAFTA será transgénico.
Una gran parte de las 36.000.000 de toneladas de maíz que México ha importado de USA en los últimos seis años es genéticamente modificada – entre un 40% y un 60% estima el grupo ecológico Greenpeace, argumentando que productores de USA, que no pueden vender maíz genéticamente modificado en Europa y Japón, utilizan a México como un vertedero para el grano.
El maíz OMG comenzó a inundar México en 1998 y en 2001 comenzó a ser detectado en sierras remotas de Oaxaca y Puebla, una región en la que el maíz fue domesticado por primera vez hace siete milenios. Los tipos Bt y Starlink (marcas de Monsanto y Novartis) fueron hallados en la Sierra de Juárez de Oaxaca en 2001 y 2002. 11 de 22 regiones productoras de maíz en los dos Estados registraron cifras de contaminación de hasta un 60% en un estudio gubernamental de 2002 que fue ocultado por el Secretario de Agricultura.
Aunque México importa millones de toneladas de maíz transgénico, sigue siendo un crimen plantar semillas genéticamente modificadas. En 1998, la Comisión Nacional de Bioseguridad, un cuerpo interdisciplinario que involucra a los secretariados de salud y agricultura, declaró una moratoria en la plantación de maíz genéticamente modificado hasta que puedan determinarse sus impactos, y la prohibición sigue vigente aunque está bajo fuerte ataque de grandes negocios biotécnicos y de la agroindustria y proveedores transnacionales de granos como la Cargill Corporation que ahora controla gran parte de la distribución de maíz en México.
Para mantener a raya a la industria, la Comisión de Bioseguridad otorga ahora permisos para estaciones «experimentales» en las que se puede cultivar el grano bajo supervisión del gobierno – la corporación Monsanto está ensayando ahora su maíz de marca «YieldGuard» en cientos de hectáreas en el Estado Sinaloa, el Estado productor de maíz más prolífico de México. Un desbordamiento de YieldGuard en Sinaloa podría contaminar una gran parte del actual suministro de maíz.
A pesar de las prohibiciones de siembra, existe mucho maíz transgénico que medra actualmente en las milpas mexicanas. En parte por accidente. Las importaciones masivas de maíz del NAFTA distribuidas en regiones rurales por los almacenes estatales Diconsa amenazan vastas zonas del campo mexicano. Los camiones de Diconsa son antiguos y las carreteras desiguales, y el maíz OMG vuela por los aires contaminando los maizales por kilómetros a la redonda.
Aunque se otorgan más y más licencias cada año para cultivos experimentales, grupos de productores amenazan ahora con plantar maíz OMG sin permiso gubernamental. – «si no abandonan la moratoria, comenzaremos a plantar el maíz transgénico en el ciclo de primavera» – advierte Perfecto Solís, director del gigante de la agroindustria USA-Mexicano Corn Products Systems.
A pesar de las prohibiciones, grandes productores de maíz han estado sembrando maíz transgénico sin permiso gubernamental durante años. Roberto González Barrera, «el Rey de la Tortilla», – el conglomerado Archer Daniels Midlands es dueño de un tercio de su Maseca-Gruma – controla el mercado de la harina de maíz y de la tortilla (entre un 60 y un 80%), alardeó una vez que tenía miles de hectáreas con maíz transgénico.
Maseca-Gruma es ciertamente un actor importante en la «transgenización» de la industria de la tortilla. Durante el gobierno del actualmente denigrado Carlos Salinas (1988-94), González Barrera comenzó a mercadear una mezcla de harina de maíz instantánea molida de maíz genéticamente modificado y natural. Se estableció que tortillas hechas por Gruma y vendidas por Kraft contenían maíz Starlink, todavía no autorizado en aquel entonces para el consumo humano, lo que resultó en el mayor retiro del mercado de cualquier producto con contaminación transgénica en la historia de USA.
La mezcla Maseca ha suplantado en gran parte la forma tradicional india de preparar el maíz para las tortillas – la «niztamal» en la que los granos son remojados durante la noche en una poción cuyo principal ingrediente es la cal viva. Como compensación por la dominación del mercado, el Rey de las Tortillas envió a Salinas al auto-exilio en su jet privado en 1995 después de que el hermano del ex presidente fue arrestado por asesinato.
Barrera y sus socios de ADM y sus asociados transnacionales de Cargill-Consolidated México y Mimsa-Corn Products controlan ahora el mercado del maíz mexicano. Es ese monopolio el que ha causado el actual pánico, señala Luis Hernández Navarro, editor de la página de opinión de La Jornada, el periódico nacional de izquierda, escritor íntimamente familiarizado con los temas agrícolas. Cuando el ex presidente Ernesto Zedillo (1994-2000) clausuró CONASUPO, el sistema estatal de distribución de granos en 1997, entraron las transnacionales y tomaron el control, dice Hernández. «Cuando el maíz mexicano está en peligro, México está en peligro,» advierte, haciéndose eco del viejo refrán: «no hay país sin maíz.»
Hernández y otros veteranos observadores del campo mexicano tienen fuertes sospechas de que la actual crisis del maíz está siendo manipulada para terminar con la moratoria para la siembra de granos transgénicos en México. «Las transnacionales quieren terminar la moratoria y utilizan esta crisis amañada para presionar a la SAGARPA [Secretaría de Agricultura] para eliminarla» explica el investigador Antonio Serratos en la prestigiosa institución de investigación académica, el Colegio de México: «Forma parte de su estrategia para controlar todo el sector agrícola.»
Como para confirmar la idea de Serratos, la gran agroindustria ya está solicitando a la Comisión de Bioseguridad que autorice la plantación generalizada en 2007. «La biotecnología es la única solución para producir más maíz y que la tortilla sea asequible» dice Jaime Yesaki, presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), la principal federación de la agroindustria del país.
A la CNA se sumó en su petición a la Secretaría de Agricultura de que se invalide la prohibición de cultivar maíz OMG la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales, que es controlada por la transnacional de USA, Wal-Mart. Wal-Mart es ahora el principal comerciante minorista de tortillas y otros alimentos y, con 700 mega-tiendas, el mayor empleador del país.
El subtexto del conflicto del maíz es el control del mercado de la semilla. «Hemos estado esperando pacientemente para terminar la moratoria durante diez años» se quejó Eduardo Pérez Pico, director de Monsanto-México, el conglomerado basado en St.Louis que domina los mercados mundiales de la semilla. «Mientras tanto México se queda atrás respecto al resto del mundo en la aplicación de nuevas tecnologías de la semilla que pueden alimentar mejor a su pueblo,» declaró recientemente el magnate a La Jornada.
La geografía mexicana produce cientos de variedades de maíz que se han adaptado a la miríada de bioregiones del país durante milenios. La introducción de semillas transgénicas llevará a homogeneizar esas variedades, razona el doctor Ignacio Chapela, biólogo de la Universidad de California-Berkeley, que fue el primero que identificó la contaminación OMG local mientras realizaba trabajo en el terreno en la pequeña ciudad serrana de Calpulapan en Oaxaca en 2001. «Millones de años de historia biológica serán perdidos si se permite que semillas transgénicas sean plantadas en la milpa mexicana» afirma Chapela.
La gran biotecnología, con Monsanto a la cabeza de la jauría, quiere reemplazar esos millones de años con semillas como Terminator (bautizada por el héroe de películas de acción que es gobernador de California) que se esteriliza después de un ciclo de crecimiento y obliga a los agricultores (firman contratos vinculantes con Monsanto) a comprar más, un proceso que la investigadora mexicana califica de «bio-esclavitud.»
El maíz no es sólo nutrición y sustento en México sino también cultura y religión. El maíz provino de los dioses y aztecas y mayas alimentaron a esos dioses con víctimas propiciatorias para que siguiera creciendo. El ataque transnacional contra el maíz provoca pasiones y paranoias entre los descendientes de los primeros pueblos de México. En una reunión de científicos del NAFTA hace algunos años, algunos con profundos vínculos con la gran biotecnología, y encargados de investigar afirmaciones presentadas por 17 ONG mexicanas de que el maíz OMG constituía una amenaza para los 57 diferentes pueblos indígenas de la nación, un agricultor indio de Oaxaca tomó el micrófono y acusó a los científicos de practicar genocidio al promover los transgénicos. «¡Primero matasteis a vuestros propios indios y ahora queréis matarnos a nosotros!» gritó encolerizado el agricultor.
Los zapatistas son mayas y los mayas son el pueblo del maíz. Según sus libros sagrados, el Popul Vuh y el Chilam Balaam, están realmente hechos de maíz. Manuel, miembro de la comisión ecológica-agrícola en Oventik, el caracol zapatista más accesible en las montañas sobre San Cristóbal de las Casas, venera esas raíces. «Somos el maíz – si lo envenenan, nos envenenan a nosotros» insistió durante el «Encuentro de Pueblos Zapatistas con los Pueblos del Mundo», en el Caracol «Resistencia Y Rebeldía Por La Humanidad». Ahora los zapatistas están congelando sus semillas de maíz para preservar el puro plasma germinal maya para que nunca haya un mundo que carezca de él. Incluso se pueden comprar las semillas en la Red. Vea: www.schoolsforchiapas.com.
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John Ross actualmente viaja con su última obra «ZAPATISTAS! Making Another World Possible–Chronicles of Resistance 2000-2006.» Para averiguar locales e itinerarios escriba a: [email protected].