Frente al próximo Encuentro Lésbico Feminista continental, poca información y menos reflexión. Demandas como el matrimonio o la maternidad lésbica suavizan al sistema pero no lo tocan. Urge recuperar y fortalecer la autonomía frente al Estado e instituciones «Soy una activista feminista lesbiana porque es el feminismo el que me da la visión política de […]
Frente al próximo Encuentro Lésbico Feminista continental, poca información y menos reflexión. Demandas como el matrimonio o la maternidad lésbica suavizan al sistema pero no lo tocan. Urge recuperar y fortalecer la autonomía frente al Estado e instituciones
«Soy una activista feminista lesbiana porque es el feminismo el que me da la visión política de mi lesbianismo. Mi lesbianismo es políticamente feminista porque no es sólo sexual, sino, como dice Adrianne Rich, es un continuum lesbiano: un acto político continuo que busca crear mundo de y entre mujeres. El feminismo me da las herramientas para intervenir políticamente como lesbiana. Es desde esta ubicación de feminista lesbiana que intervengo en los movimientos lésbico y de mujeres afrolatinoamericanas y afrocaribeñas». Así se define Ochy Curiel en diálogo con Triple Jornada.
En noviembre se realizará en México el VI Encuentro Lésbico Feminista Latinoamericano y del Caribe. Salvo un sitio en Internet, con más información sobre el proceso organizativo de la Comisión que con información y reflexión política, hay poca información y menos debate que prepare el encuentro. Por ello consideramos que urge poner algo del tema en el tapete y nos acercamos a Ochy Curiel que además de ser una activista feminista lesbiana y de mujeres afrolatinoamericanas y afrocaribeñas, ha sido parte de la Comisión Organizadora del VIII encuentro feminista de América Latina y el Caribe y del primero de Mujeres Negras de la misma región. Estas son algunas de las reflexiones que nos compartió.
«La heterosexualidad como norma patriarcal avalada por lo jurídico, lo religioso, lo económico, ha implicado la explotación y subordinación de las mujeres. Eso lo ha demostrado el feminismo en sus diferentes corrientes.
Ser lesbiana, atenta y ha atentado a esta normativa, tanto en la práctica sexual como también en la práctica política pues supone una independencia de las mujeres en muchos órdenes, cuestionando la sexualidad legitimada (la heterosexual), atentando a la dependencia económica (de los hombres) en las familias nucleares y en el matrimonio heterosexual y saliendo de sus lógicas.
«Ser lesbiana es un acto subversivo de por sí, pero no basta. El problema que tenemos ahora es que el lesbianismo o el feminismo radical del que gozamos en otros años han sido cooptados por los Estados. La política de la igualdad, al que muchas feministas (heterosexuales y lesbianas) entraron, instaló el discurso de más mujeres en el poder, pero no se ha cambiado la lógica; al contrario, se montaron en ese tren, algunas hasta manejan el tren pero el tren sigue en los rieles de siempre, en la misma dirección sexista, racista y clasista.
«Ahora la política es la de género, la equidad entre hombres y mujeres y hay mucho dinero para eso, mucho prestigio y privilegios para las que son sus custodias. Eso no ha cambiado la situación de las mujeres ni ha potenciado al movimiento lésbico feminista. Sólo hay que ver fenómenos tan evidentes como el feminicidio, la pobreza creciente entre las mujeres, los avances de la derecha más recalcitrante. Es por tanto un discurso manoseado que no ha transformado nada.»
Con respecto al próximo Encuentro Lésbico Feminista, Ochy puntualiza: «A mí me parece que los encuentros son importantes, porque permiten tomar el pulso de cómo se ha ido y se va desarrollando el pensamiento feminista y el pensamiento lésbico feminista. El hecho de encontrarnos, vernos y entrecruzar energías puede ser rico, pero esto cobra dimensión política en la medida en que ese espacio permita debate, reflexión y definiciones estratégicas, esa es la importancia de un encuentro donde están involucrados tanta energía y recursos.
«Sin embargo, el comité organizador no ha tenido la apertura para dialogar, para debatir y elaborar ese espacio en debate y en construcción con otras lesbianas que no sean de la comisión organizadora ni para sacar el encuentro a la calle, fuera del espacio de sus reuniones. Ellas no han circulado información a tiempo o ha sido limitada, pese a que algunas de nosotras la hemos procurado intencionalmente. Nos acusan de pretender un trato privilegiado y siempre nos remiten, como interlocutoras, a su página de Internet y a su discusión virtual que además tiene muy poca reflexión y casi nulo contenido político.
«Espero que el encuentro sea políticamente maduro para profundizar sobre el movimiento y que se planteen estrategias colectivas entre las que nos reconozcamos. Aspiro a que participen muchas lesbianas feministas, pero lo que viene sucediendo me preocupa. Me preocupa que se esté construyendo una visión feminista lésbica hegemónica, aquella que sostiene propuestas como la de incorporarnos al movimiento hoy llamado lésbico gay bisexual y transgénero (LGBT) y se consolide el debilitamiento de los espacios autónomos lésbicos, aquella posición esencialista que enarbola la consigna del orgullo lésbico sin la complejidad que implica e incluso fuera de la realidad socio cultural; que sea otra vez un espacio copado por los discursos y las demandas que el sistema legitima, como son el matrimonio o la maternidad lésbica sin cuestionar los instrumentos de opresión patriarcal, sin analizar los mecanismos culturales con los que el sistema se restituye a sí mismo y sin reflexionar lo que históricamente significan para las mujeres en general y para las lesbianas en particular.
«Supongo que van a asistir muchas lesbianas, pero si vemos el estado real del movimiento lésbico feminista, no me esperanzo que haya una clara postura feminista, ni suficiente reflexión sobre el destino de nuestro movimiento. Urge profundizar sobre cuál sería, bajo este contexto patriarcal neoliberal, nuestro rol y nuestra perspectiva política como lesbianas feministas. Urge visualizar un feminismo lesbiano no referido sólo a la demanda de algunos derechos y ni siquiera a la situación únicamente de las lesbianas, sino a nuestra responsabilidad, voluntad y creatividad para que el feminismo sea la apuesta por la transformación real del mundo.
«Urge tomar una posición más radical y generar nuevas prácticas políticas que se deriven de ella y no sólo seguir centrándose en la diversidad sexual, en la visibilidad, identidad y orgullo lésbico, que -aunque son estrategias- son las más pobres en momentos que se requieren cambios de fondo, apuestas por la transformación del mundo.
«Si nuestra propuesta es el asunto de identidad no afectamos al sistema racista, heterosexual. Tenemos que ir como movimiento a la destrucción de ese sistema y sus articulaciones. La política de la identidad es un mal necesario que permite reconocerte para acercarte a otras parecidas, no igualitas. Obviamente una mujer negra, igual que yo, tiene elementos coincidentes en cuanto que el racismo nos afecta de manera parecida y eso nos hace organizarnos de igual manera con las lesbianas, pero sabiendo que eso es una estrategia coyuntural, no es el fin en sí. Yo puedo sentirme orgullosamente lesbiana u orgullosamente negra, pero eso no necesariamente cuestiona la heterosexualidad como normativa o el racismo estructural.
En ese sentido los movimientos construidos solo en torno a la identidad se quedan reducidos a la política de la diferencia, de la identidad, y esa política ahora está siendo la posible porque al sistema mismo le interesa en tanto lo suaviza, lo hace multicultural y diverso, y no toca las cuestiones de fondo. Desde Lesbianas Feministas en Colectiva, la colectiva a la que pertenezco aquí en México, estamos invitando a desarrollar un foro (dentro del encuentro) para debatir algunos de los temas que consideramos importantes: la relación movimiento lésbico y feminismo, las alianzas del movimiento con otros movimientos sociales, la autonomía, etcétera.
Considero que tocar esas cuestiones de fondo, construir esa radicalidad, pasa por recuperar y fortalecer la autonomía del movimiento frente al Estado, los partidos políticos y todas las instituciones que hacen más consistente este sistema, cuestiones que, insisto, deberían ser centrales en el próximo Encuentro Lésbico Feminista Latinoamericano y del Caribe.