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[Crónicas sabatinas] Más acá y por debajo del nacionalismo-secesionismo

Ojos, mentiras y cintas (policiales) «trabajadas» de vídeo

Fuentes: Rebelión

Para los amigos y amigas de la Sala Beckett, que tanto nos han enseñado a amar el buen teatro.   [¿Cometió genocidio el franquismo?] Sin duda. En los dos sentidos: en el sociológico y en el jurídico. En el sociológico, el eje del genocidio es la destrucción de la identidad de un pueblo y creo […]

Para los amigos y amigas de la Sala Beckett, que tanto nos han enseñado a amar el buen teatro.

 

[¿Cometió genocidio el franquismo?] Sin duda. En los dos sentidos: en el sociológico y en el jurídico. En el sociológico, el eje del genocidio es la destrucción de la identidad de un pueblo y creo que está muy claro que en el caso español se buscó destruir la identidad del pueblo español. Y en el sentido jurídico del término también se puede decir que existió un genocidio porque la Convención sobre Genocidio de la ONU incluye la intención de la destrucción parcial de un grupo nacional. Y aún cuando no deja claro si el grupo nacional puede ser el mismo entre los perpetradores y las víctimas, y está abierto a interpretación, creo que en el caso español es absolutamente interpretable que el objetivo del franquismo fue destruir parcialmente el grupo nacional español. Querían transformar España a través del terror.

Daniel Feierstein (2016)

 

La cantinela de la igualdad es moneda corriente en las decisiones del gobierno [español] para hacer frente a la actuación de los gobiernos autónomos que no son de su cuerda. Contra lo que por aquí se ha encargado de reiterar la asociación nacional de propagandistas, este último recurso ante el Constitucional no es un episodio más del interminable acoso del Estado contra los catalanes, sino de la guerra abierta de un gobierno reaccionario y al servicio de los poderosos contra las clases populares de toda España. Y es que recursos paralizantes del mismo tipo se han presentado contra leyes antidesahucios emanadas de otros parlamentos como el andaluz, el canario o el navarro, por ejemplo. Es curioso, sin embargo, cómo otras flagrantes desigualdades entre los españoles [matrículas universitarias] al gobierno le traen sin cuidado.

Francisco Morente (2016)

 

Un punto de vista semejante preside la cuestión de la nacionalidad catalana (art. 13), que concede la nacionalidad a los residentes en Catalunya, pero que realiza una distinción perversa. Como se lee en la disposición transitoria segunda, «todos los ciudadanos que en la fecha de la declaración   de independencia tengan la nacionalidad española y la vecindad administrativa catalana, o los que acrediten la residencia habitual legal en Catalunya por plazo superior a los cinco años , son reconocidos como catalanes de origen a todos los efectos». Sin embargo, en el caso de que el Estado español no establezca un convenio de doble nacionalidad con la República catalana, quienes quisieran conservar la nacionalidad española tendrían que renunciar a la catalana y ser considerados extranjeros. Por el contrario, los ciudadanos de los Països Catalans gozarían de la nacionalidad catalana, incluso si sus Estados de referencia no suscribiesen convenios de doble nacionalidad… Respecto al derecho de autodeterminación sólo se le reconoce al Valle de Arán (art. 6). De modo que si un territorio del país, como por ejemplo las Tierras del Ebro, quisiese ejercerlo lo tendría taxativamente prohibido, incluso si una mayoría de su población quisiera hacerlo. En esto queda toda la cacareada retórica sobre el «derecho a decidir», restringida al principio identitario.

 Antonio Santamaria (2016)

 

Declaraciones del «socialdemócrata» Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo: «veo con gran admiración a Matteo Renzi y a Alexis Tsipras, dos políticos de izquierda que tienen apoyo público y que impulsan reformas». Dejemos por un momento a Renzi y el concepto de izquierda de don Dijsselbloem, ¿el presidente del Eurogrupo admira a Tsipras? O es una broma muy estúpida o definitivamente algo hemos mal, muy mal. Pasemos página.

Mientras al PP y JxS se les ve a pasear unidos y cogidos de la mano por el jardín de los representantes políticos de las clases dominantes y enriquecidas de una u otra parte del Ebro (sin excluir en el paisaje el monumento fascista de Tortosa), votando ambos en contra (don Llach entre esos votantes por cierto) de una propuesta de «Catalunya sí que es pot» (¡vaya nombrecito!) que pretendía reformar el impuesto de sucesiones y donaciones, sigue la huelga de los trabajadores y trabajadoras del metro de Barcelona. Cuatro días esta semana. No debe ser fácil, en absoluto. No cesan en su lucha. Piensan en ellos y en sus compañeros, los que están en peores circunstancias, los que hacen sustituciones en verano y siguen como estaban hace años y años . En los medios, en general, como si no existiera n . Interés informativo: cero absoluto. Cualquier tontería de cualquier político institucional: atención máxima. Cualquier excusa para golpear los movimientos «antisistema» pasa a ser primera noticia del día.

Conviene seguir con datos definitorios de la Cataluña actual (enlaza con lo anterior). Lo ya sabido dirán; de acuerdo, por si acaso habitara el olvido. Tomo pie en un artículo Joan Boada («Presupuestos de comedia», El País, 1 de junio de 2016), un hombre transformado, una auténtica conversión político-intelectual (recordemos el Departamento de Interior y Bolonia) desde que dejó de ejercer tareas gubernamentales.

Algunos de los datos esenciales a los que hacía referencia: la tasa de riesgo de pobreza -después de las transferencias sociales- es del 20,9% en Cataluña (1.600.000 catalanes viven por debajo del umbral de pobreza: 20.512 euros de ingresos anuales en un hogar formado por dos adultos y dos niños); sólo el 30,9% de las personas en paro recibe algún tipo de subsidio (155.000 de los 500.000 parados, primer trimestre del 2016); c omo ocurriera en los gobiernos de Artur Mas, los nuevos presupuestos para 2016 tampoco tienen vocación redistributiva: «es escandaloso que las rentas altas no aporten más a través del IRPF o que los ricos no paguen el impuesto de sucesiones» (una de las primeras medidas, su eliminación, del primer gobierno Mas-Mas Colell con el apoyo del PP); la población catalana con una base liquidable de hasta 30.000 euros anuales paga el tipo del IRPF más alto de España, pero, por el contrario, el tipo para las rentas con una base liquidable superior a los 100.000 euros sitúa a Cataluña por debajo de la media española («media estatal» escribe incorrectamente Joan Boada); desde 2010, el gasto social ha caído en 2.733 millones de euros, un 13,5% en términos nominales; los recortes en sanidad han sido de 1.166 millones de euros; en educación, de 837 millones; en vivienda, de 312; en servicios sociales, de 234; «el colmo de la desfachatez llega al analizar de dónde provienen los 285 millones de euros pactados con la CUP». Una parte sale de mantener y aumentar los recortes en educación: no se devuelven a los docentes y al resto de empleados públicos las pagas de 2012 al 2014 (a pesar de que una sentencia judicial y un acuerdo del Parlament les obligan a hacerlo); han aumentado el número de horas de clase del profesorado mayor de 55 años (dos horas), con el consiguiente ahorro de plantilla, y el personal interino no recibe ninguna retribución los meses de julio y agosto. En síntesis y con palabras del propio Joan Boada: «han decidido empeorar las condiciones laborales del profesorado antes que subir los impuestos a los más ricos».

Sigo con una nota del blog de José Luis López Bulla. Nadie mejor que él para hablar de Comisiones Obreras… de la CONC, de la Comisión Obrera Nacional de Catalunya quería decir.

«Preguntas a un desconocido: la manifestación del domingo en Barcelona.

Quisiera saber qué pito tocaba en la cabecera de la manifestación barcelonesa del sábado [domingo realmente] una representación de Convergència Democràtica de Catalunya. Me interesa la respuesta porque es conveniente saber si los organizadores han tenido, por decirlo educadamente, un exceso de hospitalidad melindrosa. Lo decimos porque sabemos de antiguo que estar acompañado en la primera fila de una marcha es una forma, entre otras, de inducir a confusión. Ayer, en efecto, miles de personas -convocadas por los sindicatos confederales y otras organizaciones cívicas como, por ejemplo, la ANC- recorrieron las calles más famosas de la ciudad en apoyo de los derechos sociales. Pronto se vio que el grito predominante era a favor de la independencia de Cataluña que ahogó el carácter social al que estaban llamados formalmente los manifestantes. De donde fácilmente se puede inferir que, por ejemplo, el protagonismo sindical no estuvo a la altura de lo que previamente era el eje central del llamamiento. O puede que en los preparativos de la marcha no hubo una negociación clara de los objetivos de la misma. O, ¿quién sabe?, que hay quien se ha acostumbrado a ser la fiel infantería de otros objetivos, que siendo legítimos no son los prioritarios ni siquiera los que figuran con letras de mármol en el proyecto sindical. Pues bien, mira por dónde CDC puede, como las partículas de la física cuántica, estar simultáneamente en dos sitios a la vez: usando la motosierra contra los derechos sociales y protestando contra sus propias políticas. CDC o el bosón de Higgs».

Sin entrar en el tema de las prioridades ni en el bosón de Higgs, algunas preguntas complementarias: ¿y qué hacían algunos dirigentes de «Barcelona sí que es pot» al lado de grandes figuras secesionistas como la presidenta del Parlament, Carme Forcadell? ¿Y la manifestación del sábado 28 de mayo, la que quiso enlazar con la marcha por la dignidad de hace pocos años? ¿Por qué no acudieron, salvo error por mi parte, representantes de «Barcelona sí que es pot», ni tampoco de CCOO ni de UGT? ¿De qué iba realmente la manifestación del 29? ¿De nuevo el España versus Cataluña? ¿El único lema posible a día de hoy? ¿Otra vez lo mismo y a su servicio?

Cambio de tercio e insisto con reflexiones de Francesc de Carreras, todo un catedrático de Derecho Constitucional, un intelectual según se dice sólido-muy-sólido. Dos pasos de «La singularidad catalana», una nota suya del pasado 1 de junio de 2016. 1. De entrada, comenta De Carreras: «En los últimos años, la pregunta más habitual que nos hacían a los catalanes era: ¿qué pasa en Cataluña? En los últimos días es: ¿qué pasa en Barcelona? La respuesta es simple: en Barcelona ha desaparecido la autoridad. Y la explicación es lógica: en toda Cataluña los nacionalistas desafiaron a la ley los últimos años, ahora les toca el turno a los activistas antisistema. Hay una clara relación causa/efecto.» ¿En Barcelona ha desaparecido la autoridad? ¿Qué autoridad ha desaparecido? ¿Cuándo? ¿Dónde (para trasladamos de inmediato)? ¿De nuevo el espantapájaros de los antisistema? ¿Dónde está la claridad en la relación causal que establece? 2. El segundo paso, de salida: «Ada Colau, una activista contra los desahucios, se hace con la alcaldía de Barcelona. Junio de 2015. «Si hay que desobedecer leyes injustas, se desobedecen», dice. Es partidaria, por lo visto, del derecho natural, una curiosa activista preliberal y predemocrática». No sé si «hacerse con la alcaldía» es una expresión neutral, me da que no. Más allá de eso:: ¿activista preliberal y predemocrática? ¿Partidaria del derecho natural? Supongamos que precisamos el concepto de leyes injustas como leyes contrarias a la Declaración de los Derechos Humanos. ¿Dónde está el error, el naturalismo jurídico, lo predemocrático, lo preliberal, en esta consideración sobre la injusticia de algunas leyes? ¿De verdad que alguien pueda afirmar que todas las leyes emanadas de una institución que haya surgido de unas elecciones son siempre leyes justas? ¿Es necesario recordar las discriminaciones por género, por etnia, por orígenes sociales, por orientación sexual, que han estado vigentes durante décadas y décadas en muchos países con parlamentos que tenían esa característica?

El tema de hoy (doy las referencias de fuentes al final).

La Audiencia de Barcelona ha absuelto a los dos agentes de los Mossos d’Esquadra acusados de reventar el ojo izquierdo de Ester Quintana durante la huelga general del 14 de noviembre de 2012. El tribunal considera que no hay pruebas suficientes para condenar por lesiones a un subinspector y a un escopetero de la Brigada Móvil (los antidisturbios de los Mossos). Así lo solicitaban la Fiscalía y la acusación particular. Según los magistrados, con las pruebas disponibles «no se puede determinar qué exactamente impactó en la víctima» ni «quién disparó» el objeto. De ahí que, ante las dudas, haya decidido absolver a los policías. Eso sí, nadie pone en duda que Ester Quintana fue herida por un proyectil lanzado por los Mossos d’Esquadra al final de una manifestación.

Hasta el Departamento de Interior -que ha llegado a dar media docena de versiones distintas de lo ocurrido (muchas de ellas, con Felip Puig como protagonista)- lo reconoce. ¡Media docena! Durante el juicio, las defensas se esforzaron por demostrar que existe una «duda razonable» sobre quién efectuó ese disparo y si fue una pelota de goma u otro tipo de proyectil. Está en su nómina, en su hacer jurídico.

El escopetero acusado afirmó que solo disparó salvas (sin munición) en la zona donde fue herida Quintana pero no munición real. ¿Qué iba a decir? Los policías apuntaron, veladamente, a otro antidisturbio (que no está acusado, tal vez por eso) como autor del disparo. «Nos resulta imposible», recoge la sentencia, «determinar si el proyectil que impactó en Ester Quintana era una pelota de goma o un proyectil de 40 mm de foam», o sea, de viscolástica. La autoría, concluye la Sección Tercera, tampoco está clara. ¿Qué significa aquí «clara»? ¿Sin discusión posible?

De los vídeos aportados se deduce que «una de las detonaciones corresponde al arma» de Llorenç B., el escopetero. Pero también es «imposible determinar» quién efectuó «el otro disparo que aparece reflejado en la grabación efectuada por la reportera de Gràciamon» [un medio de comunicación local] y «tampoco podemos hacer ninguna afirmación concluyente sobre cuál de los dos disparos o detonaciones fue la que ocasionó las lesiones de la víctima».

Los magistrados admiten que «lo más probable» es que las lesiones de Quintana fueran «consecuencia de un impacto recibido en el ojo por una pelota de goma». Lo más probable. El problema judicial es que no se puede «excluir» que fuera un proyectil de viscolástica. En caso de duda, los jueces tienen que dictar sentencia a favor del acusado. «Nos corresponde realizar un juicio de certeza y no de probabilidad», dicen antes de concluir que, en su criterio, «no ha quedado acreditado que las lesiones fueran causadas, necesariamente, por una pelota de goma». Necesariamente es el término clave. ¿Cuándo puede probarse con una fuerza así?

La sentencia contiene un reproche más general a la actuación de los Mossos d’Esquadra. «Los agentes que portaban las escopetas o las lanzaderas sabían que estaban incumpliendo los protocolos». Esos protocolos, arguyen los magistrados, «tienen por objetivo evitar sucesos tan lamentables como el presente, que ha provocado en Ester Quintana unas lesiones y secuelas que sin duda le van a seguir afectando de forma permanente a lo largo de su vida». De toda su vida.

Además de las secuelas físicas por la pérdida de un ojo, a Quintana le quedarán también secuelas emocionales. Las expresó el día que se conoció la sentencia. Su decepción ha sido evidente: «Llevo cuatro años para obtener justicia y no la he conseguido. Todo el esfuerzo y el trabajo que hemos hecho no han servido para luchar contra la impunidad». Quintana ha criticado la actuación de los jueces -hay pruebas suficientes, en su opinión, de que fue herida por una bala de goma- pero, especialmente, la diseñada actuación del Departamento de Interior. Su comentario: «Ellos tenían las herramientas para hacer una investigación cuidadosa y no la han hecho». Su abogada, Laia Serra, también ha lamentado la absolución: «La confusión entre agentes deberá tener responsabilidades, si no penales, al menos políticas. Es obvio que no se ha dicho toda la verdad y deben depurarse responsabilidades. El círculo de impunidad no debe seguir en este país. Toda Cataluña sabe cuál es la verdad».

¿Exageran? No, en absoluto. Todos lo sabemos.

El tribunal, vale la pena insistir, sostiene en su sentencia que la actuación policial contra Quintana no solo fue ilegal, sino también dolosa, dado que el agente que disparó «necesariamente tenía que representarse que con su acción podía causar unas lesiones» como las sufridas por la manifestante. Para la sala, la actuación fue injustificada: en el lugar de los hechos «no existía ningún altercado especialmente relevante» (tienen razón, yo no estaba lejos y vivo cerca), y contraria a los protocolos policiales: en el caso de un proyectil de «foam», el agente lo habría disparado apuntando al rostro, y, si fuera una pelota, no se habría respetado la distancia mínima de 50 metros que establece la normativa.

Al aceptar la tesis de la defensa de que pudo ser un proyectil de precisión el que reventó el ojo a Quintana, la sentencia pone sobre la mesa el debate sobre el potencial lesivo de las balas de «foam». Es la munición con la que los antidisturbios han sustituido las pelotas de goma tras su prohibición. La que han utilizado en la última semana en el barrio de Gràcia.

Este lunes pasado el comisario jefe de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, ha asegurado que la policía catalana no ha podido aportar más pruebas en el juicio por la pérdida de un ojo de Ester Quintana. «Que me crea cuando le digo que no hemos podido», ha afirmado después de que Quintana dijera que la policía no ha podido o no ha querido contribuir a aclarar el caso. Yo no lo creo tampoco. ¿Y ustedes? Ahora dice que se abre a indagar más el caso. Tampoco le creo, ni una coma.

¿Quién disparó, pues, a Ester Quintana la jornada de huelga general del 14 de noviembre de 2012? Tanto en fase de instrucción como durante el juicio oral, los agentes de la 414 que llevaban la pistola de balas de goma y la lanzadora de proyectiles de foam negaron implicación alguna en los hechos. El primer antidisturbios aseguró que aquel día, a última hora de la tarde, le dolía la espalda, por lo que ni bajó la escopeta. El agente que llevaba el foam aseguró que la parada en el cruce de la Gran Via con Passeig de Gràcia había sido tan corta que solo tuvo tiempo de bajar y volver a la furgoneta. Luego entonces… Nadie -un personaje carrolliano- disparó a Ester Quintana. Nadie no devolverá su ojo.

Las referencias usadas: http://www.eldiario.es/catalunya/inspector-Mossos-Ester-Quintana-escondiendo_0_521447936.html http://www.efe.com/efe/espana/politica/absueltos-los-dos-mossos-acusados-de-reventar-el-ojo-a-ester-quintana/10002-2937981 http://www.eldiario.es/catalunya/inspector-Mossos-Ester-Quintana-escondiendo_0_521447936.html

Acabo. ¿No será que los ataques permanentes y salvajes contra los ciudadanos que ocuparon el Banco expropiado, con la excusa de los «actos violentos y salvajes», están relacionados, más allá de normas constitucionales, con la defensa irrestricta del sagrado «derecho de propiedad» que no-se- toca, que no-se-cambia, que no-se-discute?

Y, ciertamente, los airados y enérgicos argumentos ad hominem (por llamarlos de algún modo) contra algunos portavoces de las CUP por sus reflexiones sobre las segundas residencias sin uso social, pasarán, deben pasar a la historia universal de las falacias y calumnias interesadas. ¡Y luego dicen que la consciencia de clase no tienen importancia alguna! ¡Que se lo pregunten a las clases hegemónicas, a todas ellas, sin distinciones nacionales ni territoriales, que nos dan sesudas y seguras lecciones día sí, noche también!

PS. Una excelente intervención del profesor Jordi Mir Garcia del CEMS de la UPF sobre Barcelona-Gràcia. No se lo pierdan: http://www.laxarxa.com/ La sensatez en el puesto de mando.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.