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Opositor bolivariano gana premio literario

Fuentes: La Jiribilla

No ha sucedido. Aún no es el día, pero ya se ve venir. Pronto ese titular ocupará las primeras planas de los periódicos del mundo. O por lo menos de El Mundo y El País. Larga es la relación de quienes, en pago a sus servicios extraliterarios, reciben a cambio el bombo y los platillos […]

No ha sucedido. Aún no es el día, pero ya se ve venir. Pronto ese titular ocupará las primeras planas de los periódicos del mundo. O por lo menos de El Mundo y El País.

Larga es la relación de quienes, en pago a sus servicios extraliterarios, reciben a cambio el bombo y los platillos de la bendición de las grandes editoriales y los premios bien dotados. Es el acostumbrado modus operandi con que los grupos de poder, tras bambalinas, lavan el dinero con que financian a sus caballitos de batalla.

Aún está fresca la tinta que anunció la entrega del premio de ensayo de Anagrama a Rafael Rojas, por un libro sobre el que el propio Vicente Verdú, miembro del jurado, afirmó públicamente: «Yo no voté ese libro (…) porque me parece una guía telefónica mala».

Antes le había tocado el turno de recibir su billetico a la Zoe Valdés. En su caso le fue servido en bandeja de plata el Premio de Novela Ciudad de Torrevieja por La eternidad del instante. Sobre esta «novela», Cristóbal Díaz -un cubano que hace más de seis años abandonó la Isla- ha declarado: «cometería un crimen si defendiera, como literatura digna de mi país, la obra de un autor que resulta un bochorno para la cultura de una tierra que ha dado plumas como José Martí, Alejo Carpentier, Eliseo Diego o Reinaldo Arenas», todo ello en un extenso artículo que tituló: La eternidad del instante: un engendro de la subcultura.

Mas, al parecer, ahora el frente se ha ensanchado y la línea de fuego va llegando ya a Caracas. Pues sí, eso parece indicar la reciente adjudicación del Premio Herralde de Novela al venezolano Alberto Barrera Tyszka, por La enfermedad.

Y es que hasta la fecha, solo un compatriota suyo había sido galardonado por una editorial española, y fue Adriano González León, en 1968, que obtuvo el Premio Biblioteca Breve por País portátil.

El caso es que Alberto Barrera -perteneciente al staff del diario El Nacional, abiertamente antichavista, donde mantiene una columna dominical que le ha valido elogios periodísticos tales como «poco confiable» o «poco serio»-, es hoy el nuevo y flamante Premio Herralde, apellido del dueño de Anagrama, y las credenciales literarias de su creación deberán ser los culebrones que ha escrito para televisoras mexicanas y venezolanas, y sobre los cuales él mismo ha confesado: «no veo lo que sale al aire, no estoy cerca de los productores, ni de los actores y no me creo nada». Tal vez será una actitud derivada de una conciencia profunda sobre su obra, declarada en una entrevista reciente: «Insistes todos los días en ser Borges pero nunca llegarás a ser Borges (…) No todos nacimos para ser García Márquez».

Así que ya está dicho. A afilarse los colmillos, «opositores» bolivarianos, que su turno ya viene llegando.