Ha empezado el llamado «segmento de alto nivel» de la Cumbre del Clima de Buenos Aires, serán tres días de reuniones de ministros de los diferentes países donde se deriven gran parte de las cuestiones que no se ha resuelto en las reuniones previas, en muchos casos de contenido más técnico y en otros, casi se puede decir, de desgaste.
El discurso del presidente argentino fue directo pidiendo compromiso a los países responsables del actual cambio climático, pero de modo tristemente paralelo al cinismo que tan a menudo circula por aquí, el gobierno de Kirchner hoy mismo ha reactivado los trámites en el Congreso de un acuerdo nuclear con Australia de procesado de residuos radiactivos de productos médicos, a pesar de que viola el artículo 41 de la Constitución argentina.
Pese a la inminente entrada en vigor del Protocolo de Kioto esta COP se está pareciendo demasiado a las anteriores: EE UU practica el obstruccionismo global, algunos países de la OPEP en especial Arabia Saudí lo hacen dentro del G77 (grupo de los países menos desarrollados y sin obligación de contener emisiones) mientras la mayoría del G77 no reacciona o lo hace incomprensiblemente mal, como la propuesta India de negociar sobre la base de la oferta «cero» de EE UU para las reuniones de objetivos futuros, los «seminarios».
Sorprendente y lamentablemente la Unión Europea no tiene una única y firme voz que contrarreste la negativa influencia de los EE UU. Parece que algunos negociadores europeos sostienen que no podrán defender Kioto ante sus empresarios si EE UU funciona fuera de espaldas a él.
Es labor de los ministros, máximos responsables ambientales de cada nación, que en estos se dé el empuje político que está faltando en esta cumbre climática. Empezar a tener conversaciones sobre el régimen climático posterior a 2012, cuando finalice el primer periodo de cumplimiento del Protocolo de Kioto, es muy importante porque van a ser acuerdos muy difíciles, tanto por el nivel de reducciones como porque debe incorporar a países como China, India y Brasil a la limitación de CO2. Si se llega a la próxima reunión sin algún acuerdo, aunque sea pequeño, se corre el riesgo de perder un año más.
Muy probablemente será imposible que EE UU ceda para que se celebren reuniones intermedias con alguna utilidad, por tanto es una pérdida de tiempo intentarlo. La Unión Europea debe tomar la iniciativa en estas negociaciones y declarar ya que va a abordar una notable restricción de emisiones para después de 2012. Esto sería una señal de definición de futuro para todos los agentes sociales y políticos.
Esta actitud decidida de la UE es la que se espera de las reuniones de ministros. Ya es hora de que se acabe con la imagen ambigua de la postura europea, una imagen que responde a los intereses de la presidencia holandesa y seguramente otros países de la Unión respecto a EE UU.
Como ejemplo extremo de la desunión europea basta saber de la propuesta de un delegado italiano de vincular la Convención del Clima con la OMC y abrir el Mecanismo de Desarrollo Limpio a la energía nuclear.
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