Una breve nota de urgencia. Si no ando errado, con los resultados ya definitivos o casi definitivos, el número de votantes en las elecciones catalanas de 28 de noviembre ha sido de 2.972.039, prácticamente los mismos que en 2006, unos 10.000 votos menos. Fueron entonces 2.982.108. La primera relativa sorpresa de la noche. Se esperaba […]
Una breve nota de urgencia. Si no ando errado, con los resultados ya definitivos o casi definitivos, el número de votantes en las elecciones catalanas de 28 de noviembre ha sido de 2.972.039, prácticamente los mismos que en 2006, unos 10.000 votos menos. Fueron entonces 2.982.108. La primera relativa sorpresa de la noche. Se esperaba una mayor abstención. Todo parece indicar que CiU, PP y fuerzas afines han movilizado con éxito a los sectores sociales que representan o dicen representar.
87.885 han sido los votos en blanco, un 2.96%; en 2006 fueron 60.244, un 2.02%, Los nulos 20.391, 0.69%; 13.574, un 0.46%, en 2006. Los 110.000 votos blancos y nulos son significativos, no es una nota a pie de página de apenas cinco palabras inesenciales. No es improbable que estén alimentados por una parte sustantiva de los 62.000 votantes que ha perdido ICV-EUiA.
CiU ha obtenido 1.125.603, un 38,13% de los votos, y 62 diputados. Ha conseguido unos 190.000 votos más. Importante resultado pero en absoluto un «giro revolucionario conservador». Algo menos de lo que seguramente esperaban. Que ese 38,13% de las votaciones se transforme en un 46% del total de diputados es efecto de una curiosa ley electoral catalana que poco tiene que envidiar a la (inadmisible) ley electoral española.
El PSC ha conseguido 547.439 votos, el 18.55%. Suma 28 diputados. En 2006, obtuvo 796.173 votos, el 26,82%, y fueron 37 los diputados. Ha perdido unos 250.000 votos, un 30% de su resultado de 2006. No es improbable que algunos de esos votos hayan ido a ICV-EUiA, y también a fuerzas muy alejadas (sin excluir al PP), y muchos otros a la abstención que no habría leer con la cantinela de siempre: los electores del PSC creen que estas elecciones no son las suyas; las suyas son las españolas, cuando pueden votar al PSOE. Más allá de consideraciones sobre la crisis y la desafección de la política institucional es obvio que las políticas del PSOE han tenido una respuesta en su propio electorado. No ha bastado con traer a Barcelona la plana mayor del Partido, incluido el ex asesor de Carlos Slim, la incógnita desvelada.
El PP, con un discurso de extrema derecha incivilizada, con una de las líderes más singulares que se le recuerda, ha conseguido unos 48.000 votos más. Ha pasado de los 316.222 que consiguió en 2006 a los 364.575 de ahora, un 12,35%. Ha alimentado las peores pulsiones del electorado, sin cuidar las formas. Todo por la pasta y el voto. Esperaban más a pesar de los malos momentos que tuvieran tras la sentencia del Estatut.
ICV-EUiA ha obtenido 219.892, el 7,45% de los votos, y 10 diputados. Obtuvo la coalición, una coalición bajo el mando de una ICV que apenas ha dejado respirar a EUIA, abonando por lo demás una alternativa antagónica en el ámbito estatal, en 2006 12 diputados y 282.693, casi un 10% de los votos. Sin duda, sus actuaciones al frente de la conselleria de Interior (Bolonia, 29-S), lo mismo que su incapacidad para hacerse valer en momentos decisivos, le han pasado factura. Con razón, con razones de izquierda. Su incapacidad para defender políticas realmente alternativas ha provocado gritos y susurros entre sus propios votantes y simpatizantes y no siempre ni forzosamente desde posiciones de izquierda radical. Ejemplo de libro, uno entre muchos otros: permitir una Ley de General de Educación como la aprobada en el parlamento catalán con los votos de la derecha, de CiU, sin provocar una crisis de gobierno. Tampoco su gestión en Medio Ambiente ha merecido siempre un excelente ni su actuación en el caso del hotel de lujo próximo al Palau de la Música. Desde luego que en sus resultados no ha importado mucho el cambio de líder. Joan Saura no hubiera conseguido resultados mejores. Sin poder asegurarlo, algunos de sus votantes han huido desencajados y con rabia de izquierda hacia la abstención
ERC obtiene 205.870 votos, un 6.97%, frente a los 416.355 y el 14.03% de 2006. Parte de los 200 mil votos perdidos han ido a parar a SI, el partido de Laporta, del ex president neoliberal del Barça, que ha conseguido 4 diputados y 96.307, un 3.26%. Su discurso. Catalunya será el próximo Estado europeo. Su modelo hasta hace quince días: Irlanda (el mismo modelo económico que CiU y el PP). Reagrupament, el partido independentista de Joan Carretero, ha conseguido 37.592 votos. Sumados los votos de esas tres fuerzas no alcanzan el resultado de 2006. Faltan unos 80 mil votos (que habrán ido a parar a CiU con toda seguridad).
Ciutadans/Ciudadanos han conseguido el mismo número de diputados, tres, y han sumado unos 11 mil votos respecto a su sorprendente resultado de 2006 a pesar de sus escisiones y de haber realizado una de las peores políticas parlamentarias que se recuerdan. Un misterio, uno de los misterios de la política catalana, alimentado seguramente por el eje identitario que sigue mandando, día sí, noche también, en la política catalana.
Plataforma per Catalunya, el partido del ex de Fuerza Nueva Josep Anglada, el racismo y la xenofobia en estado puro, no obtiene por poco representación parlamentaria pero ha sumado 72.463 votos y un 2.46% de los votos. Su ascenso municipal es crónica de un desastre civil anunciado y el abono infame de políticas y proclamas racistas será su política durante largo tiempo. Malos tiempos para la convivencia en algunos lugares donde la desesperación motiva oídos atentos incluso entre gentes trabajadoras.
El resultado del resto de fuerzas políticas no alcanza los 20.000 votos. Vale la pena señalar lo obtenido por la candidatura de «DES DE BAIX», una coalición de partidos y gente honesta, luchadora y admirable: 6.782, un 0,23% de los votos. No es este el lugar donde puede, hoy por hoy, ubicarse la izquierda revolucionaria que no debe una y otra vez caer en la misma piedra hasta herirse. El desánimo, la impotencia, el cansancio y, en algunos casos, los refugios hogareños suelen ser consecuencia de esa inútil persistencia. Lo sólido (de las luchas y de las organizaciones) puede desvanecerse en el aire (de la impotencia y el no puedo más y aquí me quedo).
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.