Letonia, Lituania y Estonia se preparan para construir un nuevo reactor nuclear común para reemplazar a los existentes en la central atómica lituana de Ignalina, considerados inseguros y de «estilo Chernobyl». Luego de que los primeros ministros de los tres países firmaron un acuerdo en febrero, las compañías energéticas del mar Báltico comenzaron a realizar […]
Letonia, Lituania y Estonia se preparan para construir un nuevo reactor nuclear común para reemplazar a los existentes en la central atómica lituana de Ignalina, considerados inseguros y de «estilo Chernobyl».
Luego de que los primeros ministros de los tres países firmaron un acuerdo en febrero, las compañías energéticas del mar Báltico comenzaron a realizar estudios de viabilidad para la construcción de la nueva instalación nuclear.
«El estudio debe estar completado en octubre de este año», explicó a IPS Aurelija Trakseliene, de la Compañía Energética Lituana, e indicó que el diseño de una nueva central podría tomar aproximadamente cuatro años.
El nuevo reactor sería construido en el mismo predio en el que hoy se encuentra la planta Ignalina, en Lituania, y costaría unos 3.800 millones de dólares.
En el marco de su ingreso a la Unión Europea (UE), Lituania cerró el primer reactor de Ignalina a fines de 2004, y se espera la clausura del segundo para fines de 2009.
Construidos por la antigua Unión Soviética hace más de 20 años, los dos reactores, con una capacidad de generación de energía de 1.500 megavatios cada uno, son considerados inseguros.
La UE aprobó un préstamo de 1.100 millones de dólares para clausurar la central de Ignalina. Parte del dinero fue usado para cerrar el primer reactor.
Además de la pérdida de una importante fuente de energía, el cierre del primer reactor supone una nueva administración de las emisiones autorizadas por la UE de «gases invernadero», producto de la quema de combustible fósil y según la mayoría de los científicos causantes del recalentamiento planetario.
Lituania está autorizada a liberar 1,8 millones de toneladas de estos gases para el período 2005-2007, pero se vería obligada a generar al menos el doble si tiene que producir electricidad con combustible fósil.
Los estados bálticos no tienen medios para importar electricidad de otros países de la UE debido a la falta de infraestructura. La Comisión Europea, órgano ejecutivo del bloque, describió a la región báltica como una «isla de energía». Lituania ahora quiere vincular su red de suministro eléctrico con la de Polonia para así conectarse con el resto de la UE.
El presidente de Lituania, Valdas Adamkus, afirmó que ese puente energético «no es sólo importante para el desarrollo económico, sino que además reviste interés internacional, y está vinculado con la independencia energética y política del país».
Pero las conversaciones entre Vilnius y Varsovia están estancadas «principalmente por causas financieras», admitió el presidente polaco Lech Kaczynski, y descartó problemas políticos.
Las redes de suministro de Lituania, Letonia y Estonia están actualmente conectadas con las de Rusia y Belarús.
«Está claro que, a partir de 2015, todos los estados bálticos sufrirán una escasez de energía, y una de las formas de resolver el problema es con una nueva planta nuclear», dijo el ministro de Economía lituano Kestutis Dauksys.
Lituania espera que una nueva central atómica solucione su carencia de energía y reduzca la dependencia regional con respecto al combustible fósil ruso.
«Uno de nuestros objetivos es diversificar nuestras fuentes de energía. Es por esto que estamos interesados en construir una nueva estación atómica en Ignalina», señaló el primer ministro de Estonia, Andrus Ansip.
Pero las personas que viven en la región no parecen entusiasmadas con los planes de sus líderes.
Según una encuesta realizada por la Comisión Europea en noviembre pasado, apenas 21 por ciento de los 3,5 millones de lituanos respaldan la construcción de la central, y sólo ocho por ciento de los habitantes de Letonia (2,3 millones) y de Estonia (1,3 millones) apoyan la energía atómica.
«Construir una nueva central nuclear es una decisión política, no económica ni técnica», señaló el presidente del Consejo del Instituto de Energía Lituano, Jurgis Vilemas.
«La urgente instalación del nuevo reactor es difícil de explicar en términos de argumentos económicos», dijo a IPS.
Vilemas sostuvo que, en cambio, las centrales de energía sobre combustible fósil podrían ser modernizadas.
«En el mediano plazo, Lituania debería buscar una alternativa a los recursos rusos de combustibles fósiles, invertir en la construcción de grandes centros de almacenamiento de gas y desarrollar su capacidad de generación de energía. En el largo plazo, dependiendo de la situación, los estados bálticos deberían planificar la construcción de una central nuclear de pequeña potencia», afirmó.
«Nos sentimos perturbados por el agresivo cabildeo de algunos industriales a favor de los reactores nucleares. Los estados bálticos deberían ser cuidadosos en planificar la nueva central, pues los cálculos presentados por esos industriales están basados en modelos económicos obsoletos. Es muy difícil predecir los costos y beneficios de un proyecto en un horizonte de 10 a 15 años», alertó.