España no sabe qué hacer con 6.000 metros cúbicos de tierra con plutonio. Ni tiene dónde guardarlos ni, de momento, hay voluntarios fuera de nuestras fronteras para hacerse cargo de esta basura radiactiva. Casi 45 años después de la colisión de dos aviones militares estadounidenses que provocó la caída de cuatro bombas atómicas sobre la […]
España no sabe qué hacer con 6.000 metros cúbicos de tierra con plutonio. Ni tiene dónde guardarlos ni, de momento, hay voluntarios fuera de nuestras fronteras para hacerse cargo de esta basura radiactiva. Casi 45 años después de la colisión de dos aviones militares estadounidenses que provocó la caída de cuatro bombas atómicas sobre la pedanía almeriense de Palomares, el organismo responsable de su descontaminación, el Ciemat, está ultimando el plan de limpieza definitiva del enclave.
El 17 de enero de 1966, un avión nodriza y un bombardero B-52 procedente de la base aérea de Morón (Sevilla) chocaron durante una maniobra de repostaje en vuelo. Tres bombas de hidrógeno cayeron a tierra y una acabó en el Mediterráneo. Palomares pudo convertirse en Hiroshima. Los paracaídas de dos de las bombas fallaron y su explosivo convencional reventó al chocar contra el suelo. Por muy poco no hubo un hongo nuclear en Almería. Sin embargo, el plutonio acabó espolvoreado por más de 200 hectáreas.
«Que se los lleven de España»
Ahora, el plan de rehabilitación de Palomares, a cuyos detalles ha tenido acceso Público, pretende dejar la pedanía tal y como estaba en 1965. La limpieza duraría tres años, requeriría un equipo de apenas 20 personas y costaría entre 20 y 30 millones de euros. El dinero no es problema. De hecho, el Ministerio de Ciencia e Innovación, dentro del tijeretazo a los presupuestos de 2010, recortó esa misma cantidad al Ciemat para este año. Respecto a 2009, el organismo, la antigua Junta de Energía Nuclear franquista, ha pasado de 116 a 86 millones de euros.
El problema es qué hacer con los 6.000 metros cúbicos de tierra contaminada a los que, según el borrador del plan de limpieza, quedará reducido el caso Palomares. En las semanas siguientes al accidente, más de medio millar de soldados del Ejército de EEUU y un centenar de agentes de la Guardia Civil retiraron más de mil metros cúbicos de tierra de la zona cero y los enviaron al almacén de residuos radiactivos de Savannah River, en Carolina del Sur, perteneciente al Departamento de Energía (DOE) estadounidense. Ahora, la cantidad se multiplica por seis y el Gobierno de Barack Obama, de momento, se lava las manos.
«No tenemos claro si EEUU pagará la limpieza de Palomares. De momento, no hay ningún acuerdo. En cualquier caso, el dinero sería importante, pero lo fundamental es que se involucren en la retirada de los residuos. Que se los lleven fuera de España», explica el director general del Ciemat, Cayetano López. La negociación está en punto muerto. En julio, delegaciones de los gobiernos de España y EEUU se encontraron en Washington, en la sede del departamento de Exteriores. Los españoles pusieron sobre la mesa los 6.000 metros cúbicos de tierra contaminada y los estadounidenses, conscientes de que las parcelas contaminadas están bajo control y no representan peligro para la salud humana, miraron para otro lado.
Sin noticias de EEUU
«Fue una discusión muy larga y complicada. Consideramos que lo que toca ahora es un plan de limpieza definitivo. Nuestro objetivo es que el terreno quede disponible para cualquier uso, para construir una casa o para plantar lechugas. Y ellos nos dijeron que no estaban preparados para darnos una respuesta», añade López.
En realidad, España no tiene opción. Si EEUU no se compromete a llevarse la tierra contaminada de Palomares, el plan de limpieza no se llevará a cabo. El Almacén Temporal Centralizado (ATC), el depósito que custodiará las 6.700 toneladas de residuos nucleares de los reactores españoles, está en el aire, pendiente del pacto de Estado sobre Energía que negocian Gobierno y PP. Además, estará diseñado para albergar barras de combustible de uranio gastado, no bidones con tierra.
«Son unos pocos cientos de gramos de plutonio repartidos en 40 hectáreas. Nosotros no tenemos dónde guardarlos. Las relaciones entre España y EEUU están en muy buen momento, así que espero que nos apoyen. Yo no quiero ni ponerme en el escenario de que digan que no», admite el director general.
En el paso previo a la limpieza, la elaboración en 2008 de un mapa de la radiación del terreno, EEUU sí colaboró, «pero costó mucho más de lo que ellos pusieron», según López. Costó 10 millones de euros, pero EEUU sólo aportó 1,6.
El DOE guarda silencio. Preguntado por este periódico sobre el estado de las negociaciones, el director de la Oficina de Estudios Internacionales sobre la Salud de este organismo, Gerald Petersen, se niega a contestar y remite a la directora del Departamento de Medio Ambiente del Ciemat, Teresa Mendizábal. La respuesta de la investigadora es conocida: «Aún no hemos recibido contestación».
Un plan «aceptable»
Está previsto que las delegaciones de los dos países se vuelvan a ver las caras en octubre o, como tarde, en noviembre. En esta reunión podría llegar la respuesta de EEUU. Si se comprometen a llevarse los residuos de sus bombas, sólo faltaría la aprobación definitiva del plan de limpieza para comenzar la descontaminación.
El Ciemat envió en primavera el primer borrador del plan al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), el organismo que debe dar su visto bueno. En un pleno celebrado el 5 de mayo, el CSN acordó aprobar la estrategia de rehabilitación de Palomares estimando «aceptables» sus propuestas, según consta en el acta de la reunión. Sin embargo, «el proyecto de rehabilitación definitivo deberá completarse» en aspectos como la gestión de los residuos radiactivos y la vigilancia de la radiación que recibirían los trabajadores y la población al remover las tierras contaminadas. El Ciemat espera tener listas las modificaciones a finales de este año.
Si el CSN lo aprueba y se desbloquean los alrededor de 25 millones de euros necesarios, la limpieza podría comenzar. Según el plan, el primer año estaría dedicado a construir carreteras y otras infraestructuras necesarias para llegar a algunos puntos de la sierra en los que se ha acumulado el plutonio. El segundo año se consagraría a la extracción de decenas de miles de metros cúbicos de tierra, una labor en la que trabajarían unos 20 profesionales seleccionados por la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa).
Las partículas de plutonio se adhieren a granos de tierra con un determinado tamaño. Con las llamadas técnicas de granulometría, los expertos pueden calcular ese tamaño y filtrar el material bruto, compactando el volumen hasta los 6.000 metros cúbicos. Durante el tercer año, y tras la instalación de sensores, se vigilaría la radiactividad del terreno para constatar que no supera los niveles autorizados por el CSN.
Hasta ahí llega el plan de limpieza. La tierra con plutonio de Palomares se guardaría en bidones en un depósito temporal o en un puerto, a la espera de su traslado en barco o en avión a EEUU. López confía en que suceda así, por las buenas o en los tribunales: «La doctrina genérica que ha ido segregando la Justicia internacional en los últimos años es quien contamina, paga».
Cifras
1.000 personas vigiladas
Desde el accidente, el Ciemat ha analizado periódicamente la salud de mil personas. En 1985, la incidencia de muertes por cáncer era inferior a la media nacional.
40 hectáreas contaminadas
Tras el accidente, un aerosol de plutonio bañó un área de unas 225 hectáreas. El dispositivo activado en 1966 y el paso del tiempo han reducido el área a 40 hectáreas.
30.000 barriles
En 1966, se enviaron a EEUU unos 5.000 barriles de 200 litros llenos de tierra con plutonio. Ahora se necesitarían unos 30.000 barriles.
Fuente: http://www.publico.es/