Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano. Estábamos en las Conversaciones lukácsiaanas. Creo que antes querías introducir un comentario. Sí, sí. Adelante con él. Debía haber introducido […]
Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano.
Estábamos en las Conversaciones lukácsiaanas. Creo que antes querías introducir un comentario.
Sí, sí.
Adelante con él.
Debía haber introducido en nuestra anterior conversación un dato, una reflexión sobre Hegel. Como sabes, siempre se le acusa de estatólatra, y por ello de antidemócrata, y algunas veces casi como pre-nazi. Bueno, pues no es eso. Explica el gran historiador -y filósofo- Reinhart Kosselleck, que la palabra que usa Hegel para denominar al Estado no es «Reich», sino «Staat» y que en esas época esta palabra alemana tenía el mismo significado que el término República -el que, a su vez, tenía entonces, República, y el término commomwealth, o sea, comunidad, pacto común. De hecho en La constitución alemana (1802), lo ha señalado Clara Ramas, Hegel es muy crítico con el Reich alemán en defensa de un Estado que es Res Publica.
Volvamos a las Conversaciones.
La obra del Lukács posterior a los años treinta, con El joven Hegel y culmina en su Estética y su Ontología del ser social, en su democratización de la vida cotidiana, va en esta línea. Por ello, cuando trata sobre cómo actuar, cómo lograr esa transformación de la vida cotidiana, desde la propia vida cotidiana, ya no reflexiona en términos de partido, sino de «Movimiento antimanipulatorio». Sobre esto puede verse el libro entrevista Conversaciones con Lukács que has citado.. Es la consciencia de que el instrumento denominado partido -partido es una palabra que posee múltiples significados posibles, que no es en sí, una perversión, pero que, dentro de la tradición del siglo XX ha adquirido, posee un sentido institucionalista-, la elite dirigente, no sirve para eso.
Deseo sin embargo, para no ser aún más prolijo de lo que estoy siendo, concentrarme en otro autor, Antonio Gramsci, para destacar que su obra desarrolla esas mismas claves. Me limito ahora a Gramsci, precisamente porque Gramsci vuelve a ser citado y tergiversado.
Adelante con el amigo de Piero Sraffa.
En los Cuadernos de la Cárcel, Gramsci reflexiona, inspirándose en la propuesta de creación de una nueva Religión, de Hegel, sobre la necesidad de crear un nuevo ethos. Un cambio de ethos semejante al cambio de ethos producido por la Reforma -Riforma morale e intelletuale- protestante, protagonizado capilarmente por millones de personas. Para ello se necesita un nuevo tipo de intelectual que organice -autoorganice- capilarmente a millones de personas que se dediquen activamente, en su vivir cotidiano a esta tarea. Que no sustituya, ni suplante, ni impida que ésta sea la actividad fundamental. Gramsci critica el modelo de partido de vanguardia, en consecuencia, y lo hace de manera tajante: lo hace extensamente y cuando trata sobre la obra publicada por Nicolai Bujarín. Sobre esto he escrito en mi libro.
Si, sí, recuerdo que hemos hablado de ello. El libro de Bujarin al que te has referido es Teoría del materialismo histórico. Lo publicó en castellano Siglo XXI hace ya algunos años.
Exacto. Pero deseo citar aquí dos magníficas monografías sobre el pensamiento de Antonio Gramsci, que sintetizan los estudios elaborados sobre Gramsci en los últimos veinte años. Sendas obras de los que son quizá los dos mejores conocedores de la obra de Gramsci. Obras que solo he podido conocer con posterioridad a mi libro, y de las que deseo dejar constancia. La primera, de André Tosel, Étudier Gramsci, publicada en la misma fecha de mi libro, en 2016 -el autor moría poco después-. En ella Tosel explica admirablemente el proyecto político de Gramsci. El capitulo 4 se titula: «La Filosofía de la Praxis entre Concepción del mundo, Religión, Ideología y Sentido Común». Antonio Gramsci era un comunista políticamente laico y filosóficamente ateo. Pero rescata la noción de Religión en la interpretación hegeliana de la misma. Como instancia que posibilita a la totalidad -o a la inmensa mayoría- de los miembros de una comunidad social religada, que deliberen y generen un nuevo ethos en el que todos pueden sentirse reconocidos. Esta forma de organización política, orgánica, este Intelectual Orgánico, formado por millones de personas, y constituido en instancia de mediación que elabora un nuevo ethos o «eticità», hegemónica, que debe serlo como condición previa a la aparición del nuevo estado, por sus tareas, desborda lo que es el instrumento político denominado partido. No solo este capítulo, extraordinario, merece ser leído: lo merece todo el libro de Tosel.
Quede constancia de ello.
También reflexiona sobre el asunto de la Religación, o de la Reforma, en la obra de Antonio Gramsci, otro de los actuales grandes estudiosos de Gramsci: Fabio Frosini, en su obra La religione dell´uomo moderno, que trata sobre los Cuadernos de la Cárcel, obra publicada en 2010. Explica Frosini que Gramsci reflexiona sobre la religión -la religación, este es un debate sobre el modelo del partido y sus finalidades, el modelo de partido cuyas características dependen de los fines que se consideren que debe asumir-. Gramsci lo hace a la luz de las ideas de Hegel y de la que elabora en su época el filósofo neohegeliano, neoidealista, italiano, Benedetto Croce. Filósofo ateo, que hace una propuesta de creación de una nueva Religión filosófica, de la «Libertad». En este doble debate Gramsci asume el modelo y los fines. Un ethos nuevo. Discrepa, sin embargo con Croce, y su idea de religión, pero tan solo en dos aspectos. La nueva religación que Gramsci preconiza -instancia organizativa y finalidad ética concreta, nueva- no pude ser, como la que propugna Croce, «eterna», intrascendible, sino que es, será, histórica, consecuencia de la consciencia de la misma historicidad de las actuales relaciones sociales que producen y reproducen el ethos del capital, y de la lucha contra ellos. esta consciencia de historicidad de la propia filosofía de la praxis es lo que la diferencia de la propuesta de religión del ateo Croce. Bueno, lo dejo aquí.
Voy finalizando: «No se puede, no se debe, hacer política sin luchar en la vida cotidiana por la creación de una cultura material de vida, de un ethos».
Toda actividad política que no considere el problema de la construcción previa de un ethos, de un vivir nuevo, no es que no pueda existir, porque es lo que existe y se entiende pro política hoy día. Es que no es un medio, no se constituye como mediación, al menos como intento de mediación, para la existencia de una nueva sociedad. La «constitución» de todo Estado, tal como expresa Aristóteles, y repite toda la tradición res publicana, Hegel incluido, es su ethos. Para crear un nuevo Estado hay que crear un nuevo ethos, una nueva forma de vida. Gramsci insiste en que ese nuevo ethos o cultura material de vida, debe existir, y ser hegemónico -hegemonía- antes de alcanzar el dominio que otorga la posibilidad de crear los aparatos institucionales de gobierno-Estado político institucional- y debe existir como medio para construirlos. Toda otra forma de hacer política, no puede trascender el modo de vida cotidiano que es orgánico del capital, la civilización orgánica del capital, el vivir, las costumbres de vida inmanentes a las necesidades reproductivas del capital, que lo ha generado
La última conclusión: La filosofía de la praxis (hablamos del marxismo) es la única praxeología res publicana democrática existente enteramente conforme a la tradición de nuestro tiempo.
Así lo creo. A pesar de que esa versión del marxismo -de hecho «el marxismo», tal como lo explica Montserrat Galcerán en su excelente obra, La invención del Marxismo– es la denominación de una acuñación o construcción interpretativa de la obra de Marx, que retransforma su pensamiento en un cientifismo evolutivo, en un positivismo, y desnaturaliza el pensamiento de Marx respecto de la filosofía de la práctica, a la que pertenece el pensamiento de Marx-, esa versión del pensamiento de Marx que denominamos filosofía de la práctica, es minoritaria por completo. No por ello deja de ser la única corriente hoy existente de praxeología. Existen a parte, algunos otros autores, individualidades. Pero esta es la única corriente que sostiene como tal la praxeología. Y su carácter unitario se funda en la doble tradición, aristotélica -y hegeliana-, que propugna.
Muchas, muchas gracias por todo el esfuerzo querido amigo. Todo tiene su fin, incluso esta entrevista a lo ancho y a lo largo ¿Quieres añadir algo más?
Solo agradecerte a ti, y a los lectores que nos hayan seguido, vuestra paciencia para conmigo, vuestra ayuda y vuestro esfuerzo.
Ha sido un honor y un placer. Casi dos años hablando de tu libro y aprendiendo siempre de tus reflexiones e inmensa erudición. Me va a costar dejarlo. No será fácil. Me has reconciliado con Hegel y con la lectura de Marx que has defendido en las entrevistas.
Creo que a muchos lectores les va a pasar lo mismo que a mí, te van a echar en falta. No te extrañe que me invente cualquiera excusa hegelo-marxista para iniciar unas nuevas conversaciones. Las titularemos, en honor de Lukács, Conversaciones con Miras.
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