Entrevista con Antonio Elio Brailovsky (69), el pionero de la ecología argentina. Cuando nadie hablaba de estas temáticas, asomaba su voz que, hoy tiene una tonalidad serena y pausada, con la cadencia de antiguos humanistas. Su currículum lo define como Licenciado en Economía Política, egresado de la Universidad Nacional de Buenos Aires y, desde hace […]
Entrevista con Antonio Elio Brailovsky (69), el pionero de la ecología argentina. Cuando nadie hablaba de estas temáticas, asomaba su voz que, hoy tiene una tonalidad serena y pausada, con la cadencia de antiguos humanistas. Su currículum lo define como Licenciado en Economía Política, egresado de la Universidad Nacional de Buenos Aires y, desde hace 40 años, es pionero en instalar el tema ecológico en los medios de comunicación, en universidades e institutos de investigación científica.
Ha escrito unos 17 libros relacionados con la temática, entre ellos «El negocio de envenenar», ensayo sobre sustancias tóxicas e industrias peligrosas, allá por 1988 cuando pocos advertían la seriedad de este tema; «Memoria verde: historia ecológica de la Argentina», una investigación sobre la historia ambiental que recorre la ecología de nuestro país desde la época de la colonia. «Verde contra Verde: las difíciles relaciones entre economía y ecología», «La ecología en la Biblia», investigación sobre historia ambiental e «Historia ecológica de Iberoamérica: De los mayas al Quijote», entre otras publicaciones.
Pero también, es un apasionado del arte y un prolífico escritor; ha editado libros referidos a temas de economía e historia económica, de narrativa y es autor de obras de teatro y publicaciones para educación ambiental de niños, además de narrativa infantil.
Sus obras y pensamientos han sido objeto de estudio en los círculos académicos del mundo.
Pero además, Brailovsky es un intelectual comprometido: Fue demandante en el juicio que llevó a la prohibición en la Argentina del defoliante 2,4,5-T (triclorofenoxiacético). Gracias a él, el tristemente famoso «Agente Naranja» (usado en la guerra de Vietnam) dejó de ser utilizado en nuestro país en 1983.
En un mano a mano con Sala de Prensa Ambiental dialogamos con este hombre imprescindible de la ecología argentina.
– ¿Cuáles son los principales problemas ambientales de Argentina?
– El hilo conductor de los problemas ecológicos es el tema del agua. El cambio climático es el resultado de que se hayan potenciado todos los errores cometidos por el ser humano y, en especial, los desmanejos vinculados con la utilización de los recursos hídricos. En Buenos Aires, no se puede admitir que sigan utilizando el Río de la Plata como tanque de agua e inodoro, a la vez. En el resto del país tenemos problemas por falta o por exceso, es decir, mala gestión del agua, partiendo de ideas como desarrollar countries sobre los humedales del río Luján, lo que se convierte en un acto criminal en la provincia de Buenos Aires.
«En Córdoba, que es una zona semiárida, es absurdo que haya proyectos para instalar canchas de golf que requieren de un consumo de agua enorme», afirma Brailovsky refiriéndose al emprendimiento El Terrón de Mendiolaza y agrega que «ustedes habitan una provincia que tendría que tener el agua absolutamente regulada y obsesivamente controlada. Córdoba, debería estar en emergencias hídricas permanentes y no de vez en cuando. Este criterio de emergencia debería condicionar todo lo que se hace. Pareciera que las autoridades gestionaran el agua como si fuera una región húmeda».
– ¿Cuál es la relación entre la problemática del agua y la mega minería en nuestro país?
– Siguiendo ese hilo conductor que es el agua, la mega minería indudablemente pone en riesgo el recurso hídrico y no sólo me refiero a los derrames que produjo la Barrick Gold en San Juan (derrames de más de un millón de litros de agua cianurada en la mina Veladero); apunto a que mientras la empresa esté en el lugar, algo puede solucionar de los problemas que genera, pero cuando se vayan van a dejar un pasivo ambiental extraordinario: diques de cola que son inmensos lagos de barros contaminados que serán peligrosos mientras haya vida en la Tierra y que, cuando haya un movimiento sísmico, van a ir a parar a las cuencas hídricas de una provincia como San Juan que, a diferencia de Córdoba, es un territorio árido. De modo que no hay ninguna previsión acerca de que va a pasar con ese pasivo ambiental ni que sucederá con el riesgo que contaminen las fuentes de agua potable en esa provincia, porque esa contaminación con metales pesados será eterna. Todo proyecto minero deja cianuro, que es lo de menos, porque se degrada con el tiempo. Lo más grave es que dejarán un conjunto de metales pesados que permanecerán para siempre.
– ¿La política de manejo del agua es errática en nuestro país?
– Por un lado, están sobreexigiendo los recursos hídricos en sitios en que son escasos (Córdoba y San Juan) y, por otro lado, están gestionando de manera irresponsable los asentamientos humanos en las zonas húmedas (Buenos Aires). En nuestro país, las zonas húmedas han descendido hacia el agua: uno tiene la fantasía – porque vemos los mapas sólo en dos dimensiones- que las ciudades se extienden horizontalmente, pero en realidad se amplifican verticalmente para abajo, hacia los cursos de agua. Las ciudades se fundan en el alto, en zona segura y cuando esas áreas se saturan, la urbanización comienza a bajar y, por el cambio climático, cuando las ciudades bajan y los ríos suben, la gente se encuentra adentro del agua sin ninguna previsión responsable por parte de las autoridades. Por eso, creo que el tema del agua, en sus infinitas facetas, es el principal tema ambiental del país ahora y en los años venideros. El cambio climático no aporta nada nuevo a la Argentina, simplemente profundiza las consecuencias de los errores anteriores que han sido innumerables.
– ¿Cuál es su opinión del rol de las ONGs que están participando del gobierno nacional?
– Siempre pasa lo mismo con las ONGs tradicionales, al igual que con las organizaciones políticas que aparecen lejos y contrastando con el Estado: a medida que pasa el tiempo, se van haciendo más grandes y poderosas y, a la vez, más influenciadas por los gobiernos o por los intereses empresarios internacionales, con lo cual dejan vacante un espacio para que aparezcan otras mucho mas contestatarias y así viene sucediendo eso desde la Revolución Francesa.
– ¿Cómo analiza la gestión de políticas ambientales del macrismo?
– Igual que la del kirchnerismo. No han incorporado el ambiente a la agenda política y, por lo tanto, lo consideran un tema menor.
– ¿La creación de un Ministerio como una de las primeras medidas del gobierno ha sido un dato positivo?
– Un nuevo Ministerio a cargo de un hombre que no tiene la menor idea del ambiente. Lo mejor que se puede decir de Sergio Bergman es que es un buen tipo; no podemos decir que estuvo involucrado en Panamá Papers pero no tiene la menor idea de la temática de la ecología. ¿Creamos un ministerio y llamamos a una persona que no entiende nada del tema? Claramente esa es una respuesta política porque cuando se trata de manejar el capital de un país ponemos a un tipo que entiende de economía y cuando hablamos de ambiente ponemos a un tipo que es bueno pero que no entiende nada del tema. Esto indica una prioridad. Ponemos gente idónea cuando se trata de manejar plata y ponemos a cualquiera para figurar cuando se trata de ambiente. Es un indicador de prioridades.
– ¿En la historia argentina hubo alguna etapa que se ha valorado el ambiente?
– Cada etapa ha tenido su aporte, desde el modo en que los indígenas y los jesuitas manejaron la selva, de cómo los pueblos andinos cultivaron en terrazas, Belgrano y su preocupación por el cuidado del suelo, Sarmiento con la forestación y Florentino Ameghino con la gestión de cuencas. En la época de Sarmiento, incluso el saneamiento del riachuelo, erradicando las industrias contaminantes que eran los saladeros. El problema fue la falta de continuidad y una visión integradora. Cada uno hizo sus aportes valiosos y otros que no hicieron nada, claro.
– ¿De estos personajes históricos a quien destacaría?
– En Argentina, sin dudas, a Florentino Ameghino. Fue el primero en plantear una visión integral de las cuencas hídricas. En América Latina, a Alexander Von Humboldt que no era americano pero recorrió gran parte del continente con una visión muy interesante integrando las Ciencias Naturales y Sociales. Fue el primero que viajó acompañado de un dibujante, un artista con la idea no solo de describir ecosistemas sino de mostrarlos, digamos que fue el precursor de la National Geographic y por supuesto con una opinión muy jugada -en la época colonial- en contra de la esclavitud y a favor de la independencia de los países latinoamericanos. El que convenció a Simón Bolívar de cuál era su lugar en el mundo fue Humboldt.
– ¿Existe una verdadera preocupación por el medio ambiente en nuestra sociedad?
– En la sociedad sí y en la clase política no. Es uno de los muchos abismos que hay entre los que son votados y los que los votamos. La sociedad reacciona frente a problemas ambientales que se ven, un desmonte, por ejemplo. Pero todas las ciudades de la zona agropecuaria están tomando el agua que viene desde abajo de los campos fumigados. Nadie esta haciendo un análisis de los plaguicidas en el agua de la red y esto debería estar volviéndonos más o menos locos, pero el sector político mira para otro lado.
– ¿Monsanto es responsable de muerte y envenenamiento en Argentina?
– Siempre ha habido un esfuerzo por esconder las consecuencias del accionar de estas empresas: cuando el Dr. Andrés Carrasco demostró empíricamente que el Glifosato afectaba a los embriones, el CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) lo desautorizó, incluido el Ministro de Ciencia y Tecnología, utilizando argumentos nada científicos. Necesitamos investigaciones en serio de los plaguicidas. Lo de Monsanto no pasa por discutir un producto, sino un paquete de productos porque el Glifosato nunca se usa solo, se utilizan otros de peor fama, incluso muchos de ellos entran de contrabando. Entre ellos, el Endosulfán prohibido en Argentina que lo mezclan con glifosato. La cuestión de fondo es que cuando el gobierno aprueba el uso de un plaguicida se le cree todo lo que dice la empresa que lo fabrica: el uso de Glifosato fue aprobado en 24 horas y después solo se atiende el riesgo de intoxicación aguda. Es decir, cuantos ratones mueren con cuantas gotas del producto. Yo creo que hay que analizar efectos sobre la salud humana y el ecosistema a largo plazo y esto no lo están haciendo. La carpeta que presenta una empresa es un punto de vista, hay que ver los otros, antes de aprobar el uso de un plaguicida.
– ¿Hoy, es consultado o le piden asesoramiento las autoridades?
– No, porque saben lo primero que voy a decir: el negocio privado no debe anteponerse al interés público. Entonces, ni me consultan.