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Reseña de Gustavo Duch Guillot, "Secretos. Relatos de mucha gente "

Para gente que quiere seguir siendo pequeña

Fuentes: El Viejo Topo

Reseña de Gustavo Duch Guillot, Secretos. Relatos de mucha gente pequeña, Pol.len ediciones, Barcelona, 2015. Ilustraciones de Daniel Montero; presentación June Fernández.

 Secretos. Relatos de mucha gente pequeña [S] es un pequeño libro que pide afablemente (es fácil sentirlo así) una aproximación que tenga sus propias características. Sea pues éste el escenario de este texto.
    S es un libro bello, muy bello. En sí mismo y en sus contenidos. No para sí mismo y de forma excluyente.
    S es un libro escrito por uno de nuestros activistas y pensadores más consistentes e imprescindibles. Desde muchos años. Amistad y lucha a lo lejos.
S es un libro violeta hasta el punto que parece estar escrito por una compañera.
S lleva una dedicatoria: Paisana. Compañera Camarada
S es un libro de prosa poética o, si se prefiere, de poesía narrada. Con cuidado y con mimo.
S es un libro que, como apunta su presentadora, June Fernández, quiere incluir a los que -¡y a las que!- son normalmente excluidas. «A los cuerpos colonizados, racializados, empobrecidos, explotados, estigmatizados, masacrados, negados». A todos ellos, el de todas ellas.
S es un libro que se interesa y narra esas grandes gestas, esas grandes acciones, que se inician, muchas veces, con pequeños gestos. O con pequeños decires. Por ejemplo. Un simple No o un «No en mi nombre».
S es un homenaje a la sencillez que nada tiene ver con lo simple.
S es un homenaje a la dignidad que incluye, por supuesto, muchos seres dignos.
S es una vindicación de los nadies, de las nadies. Aquellos, aquellas que, ignorados, ignoradas, están salvando el mundo, nuestro único mundo..
S es enseñanza -y una vindicación- sobre el silencio y la lentitud.
S es una crítica implacable del capitalismo canalla, como diría seguramente César Rendueles.
S es un libro ilustrado con hermosas ilustraciones.
S es un libro escrito por un autor que sabe que lo pequeño nos agranda y lo cercano nos llevará lejos.
S es un libro que gustará a quienes sean rebeldes (sin proclamarlo a los cuatro o cinco vientos), se apenen, sienta el amor y sueñen. Repito: y sueñen.
S es un libro que gustará a los payasos críticos, no a las payasadas insustantivas, y a quienes gusten de ellos pero no de ellas
S es un libro que amarán, si pudiesen amarlo, si tuviesen condiciones para ello, los trabajadores, las trabajadoras que se levantan a las cinco de la mañana. Mi madre sería un buen ejemplo.
S es un libro que emocionará a los que no soportan la matanza injustificada de ballenas, «las abuelas del mundo». Y tantas otras claro está.
Por supuesto, S es un libro que gustará a las abuelas, aquellas que nos enseñan, como el viejo presocrático, que «si todos somos agua, que si toda la vida necesita agua, es porque la vida no es más que otro estado del agua».
S no gustará a los del IBEX 35 y a sus representantes políticos. Aznar, por ejemplo, no lo leerá. Tampoco don Felipe ex Gas Natural.
S. hará que a veces el lector cierre los ojos. Para sentir lo que han leído, no sólo para pensarlo.
S les hará ver lo que ya saben: que somos cuerpos de la tierra.
S les hará votar por las golondrinas.
S les hará indignarse… porque ningún árbol quedó en pie.
S les hará admirar (y estremecerse por) la dialéctica del fin de la especie.
S nos enseña a ser desobedientes cuando hay que ser desobedientes.
S nos habla del valor añadido, nos explica qué es realmente ese valor que añadimos y corrige con rigor la perversa noción de valor añadido.
S nos hace ser jóvenes no entregados cuando ya no somos jóvenes.
S no es un libro anticientífico pero tampoco es un libro que adore el nuevo dios tecnocientífico.
S nos explica la tragedia de la agricultura vertical, de «la mesa puesta un bodegón de comida muerta».
S es un libro para las gentes que derraman lágrimas sobre los ríos.
S es un libro para los que saben que la agricultura es cuidar la tierra y que la vida es cuidar a los demás y cuidarnos a nosotros mismos.
S un libro escrito para las personas a las que le gusta la pintura de Monet que, como la buena hortelana, pintaba marinas.
S es un libro para los que saben que lo que llamamos agroecología es que en un momento determinado, «un momento impredecible la tierra se revuelve, toma fuerza y sin que se sepa cómo se inicia un intercambio solidaria entre ella, la tierra/Tierra, y nosotros, sus semejantes».
S nos muestra también qué es la agricultura circular y su fruto: la dignidad.
S es un libro que defiende que la tierra no es nadie y que da sus frutos, como quería el poeta asesinado, para todos: flor de aliso y eterna ternura desgranada (como quisiera el poeta)
S es un libro para la buena gente que resulta mejor, incuso excelente e imprescindible, cuando se conoce más a esa buena gente.
S es un libro para ellas, para aquellas mujeres de las que nadie suele hablar una vez han muerto.
S es un libro que debemos leer, que debemos tocar, que debemos disfrutar… y que, por supuesto, debemos compartir.
S, en definitiva, es un libro que gustará a quienes gusten los buenos y hermosos libros. Los libros que se ubican en algún lugar de nuestra alma y nuestra memoria. ¿Para siempre? Para siempre.