Rememoramos el pasado, el Vicálvaro de hace 40 años, de los últimos años de la dictadura, de los primeros de la apertura política, del incipiente movimiento vecinal y el despertar de la reivindicación como herramienta política. José Ramón llegó entonces a Vicálvaro con el objetivo de encauzar todo aquel potencial que surgía en el distrito. […]
Rememoramos el pasado, el Vicálvaro de hace 40 años, de los últimos años de la dictadura, de los primeros de la apertura política, del incipiente movimiento vecinal y el despertar de la reivindicación como herramienta política. José Ramón llegó entonces a Vicálvaro con el objetivo de encauzar todo aquel potencial que surgía en el distrito. Y comenzó su trabajo desde dos ámbitos, el político y el religioso. Porque era militante de un partido en la clandestinidad; y no solo militante, también era obrero; y no solo era obrero, era también cura, y no solo cura, también era jesuita.
Como un fantasma del pasado, un primer plano fotográfico del entonces ministro del régimen Fraga Iribarne vigila nuestra conversación desde el obituario de un periódico del día.
-¿Quiénes erais los «curas obreros»?
-Éramos, sobretodo, jesuitas que habíamos optado por esa parte del Evangelio en donde se habla de la opción por los pobres.
-Y además militantes en la clandestinidad.
-Sí, esa opción nos puso en contacto con las Vanguardias obreras muy vinculadas a la ORT que, en los últimos años de la dictadura, todavía permanecían en la clandestinidad.
-¿Por qué vienes a Vicálvaro?
-Fue una casualidad. Uno de esos contactos políticos, Chancho, vivía en Vicálvaro y se tenía que trasladar y nos ofreció el piso donde estaba viviendo. Era el año 1971 y nosotros sentíamos la debilidad del régimen y la necesidad de trabajar en los barrios para intentar debilitarlo todavía mas.
-¿Cómo empezáis a intervenir en el barrio?
-Nuestro trabajo no era el clásico dedicado al pastoral y eclesiástico, empezamos a intervenir en los problemas del barrio. Nuestro bautismo de fuego fue la apertura del Colegio Público Alfonso X el Sabio.
-Recuérdanos aquello.
-El colegio estaba hecho pero permanecía cerrado. La matrícula ya se había abierto, era el mes de setiembre y el colegio no se abría. Los padres acudieron a la inspección donde les tranquilizaban diciéndoles que si que se iba a abrir. Pero un día unos vecinos saltaron la verja y se dieron cuenta de que el colegio no tenía mobiliario. Y aquel motivo hizo que nos pusiéramos al frente de la protesta y dimos plazos para que se llevara el mobiliario amenazando con que tomaríamos el colegio. Y como a mediados de octubre nadie se presentó con el mobiliario, ocupamos el colegio. Pero todos, sobre todo mujeres con sus niños exigiendo que no saldríamos hasta que no se solucionara el problema. Y allí nos quedamos un retén entre 50 y 60 personas. La gente nos traía mantas, colchones, comida… y la Guardia Civil acordonó inmediatamente aquello. Y llegó el inspector de Educación, le explicamos todas las gestiones que habíamos hecho y al ver que teníamos razón en dos días trajeron el mobiliario que nosotros mismos ayudamos a descargar y a colocar en las aulas. Y el colegio empezó a funcionar. Pero al salir, cuando la gente se disolvió y volvíamos a casa la Policía nos detuvo y nos llevaron al cuartelillo de Vallecas donde nos interrogaron. Imagínate la sorpresa cuando les dijimos que éramos curas. Me pusieron 200.000 pesetas de multa y estuve tres días en el cuartelillo hasta que pagara la multa. Se hizo una colecta en el barrio y se consiguieron las 200.000 pesetas. Y fue nuestra integración en el barrio.
-Fue cuando creasteis la Asociación de Vecinos.
-Se llamaba Asociación de Cabezas de Familia porque era la única manera de pasar la censura. La asociación nace en el año 72, eran momentos críticos, con Franco todavía vivo. Comenzamos en el local de Lago Leman, comprando un local con la ayuda de mucha gente que nos dio el dinero para adquirir ese salón, lo habilitamos y allí empezó la asociación.
-¿Fuiste el primer presidente de la Asociación?
-No, el primer presidente fue un hombre al que no se ha hecho justicia y que era el jefe de personal de Valderrivas, José María Goy, una persona encantadora que enseguida sintonizó con nosotros y al que, de alguna manera, utilizábamos. Este hombre hizo un servicio espléndido de dar la cara. Yo fui el segundo presidente de la Asociación.
-¿Cuáles eran los problemas del barrio de entonces?
-No había parques y comenzamos a exigir que se construyera uno enfrente del cuartel. Para callarnos hicieron el de Duque de Ahumada; el transporte se limitaba a las camionetas que llegaban a Manuel Becerra, Valderrivas era un foco de contaminación de ruido, polvo y olores, todo el tráfico hacia Coslada pasaba por San Cipriano y Condesa Vega del Pozo, zonas muy concurridas por los vecinos, apenas había servicios y empezamos la reivindicación del Colegio Severo Ochoa. Muchísimas carencias y a las que intentábamos atender.
-¿Cómo continuaste con tu militancia política?
-En varios frentes. Protagonizamos un encierro reivindicando la libertad de los presos políticos en una iglesia de Moratalaz. Cuando salimos nos detuvieron a tres y me llevaron a la Dirección General. Yo ya estaba fichado y fueron interrogatorios muy serios. Pero claro, tenían en cuenta que era cura. La Iglesia dio la cara por mí, sobretodo el obispo Alberto Iniesta, me pusieron una multa, pasé a la cárcel de las Salesas donde estuve una noche y de allí a Carabanchel, ¡con los presos de ETA! Solo estuve una noche ya que pagaron la indemnización y salí.
-Tenías un buen expediente…
-Que todavía completé. Siendo precisamente Fraga ministro del Interior, la Policía que dirigía mató a 5 trabajadores en una asamblea convocada en una iglesia de Vitoria. Y la policía me pilló en casa con una maleta llena de propaganda al respecto y volví a ser detenido.
-¿Hasta cuando estás en Vicálvaro?
-Hasta el año 78, cuando con otros compañeros nos hacemos cargo de una parroquia en Entrevías.
-¿Y qué es de José Ramón desde entonces?
-Yo tenía el compromiso político y el compromiso con la fe pero esto último empezó a fallar. Dejé de ser cura, me casé aunque continuó mi militancia en grupos como Cristianos de Base o Cristianos por el Socialismo y participando en las comunidades cristianas populares. Durante todos esos años había estado trabajando en una empresa del polígono industrial de Julián Camarillo, dejé ese trabajo, convalidé mis estudios de Filosofía y me presenté a unas oposiciones. Y hasta que me he jubilado he estado de profesor de Filosofía en el Instituto de Navalcarnero.
-¿Y tu evolución ideológica?
– Yo he sido muy creyente y he estado muy comprometido con la clase obrera y esa parte del evangelio del compromiso con los pobres y la teología de la liberación. Pero vas analizando cosas, tus propias contradicciones y ha sido a la hora de jubilarme cuando he tenido la necesidad de resolver ese problema ideológico. En las últimas etapas yo ya no me sentía creyente sino que era agnóstico.
-¿Cómo has llegado a esa conclusión?
-Yo estudié una carrera de Letras pero he tenido pasión por las Ciencias y ese estudio me ha llevado a la conclusión de que el mundo es autosuficiente, no necesita a nadie que lo ponga en marcha. Y, en el tema estrictamente religioso, también he seguido estudiando un tema apasionante como es el de Jesús de Nazareth, que no es lo mismo que Cristo, algo que me ha llevado a escribir un libro. Lo publiqué hace dos años llegando a la conclusión de que, en realidad, ahora, soy ateo, es mas, ateo militante.
-¿Qué es la religión, en estos momentos, para ti que comenzaste como cura obrero?
-En aquellos momentos en el barrio con aquellos compañeros de partido, todos ellos ateos, yo mantenía que la religión había sido un factor decisivo en la evolución de la sociedad, que había aportado mas ventajas que inconvenientes. Pero ahora lo que creo es que la religión, a lo largo de la historia de la humanidad no ha sido un elemento potenciador sino un elemento retardatario. Para mi, ahora, la religión es una superstición.
Fuente original: www.distrito19.org
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