DIAGONAL: ¿Qué retos plantea transformar las relaciones de género en Venezuela? ASIA VILLEGAS: La revolución bolivariana es la primera de este siglo, la única hecha en paz y que intenta ser socialista y feminista, lo que no ha logrado ninguna de las anteriores, donde la participación igualitaria y paritaria no se alcanzaron. El patriarcado ha […]
DIAGONAL: ¿Qué retos plantea transformar las relaciones de género en Venezuela?
ASIA VILLEGAS: La revolución bolivariana es la primera de este siglo, la única hecha en paz y que intenta ser socialista y feminista, lo que no ha logrado ninguna de las anteriores, donde la participación igualitaria y paritaria no se alcanzaron. El patriarcado ha acompañado todos los modelos de desarrollo, inclusive los ensayos de revoluciones del siglo XIX y XX. Vemos muchas mujeres en la calle, pero no hay democracia en lo privado. Para construir una sociedad democrática y paritaria hay que construir un hogar con relaciones en consecuencia, donde lo doméstico y reproductivo se socialicen.
Igual que comprendimos que la piedra angular del capitalismo es la plusvalía, las sociedades patriarcales se basan en la división entre lo público y lo privado, lo productivo y lo reproductivo. Cuando la superemos habremos logrado una auténtica revolución. El reto es desarrollar una nueva masculinidad de hombres satisfechos en el ejercicio de su paternidad y del trabajo reproductivo, porque éste va más allá del útero. Es la crianza de los hijos, el cuidado del hogar…
Lograr que el discurso trascienda a feministas, legisladoras, y pase a las mujeres de base, que sea palpado y tocado por ellas. Hay que disminuir la brecha entre el derecho formal y su alcance, invadir los espacios donde no está, hacerlo tangible para las mujeres del barrio. Un escenario privilegiado para ello son los consejos comunales, ahí están ellas, pero primero están las cloacas, el agua potable, el pavimento, la escuela. La agenda siempre está por encima de nuestros derechos. El cambio va más allá de diez años, tiene que haber un desmontaje cultural.
D.: Reivindicas la laicidad del Estado que proclama la Constitución de 1999…
A.V.: Nuestro Estado se declaró laico, pero la carga judeocristiana impera en la educación, la sociedad, el hogar, los medios de comunicación… En el supuesto, por ahora negado, de que se despenalice el aborto, la culpa seguirá siendo el sentimiento arraigado en las mujeres; hay que despenalizarlo moralmente. Es difícil desmontar la educación judeocristiana: incluso siendo ateos o ateas, marca las relaciones humanas.
D.: ¿El aborto no se despenaliza porque eso restaría votos?
A.V.: El aborto ha estado en la agenda del Movimiento Amplio de Mujeres durante años. Desde el ’98 Venezuela vive un proceso de polarización política, al que nada escapa. Plantear ahora la despenalización sería abortar la propuesta. En 2004 hubo presiones de todos lados: de la derecha y del pensamiento patriarcal que también se manifiesta en la izquierda. Luego está la ofensiva del Vaticano en la región, las tensiones de poder con el movimiento de mujeres por los derechos sexuales y reproductivos.
D.: El movimiento feminista, sin embargo, se ha unido en varias ocasiones pese a las diferencias.
A.V.: Está dividido, pero un ejemplo [de unidad] fue la lucha por el 50/50 (paridad electoral). Ahí estábamos el Movimiento Amplio de Mujeres: ‘adecas’, ‘copeyanas’, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, el Observatorio de Derechos de la Mujer [opositoras], PPT, PSUV, PCV, el Centro de Estudios de la Mujer, los Puntos de Encuentro de la Mujer, los consejos comunales [bolivarianas]… todas. Fueron días muy intensos. Fue un ejercicio de encuentro de todas las mujeres del Movimiento independientemente de su opción política.
Cuando veías las salas del Consejo Nacional Electoral llenas, entendías que había una agenda común. Creo que es factible hacerlo para la despenalización del aborto.