Entrevistamos a Pedro Montes una de las primeras personas comprometidas políticamente que denunciaron el Tratado de Maastricht y las consecuencias que iba a traernos, denunció, desde el primer momento, lo que la oligarquía y su gobierno echaba sobre las espaldas de las clases trabajadoras, la ruina económica y la pérdida de soberanía, la reducción y […]
Entrevistamos a Pedro Montes una de las primeras personas comprometidas políticamente que denunciaron el Tratado de Maastricht y las consecuencias que iba a traernos, denunció, desde el primer momento, lo que la oligarquía y su gobierno echaba sobre las espaldas de las clases trabajadoras, la ruina económica y la pérdida de soberanía, la reducción y cierre de los bienes públicos y tantas cosas como hemos conocido y aun las que están por venir.
Pedro Montes es miembro de la redacción de Crónica Popular, Presidente de Socialismo XXI, miembro del CEPS y del Frente Cívico-Somos Mayoria. Es economista y ha trabajado en el Servicio de Estudios del Banco de España hasta el 2002, profesor de Teoría Económica en las Universidades Complutense y Autónoma de Madrid, Columnistas de prensa especializada, y tiene en su haber libros considerados como punto de referencia continua para estudiosos e interesados en el conocimiento de la situación económica, sus títulos son: La integración en Europa. Del Plan de Estabilización a Maastricht; El desorden neoliberal; La historia inacabada del euro; Golpe de Estado al Bienestar; Crisis en medio de la abundancia. Ha colaborado en La larga noche neoliberal; La reestructuración del capitalismo en España 1970-1990; La izquierda y Europa; Reflexiones sobre política económica; The legacy of Ernest Mandel; su último libro es Qué hacemos con el euro.
Pedro Montes, el FMI y otros declaran que la forma de salir de la crisis son la austeridad y los recortes sociales ¿a qué responde esa afirmación?
Hablemos de la troika si quieres, de la que forma parte el FMI, la Comisión europea y el BCE, que juntos representan al poder económico que ahora nos domina. Ellos no hablan de la austeridad y los recortes para salir de la crisis, sino de la necesidad de brutales ajustes para responder a los intereses y objetivos que defienden: evitar convulsiones financieras y lograr que los países hundidos hagan frente en todo lo posible a sus compromisos deudores. Poco les importa la crisis y sobre todo las secuelas sociales que tiene en los países como Portugal, Grecia o el nuestro. Lo malo de la política que propugnan es que ni ponen remedio a la crisis ni consiguen amortiguar los problemas derivados de la enorme deuda acumulada por los países periféricos. Si te añadiré que la intervención de la troika con sus «rescates» está logrando transformar mucha deuda que tienen los acreedores privados en deuda con las instituciones internacionales, que son la suma de instituciones de los Estados. Los beneficios cuando han existido han sido para la banca privada y las pérdidas pendientes son socializadas en todo lo posible.
Atribuyen la crisis a la deuda y además «pública» ¿qué clase de crisis existe? ¿es debida a la deuda «pública»?
La crisis tiene causas muy complejas dadas su profundidad y extensión. La deuda exterior de cada país es un dato clave de esa crisis. Pero la deuda exterior la soportan en cada país el sector público y el sector privado, y aunque hay diferencias muy acusadas entre los países, en el caso de España, la deuda exterior se distribuye en un 70% para el sector privado y en un 30% es deuda pública en manos de entidades extranjeras. El haber hecho de la deuda pública, o más exactamente del déficit público, el caballo de batalla de la política neoliberal de la troika se debe a que es el punto donde más fácilmente pueden presionar. Pero dos cosas cabe decir de esta obsesión: en primer lugar el déficit público no es tan fácil de reducir como se comprueba, porque toda política fiscal restrictiva agudiza la recesión y los ingresos públicos. En segundo lugar, el problema fundamental no es el déficit, sino la deuda acumulada por los déficit a lo largo del tiempo. Y nuestro país desde 2008 acumula déficit y crecimiento de la deuda pública bastante inquietantes, al punto de que la amenaza de quiebra del Estado está en el horizonte.
¿Se puede calificar de equivocación la política impuesta por los organismos internacionales FMI, BCE…? ¿no se asemejan a la colonización?
El problema no es tanto que la política de la troika sea equivocada como que es inútil. En nuestro país desde 2010 ya tenemos una experiencia suficiente para llegar a esta conclusión, pero si no nos basta, no hay más que seguir la trayectoria de Grecia y Portugal para saber lo que nos espera en el caso de seguir sometidos a las políticas de ajuste y austeridad. No veo paralelismo con el viejo colonialismo del siglo XIX y XX, que se trataba de una expoliación directa y por la fuerza, con la subordinación y pérdida de soberanía que ha puesto de manifiesto la crisis para los países más atrasados de la zona euro.
En ese caso, si no hay soberanía nacional no tenemos poder de decisión como país, o estado, ¿se puede conquistar la soberanía saliendo del euro? ¿qué supone salir del euro para el conjunto de la clase trabajadora?
La primera parte de tu cuestión es obvia: no tenemos soberanía económica y monetaria, y con el proceso de integración europea se han ido perdiendo todos los resortes que han tenido los estados para hacer política en función de los problemas y aspiraciones de cada sociedad. Salir del euro supondría disponer otra vez de una moneda propia para competir en los mercados internacionales y preservar un equilibrio de las relaciones económicas internacionales razonable y, por otra parte poder ejecutar una política monetaria de acuerdo con las necesidades del país, y no depender como hasta ahora del BCE y de los mercados financieros que tanto y con tanta razón desconfían de nuestro país como deudor. Desde luego creo que la clase trabajadora, a pesar de que abandonar el euro en estas circunstancias es una operación traumática justificada por la catástrofe a la que nos han llevado, tendría ventajas sensibles a medio plazo, mientras que ya sabemos a dónde conduce la política de la troika. La Europa de Maastricht es tan perversa que hasta la lucha de clases deja de tener sentido pues cualquier conquista de los trabajadores se convierte pérdidas de la capacidad competitiva del país, y por tanto, en lo inmediato, en mas paro.
¿Por qué quieren que tengamos menos recursos, menos medios sanitarios, menos enseñanza, trabajos sin continuidad? ¿para qué necesitan las contrarreformas laboral, sanitaria, educativa…?
Ya te he comentado que la reducción del déficit público es el terreno de acoso más fácil, y esa reducción lleva aparejada toda una degradación brutal contra los servicios públicos y la redistribución de la renta que debe llevarse a cabo con la política presupuestaria. Lo demás encaja en la misma lógica: como hay que mejorar la competitividad, nada mejor que atacar los salarios, como si fueran un elemento básico de la competitividad del país. Y puestos a reducir los salarios nada mejor que precarizar al máximo el mundo laboral y destruir la capacidad de negociación de los sindicatos. La reforma laboral del año pasado, como algunos solventes estudios han demostrado ya, ha tenido un impacto rotundo sobre los salarios de la inmensa mayoría de todos los trabajadores, y en este sentido siniestro se puede decir que ha tenido un gran éxito. Lo de la reforma como condición para crear empleo es una broma de muy mal gusto, un argumento repugnante, todos sabíamos, incluido por supuesto este gobierno infame.
Estamos en la fase en que el capitalismo financiero es dominante ¿Qué es el capitalismo financiero? ¿cuál es su proyección o su proyecto político?
Una fase del capitalismo en la que la esfera financiera ha cobrado unas dimensiones hipertróficas con respecto a la actividad y los flujos económicos reales y que tiene esa esfera financiera una autonomía propia y unas leyes de funcionamiento susceptibles de producir convulsiones, tsumanis, capaces de arrastrar a los países al fondo del precipicio. Toda la actividad financiera produce menos que una caja de lápices de colores, y sin embargo ocupa recursos humanos, técnicos y medios enormes, que lejos de facilitar el desarrollo económico real se ha convertido en una pesada losa, que deviene muchas veces, como ahora en los países del Sur de Europa, en una carga insoportable. Las razones de esta deformación del capitalismo son diversas y sobre ello hay libros y análisis de sumo interés que no pierden de vista nunca la naturaleza de clase del sistema.
¿Qué dice del capitalismo y de su régimen monárquico la corrupción?
Pasamos de la economía a la política. Históricamente creo que el capitalismo ha cubierto ya sobradamente su etapa histórica, y que ahora es fuente generalizada de freno del avance social, de retraso incluso, y de malestar y sufrimiento para la inmensa mayoría de la humanidad. No cabe condensar en pocas palabras lo que el capitalismo ha representado y supone en la actualidad. Sólo te diré, como miembro de la asociación Socialismo 21, que me repugna intelectual y moralmente el capitalismo y que estoy abiertamente por la construcción de una sociedad socialista. Si a ello le añadimos la casuística propia de nuestro país, incluida la monarquía y la corrupción, nos encontramos en un régimen social podrido y maloliente que no es capaz de absorber tanta basura y escombros como produce. Y aquí está la cuestión clave del momento presente: la situación económica, social y política es insostenible, tomando esta palabra en su sentido más literal. Hay que prepararse para ello, porque no lo estamos, y del malestar y de tantas víctimas existentes, bien combinado con un poquito de moral y ética y un ápice de inteligencia colectiva crear las condiciones para transformar la sociedad y hacerla avanzar. El régimen de la transición ha muerto y hay que sepultarlo: un nuevo proceso constituyente es necesario e inevitable. Es lo que nos proponemos desde el FCSM: contribuir fraternalmente y sin sectarismo alguno a crear un poder social que se oponga a tanta ignominia y sinrazón y construya ese otro mundo posible que la inmensa mayoría deseamos y necesitamos.
¿Hay peligro de hundimiento del capitalismo? ¿qué puede pasar en tal caso?
Si te refieres al capitalismo en general reconoce que es mucha pregunta para mi modesta persona y para cualquiera. Es deseable desde luego su desaparición pues la humanidad bajo su hegemonía se enfrenta a muy serios peligros, la cuestión ecológica, la tecnología genética, las armas de destrucción masiva, los cambios geopolíticos derivados de la lucha por los mercados y las materias primas y el terrible sufrimiento que padece gran parte de la humanidad por necesidades que podrían cubrirse para todos dado el desarrollo de la fuerza productiva. Si la pregunta se refiere a nuestro país, no cabe duda de que estamos en una fase nueva y excepcional, donde los peligros y las oportunidades para la izquierda se reparten a partes iguales, pero esto es decir muy poco porque depende de lo que haga esta izquierda.
La desconfianza del pueblo en el régimen y en el capitalismo, la pérdida de representatividad de las instituciones parlamentarias y organizaciones políticas, sindicales… ¿qué clase de panorama dejan?
En la conciencia de las masas se está produciendo un proceso acelerado de desconfianza política indiscutible, y con muy sobrados motivos. Desde el rey para abajo aquí casi nadie se salva. Pero hay un retraso manifiesto a la hora de relacionar el régimen político y el sistema económico. Muchas gentes están hartas de lo que sucede políticamente y desean un cambio político y muchas gentes están sufriendo la crisis y son víctimas del sistema, pero no se han planteado la necesidad de cambiar la naturaleza del sistema económico. Anticapitalistas serios todavía hay muy pocos, y en el imaginario colectivo la idea del socialismo está desarraigada y es difícil hacerla brotar otra vez. De todo ello es sin duda responsable la propia izquierda, que no tuvo la firmeza ideológica necesaria en el pasado y que no tiene la claridad que es preciso en estos momentos. Condiciones objetivas para poner en cuestión el sistema existen, pero como es ampliamente reconocido que faltan el sujeto y las direcciones políticas para cambiarlo. La demanda está en la sociedad y en el campo político se dan operaciones de todo tipo buscando la confluencia de organizaciones y sectores sociales de toda la izquierda, si bien hay desconfianza en las intenciones de algunos y falta claridad en las de casi todos.
¿Qué salidas pueden darse?
Variantes como en una partida de ajedrez hay bastantes, proyectos buenos por los que apostar menos. En mi caso respaldo el manifiesto impulsado por mucha gente que sostiene que estamos en una encrucijada con respecto al tema de Europa. Una alternativa es aceptar en el fondo la Europa surgida de Maastricht y someterse a las imposiciones de la troika, que como hemos visto son los ajustes, recortes y la austeridad, sin perjuicio de cubrir las vergüenzas añadiendo que la Europa neoliberal debe modificarse y que deben buscarse alianzas para conseguir esa transformación. La otra es romper con la unidad monetaria y recuperar la soberanía económica y monetaria en la forma de reimplantar una moneda propia para competir y tener una política monetaria propia para atender las necesidades reales de la sociedad y no estar pendientes de los mercados financieros y las decisiones del BCE. Tras esa disyuntiva está nada más y nada menos que recuperar la soberanía de los ciudadanos, la soberanía popular, que es consustancial con el llamamiento del Frente Cívico Somos Mayoría.
¿Es posible que los del régimen y el sistema planeen la demolición controlada y lleven a cabo un cambio estético: Juan Carlos a Felipe, o monarquía a república?
Claro que es posible, pero no creo que les sea fácil. Ellos tienen ideología, intereses y poder para intentar planificar la salida del país de la crisis. Otra cosa son las divisiones que también se dan entre ellos, los intereses contrapuestos que existen, por ejemplo entre la burguesía nacionales, y las contradicciones objetivas de sus proyectos: el euro es irreversible dicen todos, pero la política necesaria para seguir en él está hundiendo al país como lo ponen de manifiesto los datos pavorosos del paro. Y siempre está pendiente la respuesta social y de las organizaciones de la izquierda.
¿Cuál sería la alternativa económica social y política más favorable para el pueblo desde el Frente Cívico?
Eso es lo que tenemos que decidir en la asamblea constituyente que se celebrará el 6 y 7 de julio próximos. El manifiesto precursor de Julio Anguita ya aporta muchas ideas, pero ahora deben ser concretadas y asumidas por el Frente como un colectivo que decide y actúa democráticamente. De modo esquemático y en mi opinión, aparte de organizarse y funcionar bien, hemos de atender dos vertientes, la defensiva para combatir tantos desmanes y abusos como nos tratarán de imponer -atención por ejemplo a las pensiones y otra vez están en el ojo del huracán -y otra la propositiva o constructiva. Hay que consensuar un programa que responda, por un lado, a las necesidades más sentidas y más urgentes de la gente, sin olvidar nunca al paro. Por otro, a concepciones progresistas del modelo económico y social que debemos lograr en contraposición a la política de los poderes económicos, con el tema de la vinculación con Europa entiendo como inevitable. Por último, son necesarios algunos objetivos políticos, que definan un ideario de la sociedad libre, democrática, e igualitaria que queremos construir. Un entramado de propuestas que inciten a la lucha, eleven la conciencia de los ciudadanos y estimulen su participación y compromiso para construir el contrapoder en el que aspiramos a constituirnos.
¿Quieres añadir algo más?
Si, aprovecho para exponer una reflexión que debe ocupar a la izquierda. Se trata de la necesidad de incorporar a la juventud a la política. El 15 M representó un salto inmenso en ese aspecto, pero no es menos cierto que nuestro país se resiente de un bache en generacional tras muchos años de desencanto, alejamiento y por último de desafectación a la política. El motivo de reflexión me lo dio el otro día una conversación con algunos jóvenes, tomando una cerveza, que tuve en Toledo tras un acto de presentación del Frente Cívico. Me decían: nuestra generación no ha luchado nunca por lo que tiene. Hemos tomado lo que nos ofrecía el mundo, pero sin pensar en los esfuerzos que costó adquirir muchos de los derechos y condiciones de vida que hasta hace poco veíamos como naturales. Por eso nos los quitan con facilidad, porque no sentimos que son el fruto de nuestro esfuerzo y compromiso, como fue vuestra generación, me decían, señalándome. Los promotores del Manifiesto de 1930 por la República se referían muy especialmente a la juventud con estas palabras: «Tratándose de decidir el futuro de España, es imprescindible la presencia activa y sincera de una generación en cuya sangre fermente la sustancia del porvenir». Termino pues con un ¡Viva la Republica!
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