Las responsabilidades por un desastre ambiental, el ocurrido en Aznalcóllar (municipio de la provincia de Sevilla), el 25 de abril de 1998, presentan alguna novedad en el frente judicial; en la fecha citada se produjo la rotura de una balsa minera propiedad de la multinacional Boliden (Suecia), con el consiguiente vertido de lodos tóxicos que afectaron al Parque Nacional de Doñana.
El pasado 28 de julio, 25 años después de los hechos, el Juzgado de Primera Instancia 11 de Sevilla absolvió a la empresa de abonar cerca de 90 millones de euros a la Junta de Andalucía, en concepto de limpieza y restauración por los abocamientos.
Tal vez sea un punto de partida para la lectura de Contra la sostenibilitat, del divulgador climático y ambientólogo valenciano Andreu Escrivà (Valencia, 1983), editado en febrero por Sembra Llibres. El ensayo “cuestiona las verdades afables, señala las mentiras autocomplacientes (…) y los decorados de cartón piedra cotidianos”, valora la reseña de la editorial.
Por ejemplo, uno de los apartados en la página Web de la multinacional Mercadona se titula Cuidemos el planeta. Compromiso sostenible; y en su visión empresarial se destaca como objetivo “conseguir una Cadena Agroalimentaria Sostenible, que la gente quiera que exista y sienta orgullo de ella (…)”.
Una parte de los capítulos del libro están precedidos por la preposición contra; así, el autor manifiesta su oposición a los tópicos de “neutralidad climática”; a “la extralimitación y la geoingeniería”; “el mantra de las generaciones futuras”; el vehículo eléctrico, la economía circular o las finanzas sostenibles.
En el capítulo dedicado a la huella de carbono, Andreu Escrivà explica que una de las compañías que, en 2010, permitió que más de 954 millones de litros de petróleo cubrieran los océanos (en referencia a Britihs Petroleum –BP- y la catástrofe ambiental en el Golfo de México), advierte a los consumidores que no se equivoquen de contenedor al arrojar la tapa del yogur; “y lo peor es que hemos hecho caso”.
El autor plantea como alternativa el concepto de sombra climática, que introdujo la periodista ambiental y escritora feminista de Oregón, Emma Pattee, en 2021; es un término que trasciende los simplismos, ya que incluye los consumos individuales de gasolina y aire acondicionado, pero también el sentido del voto, el número de hijos, el puesto de trabajo, los gastos personales o el modo en que una persona se expresa respecto a la emergencia climática.
El ensayo Contra la sostenibilitat está escrito en un tono directo y pedagógico, Andreu Escrivà se define como un “pesado climático”; doctor en Biodiversidad, forma parte del Grup d’Experts y Experts d’Emergència Climàtica de Barcelona; Además es autor de los libros Encara no és tard: claus per a entendre i aturar el canvi climàtic (Bromera, 2017) y de I ara jo que faig? (Sembra, 2021).
En el capítulo Contra la transició ecològica, Escrivà recuerda que en el estado español el Ministerio de Medio Ambiente se constituyó –por primera vez- en 1996, con uno de los gobiernos de José María Aznar, del derechista Partido Popular; el departamento tuvo entonces como responsable a la doctora en Derecho Nuclear, Isabel Tocino; en su currículo empresarial figuran los altos cargos en las compañías Ence, Enagás, así como en los bancos Pastor y Santander.
La denominación Transición Ecológica asociada al ministerio data de 2018, con Pedro Sánchez al frente de un ejecutivo socialista; pero “la transición ecológica va mucho más allá de placas solares, aerogeneradores y coches eléctricos”, concluye el divulgador ambiental.
Y para ilustrar esta refutación, toma como referencia una infografía difundida –en 2021- por el consultor en sostenibilidad Jan Konietzko; titulada Carbon tunnel vission, la imagen planteada es la de un rostro humano dentro de un círculo, que fija la mirada –únicamente- en las emisiones de carbono.
Sin embargo la esfera contiene múltiples conceptos que remiten a la Transición Ecológica, y son desatendidos por el personaje de Konietzko; entra otros la salud, la pobreza, la pérdida de biodiversidad, la contaminación del aire, la desigualdad y la educación.
Sobre el llamado Ecomodernismo, que subyace hoy a buena parte de los debates ambientales, el texto de Sembra cita el ejemplo del Manifiesto Ecomodernista, firmado en 2015 por una veintena de ciudadanos y especialistas; “escribimos con la convicción de que el conocimiento y la tecnología, aplicados con sabiduría, podrían conducir a un buen, incluso a un gran antropoceno”.
Andreu Escrivà relaciona el Ecomodernismo con la noción de desacoplamiento: aumento del Producto Interior Bruto (PIB) y, al mismo tiempo, reducción de los impactos ambientales; se cita a menudo el caso del Reino Unido: “De 1990 a 2020 el PIB aumentó un 80%, mientras que las emisiones de dióxido de carbono cayeron cerca de un 50%”.
En este contexto, el comunicador ambiental subraya alguna de las “trampas” estadísticas; como las que presentan las cuentas estatales del carbono, y excluyen el transporte por vía marítima, el impacto de la aviación o de los bienes importados y producidos en otros países.
Asimismo en Gran Bretaña, el primer ministro Rishi Sunak (del Partido Conservador) anunció el pasado 31 de julio la concesión de centenares de licencias nuevas de petróleo y gas principalmente en el Mar del Norte (el 3 de agosto, cinco activistas de Greenpeace fueron detenidos por la policía británica, tras desplegar una tela negra en la residencia del premier –en North Yorkshire- con la que protestaban por el anuncio).
Respecto al título del libro, Andreu Escrivà recuerda un artículo –titulado con el palabro Buzzless buzzword– del activista estadounidense contra las emisiones Bill Mckibben, en The New York Times (publicado en abril de 1996); en el texto se oponía al modo en que estaba generalizándose el término sostenibilidad, y sus limitaciones para cuestionar el crecimiento del PIB o la sobreexplotación de los recursos.
De hecho, concluye el divulgador valenciano, cuando el pensador ecologista Lester R. Brown escribió en 1982 uno de sus primeros textos –Building a sustainable society-, “la sostenibilidad se entendía de una manera diferente”.
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