El movimiento feminista en México y América Latina (AL) no tiene otra opción que promover el diálogo entre sus corrientes -tradicionalmente enfrentadas-, a fin de superar la crisis por la que atraviesa y sumar fuerzas para contrarrestar las medidas de la globalización neoliberal mundial que atenta como nunca contra la dignidad, la libertad y los […]
El movimiento feminista en México y América Latina (AL) no tiene otra opción que promover el diálogo entre sus corrientes -tradicionalmente enfrentadas-, a fin de superar la crisis por la que atraviesa y sumar fuerzas para contrarrestar las medidas de la globalización neoliberal mundial que atenta como nunca contra la dignidad, la libertad y los derechos de las mujeres, sentencia de modo contundente la filósofa Francesca Gargallo.
En entrevista exclusiva con Cimacnoticias, la profesora investigadora de la Universidad de la Ciudad de México (UCM) comenta sobre los retos actuales de las ideas y prácticas feministas en momentos en que el autoritarismo globalizador agudiza la violencia contra las mujeres -con el feminicidio como máxima expresión-, e incrementa la explotación laboral de las mujeres migrantes e indocumentadas.
Gargallo abunda sobre las premisas contenidas en su más reciente libro «Ideas feministas latinoamericanas», editado por la UCM, y en el que hace una revisión crítica sobre la pérdida de radicalidad y autonomía del movimiento feminista en México y AL, y la «mediatización» de la lucha de liberación de las mujeres ante el auge de los estudios académicos de «género», y la mayor presencia de «expertas» en el tema en las instituciones públicas.
Con la vehemencia de una militancia feminista de más de 25 años y la claridad de una pensadora, la doctora en Estudios Latinoamericanos de origen italiano sostiene que se debe recuperar el diálogo entre las dos grandes corrientes feministas: la radical, que en autonomía frente al Estado y los financiamientos internacionales pugna por la transformación del sistema patriarcal, y la institucional, que desde los partidos políticos, organismos civiles con apoyo oficial, y las estructuras de poder, buscan cambios inmediatos a favor de las mujeres.
¿Hacia dónde va hoy el movimiento feminista en México y AL? ¿Qué objetivos tiene?
– Creo que estamos atravesando por una gran crisis, y como en todas las crisis yo le veo su lado positivo. Es un gran momento de impasse en el que se pueden, se deben analizar los fenómenos que frenan el gran desarrollo inicial, y que se manifiestan en una cierta institucionalización (del feminismo), no sólo de las tareas, sino de las ideas que las sostienen y eso sí me parece muy peligroso.
«Creo que en este momento más que en los últimos años estamos frente a una redefinición de las estructuras de poder, a una mutación en las manifestaciones de la economía del poder, y por tanto de las mutaciones de las formas de opresión de la población mundial, de la cual las mujeres somos el 51 por ciento, y repercute en nuestras condiciones de vida y nuestros derechos.»
La también novelista y ensayista expone que se debe pensar el feminismo «a la luz de la nueva arremetida contra el derecho al trabajo y en el ámbito laboral» por parte del neoliberalismo, que tiene como claro ejemplo la migración de las y los trabajadores y de las masas campesinas, para integrarse al proceso de «maquilización» (con su trabajo sobrexplotado y mal pagado) que «está sustituyendo el proceso de industrialización en todo el mundo».
Entrevistada en su cubículo de la Academia de Historia de las ideas de la UCM, la italiana nacida en Sicilia hace 47 años y avecindada en México desde hace 25 advierte que ante ese panorama el feminismo debe plantearse si va a ser un pensamiento «para justificar el sistema económico legal vigente a través de la introducción de algunas mujeres a los ámbitos de la visibilidad y el poder, o si sigue siendo un pensamiento, una filosofía, y una práctica de liberación de las mujeres».
«Ese es el momento en el que estamos» las feministas, observa.
Criticó el hecho que algunas representantes del movimiento feminista «institucional» en México, se reivindiquen como «especialistas en cuestiones de género» y debido a ello «estén perdiendo el diálogo y la capacidad de regenerar su pensamiento en términos de una radicalidad».
LA CRISIS Y EL DIALOGO
Francesca Gargallo apunta que la «hiperexplotación» impulsada por la globalización ha provocado en los movimientos sociales «una terrible situación de miedo y pesimismo frente al futuro».
Agrega que no todos los grupos feministas son optimistas respecto a la capacidad de su propio movimiento para lograr una transformación hacia la liberación de las mujeres, y por ende de toda la sociedad. «Porque a fin de cuentas -subraya- el fin último del pensamiento feminista es la transformación de la sociedad».
C: ¿Las tendencias radical e institucional del feminismo deberían confluir para que el movimiento alcance de una manera más pronta sus objetivos?.
«No creo que ambas tendencias tengan los mismos objetivos. Podemos reconocer coincidencias en objetivos precisos, por ejemplo: analizar y detener el feminicidio que acompaña la crisis de la masculinidad dominante; y atender la situación de las mujeres migrantes en situación de irregularidad, mujeres que están siendo instrumentalizadas por el sistema capitalista porque son las más baratas de todas las trabajadoras, y su situación de irregularidad determina que sigan siendo baratas».
«Creo que otro de los puntos específicos donde podrían confluir (ambas corrientes) es en el análisis y detención de la violencia contra las mujeres por el hecho de serlo, violencia que no sólo llega al feminicidio, es decir al asesinato sistemático de mujeres por ser mujeres, sino la violencia que se manifiesta en el ninguneamiento de su palabra, que es una forma de violencia y misoginia, y la misoginia es una forma de sexismo.»
La integrante fundadora de la Asociación Iberoamericana de Filosofía y Política no oculta su simpatía por el feminismo radical, al cual considera como el único que puede aportar un cambio social mediante una profunda crítica a la sociedad sexista de manera autónoma frente a la academia y la política formal.
Y no obstante, la licenciada en Filosofía por la Universidad de Roma «La Sapienza», considera «indispensable» que se abra un diálogo entre el feminismo autónomo radical y el institucional con el fin de que el feminismo «oficial» impulse ciertos cambios dentro de los órganos de la política formal.
TENDER PUENTES
Consideró que las «feministas institucionales» actúan de manera similar a los partidos de izquierda, que en su afán de atraer votos de la población más moderada dejan de escuchar a sus bases populares.
«En su desesperado intento de lograr la legitimación por parte del sistema capitalista global y sexista tal como lo conocemos, (ellas) han perdido la capacidad de reflexión y de relación con el feminismo radical», lamenta.
Por tanto, reitera que la solución para esta crisis del movimiento feminista está en el diálogo entre las corrientes, pero -aclara- un diálogo que no signifique una «asimilación» del feminismo radical al institucional.
«No es cuestión de blanco y negro. El diálogo es posible: el feminismo institucional debe darse cuenta de que el origen de su pensamiento está en las bases de mujeres que no son manejadas desde una estructura, sino de las mujeres que se reúnen espontáneamente entre sí para la reflexión sobre sí mismas, y esto implica por ejemplo a las jóvenes, a las punks, a las lesbianas radicales.»
Sin bajar en ningún momento el tono de su voz, la autora de diversas novelas como «Verano con lluvia» defiende que el feminismo puede seguir apostando al juego de la política formal, el cual puede ser validado por el resto del feminismo sólo si la corriente institucional dialoga con la radical.
Francesca Gargallo celebra que hay sectores del feminismo que están construyendo esos puentes de diálogo entre las dos tendencias. Pone como ejemplo el acercamiento entre sí de programas universitarios de estudio sobre las mujeres como el PIEM del Colegio de México y el PUEG de la UNAM, así como con otras visiones no académicas.
Añade que desde la corriente radical feminista hay académicas a favor del diálogo al igual que en el movimiento lésbico, las jóvenes punks, y las mujeres organizadas en el movimiento popular que aspiran a democratizar la política de izquierda.
EL GENERO Y LOS RETOS DEL FEMINISMO
En su libro, Francesca Gargallo hace una crítica implacable de los llamados «estudios de género», por considerar que han contribuido a la mediatización de la lucha por la liberación de las mujeres.
Explica a Cimacnoticias que aunque está de acuerdo en el uso en algunos casos de la categoría «género» para explicar la situación de desigualdad de las mujeres ante los hombres, esa herramienta de análisis sustituyó cualquier reflexión sobre la condición de las mujeres por la reflexión del juego entre los géneros.
«Devolvió el factor masculino a la reflexión de las mujeres entre sí, e impidió a las mujeres pensarse como mujeres para las mujeres», sostiene.
Abunda que otro paso para la mediatización de la lucha de las mujeres a través del género, fue la academización de esta categoría, con la que los estudios feministas y sobre las mujeres pasaron a ser estudios de género en los que proliferan, entre otros asuntos, los cursos sobre masculinidad.
La filósofa indica que el siguiente escalón en la mediatización fue la «creación de las expertas de género, que por lo general, son ex feministas radicales». Remarca que esas expertas ingresaron a las instituciones públicas para hacer política a favor de las mujeres, y desafortunadamente perdieron el diálogo con las feministas.
C: ¿Cuáles serían los retos inmediatos en México del movimiento feminista respecto a la situación de las mujeres?
«El reto fundamental es repensar el lugar de las mujeres en el mundo, y por lo tanto, pensar el lugar que adquiere el cuerpo femenino en la práctica represiva. Y la represión se da, por ejemplo, contra las trabajadoras a las que se les impide la sindicalización (lo hace hasta el Gobierno del DF), y en la violencia contra las mujeres».
Refiere que uno de los retos más fuertes es el combate del feminicidio, que por ejemplo en Ciudad Juárez ha dejado alrededor de 400 víctimas desde 1993, ya que se requiere, con la colaboración de todo el movimiento feminista, de una «revisión cultural de fondo, una redefinición de los roles, y una revisión económica importantísima».
Gargallo recuerda con alarma que hace poco la Secretaria de Desarrollo Social informó que en México son asesinadas 5 mil 200 mujeres cada año. «Creo que es una cifra oficial, es decir, creo que es una cifra por debajo de la realidad, pero es espantosamente alta, sobre todo porque sólo el 1 por ciento de los asesinos es perseguido».
Con la indignación en la piel, advierte que el 99 por ciento de los casos de asesinatos de mujeres en los ámbitos doméstico y público, quedan impunes. «Esa impunidad es el reto de las feministas hoy», concluye enfática.