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Perseverancia y trabajo feminista estratégico en Siria

Fuentes: Al-Jumhuriya English

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Desde el comienzo de la revolución siria en 2011, las mujeres han desempeñado un papel destacado como líderes (1). Sin embargo, a medida que la revolución se iba convirtiendo en un conflicto armado, se las fue marginando y excluyendo cada vez más de los espacios públicos. Pero esto no les impidió desempeñar papeles políticos y sociales en otras áreas de lucha. Las mujeres han comenzado a organizarse a varios niveles diferentes en respuesta a las necesidades urgentes derivadas del conflicto, el bloqueo, el desplazamiento, el aislamiento y la exclusión sistemática.

Su trabajo no se ha limitado a responder a necesidades a corto plazo, sino que ha constituido una lucha militante acumulativa que intentaba lograr un cambio político y sostener una paz feminista (2) de acuerdo con las necesidades de las comunidades locales y los grupos de base. Como resultado, las agendas de los grupos feministas lucharon por la transformación y enmienda de las realidades políticas, económicas y sociales. No solo han trabajado para lograr cambios o reformas superficiales o impuestos desde el exterior. Se han fundado varias organizaciones con agendas feministas (3) o líderes feministas (4) a fin de impulsar la acción política en su sentido más amplio: hacia la justicia, la libertad y la paz sostenible. También trabajan para arrojar luz, tanto dentro como fuera del país, sobre el impacto que el conflicto ha tenido en los sirios y, más especialmente, su devastador impacto en las mujeres y otros grupos marginados.

Al examinar los espacios feministas disponibles antes de 2011, podemos ver que las restricciones de seguridad que se aplicaban a la sociedad civil en su conjunto constituyeron una motivación adicional para que el liderazgo feminista, y las mujeres en general, establecieran y desarrollaran espacios feministas. Algunas organizaciones optaron por llenar las brechas de género existentes al responder a las necesidades emergentes de prestación de servicios, al crear capacidades a través de actividades de sensibilización, al proporcionar apoyo psicosocial u oportunidades laborales y servicios de asesoramiento a las mujeres afectadas por el conflicto o el desplazamiento forzado. Otras optaron por centrarse en iniciar la movilización social feminista, concentrándose en la justicia transicional, la consolidación de la paz y el cambio social, además de documentar las violaciones y emprender actividades de apoyo que garantizaran la presencia de las voces de las mujeres en los debates tanto locales como internacionales. A pesar de las diferencias en las agendas y los diferentes modos de acción empleados por las organizaciones feministas y de mujeres, a menudo han de hacer frente a desafíos externos similares. Se podría decir que el denominador común entre todas las organizaciones feministas y las organizaciones lideradas por mujeres es su insistencia en garantizar los derechos de las mujeres y la justicia de género tanto en el ámbito público como en el privado y a nivel político, económico, legal y social.

Sin embargo, la determinación y resiliencia mostradas por las organizaciones feministas y de mujeres (5) requieren de unos cimientos básicos que aseguren la continuidad y  sostenibilidad de sus esfuerzos. Algunas organizaciones feministas han indicado que una organización empoderada o resiliente es aquella que es “independiente y capaz de tomar decisiones de forma autónoma. Esto significa que tiene acceso a recursos diversos, flexibles y sostenibles que le permiten trabajar de acuerdo con su propia visión y no con la del financiador. Una organización empoderada tiene derecho a trabajar en el lugar que elija. Debe dotarse de altas capacidades técnicas, liderazgo positivo y responsable, y una visión y principios claros. Su trabajo ha de realizarse de manera respetuosa y equitativa, y sus equipos deben trabajar con eficacia. Sus empleadas deben tener un equilibrio saludable entre el trabajo y la vida privada y gozar de buena salud mental. También la capacidad, el espacio y la libertad para trabajar en red y coordinarse entre sí a fin de implementar mejor su trabajo (6)”.

Al analizar más a fondo esta definición, podemos dividir las condiciones que deben cumplirse y los elementos de las organizaciones empoderadas y resilientes en cuatro categorías básicas: 1) una situación ejecutiva favorable, 2) independencia de las agendas de los donantes, 3) seguridad y 4) un entorno social propicio. Al observar estas condiciones, comprendemos que no se cumplen por completo respecto a las organizaciones de mujeres sirias. Por lo tanto, podemos concluir que los desafíos más obvios y complejos que enfrentan la mayoría o todas las organizaciones feministas y lideradas por mujeres, desafíos que amenazan su sostenibilidad y existencia, pueden analizarse en relación con las cuatro categorías anteriores. A continuación se describen las características más destacadas de estos complejos desafíos, que constituyen un obstáculo fundamental para asegurar la sostenibilidad de los esfuerzos de estas organizaciones y amenazan los cimientos de su resiliencia y de su propia existencia.

Ambientes laborales inestables

El ámbito geográfico del trabajo que realizan las organizaciones de mujeres se ha ampliado. Ahora actúan por toda Siria, así como en muchos países vecinos y en todo el mundo. Esto se debe a diversos factores, entre ellos los de la migración y el desplazamiento forzado. Los desafíos siguen siendo en gran medida los mismos, a pesar de las diferencias de contexto en función de su ámbito geográfico.

Los registros y la concesión de licencias son un desafío fundamental que enfrentan estas organizaciones con independencia del alcance geográfico en el que estén trabajando. Ya sea que emanen del régimen sirio, del gobierno de rescate sirio en Idlib o de gobiernos vecinos y países europeos, los numerosos obstáculos impuestos al registro y la concesión de licencias a las organizaciones sirias representan una amenaza para el estatus y la legitimidad de estas organizaciones. Pueden llegar incluso a amenazar su propia existencia y continuación. Cuando una organización no puede registrarse u obtener un permiso de trabajo, puede repercutir afectando a su capacidad para abrir cuentas bancarias. Este hecho a su vez limita su capacidad para acceder a los recursos financieros que necesita para aumentar su eficacia en el espacio de trabajo de la sociedad civil y en la sociedad en general. Posteriormente, todo ello repercutirá en la sostenibilidad y empoderamiento de la organización. También afectará a sus empleadas, que enfrentan problemas para obtener permisos de trabajo o residencia en sus países de asilo, desestabilizando así su seguridad y bienestar económico.

Al examinar estos obstáculos y desafíos, podemos apreciar que se imponen de manera desproporcionada sobre el trabajo y funcionamiento de las organizaciones feministas y de mujeres. Podríamos concluir que esto se deriva de una sensación de amenaza que sienten  estas fuerzas dominantes, especialmente cuando notamos que las restricciones que imponen son más estrictas que las exigidas, por ejemplo, a las organizaciones de ayuda humanitaria. Así, puede ocurrir que detrás de las restricciones impuestas por los poderes establecidos esté el miedo que albergan hacia la capacidad que tienen las organizaciones feministas y de mujeres para realizar cambios sociales y culturales empleando metodologías de trabajo contrarias a sus propias ideologías opresivas.

Estas restricciones establecen un entorno hostil y poco propicio para el trabajo feminista. Contrarrestan en gran medida también las condiciones que las organizaciones se esfuerzan en crear para asegurar su perseverancia y la sostenibilidad de su trabajo, específicamente, “el derecho a trabajar en el lugar que elijan y el acceso a recursos diversos y flexibles”.

La rigidez de los donantes

La rigidez de los donantes, las limitaciones y condiciones que imponen, su desconexión casi completa de los contextos locales y su falta de comprensión de los requisitos del trabajo de campo conducen a menudo a la exclusión. La financiación se destina a determinadas organizaciones mientras se excluye a otras. La mayoría de los donantes imponen sus agendas a las organizaciones creando condiciones que vinculan los requisitos de la solicitud de una subvención con la agenda del otorgante. También condicionan las subvenciones a la implementación de proyectos contractuales que requieren un determinado conjunto de actividades que no están necesariamente vinculadas a un contexto de transformación o acumulativo. Además, esos proyectos no están diseñados para satisfacer las necesidades locales. Todo esto se suma a la negligencia del donante con respecto a la necesidad de las organizaciones de asegurar los costes operativos básicos de sus actividades.

Tanto a corto como a largo plazo, estos desafíos tienen un impacto negativo en las agendas de las organizaciones feministas y de mujeres. A corto plazo, puede verse afectada la capacidad de las organizaciones y sus equipos de trabajo para implementar proyectos. Esto aumenta la tasa de rotación del personal, provoca inestabilidad y dificulta la sostenibilidad de su trabajo. A largo plazo, los desafíos planteados por los donantes comprometen la capacidad de las organizaciones feministas y de mujeres para mantener las partes de sus agendas feministas que en realidad constituyen la acción política. Como resultado de esta presión para que se deshagan de su retórica feminista basada en la demanda, estas organizaciones tienen que trabajar muy duro para no perder de vista sus objetivos. Podrían  tener que limitarse a satisfacer únicamente los requisitos burocráticos del donante y ejecutar proyectos impuestos desde el exterior.

Por tal motivo, y para asegurar su sostenibilidad y el margen de libertad necesario para la acción política feminista, estas organizaciones han diversificado las fuentes de sus subvenciones. Esto también les permite cubrir los costes operativos básicos que no están cubiertos por las subvenciones basadas en actividades. Sin embargo, la diversificación de las subvenciones no es un proceso fácil ni mecánico. Esto se debe a varios factores: la burocracia de los donantes, los múltiples requisitos asociados con la recepción de fondos (como la presentación de informes periódicos) y una posible falta de conocimientos o habilidades técnicas e institucionales que pueden dificultar que las organizaciones puedan cumplir todos los requisitos del donante. Debido al rápido surgimiento y crecimiento de las organizaciones de mujeres durante los últimos nueve años, la mayoría no ha tenido la posibilidad de diversificar su financiación o establecer redes de donantes. No pueden asignar ni el tiempo ni los recursos necesarios para desarrollar mecanismos que aborden los requisitos de estos donantes. Vemos esto especialmente en organizaciones feministas pequeñas no registradas de la sociedad civil. Estas organizaciones tienen dificultades para obtener financiación durante las primeras fases de su puesta en marcha. Por lo tanto, la rigidez de los financiadores y la burocracia estricta marginan de manera desproporcionada a las organizaciones más pequeñas y frágiles.

Los rápidos cambios que se están produciendo en el contexto sirio general provocan cambios paralelos constantes en las políticas y prioridades de los donantes mientras tratan de seguir el ritmo de las necesidades emergentes. Posteriormente, esto crea una serie de desafíos adicionales para las organizaciones de mujeres con respecto a la continuación o sostenibilidad de sus canales de financiación existentes. En algunas áreas de Siria, las fuerzas dominantes de facto desempeñan un papel en la imposición de las políticas de algunos donantes o en la interrupción del trabajo de otros. El asunto se complica aún más por la existencia de alianzas que vinculan a algunas de las agencias donantes con fuerzas políticas sobre el terreno.

Todo esto afecta negativamente a las organizaciones feministas de la sociedad civil en determinadas regiones, especialmente a las organizaciones cuyas agendas están en contradicción con las de los poderes dominantes de facto y con las políticas del régimen. Se enfrentan a estructuras represivas que dificultan su trabajo. Con acceso limitado a la financiación, estas organizaciones de mujeres están aún más marginadas. Como resultado, los marcos de resistencia colectiva se vuelven menos eficaces en la medida en que pierden diferentes formas de financiación, recursos y apoyo.

En conjunto, la rigidez y la burocracia de algunos donantes, además de los rápidos cambios en sus prioridades, constituyen un enorme impedimento para las condiciones necesarias para la resistencia política y el empoderamiento del trabajo feminista. A partir de su propia definición, la “toma de decisiones autónoma” y el “acceso a recursos diversos, flexibles y sostenibles que les permitan trabajar según su propia visión y no según la del financiador” son algunas de las condiciones más importantes para la perseverancia de las organizaciones de mujeres. Los múltiples desafíos que impiden que se den estas condiciones hacen que las organizaciones de mujeres sean vulnerables a las amenazas que afectan a sus mecanismos de trabajo, sostenibilidad y existencia.

Seguridad y protección

Los desafíos relacionados con la seguridad y la protección impiden la creación de un entorno seguro o favorable para el trabajo feminista. Estos desafíos son de naturaleza estructural y compleja. Adoptan formas diferentes y pueden darse en muchos tipos de espacios de trabajo. También difieren según el área geográfica en la que operan las organizaciones feministas y de mujeres. Si bien todas las organizaciones de la sociedad civil se ven afectadas por estos desafíos, las formas particulares que adoptan cuando se enfrentan a organizaciones feministas o lideradas por mujeres son más complejas debido a una serie de retos adicionales en base al género.

Varios años antes de la propagación de la pandemia de la covid-19, la mayoría de las organizaciones de la sociedad civil comenzaron a trabajar online en el contexto de una movilidad y transporte limitados. A pesar de su capacidad para desarrollar herramientas de trabajo online, se han enfrentado continuamente a riesgos de seguridad en la red y están teniendo que lidiar también con un aumento notable de las tasas de violencia en Internet. Esto no ha hecho sino aumentar aún más con la propagación de la pandemia y la proliferación del trabajo en red. Las formas más recurrentes de ciberviolencia contra las mujeres, y especialmente contra las mujeres activistas, van desde “difundir información sensible” (7) hasta “chantaje” (8) “troleos” (9) y la circulación de contenidos íntimos sin consentimiento, es decir, la “pornografía de venganza”. Estas prácticas se consideran tipos de violencia de género que se perpetran en el ciberespacio. El hecho de que esta forma específica de violencia pueda traspasar fronteras geográficas y barreras físicas, así como la facilidad con la que se pueden ocultar las identidades de los agresores, amplifica el daño que causa.

Además de estos desafíos emergentes, las organizaciones que operan en Siria enfrentan otros riesgos de seguridad derivados de la proliferación de armas y grupos armados y la presencia de fuerzas de seguridad e inteligencia. La naturaleza del conflicto en Siria ha desplazado a muchas organizaciones y obligado a otras a cerrar para evitar los peligros de los bombardeos y la violencia sistemáticos. De hecho, muchos centros pertenecientes a organizaciones de mujeres han sido bombardeados y, en muchos casos, varios centros gestionados por la misma organización fueron atacados (10).

Las organizaciones feministas y las lideradas por mujeres en el Líbano y Turquía también se enfrentan a problemas de inseguridad debido a las restricciones de esos gobiernos sobre los sirios y las organizaciones sirias. También imponen otras restricciones a su movimiento en el país, como las referidas a viajar a través de gobernorados y municipios. En el Líbano, por ejemplo, los sirios (especialmente los refugiados) sufren limitaciones impuestas a sus movimientos por las políticas racistas promulgadas por el gobierno libanés y las autoridades locales.

En el mismo orden de cosas, muchos países tienen duros procedimientos de entrada y limitan el número de visados de entrada que otorgan a los sirios. Sin embargo, esto solo afecta a aquellos que pueden viajar o solicitar visados de entrada. Los residentes de determinadas zonas de Siria, como Idlib, sufren otras dificultades, como no poder salir del gobernorado en el que residen. La situación inestable que azota a los refugiados sirios en Europa también crea cargas y desafíos adicionales que socavan la capacidad de las organizaciones de mujeres para trabajar en red y asistir a reuniones y oportunidades de capacitación, o para viajar en aras a promocionar sus esfuerzos y trabajo. Factores de seguridad y protección como estos están directamente relacionados con la definición mencionada anteriormente, ya que afectan a la capacidad de las empleadas “para mantener un equilibrio saludable entre el trabajo y la vida privada, y disfrutar de una buena salud mental” y limitan su “capacidad, espacio y libertad para trabajar en red y coordinarse entre sí con el fin de implementar mejor su trabajo”. Todo ello incide en la capacidad de las organizaciones para ser resilientes y efectivas, abocándolas a un estado constante de vulnerabilidad.

El contexto social patriarcal que oprime y controla a las mujeres al restringir su movilidad también contribuye a crear los obstáculos que impiden la libertad de movimiento de estas activistas. Esto afecta negativamente a la capacidad de movilización de las organizaciones feministas y lideradas por mujeres.

Patriarcado y contexto social

Un sistema patriarcal represivo no solo limita el movimiento y la libertad de las mujeres, sino que también multiplica los desafíos y obstáculos que se les presentan. Las restricciones impuestas al movimiento de las mujeres son una forma de violencia de género (11) que las activistas sufren de manera injusta.

El hecho de que las mujeres estén a menudo limitadas a estereotipados roles de género  debilita su participación en la vida pública y privada, especialmente su participación política activa. En muchas discusiones sobre Siria encontrarán grupos e individuos que explotan los derechos de las mujeres y ciertas causas feministas en la búsqueda de intereses políticos o personales. En los espacios de trabajo de la sociedad civil siria, uno de los ejemplos más destacados de esta explotación es cuando se invita a una mujer a participar en un panel de discusión sobre violencia sexual, pero solo en su calidad de “víctima”. Se la limita a un rol que solo implica compartir sus sentimientos y experiencias, mientras que los participantes masculinos comparten sus análisis y opiniones al respecto. Estas prácticas contribuyen a perpetuar la idea errónea de que las mujeres no pueden participar activamente, lo que conduce a su marginación y exclusión.

En cuanto a las duras reacciones sexistas que acosan a las mujeres, las exponen a la violencia y aumentan su exclusión y marginación, esta es una forma de preservar los privilegios masculinos y proteger la desigual dinámica de poder que los hombres imponen sobre las mujeres. Este comportamiento neutraliza los cambios positivos graduales en las normas y tradiciones respecto a la promoción de los derechos de las mujeres, la igualdad de género y la reubicación y reequilibrio de las dinámicas de poder distribuidas de manera desigual. Lo hemos visto desde los primeros días de la revolución, cuando los hombres marginaban a las mujeres con el pretexto de que “no es el momento adecuado, la batalla contra el régimen prosigue”. Esta opresión practicada por los hombres reproduce la opresión que practican las fuerzas que controlan tanto a los ciudadanos como a las ciudadanas. La incapacidad de los hombres para percibir y abordar esto refuerza el patriarcado opresivo.

Estos y otros desafíos no han impedido que las organizaciones feministas y de mujeres sigan resistiéndose ante los obstáculos culturales, los relacionados con la seguridad, los políticos y financieros, promoviendo de forma persistente los derechos de las mujeres, la incorporación de la perspectiva de género, la sensibilidad de género y el discurso feminista en su trabajo. También insisten en que los derechos y las demandas no pueden separarse unos de otros y enfatizan la necesidad de abordar los derechos de las mujeres como una causa inseparable de los derechos humanos.

Persistencia y perseverancia a través de estrategias feministas para revertir el equilibrio de poder

Conscientes de la importancia de su trabajo como herramienta indispensable para el cambio político y social, las organizaciones feministas y las lideradas por mujeres han recurrido a numerosas estrategias para abordar estos desafíos. La más importante de estas estrategias puede ser el establecimiento y fortalecimiento de las relaciones con las comunidades en las que operan para establecer un sistema de apoyo social y un entorno solidario. Esto puede reemplazar la legitimidad formal con una legitimidad social y popular que obtenga la confianza de la comunidad local. Generar confianza a través de las estrategias mencionadas permite a las organizaciones de mujeres trabajar en un espacio libre que se crea a partir de la colaboración que establecen con las comunidades locales. Estas relaciones con la comunidad local ayudan crear resistencia ante el sistema político patriarcal y su aparato de seguridad en muchas áreas donde el trabajo de campo se ve atacado por los desafíos que crean estas entidades. Además, muchas organizaciones feministas operan de forma anónima y “desde abajo”. No revelan sus estrategias o actividades y limitan su presencia en las plataformas públicas con el objetivo de eludir los poderes fácticos y asegurar la continuidad de su labor.

Finalmente, muchas organizaciones feministas y lideradas por mujeres han recurrido a la autofinanciación y han confiado en los recursos propios de la organización y su potencial voluntario para hacer frente a la rigidez de los donantes y la ausencia de aportaciones. Han tratado de reducir los costes trabajando desde casa o recaudando fondos mediante donaciones y otras actividades generadoras de ingresos. También se han renovado las relaciones de confianza con las comunidades locales, algo que aporta enormes beneficios a estas organizaciones.

Como sirios, tanto hombres como mujeres, lo más importante que podemos hacer para ayudar a las organizaciones feministas a resistir los desafíos que enfrentan es invertir en ellas con confianza, legitimidad y apoyo comunitario. Debemos evitar explotar sus contribuciones, trabajo y agendas en búsqueda de ganancias políticas o personales, y tener fe en su capacidad para cambiar el equilibrio de poderes y desafiar los sistemas patriarcales opresivos.

Conclusión

Clasificamos la variedad de desafíos que enfrentan las organizaciones feministas y de mujeres en cuatro categorías principales a fin de aclarar cada área en su especificidad y al mismo tiempo arrojar luz sobre los desafíos adicionales, en función del género, que van en contra de las agendas de las organizaciones feministas. Sin embargo, estos desafíos están tan entrelazados y entretejidos que colectivamente constituyen una amenaza para la acción feminista y su sostenibilidad. Los poderes dominantes de facto se aprovechan continuamente de esta complejidad, explotando los desafíos estructurales existentes (como la cultura patriarcal/misógina y la falta de recursos financieros) para reprimir estas organizaciones y limitar su trabajo.

Así pues, podemos concluir que dada la naturaleza compleja de los desafíos que enfrentan las organizaciones de mujeres y feministas, existe una correlación positiva constante entre la profundidad de dichos desafíos y el miedo que suscitan los cambios que buscan generar. Las agendas feministas tienen una fuerza transformadora capaz de desestabilizar formas superpuestas de opresión y amenazar la fuerza y el discurso de los sistemas patriarcales. Por lo tanto, los poderes fácticos las temen. Cuanto estas fuerzas dominantes de facto más las temen, más intentan reforzar su control sobre los espacios de trabajo feministas en Siria.

Las organizaciones feministas y las lideradas por mujeres han podido perseverar y resistir gracias a su determinación y persistencia, a pesar de los múltiples desafíos impuestos por los regímenes opresores, incluido el patriarcado. Un enfoque participativo, comunitario, sensible al género, sensible al contexto y basado en derechos les ha proporcionado las herramientas necesarias para enfrentar esos regímenes. Esto es así, aunque estos regímenes se han vuelto recientemente más opresivos a causa de la propagación del coronavirus y sus consecuencias, con un aumento de la violencia doméstica durante los confinamientos.

Las organizaciones feministas y lideradas por mujeres han desarrollado sus métodos y estrategias para cambiar orgánicamente el equilibrio de poder. Por tanto, han podido concentrarse en lograr resultados a largo plazo en la búsqueda de cambios políticos, económicos, legales y sociales, con el objetivo final de lograr una paz y justicia feministas sostenibles.

Notas:

1. Las normas y valores del liderazgo tradicional afianzan a menudo estructuras jerárquicas que perpetúan los patrones predominantes de división del trabajo y roles de género asignados. El liderazgo feminista socava ciertos aspectos del poder masculino como la competitividad, la rigidez, el despotismo, el autoritarismo y el enfoque en la productividad intensa. El liderazgo feminista es participativo, cooperativo, conectivo y transparente. Se centra en la creación de consenso, en las capacidades humanas y en conseguir el máximo potencial.

2. Según una perspectiva feminista más amplia, la construcción de la paz va más allá del enfoque estrecho que considera la paz como la mera ausencia de violencia y guerra. Por un lado, examina el vínculo entre violencia y guerra y, por otro, examina las estructuras sociales, económicas y culturales superpuestas, así como las instituciones que sustentan, producen y refuerzan las dinámicas violentas a través de relaciones de género injustas y desiguales y las dinámicas de poder que separan a los individuos dentro de una sociedad. En otras palabras, la paz feminista es un enfoque tanto ideológico como práctico que tiene en cuenta las causas y formas de violencia estructural, ya sean sociales, económicas, culturales o ambientales. Esta perspectiva práctica tiene como objetivo utilizar sus herramientas y mecanismos para establecer una paz sostenible.

3. Las organizaciones con agendas feministas desafían los sistemas opresivos y los patriarcales en particular. Emplean un análisis feminista sensible al género para desafiar todas las fuerzas represivas que marginan a las personas en base a su género,  a su carácter sociopolítico y otros.

4. Las agendas de las mujeres se centran en las experiencias de género de las mujeres. A menudo se centran exclusivamente en proteger a las mujeres.

5. Cabe señalar que no podemos pensar en las organizaciones feministas y de mujeres como un grupo homogéneo. Sin embargo, dados los desafíos externos similares que enfrentan, en este artículo las examinaremos en términos generales.

6. Esta definición fue formulada por organizaciones feministas y de mujeres durante una reunión preparada por la Asociación Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, que es una organización sin fines de lucro que reúne a organizaciones feministas y lideradas por mujeres y activistas feministas para trabajar colectivamente por la paz utilizando métodos no violentos. A través de estos encuentros, esta organización busca auspiciar la justicia política, económica y social mediante la promoción del aprendizaje en diferentes conflictos. También utiliza métodos de promoción y análisis conjunto de conflictos para producir conocimiento. La Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad comenzó su asociación con organizaciones lideradas por mujeres sirias en 2012 para brindarles apoyo en la promoción de sus agendas feministas.

7. Encontrar información personal, como el nombre y la dirección de una persona u otros datos personales, y publicarla en Internet sin el permiso o consentimiento de la persona.

8. Un tipo de chantaje que obliga a una persona a hacer algo, generalmente un acto sexual, amenazando con filtrar sus imágenes o información sexual.

9. Enviar mensajes o hacer comentarios de carácter insultante, incendiario o pervertido en Internet, con el fin de provocar o molestar a los lectores, producir sentimientos o reacciones y normalizar discusiones paralelas, ya sea por entretenimiento o con otros fines específicos y premeditados.

10.  Women Now for Development perdió dos centros por los bombardeos, Ghuta en 2018 e Idlib en 2020.

11. La violencia de género tiene sus raíces en un desequilibrio de poder e incluye violencia física, sexual, psicológica y económica. Algunos ejemplos de violencia de género incluyen: actos violentos cometidos en el contexto del matrimonio, violencia doméstica, violencia económica (como matrimonio precoz, privación de la educación y rechazo de empleo, etc.), restricciones de movimiento y detención/confinamiento en espacios privados.

Leen Alabed es una feminista siria que trabaja con la Women’s International League for Peace and Freedom.

Fuente:

https://www.aljumhuriya.net/en/content/perseverance-and-strategic-feminist-work

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