El fútbol es dinero, grandes intereses económicos. Grandes compañías que invierten en él por el papel que juega en la sociedad, por el dinero que mueve. En vísperas de la final de copa, Bilbo y Bizkaia se llenan de banderas de los colores de su equipo pero también con un gran desplegamiento corporativo. Parte de […]
El fútbol es dinero, grandes intereses económicos. Grandes compañías que invierten en él por el papel que juega en la sociedad, por el dinero que mueve. En vísperas de la final de copa, Bilbo y Bizkaia se llenan de banderas de los colores de su equipo pero también con un gran desplegamiento corporativo. Parte de él es intrínseco ya al equipo por las firmas de contratos, etc. O a la liga que juega. Pero para la final todos acudirán como hienas para difundir su imagen, asociar su imagen a la del equipo, y, si pueden, a la victoria o al logro deportivo, y con ello conseguir clientes o fidelizar los ya existentes.
En el caso de Petronor, el papel de esta propaganda es extraordinario. Por un lado desmoviliza a aquellos que tendrían que alzarse contra la contaminación y abusos sociales que comete. Por otra, elimina cargas negativas a su nombre al tiempo que socializa su marca ligándola al equipo. No en vano, el contrato de publicidad entre Petronor y el Athletic Club Bilbao se remonta al año 2008. Coincidencia, ese año Petronor iniciaba su proyecto de unidad URF (Unidades para la Reducción del Fuelóleo) o planta de coque. Esta planta se planteaba para rentabilizar el refino del petróleo, para producir más combustibles (de calidad pobre, para industria, coques) de lo que hasta entonces se entendía como residuo.
Obviamente esto suponía producir más, pero por tratarse de residuos de baja calidad, suponía añadir más y peor contaminación a una zona ya muy castigada, con unos de los índices más altos de mortalidad por cánceres del estado además de muchas otras enfermedades (dérmicas, respiratorias, etc). La planta de coque añadiría además elementos altamente tóxicos y cancerígenos como benzenos, toluenos, etc.
Ante esta situación, la población más próxima afectada (porque esa contaminación se traslada a kilómetros, por no hablar de la apolución correspondiente a la quema de gasolinas en carreteras, aire, etc, producida en esa planta) tomó las calles y empezó una movilización ejemplar que pese a no conseguir paralizar el proyecto continúa activa .
Petronor, que siempre ha utilizado (como todas las grandes empresas contaminantes y anti-sociales) la compra de la comunidad (subvenciones a clubs de deporte, ayuntamientos, etc), se vio obligada a invertir en lavar su imagen a nivel provincial. Lo consiguieron, lo consiguen: cuanta gente portando orgullosa la camiseta de su equipo y con ella el nombre de tan nefasta compañía!!! Aunque para muchos, esa marca en la camiseta es como una gran mancha (de petróleo).
Ahora, en plena crisis de la compañía, la planta de coque les puede suponer una alternativa económica, pues existen posibilidades de negocio refinando petróleos de arenas bituminosas y de fracking. Lo de refinar es un decir, porque nuevamente, estos son de calidad ínfima, sólo útiles para producir combustibles industriales (no para gasolinas, etc), y obviamente, produciendo grandes y tóxicas emisiones. A ello añadir todos los impactos que conlleva su extracción en Estados Unidos y Canadá. Estos petróleos irán incluidos en el tratado de libre comercio a firmar con esos países (TTIP y CETA). De 4.000 barriles diarios importados para refinar 2012 se podría pasar así a unos 700.000 barriles en 2020.
Nada más iniciarse el refino del primer cargamento comenzaron los problemas. El 21 de junio ocurría un escape de polvo de coque que obviamente afectó a la población pues ésta se encuentra pegada a la refinería (en la actual normativa ambiental esto sería inverosímil pues no hay ni 300 metros). El 2 de julio un escape de polvo de catalizador de una de sus chimeneas llenó la también aledaña Abanto-Zierbana de un polvo amarillento, que se nos antoja nada saludable (2 de julio 2014). Ambos accidentes provocaron la movilización popular, fruto del hartazgo e incertidumbre a los que somete esta compañía a la población. Por otro lado, el 13 de marzo del 2015 se registraba un derrame de crudo en el puerto de Bilbao, cuando se procedía a la descarga para Petronor. Accidentes que se suman a las continuas explosiones y escapes de gases que tienen a la población en vilo. A los continuos mareos, nauseas y cefaleas.
Siendo una marca propia, Petronor no es otra que la subsidiaria de Repsol en la CAPV (con la aportación de Kutxabank). Y Repsol no otra que la que tantos otros desastres acumula allá donde opera, la que impulsaba prospecciones en Canarias, la que quiere impulsarlas en la costa de Bermeo, que también le da al fracking, la que comete atrocidades en Ecuador, Perú, Colombia, etc, derrames en Tarragona, etc. De Repsol también sabemos como cuida su imagen, haciéndose asociar con las pruebas de motor: motoristas, rallies, etc. De la misma forma que el BBVA con las ligas de fútbol, con las de baloncesto en los USA, con eventos culturales, etc, Endesa con la liga de Baloncesto, Iberdrola con competiciones de vela (por eso de las energías renovables), con la selección de fútbol, etc.
Al gran deporte lo mueve el dinero y las grandes corporaciones. A nosotros nos mueven nuestros equipos, pero sobre todo nuestro pueblo, nuestras comunidades. Nos mueve el Planeta. No el gran capital. Digámosle alto y claro que nos dejen en paz, que no nos van a comprar.
Fuente original: http://www.ekologistakmartxan.org/2015/05/25/petrohorror-kanpora/