¿Caza de brujas o efecto Monsanto? El Carrasco paraguayo metió el dedo en la llaga. La cadena de televisión HBO inició la grabación en Paraguay sobre la incidencia de los plaguicidas en las zonas rurales del país, tema investigado por un equipo liderado por el doctor José Luis Insfrán….y muchos están nerviosos. Su estudio fue […]
¿Caza de brujas o efecto Monsanto? El Carrasco paraguayo metió el dedo en la llaga. La cadena de televisión HBO inició la grabación en Paraguay sobre la incidencia de los plaguicidas en las zonas rurales del país, tema investigado por un equipo liderado por el doctor José Luis Insfrán….y muchos están nerviosos.
Su estudio fue publicado por el Hospital de Clínicas y el es el mentor del Simposio sobre agrotóxicos y transgénicos realizado en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) el 25 y 26 de septiembre de 2014.
El médico Dr José Luis Insfrán viene denunciando hace años los efectos en la salud de las personas. Profesor titular y Jefe de la Cátedra de Semiología Médica de la UNA responde con firmeza que –«Ya no es posible negar que los agroquímicos utilizados en el campo sí afectan la salud humana» .
Nuestro último encuentro fué en Asunción, luego del simposio, en la cena ofrecida por el Dr Joel Holden Filártiga, otro médico que junto a Insfrán, son los precursores en Paraguay, denunciando las afecciones que día a día se repiten en sus consultorios.
En enero pasado en una entrevista con E’a, Insfrán repitió lo que revela el informe «Las enfermedades hematológicas y los Transgénicos», elaborado recientemente por él y por varios estudiantes de medicina.
Insfrán manifestó que «los millones de litros de agroquímicos que se derraman en los sojales cada año, indudablemente afectan a la salud de la población del Paraguay, principalmente a los de las zonas rurales.» Su informe en la investigación arroja que «…doscientos diez casos nuevos de leucemias y linfomas aparecen por año» y que «…Puede afirmarse que por año aparecen 30 nuevos casos de enfermedades hematológicas por cada millón de habitantes y como en Paraguay somos aproximadamente siete millones de habitantes, doscientos diez casos nuevos de leucemias y linfomas aparecen por año».
Como era de esperarse, amordazar al galeno es ahora cuestión de Estado, como consecuencia de sus dichos y de su estudio Insfrán reveló que les llegó a él y a su equipo, «un pedido de sanción a través de la Facultad de Medicina UNA, por «oponerse al desarrollo del país». Dicho pedido proviene de los alumnos de la carrera de Biotecnología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y del coordinador de esa carrera, al decano de la Facultad de Medicina, Aníbal Peris, según el Dr. Insfrán.
-«A nosotros nos llegó un pedido de sanción a través del decano de la Facultad de Medicina, por unos 30 alumnos de Biotecnología, porque nos oponíamos al desarrollo de un país», dijo el doctor hace escasas horas en otro medio, Radio UNO.
La investigación del Dr. Insfrán y su equipo fue presentada el año pasado. «Nos llamaba la atención que hace 25 años atrás nosotros no teníamos la alta proporción que hoy tenemos de pacientes con enfermedades hematológicas (linfomas, leucemias, entre otros)». «Prácticamente el 30 % de las camas ocupadas por adultos, eran de pacientes con ese tipo de enfermedades», agregó.
Tomaron casos desde el 2008 al 2013, y los compararon con los de 15 años atrás, cuando comienza el auge del monocultivo de la soja, el resultado es que la cantidad de pacientes aumentaron tres veces más.
En septiembre de 2014 tuvo lugar en Paraguay el Simposio, cuya idea y aprobación de la casa de estudios fué obra de Insfrán, aunque los organizadores luego lo desplazaron para convertir el Simposio en un circo de Ongs, donde los sojeros y defensores del modelo no asistieron y los alumnos de biotecnología se sintieron atacados ante tanta evidencia científica brindada por científicos de la talla de John Fagan, de la Universidad de Cornell y donde la ausencia más sentida fué la del fallecido científico argentino Dr Andrés Carrasco.
Consultado el Dr. Insfrán si gente del Gobierno le pidieron los resultados de su trabajo para políticas preventivas y de control, el investigador fue claro:
–«No creo que el Gobierno, y menos la Universidad Nacional, estén interesados. En Agronomía y en Biotecnología enseñan que el uso de los transgénicos aceleran el desarrollo de un país» manifestó el médico. Esa es la gran hipocresía que enfrenta el vecino país en referencia a la soja que mata de manera silenciosa con sus cócteles de veneno, y ruidosa cuando algún pequeño agricultor cae bajo las balas de los dueños del surco, de las tierras y de las decisiones que se toman en el Palacio de los Lopez, cueva actual de las multinacionales.
Recuerdo estar sentada junto a mi amigo, el Dr Joel Filártiga en dicho simposio, sorprendidos de las preguntas obsenas realizadas por de estos estudiantes que hoy piden sanciones.Pichones de genocidas amparados por un personaje del Senave que les escribía las preguntas para entregar a los disertantes, cuyas respuestas los enfurecía. Pasaron verguenza, el Simposio fué una verguenza, pero más verguenza es ver una Universidad cooptada por dinero manchado con la sangre de tantos campesinos paraguayos muertos envenenados por esos mismos egresados y profesores cómplices de los mitâ’i que hoy piden sanción. Esos mismos que enseñan la falacia de que la «dosis hace al veneno» en su afán de riqueza a base de «desarrollo de contaminación y muerte».
Esto me recuerda a las sabias palabras del catedrático de Filosofía del Derecho Jesús Ballesteros, coautor del libro «Biotecnología y posthumanismo», en una pequeña entrevista Ballestero respondía con una verdad tán sólida como cruda : -«Los riesgos éticos de la biotecnología van unidos al dualismo, que desprecia el cuerpo humano como si fuera un simple objeto y no tuviera carácter personal; al voluntarismo tecnocrático que cree lícito hacer todo lo que es técnicamente posible, y por tanto permite la manipulabilidad total de la vida humana y al utilitarismo, que propugna la utilización de los embriones humanos como simples objetos al servicio de la medicina regenerativa, lo que, además de su inmoralidad, hasta ahora no ha dado ni un solo resultado positivo«.
Estos pichones de inmorales estudiantes, abanderados por un carroñero viejo, que los usa de escudo están lejos de aprender un 0,1 % de la sabiduría de Ballesteros. Por sobre todas las cosas en su ceguera mononeural, aún no avizoran que en su horizonte, el veneno los tiene en la lista a ellos y a toda su descendencia.
Fuente original: Ecos de Romang