Cochabamba, 16 y 17 de octubre 2009 La ALBA es coincidente en su propuesta con principios y reivindicaciones históricas planteadas por el movimiento de mujeres. Sus principios de solidaridad, cooperación, reciprocidad, complementariedad, diversidad e igualdad, han sido la base de las prácticas y contribuciones económicas de las mujeres, ligadas prioritariamente a la reproducción integral de […]
Cochabamba, 16 y 17 de octubre 2009
La ALBA es coincidente en su propuesta con principios y reivindicaciones históricas planteadas por el movimiento de mujeres. Sus principios de solidaridad, cooperación, reciprocidad, complementariedad, diversidad e igualdad, han sido la base de las prácticas y contribuciones económicas de las mujeres, ligadas prioritariamente a la reproducción integral de procesos y condiciones de vida, y son también el eje de nuestras visiones sobre un nuevo sistema económico. Así, la ALBA confluye con la aspiración de las mujeres latinoamericanas y caribeñas de levantar una sociedad integrada desde una perspectiva incluyente, que recoja y potencie la policroma diversidad de sus pueblos, superando injusticias y desigualdades.
Nosotras, que participamos activamente en las luchas y resistencias contra los proyectos de integración pautados por el capital, reconocemos a la ALBA como expresión de la búsqueda de un proyecto propio, en el cual los movimientos sociales y los pueblos, con nuestra participación activa, podamos contribuir y consensuar un proceso de construcción de sociedades alternativas.
Apreciamos el potencial de la ALBA para plantear un proyecto latinoamericano basado en transformaciones mayores: el socialismo del siglo XXI -que, como lo han asumido ya algunos presidentes, ‘solo podrá ser feminista’-; el paradigma del Buen Vivir / Vivir Bien y la riqueza de la plurinacionalidad, que redefinen ya los estados de algunos de sus países miembros.
Valoramos el hecho de que, en su corta vida, la ALBA registra ya logros en el terreno del intercambio solidario, en los dominios de educación, salud, cooperación energética; es notable su proyección como espacio de concertación política y resolución de conflictos, de construcción de posiciones comunes, «en defensa de la independencia, la soberanía, la autodeterminación y la identidad de los países que la integran y de los intereses y las aspiraciones de los pueblos del Sur frente a los intentos de dominación política y económica».
Como parte de los movimientos sociales y como protagonistas históricas de experiencias no mercantilizadas, hemos planteado, al igual que la ALBA, que nuestras sociedades se construyan sobre la base de la «unión de los pueblos, la autodeterminación, la complementariedad económica, el comercio justo, la lucha contra la pobreza, la preservación de la identidad cultural, la integración energética, la defensa del ambiente y la justicia»; desde esta coincidencia de perspectivas nos proponemos mancomunar esfuerzos para lograr los objetivos comunes de construcción de una Latinoamérica autodeterminada, solidaria, libre de relaciones patriarcales y levantada bajo los designios del Buen Vivir / Vivir Bien.
La consolidación de la ALBA como un espacio de soberanía política, económica, social, institucional, cultural, de la diversidad, de lo popular y de lo público demanda cambios de fondo en la manera de pensar, diseñar, decidir y materializar las políticas. Se trata de construir un nuevo paradigma societal, que va más allá de rediseñar el existente. Este es un reto que requiere aunar toda la inteligencia, comprensión y capacidad de diálogo entre los gobiernos de los países de la ALBA y los movimientos sociales, de manera fluida y permanente.
La creación del Consejo Ministerial de Mujeres y del Consejo de Movimientos Sociales, es paso importante para la articulación efectiva entre los gobiernos y los pueblos. Saludamos esta decisión, a la vez que ofrecemos nuestro concurso para contribuir con el desarrollo de una perspectiva feminista en el conjunto de iniciativas y de políticas de la ALBA, como también para visualizar las medidas específicas que deberían tomarse para propiciar la igualdad de las mujeres y para erradicar el patriarcado.
Consideramos que los cambios que plantea la ALBA son alcanzables en tanto se amplíen y profundicen cambios como los que ya han emprendido algunos de nuestros países con un sentido de transformación estructural, que incluyen el reconocimiento de la diversidad económica y productiva y en ese marco la visibilización de las mujeres como actoras económicas, la equiparación entre el trabajo productivo y el reproductivo, el desarrollo de éticas de igualdad, diversidades y no violencia, el reconocimiento de la soberanía alimentaria, entre otros aspectos que podrían convertirse en punto común para todas las políticas públicas de la ALBA, colocando como eje el Buen Vivir / Vivir Bien y la sostenibilidad de la vida.
Con especial interés seguimos la propuesta de construir una Zona Económica de Desarrollo Compartido entre los países de la ALBA; consideramos que a su amparo y bajo un enfoque de economía diversa, social y solidaria, se pueden desarrollar iniciativas compartidas de soberanía alimentaria, de reconocimiento y desarrollo de los conocimientos de las mujeres, de rescate y curaduría de las semillas nativas y de transgenosis natural, de producción y distribución cooperativa y asociativa, de generación de infraestructura y tecnologías orientadas al cuidado humano y ambiental.
La creación de núcleos de desarrollo endógeno binacionales o trinacionales, que transformen las condiciones de trabajo y empleo para las mujeres del campo y la ciudad, sería una importante experiencia de integración y preservación regional de la cultura productiva y solidaria acumulada históricamente por nuestros pueblos.
De igual manera, la creación de un Instituto de Estudios Feministas de los países de la ALBA, que organice intercambios de conocimientos y saberes entre los países, desarrolle proyectos de investigación sobre políticas públicas e internacionales, recupere los múltiples aportes de las mujeres a lo largo de nuestra historia, y juegue un papel activo en la generación de propuestas y desarrollo de asesorías a los gobiernos en esta materia, contribuirá significativamente al fortalecimiento de nuestro proceso de cambio regional.
La ALBA es un espacio privilegiado para el impulso de un proyecto de integración alternativo que no debe repetir el déficit democrático de las propuestas precedentes. La participación en la concepción, diseño y ejecución de proyectos debe ser una divisa, por ello proponemos, como forma inicial de materialización de esa participación, que en la instancia técnica del Consejo Social encargada de elaborar estudios, preparar propuestas y formular proyectos relacionados con las políticas sociales de la ALBA, así como de coordinar y darles seguimiento, se contemple la participación paritaria de las mujeres, la misma que deberá hacerse extensiva a todas las instancias, incluidas aquellas de decisión, gestión y representación.
La ALBA tiene la particularidad de reunir a países de la Región Andina, Centroamérica y el Caribe, con problemáticas comunes y diferentes en materia de salud y vulnerabilidad frente a los fenómenos climáticos. Sería pertinente la creación de redes de intercambio y ayuda de las organizaciones de mujeres ante situaciones de emergencia epidemiológica y catástrofes naturales.
Si bien el surgimiento y desarrollo de la ALBA ha sido un factor reconfortante en la senda de nuestras luchas, persisten en el mundo y en la región tendencias y procesos que constituyen zonas de riesgo y/o amenazas para los procesos de cambio, ante los cuales debemos permanecer alerta y desplegar toda la capacidad en defensa de nuestros procesos de transformación. Declarar a los países de la ALBA como territorios de paz y libres de bases militares extrajeras es una propuesta de gran coherencia y defensa de la soberanía.
Con preocupación vemos el avance en la región de un modelo de crecimiento focalizado en megaproyectos, que avanzan sin el consentimiento de los pueblos y atentan contra sus derechos, soberanía y autodeterminación. El auge de monumentales obras de infraestructura bajo el amparo de proyectos como IIRSA y el Plan Mesoamérica, involucran a países de toda América Latina, incluso países de la ALBA. Tales obras son el sustento para la profundización y ampliación de economías de enclave, basadas en la racionalidad extractivista, deprededadora en su relación con la naturaleza y reproductora de las condiciones de relegamiento de nuestros pueblos. Estas obras tienen un notorio impacto sobre las mujeres, en especial las indígenas, comprometen la soberanía alimentaria de esas localidades y alteran la geografía, los ecosistemas y los patrones de consumo tradicional; algunas de ellas abren paso a la depredación de los recursos localizados en la Amazonía y en los bosques tropicales de Centroamérica.
Creemos que es urgente que los gobiernos de la ALBA consideren colectivamente una crítica y distanciamiento de tales iniciativas del capitalismo neoliberal y asuman, sin ambigüedades, un nuevo enfoque de desarrollo congruente con la propuesta del Buen Vivir / Vivir Bien y con el proceso de cambios y estructurales que la ALBA conlleva.
Con inquietud hemos visto, asimismo, el relanzamiento del Fondo Monetario Internacional en varios foros internacionales, como instancia reguladora frente a la actual crisis; resulta ofensivo hacia nuestros pueblos ignorar la responsabilidad de esa institución no sólo en las dinámicas que condujeron a la propia crisis, sino también en la aplicación de las políticas neoliberales que aún nos afectan duramente. Ratificamos nuestra convicción, expresada en el último Foro Social Mundial (Belém 2009), de que el enfrentamiento a la crisis demanda alternativas anticapitalistas, antirracistas, anti-imperialistas, socialistas, feministas y ecologistas.
Es igualmente preocupante que se mantengan injustificadas expectativas en que la conclusión de la Ronda Doha de la OMC pueda resolver los problemas de acceso al mercado para los países ‘en desarrollo’. Los pueblos reclamamos el comercio justo y solidario frente al libre comercio; la apertura indiscriminada de nuestros mercados desplazó a las y los productores locales, la sustitución de importaciones fue demonizada para abrir nuestros mercados a los productos importados, la competencia se impuso a la lógica de la complementariedad y cooperación regional.
La ALBA es un espacio invaluable para el rescate y el desarrollo de las producciones locales que fortalezcan las relaciones entre los pueblos y favorezcan formas de gestión colectiva, definida en torno al interés social y a los derechos de la naturaleza, por lo mismo debería extender la influencia de su filosofía a los acuerdos internacionales con otras regiones.
La ALBA es un espacio privilegiado para la construcción de soberanía financiera. Recuperar el control sobre nuestros ahorros y recursos financieros y reorientar su utilización hacia nuestros objetivos estratégicos, con criterios de democratización y redistribución es fundamental. Resalta como mecanismo el Banco de la ALBA, que puede ser uno de los puntales para desarrollo de iniciativas económicas de carácter social y solidario de alcance regional, nacional y local, que se fundamenten en visiones de complementariedad entre los países y de justicia de género, integrando medidas eficaces para asegurar el acceso de las mujeres a los recursos y a la toma de decisiones. En igual sentido valoramos la importancia de la adopción del SUCRE como medio de intercambio soberano y eficaz en el comercio internacional entre nuestros países.
Finalmente, es un desafío común para los países de la ALBA avanzar en políticas y medidas conjuntas para:
Reconocer, dentro de las modalidades de trabajo, a las labores de autosustento y cuidado humano no remunerado que se realiza en los hogares. Los Estados deberían comprometerse a facilitar servicios e infraestructura para la atención pública y comunitaria de las necesidades básicas de todos los grupos dependientes (niñas/os, personas con discapacidad, adultas/os mayores), definir horarios de trabajo adecuados, impulsando la corresponsabilidad y reciprocidad de hombres y mujeres en el trabajo doméstico y en las obligaciones familiares, así como extender la seguridad social a quienes hacen esas labores.
Impulsar reformas agrarias integrales y sostenibles, con una visión holística de la tierra como fuente de vida, que propicien la diversidad económica y productiva, la redistribución y la prohibición del latifundio.
Impulsar la integración energética de América Latina y El Caribe bajo los principios del Buen Vivir / Vivir Bien, priorizando dentro de las estrategias de cooperación, proyectos de generación de energías limpias para fortalecer las capacidades de las pequeñas unidades productivas y las condiciones de vida de las poblaciones más empobrecidas.
ALBA, un nuevo amanecer para nuestros pueblos
con igualdad para las mujeres!
Red Latinoamericana Mujeres Transformando la Economía -REMTE-
Articulación de Mujeres de la CLOC- Vía Campesina
Federación de Mujeres Cubanas
Federación Democrática Internacional de Mujeres
FEDAEPS