Han transcurrido 49 años y la mentira se sigue alzando como un medio de lucha. Ahora la descomunal campaña de descrédito contra Cuba, organizada, dirigida y financiada desde los centros del poder imperial en Estados Unidos y Europa, enarbola hipócritamente las banderas de los derechos humanos
Había una mezcla de tensión e indignación. Era domingo, 16 de abril de 1961, y por la céntrica esquina de 23 y 12 desfilaban los féretros de inocentes cubanos, que la víspera habían muerto víctimas del artero bombardeo aéreo de la CIA contra aeropuertos cubanos, un mar de pueblo le rindió los últimos honores.
En ese entonces nadie podía imaginar que aquello sería el comienzo de una escalada de acciones contrarrevolucionarias, cuyo propósito era destruir la obra de todo un pueblo.
Fidel habló ese día, con la claridad meridiana y la invariable postura antiimperialista que le han convertido en un estadista inigualable.
La gente, enardecida ante tanta injusticia, quedó impávida ante las palabras del líder en la despedida del duelo, cuando expresó que la verdadera razón de la hostilidad de los Estados Unidos contra Cuba.
«Lo que no pueden perdonarnos los imperialistas -dijo Fidel-, es la dignidad, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba».
«Eso es lo que no pueden perdonarnos, que estemos ahí en sus narices, ¡y que hayamos hecho una Revolución Socialista en las propias narices de los Estados Unidos!».
«¡Y que esa Revolución Socialista la defenderemos con estos fusiles! ¡Y que esta Revolución Socialista la defenderemos con el valor con que ayer nuestros artilleros antiaéreos acribillaron a balazos a los aviones agresores!».
A lo que agregó: «Compañeros obreros y campesinos, esta es la Revolución Socialista y Democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes. Y por esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes estamos dispuestos a dar la vida».
Más adelante, informó que el ataque era el preludio de una invasión, y dio la orden de movilización general. Mientras, con sus fusiles en alto, miles de milicianos entonaban las notas del Himno nacional y ratificaban el compromiso de defender la Revolución socialista hasta la última gota de sangre.
Sin dudas, Cuba se encontraba en el vórtice de una serie de acontecimientos que luego pasarían a ser historia.
EL COMIENZO
El 17 de marzo de 1960 el presidente Dwight D. Eisenhower dio luz verde a las distintas agencias de su gobierno para -con la participación de exiliados cubanos- crear, organizar y ejecutar una invasión militar con el objetivo de derrocar a la Revolución.
Si bien antes de esa fecha ya se estaban llevando a cabo agresiones de todo tipo, esa operación integraba acciones, entre las cuales la labor de desinformación y propaganda contrarrevolucionarias eran de las más importantes. En el terreno ideológico ello sentaba las bases para apoyar lo que vendría después.
Por ese objetivo, la CIA adquirió e instaló una poderosa planta de radio en la Isla Swan, al sur de Cuba, que comenzó a trasmitir en onda media para todo nuestro territorio. El objetivo era apaciguar psicológicamente al pueblo, y apoyar a la contrarrevolución interna.
Las noticias de radio Swan utilizaban desde los tonos sutiles para confundir, hasta los más burdos e irracionales con el objetivo de alimentar el ánimo de furibundos contrarrevolucionarios.
No pocos creyeron aquellas falacias; desde que la Revolución retiraría la patria potestad a los padres -lo cual dio inicio a la Operación Peter Pan- hasta la existencia de falsas pugnas internas entre los dirigentes de la Revolución.
En otros casos, se daban orientaciones más directas acerca de cómo realizar sabotajes, destruir propiedades del pueblo, e incitar a la desobediencia civil.
Así se fomentaba una de las guerras mediáticas más intensas que se ha llevado a cabo contra Cuba, la cual comenzó a los pocos días del triunfo del Primero de Enero de 1959.
En aquellos momentos, agencias de prensa e importantes periódicos norteamericanos se hicieron eco de declaraciones de algunos funcionarios del gobierno de los Estados Unidos relacionadas con las sanciones impuestas por los tribunales revolucionarios a los criminales de guerra. Afirmaban que en Cuba se había desatado un baño de sangre. La Revolución respondió con la Operación Verdad la cual reunió aquí a cientos de periodistas de todo el mundo para desenmascarar esa y otras mentiras.
LA MENTIRA COMO ARMA DE LUCHA
A solo trece meses de la autorización de Eisenhower para comenzar los planes de invasión ya estos estaban concluidos, y los barcos con la brigada 2506 se encontraban camino a Cuba.
En ese momento arreciaron su campaña mediática. Había que demostrar al mundo que la Revolución era incapaz de gobernar el país, que no gozaba de apoyo popular, que había caos y desorden, que en los campos luchaban miles de combatientes por la libertad y que Fidel tenía sus días contados.
A su vez, se trataba de señalar que las acciones estaban a cargo de cubanos en el exilio -quienes le devolverían la «libertad» al pueblo- y si lograban sostenerse entonces el gobierno imperialista acudiría para ayudar.
Ya para ese entonces el nuevo presidente J.F. Kennedy dio continuidad al proyecto, e hizo énfasis en que no podía aparecer la mano de los Estados Unidos en esta operación.
En la mañana del 15 de abril comenzaron las acciones. Tres escuadrillas de bombarderos B-26 atacaron simultáneamente los aeropuertos de San Antonio de los Baños y Ciudad Libertad, en La Habana, así como la terminal internacional Antonio Maceo, en Santiago de Cuba.
El objetivo del ataque era destruir en tierra los pocos aviones de combate de la Fuerza Aérea Revolucionaria para asegurar el dominio del aire en la zona del desembarco.
Esa acción injerencista y provocadora dejó como resultado la muerte de siete personas y numerosos heridos.
Las noticias lanzadas al mundo por las agencias de prensa norteamericana informaron que los ataques fueron ejecutados por los aviones de la Fuerza Aérea Revolucionaria (FAR), los cuales habían despegado de sus propias bases. En Miami aterrizó un B-26 luciendo falsas insignias de la FAR y el piloto declaró ser un desertor de Castro.
La respuesta de Cuba no se hizo esperar. En la ONU el canciller cubano Raúl Roa condenó al gobierno norteamericano de Kennedy, lo responsabilizó con la acción, denunció la inminente agresión y desenmascaró la versión de que el ataque había sido realizado por desertores cubanos. El 17 de abril los combates en la Ciénaga de Zapata eran ya una realidad. Tal y como Fidel había dicho, los sucesos ocurridos el día15 de abril eran el preludio de una invasión.
En la zona de combate, cientos de milicianos pelearon con valentía y dieron el frente al enemigo invasor, mientras los medios de prensa estadounidenses no daban tregua con sus mentiras despiadadas. El 19 de abril se tomó por asalto Playa Girón y el ataque mercenario fue derrotado.
49 Aniversario de la victoria de Playa Girón (dossier)
Cuba había alcanzado la primera victoria, y en la medida que se iba acallando el ruido de las armas y cientos de invasores se rendían en masa, también se iba desmoronando el andamiaje mediático para justificar la agresión.
Unos días después el presidente Kennedy informó a su nación y al mundo que la invasión era obra de su administración y asumía toda la responsabilidad.
VERDAD Y PRINCIPIOS
Han transcurrido 49 años y la mentira se sigue alzando como un medio de lucha. Ahora la descomunal campaña de descrédito contra Cuba, organizada, dirigida y financiada desde los centros del poder imperial en Estados Unidos y Europa, enarbola hipócritamente las banderas de los derechos humanos.
Pero los cubanos continúan empeñados en construir su propia obra, boicoteada constantemente durante casi medio siglo. «No cederemos jamás al chantaje…Si pretenden acorralarnos, sepan que sabremos parapetarnos, en primer lugar en la verdad y los principios», aseguró el Presidente Raúl Castro, hace un poco más de una semana, en el congreso de la Unión de Jóvenes Comunista (UJC).
Discurso de Raúl Castro en la clausura del IX Congreso UJC
Y así será. Los sucesos ocurridos aquel 15 de abril, y que Fidel denunció un día como hoy -a 49 años de la efeméride- fue apenas el preludio de una batalla que hoy llega hasta nuestros días, y de la que algún día saldremos victoriosos.
Tomado de: http://www.cubaperiodistas.cu/noticias/abril10/20/04.htm