Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
World Nuclear News, el órgano informativo de la Asociación Nuclear Mundial que trata de promover el uso de energía atómica, anunció la semana pasada un explorador de Marte de la NASA que debe posarse en el Planeta Rojo el lunes, el primer explorador de Marte abastecido con plutonio.
«Surge una nueva era de exploración espacial mediante la aplicación de energía nuclear en exploradores en Marte y la Luna, la generación de energía en futuras bases en las superficies de ambos y pronto para cohetes que posibiliten el viaje interplanetario», comenzaba afirmando un despacho de World Nuclear News. Se titulaba: «Nuclear, un ‘escalón’ hacia la exploración espacial».
En los hechos, en el espacio y en la Tierra hay alternativas seguras, limpias, a la energía nuclear. Por cierto, ahora mismo una sonda espacial de la NASA activada por energía solar está camino de Júpiter, una misión que la NASA afirmó durante años que no podría cumplirse sin que la energía nuclear suministrara electricidad a bordo. La propulsión solar de vehículos espaciales ha comenzado. Y científicos, incluidos los de la NASA, también han estado trabajando en el uso de energía solar y otras fuentes de energía seguras para colonias humanas en Marte y la Luna.
La Asociación Nuclear Mundial se describe como «representante de la gente y de las organizaciones de la profesión nuclear global». World Nuclear News dice que es «apoyada administrativamente por la Asociación Nuclear Mundial y con su asesoramiento técnico, y tiene su base en su Secretariado en Londres».
Su despacho del 27 de julio señala que se prevé que el explorador de Marte, que la NASA llama Curiosity, llegue al planeta el 6 de agosto. Está «alimentado por un gran generador termal de radioisótopo en lugar de células solares» como fue el caso en anteriores exploradores de Marte de la NASA. Lo alimentan 4,8 kilos de plutonio.
«El próximo año» dice World Nuclear News, «China lanzará un explorador a la Luna» que también será «alimentado por una batería nuclear». Y «lo más significativo de todo» en términos de energía nuclear en el espacio, siguió afirmando World Nuclear News, «podría ser el proyecto ruso para un cohete con energía nuclear de una «clase de megavatios». Cita a Anatoly Koroteev, jefe del Centro de Investigación Keldysh de Rusia, quien afirma que el sistema podría suministrar una «propulsión… 20 veces superior a los actuales cohetes químicos, lo que posibilitaría naves más pesadas con mayor capacidad de viajar más lejos y más rápido que nunca antes». Habría un «lanzamiento en 2018».
El problema -inmenso y que el World Nuclear News no menciona en ningún sitio po- implica accidentes con la liberación de radioactividad por los sistemas espaciales de energía nuclear que afecten a los seres humanos y otra vida en la Tierra. Ya ha ocurrido. Con más operaciones nucleares en el espacio, habría más accidentes atómicos.
Antes del último lanzamiento del Curiosity en noviembre, la NASA reconoció que si el cohete propulsor estallara durante el lanzamiento en Florida, se podría liberar plutonio que afectaría a un área de hasta 100 kilómetros de distancia, densamente poblada y que incluye Orlando. Además, si el cohete no saliera del campo gravitacional de la Tierra, volvería a caer con el explorador dentro de la atmósfera y se destrozaría, liberando potencialmente plutonio sobre una inmensa área. En su Declaración Final de Impacto Medioambiental (EIS) de la misión, la NADA dijo que en esta situación el plutonio podría impactar sobre «superficies terrestres entre aproximadamente 28 grados latitud norte y 28 grados latitud sur». Eso incluye Centroamérica y gran parte de Suramérica, Asia, África y Australia.
La EIS dice que los costes de la descontaminación de plutonio en estas áreas serían de 267 millones de dólares por cada milla cuadrada de tierra agrícola, 478 millones por cada milla cuadrada de bosques y 1.500 millones de dólares por cada milla cuadrada de «áreas urbanas de uso mixto». Debido a un exceso de gastos de 900 millones de dólares la misión Curiosity tiene ahora un coste de 2.500 millones de dólares.
La NASA afirmó que había unas probabilidades muy bajas de que el Curiosity liberara plutonio. La EIS dijo que en «general» para la misión la probabilidad de liberación de plutonio era de 1 a 220.
Bruce Gagnon, coordinador de Global Network Against Weapons & Nuclear Power in Space que durante más de 20 años ha sido el principal grupo opositor a las misiones nucleares en el espacio, declaró que «desgraciadamente parece que la NASA se ha comprometido a mantener su peligrosa alianza con la industria nuclear. Ambas entidades ven el espacio como un nuevo mercado para el mortífero combustible plutonio… ¿No hemos aprendido nada de Chernóbil y Fukushima? No es necesario lanzar artefactos nucleares al espacio. No es un juego que podamos arriesgar».
El plutonio ha sido descrito desde hace tiempo como la sustancia radiactiva más letal. Y el isótopo de plutonio utilizado en el programa espacial nuclear, y en el explorador Curiosity, es significativamente más radiactivo que el tipo de plutonio utilizado como combustible en armas nucleares o que se acumula como desecho en plantas de energía nuclear. Es Plutonio-238, diferente de Plutonio-239. Plutonio-238 tiene una vida media mucho más corta: 87,8 años en comparación con el Plutonio-239 con una vida media de 24.500 años. La vida media de un isótopo es el período durante el cual se gasta la mitad de su radiactividad.
El Dr. Arjun Makhijani, físico nuclear y presidente del Instituto de Investigación de Energía y Medioambiente, explica que el Plutonio-238 «es unas 270 veces más radiactivo que Plutonio-239 por unidad de peso». Por ello, en radiactividad, los 4,8 kilos de Plutonio-238 utilizados en Curiosity son el equivalente de los 1.298 kilos de Plutonio-239. En la bomba atómica lanzada sobre Nagasaki se utilizaron 6,8 kilos de Plutonio-239.
La mucho más corta vida media del Plutonio-238 en comparación con Plutonio-239 resulta que es mucho más caliente. El calor se convierte en electricidad en un generador termoeléctrico de radioisótopos.
Lo más preocupante en relación al plutonio es inhalar una partícula que provoque cáncer al pulmón. Un millonésimo de un gramo de plutonio puede ser una dosis fatal. La EIS para Curiosity habla de partículas que serían «transportadas hacia la tráquea, los bronquios, o regiones profundas del pulmón y permanecerían ahí». Las partículas «irradiarían continuamente el tejido pulmonar».
No ha habido ningún accidente en la misión Curiosity. Pero la EIS reconoció que anteriormente hubo contratiempos – en este juego espacial de ruleta rusa nuclear. De las 26 misiones espaciales estadounidenses anteriores que utilizaron plutonio enumeradas en la EIS, tres tuvieron accidentes, admitió. El peor ocurrió en 1964 y tuvo que ver, señaló, con que el sistema SNAP-9A de plutonio a bordo de un satélite no había logrado llegar a la órbita y cayó a la Tierra, desintegrándose mientras caía. Los 0,95 kilos de combustible Plutonio-238 a bordo se dispersaron ampliamente sobre la tierra. El Dr. John Gofman, profesor de física médica en la Universidad de California en Berkeley, relacionó durante mucho tiempo este accidente a un aumento del cáncer al pulmón en todo el globo. Con el accidente SNAP-9A, la NASA cambió a energía solar en satélites. Ahora todos los satélites y la Estación Espacial Internacional usan energía solar.
El peor accidente de varios que tuvieron que ver con sistemas espaciales nucleares soviéticos o rusos fue la caída de órbita en 1978 del satélite Cosmos 954 alimentado por un reactor nuclear. También se desintegró en la atmósfera al caer, dispersando desechos radiactivos sobre 200.000 kilómetros cuadrados de los Territorios Noroccidentales de Canadá.
En 1996, la sonda espacial rusa Marte 96, alimentada por media libra de combustible de Plutonio-238, no logró salir de la gravedad de la tierra y cayó -como una bola de fuego- sobre el norte de Chile. Hubo lluvia radiactiva en Chile y en la vecina Bolivia.
Las iniciativas durante los últimos años para alimentar segura y limpiamente las naves espaciales incluyen el lanzamiento por la NASA a Júpiter el pasado 8 de agosto de una sonda espacial con energía solar llamada Juno . El sitio de la NASA de junio informa actualmente: «La nave espacial goza de perfecta salud y opera normalmente». Vuela a 56.600 kilómetros por hora y debe llegar a Júpiter en 2016. Incluso en Júpiter, «a cerca de 805 millones de kilómetros del Sol», señala la NASA, sus paneles solares estarán suministrando electricidad.
También se ha comenzado a utilizar energía solar para impulsar naves espaciales por el vacío del espacio libre de fricción. La Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón lanzó en 2010 lo que calificó de «yate espacial» llamado Ikaros y que estaba impulsado por la presión sobre sus grandes velas por partículas ionizantes emitidas por el Sol. Las velas también tienen «delgadas células solares para generar electricidad y crear» dijo Yuichi Tsuda de la agencia «una tecnología híbrida de electricidad y presión».
En cuanto a la electricidad sobre Marte y la Luna, en Marte, no solo se considera al sol cómo una fuente de energía sino también la energía de los vientos marcianos. Y en la Luna, como ha informado The Daily Galaxy: «La NASA está considerando la región del polo sur de la Luna como posible ubicación para futuros puestos avanzados. La ubicación tiene muchas ventajas: por una parte, hay evidencias de agua congelada en profundos cráteres del polo sur. El agua se puede dividir en oxígeno para respirar e hidrógeno para quemar como combustible para cohetes – o bien los astronautas podrían simplemente beberla. Los arquitectos lunares de la NASA también buscan lo que llaman ‘picos de luz eterna’ – montañas polares en las cuales el sol nunca se pone, que podrían ser la ubicación perfecta para una estación de energía solar.»
A pesar de todo, la presión sobre los promotores de la energía nuclear en la NASA y las agencias espaciales en todo el mundo para que se utilice energía atómica en el espacio es intensa – como es la presión de promotores nucleares sobre gobiernos y el público a favor de la energía atómica en la Tierra.
Críticamente, los sistemas de energía nuclear para el uso espacial se deben fabricar en la Tierra, con todos los peligros que esto implica, y lanzados desde la Tierra, con todos los peligros que implica (1 de cada 100 cohetes se destruyen durante el lanzamiento y pueden volver a caer en la Tierra haciendo llover una radiactividad letal sobre los seres humanos y la otra vida en este planeta).
Karl Grossman, profesor de periodismo de la Universidad Estatal de Nueva York/Colegio de Nueva York, es autor del libro: The Wrong Stuff: The Space’s Program’s Nuclear Threat to Our Planet . Grossman es un asociado del grupo de monitoreo de los medios Fairness and Accuracy in Reporting (FAIR). Es colaborador de Hopeless: Barack Obama and the Politics of Illusion.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2012/07/30/nukes-on-mars/
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