El subsecretario de Políticas Agropecuarias y Alimentos, Claudio Sabsay, rechazó las pretensiones de la multinacional Monsanto para cobrar U$S 3 dólares por tonelada de soja -que contenga el gen RR- exportada en los últimos 10 años. Pero integrantes de la Comisión Nacional Asesora en Biotecnología Agropecuaria (Conabia) explicaron que el tema podría complicar algunas […]
El subsecretario de Políticas Agropecuarias y Alimentos, Claudio Sabsay, rechazó las pretensiones de la multinacional Monsanto para cobrar U$S 3 dólares por tonelada de soja -que contenga el gen RR- exportada en los últimos 10 años.
Pero integrantes de la Comisión Nacional Asesora en Biotecnología Agropecuaria (Conabia) explicaron que el tema podría complicar algunas exportaciones.
La mecha la encendió la reacción de la Sociedad Rural de Pergamino, quienes advirtieron que la empresa siempre vendió las semillas en el marco de la Ley N° 20.247 , «por lo que los productores entendemos que hemos comprado el gen». Según los ruralistas, la multinacional pretende incluso hasta U$S 7 dólares por tonelada, lo que elevaría la demanda empresaria de 150 a más de 300 millones de esa moneda.
El planteo llegó ayer a la Comisión de Agricultura y Ganadería de Diputados, que preside la santafesina María del Carmen Alarcón. Hasta allí llegó Sabsay con su equipo para explicar la marcha del plan estratégico para el desarrollo de la biotecnología agropecuaria 2005-2015.
Allí también Roxana Blasetti, especialista de la Conabia, aclaró que el derecho a patentes es territorial, y en la Argentina el gen «RR» no tiene patente aquí porque sus autores lo presentaron a 14 meses de su creación, dos meses más tarde que el tiempo límite tolerado por la legislación del país para el reconocimiento pertinente.
Sin embargo Blasetti explicó que el dueño de la patente tiene derecho a impedir la importación en aquellos países donde sí tiene registrada la patente, y que ello está fuera del alcance de decisión del Estado argentino. De todas maneras apuntó que en algunos países de Europa esa patente podría estar venciéndose, y por otra parte aclaró que en la Argentina lo que se paga es un registro de la variedad cultivada, pero no la patente del gen.
En el ámbito parlamentario se descuenta tras el paso de los funcionarios nacionales que la presión de la empresa se ha incrementado tras la retracción del gobierno nacional de tratar una ley de regalías globales. Y ven en el horizonte una presión similar a la que se dio en el ámbito de las patentes medicinales.
Convocatoria a especialistas
Para el 21 de este mes la comisión citará a especialistas de Conicet, Inta y organismos de ciencia y técnica para analizar la situación argentina, la política de desarrollos y patentamientos locales. La convocatoria se formalizó a instancias del cordobés Humberto Roggero, quien dejó en claro que el país tendrá que avanzar a una legislación que reconozca las patentes de organismos genéticamente modificados (OGM’s) tanto vegetales como animales.
Sabsay ratificó que el país debe hacer ese reconocimiento. Pero en cambio no mencionó la ley de regalías y recordó que la Argentina mantiene sin ratificación legislativa el acuerdo de Cartagena, que implicaría eventuales problemas de transabilidad y etiquetado para las exportaciones argentinas con transgénicos.
Al respecto Sabsay mencionó un estudio conjunto con la FAO, analizando el impacto que tendrían los etiquetados que reconozcan distintos niveles de transgénicos en la composición de los productos (0,9% ó 5%). Además refirió a un memorándum que apunta a un entendimiento con China «para morigerar medidas imprevisibles» de ese país sobre las ventas argentinas.
El funcionario subrayó la «dura posición argentina» en el seno de la Organización Mundial de Comercio en materia de asimetrías y en el capítulo de etiquetado y transabilidad de transgénicos, y explicó que se buscan posiciones conjuntas en América latina para la elaboración del codex.
También apuntó que en el marco del Mercosur el país está buscando crear una comisión ad-hoc «para mejorar la comunicación y establecer criterios comunes para la aprobación de nuevos eventos».
Un plan estratégico
Será a 10 años y lo están terminando casi 100 especialistas del sector público y privado, que trabajaron en las últimas 10 semanas. El subsecretario Sabsay admitió que las patentes hay que reconocerlas, pero dejó en claro las condiciones que pondrá la Argentina.
También admitió que la biotecnología agropecuaria será decisiva para superar restricciones a la producción de alimentos y para desarrollar insumos en industrias como la médica, química, papelera o del cuero.
Grandes presiones
Empresas competidoras de Monsanto hicieron llegar a Sabsay su postura contraria a la pretensión de la multinacional norteamericana. Pero en cambio en la Secretaría de Agricultura y Ganadería reconocen que las presiones están más allá del caso puntal del gen «RR» de la soja.
El propio Sabsay calificó como «sugerente» que la embestida de la multinacional americana llegue apenas la Argentina habilitó un maíz genéticamente modificado con un gen cuya patente es de esa misma multinacional.
La Argentina está presionada entre los derechos de patente y las restricciones europeas e internacionales en materia de transabilidad y etiquetado, que restringen los mercados. De hecho el país, al habilitar el maíz LK 603, se adelantó por primera vez en habilitar un OGM antes que ocurra lo propio en el mercado europeo. Hasta ahora la «política espejo» con el viejo continente pretendía preservar el mejor cliente de las exportaciones agrarias.
Sin embargo, Sabsay aclaró que el maíz LK 603, implica la «satisfacción» de poder aportar al mejoramiento en la rotación de cultivos de verano, lo que supone mejorar el cuidado de los suelos.
Todos los actores reconocen que en un mundo que duplicaría su población en poco tiempo, la única manera de producir más alimentos sería con biotecnología, por lo que descuentan la magnitud del negocio. Y las regulaciones son las que definirán el rol y la rentabilidad de cada uno de esos actores.
La postergada legislación sobre regalías globales o los proyectos sobre biodiversidad pendientes en el Senado son los que definirán esos roles. Eso sumado a los frentes externos abiertos fundamentalmente en la OMC y en las políticas de restricciones de la UE y China, los principales compradores de la Argentina.
Opinión: desde Carsfé
El presidente de la Confederación, doctor Néstor Vittori, opinó respecto del tema que «Monsanto incorporó la soja RR a la Argentina sin condiciones, hace más de 10 años. Las regalías por su investigación y desarrollo fueron sistemáticamente pagadas por los productores con la compra de la semilla original».
El dirigente continuó diciendo que «la empresa incorporó este evento bajo la actual ley de Semillas que prevé la excepción del agricultor, dado que habilita a éste utilizar simiente producida para próximas siembras».
«Por lo tanto, pretender avanzar en el cobro de regalías en los puertos de destino respecto de la soja que manifiesta el gen RR, constituye una deslealtad comercial, habida cuenta de que no se hizo esta salvedad al ingresar estas obtenciones vegetales en su momento.
«Asimismo -dijo Vittori- hay que señalar que Monsanto utilizó a la Argentina como plataforma de lanzamiento de la producción de soja transgénica, cuando el mundo no tenía definida su aceptación y, en este sentido, la producción argentina constituyó la masa crítica en el comercio internacional para vencer las barreras a los productos transgénicos.
«En línea con esto y con manifestaciones anteriores, donde Monsanto ha puesto de manifiesto una total desalineación con los intereses del país – así fue como exigió el pago en dólares de las semillas y agroquímicos vendidos al fin de la convertibilidad; como también presionó con la importación del glifofato de China pretendiendo un tratamiento arancelario que los privilegiara y también, retiró su área de investigación en soja del país- reiteramos la idea de que si no se alinea, que se vaya de la Argentina de una vez por todas y si intenta entorpecer el comercio internacional, se le prohíba toda operatoria en la Argentina», concluyó Vittori.