El mundo se encamina hacia la siguiente conferencia importante sobre el cambio climático, en Cancún a finales de año, a enfrentarse a un calentamiento global de 3º C en el siglo próximo, sugieren una serie de análisis científicos. El fracaso de la última conferencia del cambio climático, celebrada en diciembre del pasado año en Copenhague, […]
El mundo se encamina hacia la siguiente conferencia importante sobre el cambio climático, en Cancún a finales de año, a enfrentarse a un calentamiento global de 3º C en el siglo próximo, sugieren una serie de análisis científicos. El fracaso de la última conferencia del cambio climático, celebrada en diciembre del pasado año en Copenhague, significa que los recortes en las emisiones de carbono prometidos por la comunidad internacional no serán suficientes para mantener dentro de unos límites seguros el calentamiento anticipado.
Dos análisis del Acuerdo de Copenhague y sus promesas, hechos por el Dr. Sivan Kartha, del Stockholm Environment Institute, y desde el sitio web Climate Action Tracke, sugieren que con los recortes actualmente prometidos en Copenhague, el mundo se habrá calentado hasta los 3.5º C para 2100. Probablemente, ese crecimiento tendrá efectos desastrosos sobre la producción agrícola, la disponibilidad del agua, los ecosistemas naturales y el crecimiento del nivel del mar en el mundo, produciendo decenas de millones de refugiados.
Hace un mes, en su informe anual sobre el estado del clima, publicado conjuntamente por el UK Met Office’s Hadley Centre y la America’s National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), se enumeraban 10 indicadores distintos relativos a un planeta en calentamiento, siete de ellos de crecimiento -desde la temperatura del aire en la tierra hasta la humedad en el mar- y otros tres de reducción: el hielo del mar Ártico, los glaciares y la cobertura de la nieve en primavera. «La evidencia científica de que nuestro mundo se está calentando es inequívoca», dijeron en la NOAA.
Cancún, o «COP 16», como se conoce oficialmente al evento, volverá a ver a ministros y altos funcionarios de 200 naciones abordar con escrúpulos las políticas del calentamiento global, pero nadie cree que podrán cerrar una brecha en continuo ensanchamiento en las defensas del mundo contra unas temperaturas que crecen peligrosamente: la «brecha gigatónica».
Un gigatón son mil millones de toneladas de carbono, pero los recortes de las emisiones actualmente prometido por las naciones del mundo en el Acuerdo de Copenhague -el acuerdo del último minuto puesto como parche después de la conferencia en la capital danesa para que no se viniera abajo-, significará que para el año 2020, cuando las emisiones globales deberían estar en una firme tendencia bajista, estarán varios gigatones por encima de lo necesario para limitar el calentamiento a los grados necesarios por encima del nivel preindustrial. Hay un amplio consenso en que es lo máximo que la sociedad humana puede soportar sin consecuencias graves.
Sin embargo, la comunidad internacional no parece más cerca del consenso sobre la necesidad de nuevas reducciones en el carbono y en la reunión de Cancún, que se celebrará del 29 de noviembre al 10 de diciembre, en el mejor de los casos sólo se harán algún progreso en cuestiones laterales.
Hoy, el Ministro del Cambio Climático de la coalición, El Liberal Demócrata Chris Huhne, viajará a Berlín para discutir con sus homólogos alemán y francés, Norbert Röttgen y Jean-Louis Borloo, el fortalecimiento del objetivo climático de la UE del 20 al 30%, con anterioridad a la reunión de Cancún.
Mr. Huhne dijo a The Independent: «Hay un duro trabajo por delante para mantener y fortalecer el nivel de compromiso encarnado en el Acuerdo de Copenhague, y para reconstruir la credibilidad de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el proceso del Cambio Climático
«En la UE todavía hemos de finalizar nuestras posiciones antes del COP 16, pero creo que hay una posibilidad real de que las negociaciones puedan dar importantes pasos adelante en Cancún, en particular para implementar partes de lo que se acordó en Copenhague y también para trabajar por el acuerdo global que el mundo necesita».
Añadió: «El Reino Unido opina -y mis homólogos francés y alemán comparten la opinión- que la UE debería elevar sus ambiciones y que los motivos económicos para hacerlo se amontonan.
«Reducir las emisiones en un 30% para 2020 permitiría cambiar las inversiones a nuevas tecnologías limpias, generando empleos y crecimiento de las cadenas de suministros en nuestras economía. El gran riesgo de Europa es despertar demasiado tarde a estas oportunidades y perder ante otros bloques grandes que ya están fijando la vista en las cuotas de mercado».
Es difícil exagerar el nefasto impacto que el fracaso de Copenhague ha tenido tanto para el propio proceso de negociación sobre el cambio climático como sobre la creencia de los implicados en que podría ser posible un acuerdo efectivo sobre el clima.
Hace un año, muchos medioambientalistas, científicos y políticos creían realmente que la reunión de Dinamarca podría producir un acuerdo vinculante que redujera globalmente el CO2 en un 25-40% para el año 2020, que es lo que el Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) ha calculado que es necesario para mantener el calentamiento por debajo de C.
Hoy, los optimistas han desaparecido. La reunión danesa se fue a pique por el desacuerdo entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo sobre quiénes tenían que hacer cuánto y cuándo para reducir las emisiones; el principal punto de desacuerdo fue el Protocolo de Kyoto, el tratado actual, por el que los países desarrollados han de hacer mucho y las naciones en vías de desarrollo no tanto.
El tratado de Kyoto termina a finales de 2012 y las naciones en vías de desarrollo, lideradas por China e India, querían que se renovara, mientras que los países desarrollados, incluyendo Gran Bretaña y el resto de las naciones de la UE, querían un tratado totalmente nuevo con el que se compartiera la carga de reducir el carbono.
En diciembre pasado, en Copenhague, los líderes mundiales improvisaron un acuerdo que terminó de vaciar cualquier objetivo de de emisiones de carbono vinculante (aunque por primera vez se reconoció que había que mantenerse por debajo de C). En lugar del tratado legalmente vinculante que se había esperado, las naciones fueron invitadas a «registrar» objetivos voluntarios, diciendo cuánto pensaban que podrían reducir su COP2 para el año 2020.
Gran Bretaña forma parte del objetivo de la UE de un recorte del 20% con respecto al año de 1990, que es posible que se eleve al 30% antes de Cancún. (El objetivo de Gran Bretaña como nación es uno de los más altos: reducir el CO2 un 34% para 2020). Otros objetivos incluyen un 25% para Japón, Australia entre un 5 y un 25%, EE UU el 17% tomando como base la cifra de 2005; aunque la legislación para lograrlo está firmemente estancada en el Senado. Entre las naciones en vía de desarrollo, China ha prometido reducir la intensidad energética de su economía de un 40 a un 45% para 2020.
Diversos análisis de estas promesas sugieren que conducen a recortes totales del CO2 global de entre un 11 y un 19% para 2020, en lugar del 25-40% que el IPCC considera necesario. Esto también se puede expresar en volúmenes reales de CO2, del que el mundo está emitiendo anualmente aproximadamente 45 gigatones: 45 mil millones de toneladas de carbono.
Si el mundo sigue con estos niveles de emisiones, se piensa que aumentará las emisiones a entre 51 y 55 gigatones para 2020. Lord Stern of Brentford, autor de un informe decisivo sobre la economía del cambio climático, ha calculado que, en cambio, el CO2 global podría reducirse a 44 gigatones para 2020, llevaríamos un camino creíble para permanecer por debajo de un crecimiento de C. Sin embargo, hay análisis que sugieren que el Acuerdo de Copenhague dejará la cifra en 48-49 mil millones de toneladas: la brecha gigatónica que Cancún no va a cerrar
Lo que la conferencia puede hacer es acordar la arquitectura de nuevos e importantes fondos para el clima que ayuden a los países en desarrollo con respecto a lo que acordaron en Dinamarca: un fondo de «inicio rápido» de 30 mil millones de dólares (19.400 millones de libras) en dinero nuevo para los años 2010-2012, un fondo de 100 mil millones de dólares repartido anualmente hasta 2020.
Si no hay nuevos fracasos, es posible que al menos la reunión logre restaurar la fe en el proceso del clima de la ONU. «Nadie piensa que Cancún vaya a ser un momento explosivo», afirma Keith Allott, director para el cambio climático del World Wide Fund for Nature. «Lo que necesita el mundo es volver a poner de nuevo algunas ruedas en la vía del clima». www.ecoportal.net
Traducido por Víctor García. Globalízate www.globalizate.org
Artículo original: http://www.independent.co.uk