Miami.- El reciente norte que azotó a La Habana y especialmente a su Malecón durante la tercera semana de noviembre puso a prueba, no sólo la habilidad de los habaneros para sortear sus aguaceros y su acompañante frío tropical, sino también el novísimo alumbrado que ilumina con mucha luz blanca ese hermoso paseo desde la […]
Miami.- El reciente norte que azotó a La Habana y especialmente a su Malecón durante la tercera semana de noviembre puso a prueba, no sólo la habilidad de los habaneros para sortear sus aguaceros y su acompañante frío tropical, sino también el novísimo alumbrado que ilumina con mucha luz blanca ese hermoso paseo desde la Calle Marina, en su esquina del Parque Maceo, y la entrada del túnel por la Calle Calzada.
Más que las lindas y modernas luminarias led es el hecho que se pueda ver de noche tan espectacularmente como se ve; de mucha importancia tanto para los choferes como para los indisciplinados peatones en esa concurrida vía. Aunque para mí lo mejor de todo ha sido que la instalación se hizo de una manera sorprendente, por la manera tan rápida y eficiente que se logró, ejemplo para cualquier otro trabajo por realizar. La prueba de fuego para las nuevas lámparas que, además, según dicen ahorran entre el 50% al 70% de la energía que consumen las de otros tipos, serían precisamente las grandes olas, el viento y la densidad de la alta salinidad que acompañan a nuestros nortes o frentes fríos habaneros. Pero, para alegría de todos los que disfrutan de ese gran alumbrado, después del norte, ahí están todas, resistentes, derechas e iluminando.
Aunque, en contraste y desafortunadamente, en esta reciente visita a La Habana volví a constatar que no hay indicio alguno que los mecanismos para lograr reducir los precios de los alimentos en los agromercados ni remotamente funcionen como se logró que funcionen las nuevas farolas led en el Paseo del Malecón. Como, también volví a constatar, el malestar, y además de malestar, la profunda preocupación y hasta indignación, de la población por el sostenimiento de los altos precios de los productos en los agros; en algunos de ellos más exorbitantes que en otros.
Sí, es verdad que hay muchos productos a la venta en los agros, muchos, y eso indiscutiblemente es muy buena noticia. El asunto del malestar y preocupación no es eso, sino es el precio que hay que pagar por ellos. Y si bien es cierto que en todas partes del mundo los productos comestibles están cada día más caros, los cubanos que compran esos productos para su alimentación no viven en otras partes del mundo, viven, trabajan y reciben sus sueldos en Cuba socialista, y ese es el dinero, producto de un trabajo honorable, con el que cuentan para poder comprar los productos que los alimentan a ellos y a sus familias, y el dinero que devienen de sus sueldos, debido a los altos precios de esos productos, no les alcanza para comprar los suficientes.
Nada de esto es nuevo ni mucho menos. El problema es que la situación persiste, y no hay mejora previsible en su solución.
En un reciente artículo de fondo que trata sobre esta misma cuestión publicado en el periódico habanero Juventud Rebelde mordazmente titulado, ‘Demasiadas manos en lo que la gente se lleva a la boca’ en su primer párrafo se lee: «Primero incrementar las producciones en el campo; segundo: reducir la cadena de intermediarios en la comercialización… Esas son las dos premisas básicas para bajar los precios en los mercados agropecuarios, afirman campesinos y dirigentes de bases productivas en la provincia de Mayabeque.» En el artículo se señala que éstos están optimistas respecto a las cosechas, la del actual año y las del 2015. Por ejemplo, la cosecha de viandas, hortalizas y frutas en esa provincia, aledaña a La Habana, alcanzará este año, las 300 mil toneladas, un crecimiento de alrededor del 20% con relación a 2013 y 100 mil toneladas más que en 2011. Según mantienen los autores del artículo eso es un indicio general de cómo van las producciones en el resto del país.
Entonces, ¿cuál es la razón o las razones del exasperante problema de los altos precios?
Explica el artículo: «Moyita [uno de los entrevistados] considera que el problema principal de los precios son los intermediarios. ´No entiendo por qué si se me paga [por los organismos correspondientes] el quintal de boniatos a 60 centavos la libra, en los mercados en La Habana se venden a 1,50 y a 2 pesos la libra. La malanga se me paga a 2,40 pesos la libra, la comercializadora la pone a 2,85 pesos en El Trigal [mercado mayorista de la capital] pero en los agros está a 5,00 pesos la libra y más. Son cosas que no entiendo´. En Catalina de Güines, el presidente de la CPA [Cooperativa de Producción Agropecuaria] Nelson Fernández lo resume de manera lapidaria: ¿Por qué los precios están tan altos? Porque hay demasiadas manos tocando lo que la gente se lleva a la boca.»
¿Qué es lo que impide acabar de resolver lo de «las demasiadas manos tocando lo que la gente se lleva a la boca» que es obvio para los que producen los productos que la población come o quisiera comer y no puede? Quienes son los que están ahí mismo en el meollo de esta fundamental cuestión.
¿Por qué esto se ha convertido en un nudo gordiano que las autoridades responsables de estos asuntos no pueden cortar?
Me atrevo a sugerir que dado el evidente y continuo fracaso de los que están responsabilizados por resolver los persistentes altos precios de los productos de venta en los agros y dada la ejemplarizante labor realizada por el equipo que instaló las nuevas luminarias del Paseo del Malecón se le asigne a este equipo la tarea de lograr resolver de una vez por todas y tan rápidamente como instalaron las nuevas farolas el problemón de los altos precios de los productos en los agromercados.