La ingeniería genética es una técnica totalmente diferente a las prácticas que se han utilizado en el mejoramiento convencional de las plantas desde el desarrollo inicial de la agricultura hace 10000 años, que han evolucionado a lo largo de millones de años de desarrollo. Los riesgos asociados con la ingeniería genética son inherentes en primer […]
La ingeniería genética es una técnica totalmente diferente a las prácticas que se han utilizado en el mejoramiento convencional de las plantas desde el desarrollo inicial de la agricultura hace 10000 años, que han evolucionado a lo largo de millones de años de desarrollo. Los riesgos asociados con la ingeniería genética son inherentes en primer lugar a la misma tecnología que los desarrolla pues se basan en los principios de la Biología Molecular establecidos por Francis Crick, de acuerdo a los cuales:
* Los genes determinan las características de un organismo en una forma unidireccional e irreversible;
* Los genes y el genoma son estables, la información se transmite sin cambios, excepto cuando existen mutaciones raras;
* Los genes no son modificados por el medio ambiente, ni actúan en respuesta a él sino que cambian al azar;
* Los genes son estables y no sufren variaciones; luego de ser insertados en un organismo nuevo los genes no cambian de lugar, permanecen donde fueron introducidos. (Ho,1999)
Sin embargo, a inicios de los años ochenta, este dogma central empieza a ser debatido, aparece entonces el concepto del «genoma fluido», según el cual:
* Los genes funcionan en una red bastante más compleja en dónde la causalidad no es lineal sino multidimensional y existe retroalimentación, es decir que todo el sistema está conectado: los genes influyen en otros genes, las proteínas en otras proteínas e inclusive las proteínas pueden influir en los genes;
* Los genes están sujetos a una regulación e influencia de la fisiología del organismo y del ambiente; * Los genes son fluidos dinámicos que cambian de acuerdo a la presión del medio ambiente;
* Los genes saltan de forma horizontal entre especies no relacionadas, es decir no por la transferencia vertical de genes de padres a hijos que se da en la reproducción sino a través de procesos infecciosos en los cuales el ADN toma ADN desnudo y lo incorpora a otro organismo. (Ho, 1999)
Desde esta perspectiva, el cambio de una característica puede ocasionar una serie de cambios o interferencias en el genoma del organismo receptor.
En segundo lugar, está la técnica utilizada que permite recombinar en el laboratorio material genético entre especies que no se cruzan en la naturaleza. Se introduce en el organismo receptor nuevos genes y combinaciones de material genético; estas construcciones artificiales se derivan del material genético de virus patógenos y otros parásitos génicos, como también de bacterias y otros organismos e incluyen genes que codifican la resistencia a antibióticos. Las construcciones son diseñadas para romper las barreras de las especies y superar los mecanismos de prevención que evitan la inserción de material genético extraño en los genomas. Es decir, en el organismo transgénico no se incluye únicamente el gen que le otorga una nueva característica sino que se incluye un conjunto que contiene varios componentes diferentes. Adicionalmente, las construcciones artificiales se integran al genoma del organismo receptor de forma aleatoria, dando lugar a efectos impredecibles, incluso anormalidades importantes tanto en animales como en plantas, así como la aparición de toxinas y alergenos inesperados en cultivos alimenticios. Consecuentemente, es imposible realizar un control de calidad, más aún si se considera la inestabilidad de las líneas transgénicas, que hace prácticamente imposible realizar una evaluación de riesgo. (Ho, 1999)
Riesgos para la salud
La diseminación de organismos transgénicos como alimentos causa alarma y preocupación, pues existen argumentos para señalar que su aprobación ha girado en torno a un dejar hacer y dejar pasar de la comunidad científica internacional y de las entidades reguladoras.
Ho y Steinbrecher (Ho, M., Steinbrecher R., 1998) señalan que se realizó una «evaluación de la inocuidad» opuesta a la precaución, destinada a dar una aprobación rápida de los organismos transgénicos a expensas de las consideraciones de seguridad. En otras palabras, los estudios en los cuales se basa la inocuidad de los transgénicos han sido criticados por omitir ciertas consideraciones, por ignorar evidencia científica y por ser realizados por las mismas empresas.
El Informe Conjunto de la FAO y la OMS sobre Biotecnología y Seguridad Alimentaria, resultante de una Consulta de Expertos realizada en octubre de 1996 en Roma, es el documento que ha servido como modelo para la evaluación de la inocuidad alimentaria. Sin embargo, este ha sido cuestionado por varias razones: a) hablar acerca de los beneficios de la tecnología; b) evadir responsabilidades de la inocuidad alimentaria, o aspectos como la producción de nutraceúticos; c) aducir erróneamente que la ingeniería genética no difiere del mejoramiento convencional; d) no tomar en cuenta impactos a largo plazo en la salud; e) ignorar las evidencias científicas existentes sobre peligros ya identificados como por ejemplo la transferencia horizontal y la recombinación de ADN transgénico (Ho, M., Steinbrecher R.,1998)
El punto más controversial y que ha suscitado mayor crítica por parte de Ho y Steinbrecher es la adopción del «Principio de Equivalencia Sustancial». Este principio implica que un alimento o componente alimenticio nuevo es sustancialmente equivalente a un alimento o componente alimenticio ya existente, puede ser tratado de la misma manera que éste en relación a la inocuidad. Es decir que el alimento o componente nuevo es tan seguro como el convencional. Falta sin embargo precisar cuales son los parámetros de comparación. El informe no establece que pruebas se requerirán, cuales ensayos específicos se realizaran.
«El establecimiento de una equivalencia sustancial no es una evaluación de la seguridad propiamente dicha, sino un ejercicio dinámico, analítico en la evaluación de la seguridad de un alimento nuevo con relación a un alimento existente. Los rasgos de referencia para las comparaciones de equivalencia sustancial deben ser flexibles y cambiarán con el tiempo de acuerdo con las necesidades cambiantes de los fabricantes y consumidores y con la experiencia».
En la práctica, las compañías tienen la libertad de comparar cualquier cosa, realizar las pruebas menos rigurosas para aducir rápidamente equivalencia sustancial. Se evita por ejemplo la caracterización molecular detallada del inserto transgénico para establecer la estabilidad genética, los perfiles de expresión genética, los perfiles metabólicos, etc., que hubieran revelado la presencia de efectos negativos no buscados.
Este principio, según las autoras, da lugar por ejemplo a la aprobación como sustancialmente equivalentes de papas que en las pruebas de campo mostraron marcadas deformidades en la morfología del brote y un bajo rendimiento del tubérculo con la presencia de escasos tubérculos pequeños y deformados, porque la calidad del tubérculo no sufrió mayores variaciones.
El proceso de aprobación de los alimentos transgénicos por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU, FDA, tuvo lugar en base a este mismo principio. Así se aprobó la comercialización del tomate transgénico Flavr Savr de la compañía Calgene. Este proceso ha sido cuestionado por Belinda Martineau, la científica que condujo los estudios de inocuidad, quien afirma que: «el tomate de Calgene no debería servir como una norma de seguridad para esta nueva industria. Ningún producto manipulado genéticamente debería servir». (Martineau B, 2001)
De hecho, de acuerdo a un memorando secreto de la FDA se conoció que el tomate Flavr Savr no había pasado las pruebas toxicológicas requeridas y que la FDA había ignorado las advertencias de sus propios científicos de que la ingeniería genética es un área nueva y representa riesgos nuevos. (Grupo de Ciencia Independiente, 2003)
A partir de entonces se han realizado muy pocos estudios, serios e independientes en relación a la inocuidad de organismos transgénicos. Se conoce sin embargo de dos informes que revelaron efectos nocivos en animales alimentados con transgénicos. El primero mostró que ratas alimentadas con tomates transgénicos Flavr Savr presentaban principio de úlcera en el revestimiento del estómago. El segundo realizado con ratones machos de meses de edad y alimentados con transgénicos reveló un proceso de proliferación celular en el intestino delgado bajo. (Fares, N; Sayed. A., 1998).
El siguiente estudio importante lo realiza Arpad Puztai del Instituto Rowett con un financiamiento de la que entonces era la Oficina Escocesa del Departamento de Agricultura, Medio Ambiente y Pesca (SOAEFD, en inglés) a fin de evaluar los riesgos para el ambiente y la salud dos líneas de papas transgénicas modificadas, por un grupo de científicos británicos, en un mismo experimento con la finalidad de otorgarles resistencia a las plagas de áfidos. Los estudios demostraron lo siguiente (Puztai, 2002):
• Las dos líneas de papas transgénicas no eran sustancialmente equivalentes en su composición ni entre ellas mismas ni con las líneas parentales (convencionales).
• La dieta con contenido de papa transgénica interfirió en algunos casos con el crecimiento de las ratas jóvenes y con el desarrollo de algunos de sus órganos vitales. Propiciando cambios en la estructura y función intestinal y reduciendo su respuesta inmunológica. Esto al contrario de otro grupo de ratas al que se alimentó con papa convencional y se añadió la proteína transgénica, el cual no presentó problemas.
Estos hechos evidencian por una parte que tal como se señaló anteriormente el concepto de equivalencia sustancial no ofrece ninguna garantía de inocuidad y por otra que los cambios ocurridos se debían a la modificación genética en sí, es decir a la construcción genética insertada en el ADN del genoma de la papa, y no a la acción del gen introducido. (Pusztai, A; Bardocz, S; Ewen S. 2003)
Estas pruebas mostraron además que es posible realizar «estudios toxicológicos y que la seguridad de los alimentos transgénicos debe ser establecida a partir de la alimentación a corto y largo plazo de animales jóvenes y de los estudios metabólicos y de respuesta inmunitaria de los mismos, ya que son los más vulnerables y los más propensos a responder a cualquier tensión nutricional y metabólica que afecte el desarrollo, y a manifestarla». (Grupo de Ciencia Independiente, 2003)
Esta última frase merece toda la atención, pues muchos de los productos transgénicos tienen como población objetivo lactante, niño y madres embarazadas (en cuyo caso el feto se encuentra en desarrollo). Hasta el momento no existen estudios que demuestren la inocuidad de los transgénicos en estos grupos. Tal como lo dice la ex empleada de la FDA «Proclamar simplemente que esos alimentos son seguros y no hay pruebas científicas de lo contrario no es lo mismo que decir que se han realizado numerosas pruebas y aquí están los resultados» (Martineau B, 2001). De igual forma, Stanley Ewen, histopatólogo del Hospital Trust de la Universidad Grampian y jefe del programa Piloto de Investigación del Cáncer de Colon en la Región Grampian, resumió la situación de la manera siguiente: «Es lamentable que se disponga de muy pocos ensayos en animales de alimentos transgénicos para humanos, tanto en el dominio público como en la bibliografía científica. El corolario es que los alimentos transgénicos no han demostrado no tener riesgo y, en efecto, los resultados científicos experimentales de que se dispone son motivo de preocupación». (Ewen S., 2002)
Por lo tanto, contrariamente a lo que se argumenta constantemente, los alimentos transgénicos nunca pasaron las pruebas necesarias que podrían haber establecido su inocuidad a largo plazo. En cambio, las pocas pruebas realizadas dan indicios de los impactos potenciales que pueden causar a la salud.
A corto plazo, uno de los riesgos para la salud es la aparición de alergias. En la actualidad solo una docena de alimentos puede producir reacciones alérgicas, principalmente debido a proteínas presentes en esos alimentos, pero con la ingeniería genética este número puede aumentar considerablemente, puesto que se incorporan en los alimentos proteínas no tradicionales de las cuales no existe información alguna sobre sus propiedades alergénicas. Por lo tanto, es posible que la comercialización de alimentos que contengan productos genéticamente modificados, ocasione que los individuos particularmente sensibles desarrollen alergias a alimentos que anteriormente consumían sin peligro. Si se presenta un shock anafiláctico, una alergia puede ser fatal. (Ho and Tapesser, 1997)
Por otra parte, la utilización de genes con resistencia a los antibióticos como parte del inserto genético, puede ocasionar que aumente en los seres humanos la resistencia a antibióticos para algunas enfermedades bacterianas. Este hecho es ya en la actualidad un problema de salud pública para algunas enfermedades. (Tschape, 1994)
Una muestra de la preocupación en torno a estos dos temas es el pronunciamiento de varias de las agencia de salud de mayor reconocimiento y prestigio en el mundo como son: la Agencia Francesa de Seguridad Sanitaria de los Alimentos, la Sociedad Real de Canadá y la Asociación Médica Británica.
Las tres agencias (AFSSA, 2001) (La Sociedad Real del Canadá, 2001) (BMA, 1999) en diferentes informes señalan que se deben conducir pruebas más rigurosas, sobre toxicidad a largo plazo, cuestionando el procedimiento actual de equivalencia sustancial. Señalan que se debe tomar medidas para reducir el riesgo de alergias y que el uso de genes con resistencia a los antibióticos es un riesgo mínimo pero inaceptable al que no debería ser sometido los consumidores. Finalmente, llaman al uso del Principio de Precaución para evitar daños irreversibles.
Ana Lucía Bravo de la Red por una América Latina libre de transgénicos
Bibliografía
AFSSA, 2002. Agence Française de Securité Sanitaire des Aliments, Résumé del’avis de l’AFSSA sur l’evaluation des risques relatifs à la consommation de produits alimentaires composés ou issus d’organismes génétiquement modifiés. Enero 31 2002. www.afssa.fr/ftp/basedoc/avisOGMResume.pdf ; www.afssa.org
Brithish Medical Association, 1999. Consejo de Ciencia y Educación. El Impacto de la Manipulación Genética en la Agricultura, la Alimentación y la Salud. Documento de Posición Recomendado.
Ho, M.W., 1999. Genetic Engineering Dream or Nightmare? The Brave New World of Bad Science and Big Business, Gateway, Gill & Macmillan, Dublin.
Ho and Tapesser, 1997. Citado por Ho, «La insanta Alianza», The Ecologist, vol.27, No. 4. (Madrid: julio/agosto 1998).
Grupo de Ciencia Independiente, 2003. En defensa de un mundo sustentable sin transgénicos. Redactado por Mae-Wan Ho y Lim Li Ching. Julio de 2003. Londres.