A lo largo de los últimos años y de la mano de Gaspar Llamazares IU ha pasado a convertirse en una fuerza política más del sistema. El voto favorable a la Ley de Defensa, a la de Educación o a Presupuestos Generales (como los últimos) de marcado corte neoliberal así lo atestiguan. Pero no sólo: […]
A lo largo de los últimos años y de la mano de Gaspar Llamazares IU ha pasado a convertirse en una fuerza política más del sistema. El voto favorable a la Ley de Defensa, a la de Educación o a Presupuestos Generales (como los últimos) de marcado corte neoliberal así lo atestiguan. Pero no sólo: la purga sistemática de los sectores más combativos de su organización, la nula capacidad de decisión de su militancia, el abandono del trabajo en los movimientos sociales o sindicales críticos han convertido este, otrora último bastión de implantación estatal de la izquierda transformadora, en una caricatura prosistémica de lo que fue.
IU ha sustituido la propuesta política por el insustancial verbo de Gaspar Llamazares, su alter ego en Second Life, su personaje de tira cómica «Supergaspi» o vídeos como el de «Henry Drive» en Asturias y que, más allá de que nos resulten simpáticos o no, únicamente informan a la ciudadanía de que la candidata de IU al Congreso, Laura González, estaba mejor viviendo de su «buena» pensión (fruto de su paso por el parlamento europeo, que no de su antigua profesión en la sanidad). IU hace tiempo que no es la voz de los más, de las trabajadoras y trabajadores, de los precarios, de los parados, de los inmigrantes, de los colectivos discriminados. IU únicamente ha cumplido con acierto su función como vocero, palanganero y defensor de un gobierno social-liberal (el de Zapatero) frente a las embestidas de un Partido Popular que a cualquiera (incluso a Angela Merkel o Sarkozy) hace aparecer como de «izquierdas».
Se puede argumentar, y no sin razón, que en tal o cual pueblo, en tal o cual comunidad autónoma IU y sus candidatos representan lo más amplio y mejor organizado de la izquierda. Pero eso, desde luego, no pasa ni en Asturias ni en el actual Congreso de los Diputados, y eso, desde luego no pasa con Laura González. IU de Asturias acaba de terminar una purga generalizada (más de 600 militantes) de todos aquellos comunistas y gentes de izquierda comprometidos con el proyecto originario de IU.
Y Laura González… Es cierto que antes con una IU dirigida por Julio Anguita comportamientos como los de Laura (muchos de los cuales poco tienen que ver con la izquierda) quedaban más tapados, pero quizá sea ahora el momento de repasar tan sólo algunos de ellos.
Durante su etapa como Presidenta de la Junta hubo, como quizás recordaréis, una Huelga General, Huelga General que Laura no secundó aduciendo que ella representaba «a todos los asturianos» y no tan sólo a los huelguistas. Vamos que Laura, señora muy neutral ella, lo mismo representa, da voz, a la familia Masaveu que a un parado o un precario en las instituciones.
Durante muchos años Laura, Gaspar y algunos más, trataron de impedir que IU defendiera públicamente la 3ª República. Una vez que esta reivindicación se hizo mayoritaria en el seno de su organización, ella se dedicó a defenderla en el seno de los Jurados de los premios republicanos «Principe de Asturias», o en platos de televisión donde hablaba de la simpatía que le suscitaba el sucesor de Francisco Franco a título de Rey, un tal Juan Carlos, creo que se llama.
Mientras hablaba de otras formas de hacer política se dedicaba a ir al Palco de Autoridades del Teatro Campoamor a los estrenos de la Opera con todas las «fuerzas vivas» de nuestra región y mientras predicaba la separación iglesia-estado se dedicaba a sujetar el cirio pascual en calidad de «representante del pueblo» (y por supuesto también de los paradas, inmigrantes y precarios) en diferentes celebraciones religiosas.
Tiene Laura, eso si, un desparpajo y una campechanía que, como las de Gabino de Lorenzo (candidato del PP al Congreso por Asturias), le acercan a la gente… o al menos eso dicen las empresas de comunicación.
El reciente paso por el Gobierno de Asturias de IU y la política desarrollada por Laura González al frente de la Consejería de Vivienda y Bienestar Social requerirían una atención más individualizada. Pero a modo de resumen y poniendo la política de vivienda y la ciudad de Oviedo como ejemplo, baste decir que Laura González y Gabino de Lorenzo (alcalde de Oviedo por el PP) mantuvieron una acalorada polémica en prensa en la que ambos se arrogaban la paternidad de un plan de vivienda que destroza buena parte de la zona rural del concejo y que, lejos de ofrecer vivienda pública en régimen de alquiler, únicamente ofrecía suculentas subvenciones para que los constructores pudieran mantener sus tasas de ganancia y ofrecer pisos en régimen de venta ligeramente más baratos que los precios del mercado (y aún esto está por ver).
Más recientemente se ha desatado en la opinión pública asturiana una fuerte polémica por la llamada «operación de los palacios de calatrava en Oviedo», una oscura operación urbanística que amenaza con cambiar la faz de Oviedo y que está hecha a la medida del lucro privado de Cosmen Adelaida y Alberto Lago, empresarios con destacada influencia en el mundo político asturiano. Pues bien, durante su etapa de gobierno, IU votó a favor de la implicación del Gobierno Regional en esta operación, implicación que se concretó en la compra de oficinas para la Administración Regional por valor de 58 millones de Euros en el llamado «Palacio de Congresos de Buenavista» un edificio poco funcional y levantado sobre un suelo público que le fue cedido de manera gratuita a la empresa constructora Jovellanos XXI (propiedad de los aludidos Cosmen y Lago). Estás y muchas otras de sus actuaciones requerirían, en todo caso, una explicación más sosegada que trasciende los objetivos de este pequeño artículo. Si alguien, desde posiciones honestas y de izquierdas, alberga alguna esperanza para que IU vuelva a ser lo que fue (o algo mejor), desde luego no puede dar la razón con su voto a Gaspar Llamazares en Asturias, al mismo que pretende, tras las convenientes purgas que está realizando en el conjunto del estado, convertir definitivamente a IU en ese tercer espacio «amable» de la progresía en el que, por mera posición estética, puedan enmarcarse aquellos a los que votar directamente al PSOE no les resulta lo suficientemente «cool».
En definitiva votar a IU en Asturias en estas elecciones supone votar en contra de la existencia de una izquierda organizada, supone votar a favor del engendro político promovido por Gaspar Llamazares, supone votar a favor de las purgas de la práctica totalidad de militancia conscientemente anticapitalista que le quedaba a IU.
Supone poner una losa para evitar que lo que IU representó en algún momento de su historia pueda volver a ser posible en nuestro país.