La polémica está servida provocando controversia en un debate que toca la fibra sensible de la sociedad: la salud. Desde que el empresario Amancio Ortega anunciara esta semana que ha donado 320 millones de euros a la sanidad pública para la compra de 290 equipos médicos, distintas organizaciones han puesto el grito en el cielo […]
La polémica está servida provocando controversia en un debate que toca la fibra sensible de la sociedad: la salud. Desde que el empresario Amancio Ortega anunciara esta semana que ha donado 320 millones de euros a la sanidad pública para la compra de 290 equipos médicos, distintas organizaciones han puesto el grito en el cielo rechazando lo que consideran un gesto de «caridad» del dueño de Inditex. Explicar la posición que defiende este sector de profesionales de la medicina no es sencillo y va más allá de consideraciones simplistas: ¿por qué rechazar su dinero?, se preguntan otros colectivos de pacientes y sanitarios.
PRIMER ENSAYO EN GALICIA
A nadie se le escapa que, con este tipo de donaciones, Amancio Ortega gana prestigio e inversión en publicidad porque puede incluso -apuntan algunas fuentes- colocar su logo en los aparatos que dona. El empresario ya hizo un primer ensayo en Galicia cuando en 2015 donó al SERGAS (Servizo Galego de Saúde) 17 millones de euros. Como en esta ocasión, la donación era finalista, es decir iba destinada a la compra exclusiva de aparatos de alta tecnología. Luisa Lores, radióloga en el hospital de Pontevedra y portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) explica, en conversación con este periódico, su oposición a este tipo de prácticas.
«La falta de equipos no es el problema del sistema público de salud, que está bastante bien dotado, el problema es que no tiene personal», señala Luisa Lores. Según esta profesional, ya hubo problemas en la donación que Ortega hizo a la sanidad gallega, problemas relacionados con la falta de transparencia en la gestión de estos recursos. Y es que, la donación se produjo después de que Alberto Núñez Feijoó aprobara en 2015 una partida de 88 millones de euros para los siguientes 8 años (11 millones al año) para renovar el parque tecnológico privatizándolo, un monto importante teniendo en cuenta que un TAC de alta generación ronda los 300 o 400.000 euros. El contrato se adjudicó a dos empresas que le dijeron a la Xunta exactamente qué aparatos tenían que comprar sin haber consultado a los profesionales del SERGAS. Posteriormente, el dinero donado por el dueño de Inditex se destinó supuestamente a comprar los mismos equipos: «Se compraron los mismos mamógrafos, no otros, los mismos, y los mismos equipos de radioterapia, se pagaron dos veces, ahí hubo un problema de transparencia que nadie explicó», denuncia la portavoz de FADSP.
«El marketing que hizo Amancio Ortega con eso fue enorme, consiguió prestigio, la RSC, con el apoyo unánime de la Asociación Española Contra el Cáncer, cuya vicepresidenta es Inés Entrecanales, la dueña de Acciona. Él gana 1.100 millones de euros al año, solo en dividendos, si pagara como un médico, pagaría los 320 millones cada año en impuestos. Amancio Ortega tiene un fondo de capital riesgo con la Xunta a través del cual está influyendo en toda la investigación de la universidad. Ahora tiene a profesionales de la universidad trabajando para Inditex, tiene a profesionales de la sanidad trabajando para sus patentes, y ahora se quiere meter en la sanidad. ¿Qué hace Amancio Ortega en la sanidad gallega o que hace Carlos Slim en la sanidad catalana? Quieren mejorar su prestigio y dirigir la sanidad hacia diagnóstico y tratamiento, nada de promoción, nada de atención primaria, nada de hacer una medicina real», critica.
AUMENTO IMPARABLE DE TAC
Y es que según Luisa Lores, la tendencia va por aumentar el número de pruebas sin valorar los efectos perniciosos que las mismas puedan tener para la salud. «No es cuestión únicamente de hacer mamografías, es cuestión de palpar esa mama, de ver los antecedentes, de ver a la mujer, hacerle la citología, en definitiva, hacer medicina, ellos solo quieren hacer pruebas porque es lo que da dinero», señala.
Los equipos de alta gama que se compraron en Galicia son de altísima resolución, aprecian lesiones invisibles al ojo humano y pueden diagnosticar hasta el 42% más de lesiones en la mama. «Pero el problema que tenemos ahora es que hay un tremendo sobrediagnóstico, hasta el 20% se estima en las mamografías actuales. Es decir, se ven lesiones pequeñas que luego nunca serán cáncer y se acaba operando a la mujer. Con esos aparatos de alta gama que dicen que incrementan en un 42% se va a significar muchísimo más el sobrediagnóstico. Y además conlleva más radiación«.
EL PELIGRO DE MERCANTILIZAR LA SANIDAD
Para Luisa Lores, «las implicaciones que tiene mercantilizar la sanidad son enormes». Actualmente, se considera que se hacen entre un 30 y un 50% más TAC de los necesarios y si se ponen más equipos aumentarán estas pruebas. Un TAC a las mamas radia lo mismo que 5 mamografías. «El I+D+i del sistema sanitario se lo están quedando. Deciden ellos, no nosotros, los profesionales, a quienes nadie pregunta», afirma.
El aumento de este tipo de pruebas en el mundo occidental empieza a ser alarmante a juicio de muchos profesionales. En la sanidad privada en EEUU los TAC se han convertido en una prueba muy habitual. Entre la década de los años 80-90 se hicieron 3 millones de TAC a toda la población y ahora se hacen 70 millones, 4 millones solo a niños. «Eso se hace y la población no está más sana, el cáncer aumenta, entonces, no estamos haciendo bien las cosas, pero a nadie le importan los resultados en salud, solo interesa que se hagan miles y miles de TAC, solo se cuenta la actividad como cualquier fábrica de tornillos».
Aunque esta profesional reconoce la alarma social que está provocando el aumento de casos de cáncer en la sociedad, también defiende la necesidad de inyectar recursos en la prevención. «El cáncer está disparándose por lo que respiramos, por lo que comemos, por los hábitos de vida. Según la OMS, el 50% de los cánceres disminuiría con mejorar la calidad de vida. Nadie estudia la atención primaria, eso no lo importa a nadie. Y a los médicos nos usan como peones, metiendo datos y haciendo TAC», lamenta.
A eso se une -a su juicio- la innecesaria inversión para adquirir nuevos aparatos. Según esta radióloga, solo con cambiar el software de muchos de ellos se puede reducir la radiación a menos de la mitad: «En lugar de eso se ponen equipos nuevos que necesitan infraestructura, gasto y personal, ¿quién va a pagarlo el año que viene?, porque el problema del sistema no es que no tenga equipos, es que no tiene personal, dice y pone un ejemplo del hospital de Pontevedra: «Nosotros tenemos una resonancia parada el sábado y el domingo mientras que las privadas funcionan de mañana, tarde y noche de lunes a domingo, y nosotros derivamos a la privada, si hubiera personal y se pusieran a funcionar los quirófanos al 100 x 100 como les estamos pidiendo… no es una cuestión de equipos, es cuestión de personal», insiste.