Sin olvidar sucesos históricos cercanos y el atentado neoyorquino, para cualquier ciudadano de izquierdas el 11 de septiembre está inevitablemente asociado a reflexiones como la siguiente. Es innecesario indicar autoría. «[…] Supongamos, por ejemplo, que el ataque hubiera llegado hasta a bombardear la Casa Blanca, matar al presidente, imponer una dictadura militar brutal que asesinara […]
Sin olvidar sucesos históricos cercanos y el atentado neoyorquino, para cualquier ciudadano de izquierdas el 11 de septiembre está inevitablemente asociado a reflexiones como la siguiente. Es innecesario indicar autoría. «[…] Supongamos, por ejemplo, que el ataque hubiera llegado hasta a bombardear la Casa Blanca, matar al presidente, imponer una dictadura militar brutal que asesinara a miles y torturara a decenas de miles mientras establecía un centro internacional de terror para ayudar a imponer estados similares de tortura y terror por todas partes y desarrollar una campaña internacional de asesinatos; y como estímulo adicional, hubieran traído un equipo de economistas -llamémoslos «los chicos de Kandahar»- para hundir velozmente la economía en una de las mayores depresiones de su historia. Eso, francamente, hubiera sido mucho peor que el 11-S. Lamentablemente, este no es un pensamiento experimental. Sucedió. La única inexactitud en ese breve relato es que las cifras se habrían multiplicado por 25 para producir los equivalentes per capita en la medida apropiada» [1]. El gran lingüista norteamericano prosigue señalando que, obviamente, se está refiriendo a lo que en Latinoamérica se llama con frecuencia «el primer 11-S», «el 11 de septiembre de 1973, cuando EEUU consiguió tras intensos esfuerzos derrocar al democrático gobierno de Salvador Allende en Chile con un golpe militar que colocó en el poder al brutal régimen del general Pinochet». Estos días, en Barcelona, se están celebrando actos en recuerdo de Salvador Allende, la Unidad Popular y aquel intento imborrable de asaltar los cielos. Como en los buenos viejos tiempos. También hay un nudo complementario que merece nuestra atención.
«Tamquem les nuclears» [TN], con ocasión de la celebración de la Diada Nacional de Catalunya este próximo domingo, ha convocado a la ciudadanía catalana a manifestarse con un lema antinuclear, una iniciativa que, si no ando errado, no se había realizado hasta el momento «la reivindicación solidaria del cierre de las centrales nucleares». Más en concreto, visto lo que ha pasado en Fukushima, otro día 11, este de marzo de 2011, no desean que Ascó tenga otro permiso de funcionamiento. Por ello convocan al movimiento antinuclear y a la ciudadanía en general este próximo 11 de septiembre de 2011 a les 17 horas delante del Teatro Borràs de Barcelona, en la Plaza del obispo Urquinaona. El asunto nuclear, más allá del abono incesante de la lucha antinuclear, es Ascó, el cierre de Ascó. Se agolpan las razones para ello. Tomo pie en algunas de las informaciones que pueden verse en la página del movimiento [2].
Los graves problemas estructurales de Ascó, que se manifiestan en la acumulación de incidencias y problemas de funcionamiento (casi un centenar en los últimos cuatro años), en la deteriorada política de seguridad (fuga de partículas radiactivas del 26 de noviembre de 2007, que se dispersaron por el territorio contaminándolo y que fue ocultada durante más de cuatro meses por la dirección de la central y el Consejo de Seguridad Nuclear), en la falta de control legal (ya han pasado casi cuatro años sin depurar las responsabilidades legales), en la demostrada inestabilidad geológica de su emplazamiento, «son motivos más que suficientes para que la central no vuelva a entrar en operación». El informe del CSN de 29 de julio sobre Fukushima no contempla ninguno de los riesgos puestos de manifiesto a raíz de esta catástrofe.
Para TN el informe del CSN pone de manifiesto tres cosas: un reconocimiento de que la central nuclear tiene deficiencias, otorgando, en cambio, un «cheque en blanco» para que los propietarios continúen su negocio sin molestias; una decisión precipitada que vuelve a mostrar un organismo público sumiso a los intereses y al calendario de las empresas nucleares y, contradiciendo la letra de sus últimas declaraciones, «una voluntad del CSN de desmarcarse de las líneas que se están siguiendo por parte de los reguladores nucleares a nivel internacional», líneas que, en principio, dan prioridad a la seguridad por encima de los negocios, mayor rigor en la evaluación de riesgos y plazos de licencia más cortos.
El informe de julio establece nueve límites o condiciones de operación, si bien deja a los propietarios de la central un margen superior a un año para su aplicación, y señalan 17 instrucciones técnicas complementarias que serán remitidas directamente por el CSN al titular, Ministeriales del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Las dos decisiones, señala TN, «suponen una negación de todo lo ocurrido en Fukushima, y una burla a las prioridades de seguridad». Para TN la situación actual en el caso de Ascó evoca el precedente de lo que pasó con Vandellós 1 después de la catástrofe de Chernóbil [3]. La realidad es que la complicidad del CSN con los propietarios de la central nuclear de Ascó, en el caso de la fuga de partículas de noviembre de 2007, pone en cuestión, en razonable opinión de TN, «la capacidad de este organismo para mantener un control mínimo de la seguridad de Ascó».
Han pasado cinco meses desde el inicio de la catástrofe de Fukushima, en Japón, recuerda TN, «y a pesar del silencio generalizado sobre sus secuelas, se multiplican los apuntes informativos que muestran como la fuga continua de radiactividad, que no se podrá controlar en una fecha definida, está afectando de múltiples formas el aire, el agua y los alimentos». Esta catástrofe, en su opinión, es una seria advertencia sobre lo que puede pasar en Cataluña (y en otros lugares de España) donde, como ya se ha explicado, ya tuvimos un accidente nuclear en octubre de 1989, en Vandellòs 1 [4]
La electricidad que produce Ascó puede ser sustituida sin problemas por la que generan otras tecnologías que ya están en funcionamiento y que no son tan peligrosas, sostiene TN: centrales de cogeneración con gas, hidráulicas, eólicas, solares o geotérmicas. Estas tecnologías no operan hoy a pleno rendimiento. Pueden hacerlo. De tal modo, «las numerosas veces que la central ha sido parada no se ha notado en el suministro eléctrico». La tesis de TN: la caducidad de Ascó es clave para desarrollar un modelo energético en Cataluña que se base en el ahorro, la eficiencia y el aprovechamiento generalizado de los recursos renovables y tenga su norte en la ciudadanía y racionalidad energética. no en la cuenta de resultados de las grandes corporaciones.
El manifiesto está firmado el 1 de agosto de 2011. Recuerden la cita: el domino 11, a las 17 horas, en Plaza Urquinaona: «NO a las centrales nucleares», «Por el cierre de Ascó», buenos para manifestarse en Barcelona en la Diada Nacional de una Catalunya antinuclear y solidaria.
PS: «Tamquem les nuclears» informa también de los dos últimos incidentes de la central, «una buena muestra de la distancia existente entre la retórica nuclear y la realidad». Un apunte sobre el segundo de ellos. Entre el 22 y el 23 de agosto los dos grupos de la central nuclear bajaron a un 64% su potencia de generación. NI el CSN, ni la empresa propietaria, ni la ANAV, han dado, a estas alturas, ninguna explicación sobre esta bajada de potencia. «Estas características las comparten la práctica totalidad de las notas informativas emitidas por el CSN sobre las continuadas incidencias y problemas de funcionamiento de las centrales nucleares en general, y de Ascó en particular». La transparencia informativa, prosigue la nota, «se limita a la comunicación puntual de acontecimientos, sin criterios que permitan definir su importancia y evolución. La pauta aplicada corresponde a un ciclo establecido en base a informar – tranquilizar – olvidar, y esperar al siguiente suceso».
En el caso de Ascó esta política informativa resulta especialmente lacerante a la luz de su historial de incidencias: más de cien en apenas 4 años, de sus incumplimientos de la cultura de la seguridad, y de las complicidades demostradas entre los propietarios de la central y el CSN, que tuvieron su máximo exponente en el escape de radiactividad del 26 de noviembre de 2007.
«Tanquem les nuclears» denuncia igualmente que no parece que la catástrofe de Fukushima haya implicado cambios reales en el secretismo informativo sobre las centrales nucleares. Las sesiones de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) sobre Fukushima, realizadas entre el 20 y el 24 de junio de 2011, se realizaron a puerta cerrada. La información sobre la fuga radiactiva continuada en Japón se da sin rigor, sin establecer referentes, «con un reconocimiento continuado de episodios de censura seguido de reiteradas demandas de excusas, una información dada de manera contradictoria, y sin explicar claramente el alcance temporal y geográfico de la catástrofe». Las viejas rutinas y la aceptación tácita de que la veracidad, el rigor, la seguridad y el nivel de riesgos a asumir son aspectos subordinados a los beneficios económicos, concluyen, «siguen marcando la pauta informativa de la industria nuclear, y del CSN, pese a que como agencia estatal, teóricamente, debería controlarla».
Notas:
[1] Noam Chomsky, «¿Había otra alternativa?», http://www.rebelion.org/noticia.php?id=135326 Chomsky recuerda las palabras de la administración Nixon: matar el «virus» que pudiera animar a todos aquellos «extranjeros dispuestos a putearnos» apropiándose de sus propios recursos y siguiendo de diversas maneras una política intolerable de desarrollo independiente. El primer 11-S, añade Chomsky, a diferencia del segundo, no cambió el mundo. No se produjo «nada que tuviera muy grandes consecuencias», como Henry Kissinger aseguraba a su jefe pocos días después.
[2] http://www.tanquemlesnuclears.org/
[3] El 12 de junio de 1986 el CSN envió «instrucciones de re-evaluación de la seguridad» a la dirección de Vandellòs 1 en base a lo sucedido en Chernóbil. Las instrucciones tuvieron que ser reiteradas por escrito en cuatro ocasiones (en 1986, 1987, 1988 y 1989), y en numerosas ocasiones en el curso de reuniones conjuntas. La empresa propietaria hizo caso omiso y no las aplicó. El CSN no tomó ninguna medida contra la central. Este incumplimiento fue una de las causas del accidente que tuvo la nuclear en octubre de 1989, según reconoció el propio CSN en el informe posterior al accidente redactado en 1990 recuerda TN..
[4] Un llamamiento de TN: «[…] desde cada asociación, cooperativa, grupo cultural, deportivo o juvenil, fundación, empresa o comercio; desde cada sección o sede local de cada sindicato, desde cada agrupación local o sectorial de cada fuerza política, desde ayuntamientos y consejos comarcales, o desde el mundo de la enseñanza …, se entre en la web http://www.tanquemlesnuclears.org/ o http://www.totsdos.es/tln-enti/, y se apoye el texto básico que denuncia la decisión irracional de mantener esta amenaza sobre la sociedad y el medio ambiente de Cataluña».
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