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Por un sistema monetario controlado democráticamente y dentro de los límites del planeta

Fuentes: Ecologistas en Acción

Ecologistas en Acción suma al debate sobre la «moneda del billón de dólares», que se está produciendo en EE UU, la necesidad de cambios importantes en nuestro sistema monetario. La «moneda del billón de dólares» no sería más que un primer paso en ese sentido. Después tendrían que seguir el control democrático de la política […]

Ecologistas en Acción suma al debate sobre la «moneda del billón de dólares», que se está produciendo en EE UU, la necesidad de cambios importantes en nuestro sistema monetario. La «moneda del billón de dólares» no sería más que un primer paso en ese sentido. Después tendrían que seguir el control democrático de la política monetaria y el anclaje de la moneda a los límites del planeta.

En estas últimas semanas se está hablando mucho de la «moneda del billón de dólares». Básicamente la propuesta consiste en que la Casa de la Moneda (dependiente del Departamento del Tesoro y, por lo tanto, del Gobierno) emita una moneda de platino con un valor facial de un billón de dólares. Esto permitiría al Gobierno conseguir una importante liquidez para hacer frente a sus compromisos financieros y, al tiempo, convertirse en emisor de dinero, sorteando esta prerrogativa en manos de la Reserva Federal. Hay que señalar que la Reserva Federal, al igual que el Banco Central Europeo, son instituciones independientes que no reciben instrucciones de los Gobiernos y tienen autonomía para marcar las políticas monetarias del país.

Al calor de esta discusión, Ecologistas en Acción quiere introducir dos propuestas que ayudarían mucho a avanzar hacia una sociedad sostenible que sortease la profunda crisis económica, social y ambiental actual.

La primera propuesta es volver a ligar la creación del dinero al control democrático de la ciudadanía. La idea de la «moneda del billón de dólares» es un tímido paso en este sentido. Habría que llegar mucho más allá mediante el control democrático de los bancos centrales, la prohibición a los bancos de que creen dinero prestando por encima de sus depósitos, y la prohibición a las empresas de que produzcan dinero mediante ampliaciones de capital (y otros mecanismos más sofisticados).

Este tipo de políticas eliminarían una de las causas del tremendo poder de las corporaciones: ya no podrían crear dinero, uno de los elementos centrales que ha estado en la generación de las tremendas burbujas financieras que han producido la crisis actual. Una segunda ventaja es que la ciudadanía recuperaría el poder de la creación de dinero y, por lo tanto, una herramienta básica para la orientación de la economía hacia la economía ecológica, social y solidaria.

Para Ecologistas en Acción, solo mediante un control democrático de la política monetaria la ciudadanía conseguirá que la economía deje de estar al servicio de los grandes capitales especulativos y se encamine a la satisfacción de las necesidades humanas sin destrozar la base material de nuestro planeta. Por ello apuesta por iniciativas como el mercado social que avanzan en la creación de monedas sociales bajo control colectivo.

La segunda propuesta consiste en volver a anclar las monedas a elementos físicos de nuestro planeta. La «moneda del billón de dólares» sería una moneda guardada en las arcas de la Reserva Federal de platino, pero el valor del platino no sería de un billón, sino mucho menos. Lo que Ecologistas en Acción propone, en consonancia con el grupo MaPriMi (Materias Primas y Moneda Internacional de la Universidad Autónoma de Madrid), es que todo el dinero esté respaldo al 100% por valores físicos, como una cesta de materias primas. De este modo, no se podría emitir más moneda que la respaldada por la presencia de estas materias primas. Así la política monetaria tendría que guardar correlación, necesariamente, con la cantidad de recursos disponibles en el planeta y con su calidad (concentración y facilidad de acceso).

Realmente ninguna de las dos propuestas son nuevas en la historia de la humanidad, solo hace falta voluntad política y presión ciudadana para llevarlas a cabo.

Fuente: http://www.ecologistasenaccion.org/article24822.html