Para el gran poeta republicano Luis Cernuda. In memoriam La noticia apareció el martes, precisamente, 20 de noviembre de 2012 -¡20N!-, 37 años después de que fueran fusilados Txiki y Otaegi [2] quienes, por supuesto, no fueron «dos etarras», como figura en el titular del diario global-imperial, sino dos luchadores antifranquistas que se jugaron […]
La noticia apareció el martes, precisamente, 20 de noviembre de 2012 -¡20N!-, 37 años después de que fueran fusilados Txiki y Otaegi [2] quienes, por supuesto, no fueron «dos etarras», como figura en el titular del diario global-imperial, sino dos luchadores antifranquistas que se jugaron la piel… y la vida por acabar con aquél régimen criminal y fascista.
Se ha informado también, este mismo día, de la declaración de «treinta juristas» -un grupo de «prestigiosos abogados»- que abogan por la unidad jurídica de España. Sea así, admitámoslo sin entrar en harina.
Ángel Otaegi y Juan Paredes Manot, Txiki, van a ser reconocidos de forma inminente, tal vez esta misma semana, como víctimas del fascismo español y sus familiares van a ser indemnizados con 135 mil euros por el gobierno vasco en funciones (el gobierno del PSE-PSOE, con Patxi López como lehendakari).
Extendamos a toda España las consideraciones jurídicas de su caso.
La comisión que ha evaluado el caso de estos dos luchadores antifranquistas se puso en marcha el pasado junio de este mismo año «para amparar a las víctimas de excesos policiales o de otras vulneraciones de derechos humanos cometidas entre 1968 y 1978». Se ha considerado que Txiki y Oteagi fueron sentenciados en un consejo de guerra sumarísimo en el que «se vulneró su derecho a un juicio justo».
Otros cinco casos han sido también reconocidos. Cuatro de ellos, ciudadanos sin ninguna relación con ETA, fueron asesinados por la Policía Armada o la Guardia Civil.
Además de su reconocimiento formal como víctimas, la comisión pedirá al próximo gobierno vasco que les incluya en los actos colectivos que se dediquen a las víctimas y que el futuro gobierno y Parlamento asuman del mismo modo su deber de memoria.
¿Por qué desde 1968? ¿Por qué no antes? Es evidente que la fecha es arbitraria. El fascismo español no nació entonces. ¿No fueron víctimas también Julián Grimau o Salvador Puig Antich? ¿No se vulneró también en su caso el derecho a un juicio justo?
Volvamos la vista más hacia atrás. Con o sin ira pero sin desmemoria. Hacia los años cuarenta y cincuenta, cuando miles de ciudadanos republicanos eran fusilados en Barcelona, en el Camp de la Bota, o en otros lugares de España (¡33 mil en Valencia!) tras unos «juicios» militares sumarísimos sin ninguna garantía jurídica ni nada que tuviera que ver con cualquier concepto consistente o incluso demediado de justicia. ¿No fueron también estas personas víctimas de aquel estado de terror y barbarie?
Pido -sin otorgarme ninguna representación- en nombre de todos los fusilados por aquel régimen abyecto, en nombre de todos sus familiares, en nombre de mi abuelo materno José Arnal Cerezuelo, que también ellos sean considerados víctimas de aquel Estado asesino que a fecha de hoy les sigue considerando como lo que nunca fueron: delincuentes, reos del delito de «rebelión militar» [3], es decir, de defensa de la legalidad de la II República española).
¿Habrá o no habrá justicia para estas víctimas? ¿O no fueron víctimas? ¿O queremos que habite el olvido y la ignominia sobre ellas?
Notas:
[1] Javier Rivas, «Euzkadi indemnizará a los familiares de dos etarras fusilados». El País, 20 de noviembre de 2012, p. 16
[2] Algunos jóvenes de aquellos años, que asistimos al entierro de Txiki en el cementerio de Cerdanyola. difícilmente olvidaremos aquel día y las manifestaciones de protesta en el centro de Barcelona.
[3] El caso del poeta comunista Miguel Hernández.
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