A modo de despedida a los héroes por la República y la Democracia que nos han dejado sin ver cumplido su derecho al reconocimiento social e institucional.
El concepto de Memoria Histórica republicana y antifascista, después de más de dos décadas de batalla continuada y sacrificada por las asociaciones memorialistas, tiene ya un cierto calado social entre una parte de la ciudadanía.
El gran vacío es el político y el institucional.
Es el que han producido los partidos políticos que se autodenominan de izquierdas en el Parlamento y en las instituciones, salvo algunas excepciones muy cualificadas, con repercusiones de ámbito territorial y personal muy puntual, fruto en la mayoría de los casos, no del compromiso de los partidos ni de las instrucciones, sino de la sensibilidad personal de algunos cargos políticos, rompiendo muchas veces la indiferencia o la cobardía de sus propias formaciones políticas.
Aunque la continuidad de la impunidad por los crímenes franquistas y la propia legalidad de aquel régimen siga vigente, hay muchísimas cosas en términos de reconocimiento jurídico de las víctimas del franquismo y de los protagonistas y héroes de la República, que se podían haber hecho… y no se ha querido hacer.
Es incalificable el grado de mezquindad y de desagradecimiento de esta democracia más que imperfecta, que estos líderes políticos y que casi el conjunto de las instituciones españolas, salvo contadas excepciones, hayan permitido semejante acto continuado de ingratitud.
En los últimos veinte años hemos asistido a la despedida de decenas, cientos, de compañeros y compañeras, que se dejaron sus ilusiones y su juventud, tragados por un estela de sufrimiento tras la derrota militar por el fascismo de la Segunda República y de la posterior dictadura en su despedida definitiva, confortados por la admiración y el cariño de los que los conocieron, pero sin ser acompañados por el reconocimiento institucional y social que se han merecido.
Llegados a este momento crucial, en el que la presencia física de casi todos aquellos protagonistas entre nosotros, forma ya parte de la historia, al tiempo que sostenemos la indeclinable reivindicación de los valores que ellos representaron, debemos dejar testimonio de nuestra imputación a las formaciones políticas por sus siglas y por sus líderes con sus nombres y apellidos, reprochándoles ser los autores por acción u omisión, de tamaña injusticia histórica.
En estos momentos, el gobierno de coalición, pero particularmente el PSOE, tiene la responsabilidad de aprobar en las Cortes una ley de atención integral a las víctimas del franquismo. Pero no una ley de beneficencia e injusticia, como lo fue la Ley de la Memoria Histórica de 2007 si no una ley de reparaciones basadas en los principios de verdad, justicia y reparación, en el marco de las leyes de la ONU, es decir, con reconocimientos jurídicos, con presupuesto económico, con plazos de ejecución y con el final del Imperio de la impunidad para los crímenes franquistas.
Cualquier medida que no recoja esta reivindicaciones, constituye la continuidad de un insulto a la memoria de la República y los republicanos. Y un insulto también a la conciencia democrática de todos los españoles conscientes y responsables.
Y por favor, que no me pida nadie benevolencia por señalar al PSOE como máximo responsable de que se haya llegado a esta situación, después de haber estado gobernando durante más de veinticinco años.
Floren Dimas es Investigador histórico, Oficial del Ejército del Aire (R) y delegado del Colectivo Anemoi para asuntos de la Memoria Histórica.