En Portugal es donde menos se reciclan los desperdicios químicos, comparado con los 15 países que formaban la Unión Europea (UE) hasta abril de 2004, según un informe divulgado este jueves en el país. Este nuevo destaque negativo de Portugal ha causado la indignación de los ambientalistas, que dieron a conocer un estudio realizado por […]
En Portugal es donde menos se reciclan los desperdicios químicos, comparado con los 15 países que formaban la Unión Europea (UE) hasta abril de 2004, según un informe divulgado este jueves en el país.
Este nuevo destaque negativo de Portugal ha causado la indignación de los ambientalistas, que dieron a conocer un estudio realizado por el Instituto Británico para la Investigación en Políticas Públicas (British Institute for Public Policy Research), referente al período 2003-2004.
La asociación no gubernamental ambientalista Quercus, la principal del país, ya había mostrado un profundo malestar con el gobierno al abandonar el viernes pasado la Comisión de Seguimiento Ambiental (CAA por sus siglas en portugués) de la que forma parte junto a la firma cementera Secil-Outão, instalada en el Parque Natural de Arrábida, en las cercanías de Lisboa.
Quercus explicó que desistió de participar en la acción encargada por el Ministerio de Ambiente debido a «la ruptura de las reglas de confianza» por parte de la empresa, responsable por concesión de quemar residuos industriales peligrosos, pero no sin antes informar a la CAA sobre toda decisión relacionada con la coincineración.
Los ambientalistas y alcaldes de la zona, arguyen que en realidad la empresa cementera intenta pasar por sobre la legislación ambiental de la Unión Europea (UE).
La UE define la coincineración como instalaciones que tienen como objetivo fundamental producir energía o productos materiales y que utilizan residuos como combustible habitual o complementario, los que reciben tratamiento térmico para su eliminación.
Las normas de la UE obligan a los países miembro a cumplir reglas sobre la incineración y coincineración «de residuos peligrosos o no peligrosos que pueden producir emisiones de sustancias que contaminan la atmósfera, el agua y el suelo y tienen efectos nocivos para la salud de las personas».
La directiva establece que una autoridad competente, «debe enumerar las categorías y cantidades de residuos peligrosos y no peligrosos que pueden tratarse, la capacidad de incineración o de coincineración de la instalación y los procedimientos de muestreo y medición que van a utilizarse». Los argumentos pesaron también para los ediles de las alcaldías de Setúbal, Anunciada, São Simão y São Lourenço, todas ubicadas en la sierra de Arrábida, que abandonaron la Comisión por motivos idénticos a los activistas de Quercus.
Según el experto Rui Berkemeier, de Quercus, esta organización estaba dispuesta a permanecer en la CAA si la Secil-Outão cumplía con el requisito de realizar un estudio de impacto ambiental antes de proceder a la coincineración de residuos industriales peligrosos.
Asimismo, el compromiso asumido implicaba no quemar en los hornos de la empresa cementera productos que hagan parte de la lista de los que deben ser enviados para los CIRVER Centro Integrado de Recuperación, Valorización y Eliminación de Residuos Peligrosos), incluyendo óleos usados y diluyentes.
Los CIRVER, cuyo proceso de licencia aún está en curso, sólo deberán comenzar a operar a inicios de 2008, mientras el Ministerio de Ambiente garantizó que la coincineración comenzará este mes.
El caso de la cementera en el aspecto de residuos tóxicos, se une a la falta de reciclaje de basura, donde, según el instituto de investigación británico, Portugal aparece en el último lugar en los últimos dos años en que la UE estuvo compuesta por 15 países. El 1 de mayo de 2004 se sumaron otros 10 estados al bloque europeo.
El estudio sostiene que los portugueses sólo reciclan tres por ciento de sus desperdicios, seguidos por Grecia, con ocho por ciento y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (en su conjunto) con 18 por ciento.
En el otro extremo, se colocan Holanda, con 65 por ciento de sus desperdicios reciclados, seguido de Austria, con 59 por ciento, y de Alemania, con 58 por ciento.
La falta de reciclaje ha causado todavía más críticas de los ambientalistas debido a que, según el documento, la tarea no sería de grandes proporciones, porque en el concierto de de naciones de la UE, Portugal es el segundo país que menos basura produce, con 434 kilogramos anuales por habitante, una cifra más baja sólo en Grecia, con un kilogramo menos por persona.
Entre los campeones de la producción de desperdicios, se ubican la República de Irlanda, con 869 kilogramos por habitante, luego Dinamarca, con 696, Luxemburgo, con 668 y España que descarta 662 kilogramos.
La voz de Quercus se levanta contra la decisión unilateral de la Secil-Outão, al pretender «incinerar varias decenas de miles de toneladas de residuos industriales peligrosos, incluidos aceites y disolventes».
Los activistas recuerdan que en marzo pasado, el ministro de Ambiente, Francisco Nunes Correia, garantizó que sólo una pequeña parte de los residuos tóxicos, no susceptibles de tratamiento en los CIRVER, serían enviados a los hornos de las cementeras.
En esa oportunidad, Quercus alertó al gobierno sobre los problemas que puede provocar la opción de quemar de residuos contenidos en la lista de los CIRVER, cuyas consecuencias negativas empezarían por el grave riesgo ambiental si la coincineración se produce antes de ser sujetos a un tratamiento para reducir su cantidad y peligrosidad.
Los ambientalistas recomiendan «una política correcta de gestión» para las 250.000 toneladas anuales de residuos industriales peligrosos», que, en orden de prioridades, contemple la regeneración de 50.000 toneladas de aceites lubrificantes, de 15.000 toneladas de disolventes y el almacenamiento y posterior envío a los CIRVER de las 185.000 toneladas restantes.
Isabel de Castro, diputada hasta el mes pasado del Partido Ecologista Verde, aseguró a IPS que el problema es mucho más vasto y complejo, porque nace de la falta de política ambiental de «las conciencias anestesiadas de un poder político pretensioso, arrogante e ignorante», que ha permitido «una impunidad instalada que favorece a los atentados y degradación ambiental»
«El constante aumento y falta de tratamiento de los residuos, el desmantelamiento de las estructuras fiscalizadoras y su insipiencia, la ausencia de voluntad política y de visión prospectiva, son los síntomas de la inexistencia de una estrategia para alterar esta realidad tan sombría y conformista», concluyo De Castro.
La coincineración en Portugal fue propuesta por primera vez por el actual primer ministro socialista, José Sócrates, cuando era titular de la cartera de Ambiente del gobierno de Antonio Guterres (1995-2002), actual Alto Comisario de las Naciones Unidas para los Refugiados.
El gobierno conservador que le sucedió (2002-2004), encabezado por el ahora presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, abandonó la idea, optando por la construcción de centros integrados de valorización y eliminación de residuos. Al asumir Sócrates, en abril del año pasado, el proyecto fue recuperado.
Las diferencias entre el gobierno actual y todos los ambientalistas acerca de la coincineración, se encuentran exclusivamente en que los activistas aceptan la solución, pero tan solo después del inicio del funcionamiento de los CIRVER y de la realización de nuevos estudios sobre impacto ambiental.
La Secil-Outão, por su lado, presentó una petición al gobierno solicitando la dispensa de una evaluación de impacto ambiental para el proceso de coincineración de lamas oleosas, aceites y disolventes.
Todo dependerá ahora, de la decisión que adopte el gobierno de Sócrates, quién bastantes años antes de asumir el primer plano del poder, siempre demostró sensibilidad por los temas ambientales. ***** + Unión Europea (http://europa.eu/index_es.htm)