Recomiendo:
0

Prefacio a la traducción al euskera de Un pistloletazo en medio de un concierto (Tiroa kontzertuaren erdian)

Fuentes: Rebelión

Traducido por Zigor Garro

Márgenes

Una mujer que escribe hace literatura femenina , un negro que escribe, literatura negra , un homosexual que escribe, literatura gay , y alguien de izquierdas, literatura política . Los que escriben de verdad son los culos heterosexuales que caben en cualquier sofá del stablishment . Las mujeres deberían dedicarse a ser mujeres, los negros a ser negros, los homosexuales a ser homosexuales, y los de izquierdas a ser militantes. El mundo necesita ser dividido en dos para avanzar, sólo los desequilibrios lo equilibran: vencedores y vencidos, hombres y mujeres, blancos y negros, y sí, todos sabemos que eso no es justo, con lo que hemos ido inventando subterfugios para tranquilizar nuestras conciencias y para perpetuar el estado de las cosas.

Siempre surge alguna tensión que amenaza el equilibrio. Un buen día los negros, al otro los homosexuales, al siguiente las mujeres, todos ellos decidieron de pronto pugnar por acceder al nivel de seres humanos. Fue preciso entonces concederles un descanso en el oasis de la igualdad, al menos mientras se les pasara el enfado, y como al perro escandaloso de la casa que nos disponemos a saquear, se les lanzó un generoso pedazo de chuleta para que se distrajesen. El banquete, el espejismo del oasis duraría el tiempo del pillaje. Luego las cosas volverían a la normalidad (a la anormalidad), si bien hubo de readecuar algunas piezas para que la mecánica del mundo siguiera a punto. Se les concedió así a las mujeres, a los homosexuales y a los negros la licencia de jugar el papel de víctimas . En todo caso era mejor que el de marginados . Se estableció de ese modo un nuevo equilibrio, una sutil variación del anterior: en lo sucesivo se daría a los oprimidos permiso para quejarse, con una condición: que aceptasen la condición de víctimas y que no trataran de ningún modo jugar otro papel. Se les reservó así una silla, un porcentaje en la lista y una que otra comisión gubernamental. Se los integró en el orden, para mantenerlo intacto.

Por eso, cuando esa gente escribe un libro nunca se trata de literatura, sino de algo marginal, algo que lucha necesariamente por alcanzar una totalidad. Las etiquetas sirven para eso: «tú no eres de los nuestros, pero ven, sácanos de la rutina, diviértenos un rato, ¡estás invitado!».

Cuando en la literatura de una mujer las mujeres son protagonistas se trata de literatura femenina . Cuando en la obra literaria de un hombre los protagonistas son hombres se trata de literatura . ¿O la ecuación es ésta otra: cuando una mujer escribe hace literatura femenina , cuando un hombre escribe hace literatura ? Coetzee, al expresarse mediante la voz de Elizabeth Costello, no hace literatura femenina, sino literatura merecedora del premio Nobel. Es un detalle importante.

En su trabajo Un pistoletazo en medio de un concierto Belén Gopegui reflexiona sobre lo que implica hablar de política en las novelas. Con la originalidad que le caracteriza, analiza la relación conflictiva del binomio literatura y revolución, buscando – y encontrando – el origen de la auto-prohibición que existe en las novelas para hablar de política. «A veces me pregunto a mí misma lo que sucedería si los novelistas revolucionarios mostrasen al hablar de política la misma actitud que los novelistas corrientes, los novelistas que no son revolucionarios, los novelistas conservadores». Gopegui saca a la luz tanto respuestas como interrogantes, invitando al lector no sólo a responder, sino también a plantear preguntas, recuperando de ese modo la antigua costumbre del diálogo: ¿por qué cuando alguien de izquierdas hace literatura se trata de literatura política? ¿Porque los personajes son de izquierdas o porque lo es el escritor? ¿Porque los personajes luchan contra un orden político establecido o porque el nombre del escritor ha aparecido suscribiendo un manifiesto pidiendo que se respeten los derechos de los presos vascos?

Centro

En 1993 Iñaki Aldekoa Beitia publicó en la editorial madrileña Visor un libro titulado Antología de la poesía vasca . En él, además de poemas de Jon Mirande, Gabriel Aresti, Mikel Lasa, Juan Mari Lekuona, Ibon Sarasola, Xabier Montoia, Iñigo Aranbarri, Xabier Lete, Koldo Izagirre y Joseba Sarrionandia, se puede encontrar un prólogo donde Aldekoa sitúa a cada uno de estos autores tanto en la tradición poética vasca, como en las corrientes poéticas del mundo. Se percibe desde las primeras líneas que el prólogo está escrito por un gran amante y conocedor de la poesía, pero a medida que avanzan las páginas ésta sensibilidad desaparece súbitamente: el autor del prólogo reúne el trabajo de Koldo Izagirre y Joseba Sarrionandia bajo la etiqueta «poesía militante», y nos presenta las voces de Omar Nabarro y Joxe Austin Arrieta unidas al adjetivo «comprometido». Es sabido que Sarrionandia huyó de la cárcel siendo militante de ETA, y que Joxe Austin Arrieta formó parte la Mesa Nacional de Herri Batasuna, pero algunas páginas atrás Aldekoa valora la poesía de Xabier Lete como «intimista» y «llena de frescura resultante de su experiencia personal», si bien Lete recibió su jornal durante la década anterior del Departamento de Cultura de la Diputación de Guipúzcoa. ¿Cómo es posible?

El problema es que la etiqueta viene de escribir a favor de la «utopía», a favor de cambiar las cosas, a favor de la lucha. Escribir contra, por la conservación y la desesperanza, es fresco e intimista, o, en el peor de los casos, neutral:

A QUIENES SEMBRARON MUERTE EN LA UTOPÍA

¿Vale la pena obstinarse

en convocar una vez más a la esperanza?

¿A qué fin, por qué motivo

renovar esas charlas ya caducas?

¿Acaso hemos olvidado -tan temprano-

el eco de la sangre derramada

cada víspera de cada día?

Nuestro tiempo es el tiempo de la renuncia,

amigos míos,

y lo vivimos viajando en sucios buses urbanos

desde los suburbios hasta los cementerios.

Y los pasado mañana de la utopía

son un nuevo flagelo

y en la misma cumbre de la ilusión imponen

monstruosos amigos de más burdas negaciones.

Nuestro tiempo es el tiempo de las amenazas

por teléfono, nada más;

el de los enajenados -malditos sean-

que quieren imprimir en nuestras frentes

el sello de la sospecha.

¿Por qué hablar, por tanto, de esperanza?

¿Por qué y para qué

adornar la muerte con guirnaldas

en cada encrucijada?

Llegados el momento moriremos solos,

espontáneamente.

Que no se autonombren en vano

encargados de las funerarias,

hay demasiados cementerios en los suburbios,

amigos,

como para andar sembrando de tumbas

los atajos de la historia.

¿Acaso es más apolítico el poema «Heriotza utopi izendatu dutenei» de Xabier Lete que el poema «Literatura eta iraultza» de Joseba Sarrionandia?

LITERATURA Y REVOLUCIÓN

Cuando el comisario Ángel Martínez introduce el cañón

de su revólver en el ano del detenido

y al retirarlo la mirilla aparece sucia, ensangrentada,

patética, ¿qué le importa al torturado

que el poeta sea o no um fingidor?

¿Ha visitado La Salve1 G.K. Chesterton?

¿Quién conoce en los calabozos de Intxaurrondo2

a Hermann Broch?

¿Cómo explicará luego el torturado,

al llegar destrozado ante el juez,

el significado de la expresión objetive correlative?

¿Qué es para Molly Bloom

el amanecer infestado de agujas de Carabanchel?

¿Quién es Michel Foucault para quien

se ha consumido durante diez meses en celdas

de castigo?

¿Una visita de cinco minutos? ¿Un encuentro

lírico?

¿Los presos han de estudiar la Biblia de Jean Duvoisin3

para saber colocar correctamente las haches y las

comas en sus cartas prohibidas?

¿Cuál es para la literatura el inagotable valor ético de

toda rebeldía, revolución, aventura?

¿Qué se ha escrito en los márgenes de las revistas

Voprosi Literaturi o Tel Quel sobre

las interminables huelgas de hambre de los presos

vascos?

¿Qué le importa el compromiso al muchacho que huye

– sin escudo como bandera de la rebelión-

entre los disparos de la Policía?

En aquella misma época, en 1992, Lete publicó el libro de poemas Biziaren ikurrak . En la crítica que Felipe Juaristi le hizo un año después, decía lo siguiente: «La mirada hacia el pasado está vestida de melancolía; la del presente es casi siempre estoica. Pero Xabier Lete no se olvida del hombre, no ignora las inquietudes por la sociedad que le rodea. Alza su voz ante la violencia, ante el derramamiento de sangre. Pero no es la voz del profeta, sino la de aquel que trata de andar su propio camino». Sarrionandia y Lete, ambos poetas denuncian la violencia. El uno es político, el otro intimista. El uno es de izquierdas, el otro alguien preocupado por las inquietudes sociales. El uno es militante y el otro alguien que trata de andar su propio camino.

La ideología es como la halitosis, sólo se percibe la ajena 4 . Sólo se percibe el hedor de izquierdas, el canónico tiene un fresco olor a menta.

Razón y entrañas

Es curioso ver lo que significa para el canon ser político , ideológico o militante . Desde que Joxe Austin Arrieta escribiera Abuztuaren 15eko bazkalondoa el número de libros que tratan sobre la Guerra Civil española se ha incrementado notablemente: Poliedroen hostoak de Joan Mari Irigoien, Euzkadi merezi zuten de Koldo Izagirre, Azukrea belazeetan de Inazio Mujika Iraola, Loitzu herrian udapartean de Luis Mari Mujika, Bihotz bi. Gerrako kronikak y Gorde nazazu lurpean de Ramon Saizarbitoria, Kolosala izango da de Joseba Sarronandia, Kilkerren hotsak de Edorta Jimenez, Aulki jokoa de Uxue Alberdi, Azken tranbiaren itzala y Mandatariaren trena de Joxe Inazio Basterretxea y Antzararen bidea de Jokin Muñoz son algunos ejemplos de la prosa escrita. Evidenciar los horrores de la Guerra Civil española resulta políticamente correcto, neutral, legal, creo incluso que tiene un nombre: «memoria histórica». Los libros que versan sobre aquella guerra quedan libres de calificativos como ideologizado o político , incluso cuando en el mismo libro aquella guerra aparece mezclada con el conflicto actual.

¿Cómo entender si no lo escrito por el poeta y crítico Javier Rojo sobre Antzararen bidea de Jokin Muñoz?: «En ésta novela el escritor ha sabido dar con un tema interesante y a veces polémico de los últimos años, pues habla, entre otras cosas, sobre la memoria histórica». ¿Entre otras cosas? Parece ser que Rojo no ha leído la mitad de la novela, a saber, la historia de la madre del militante de ETA muerto al tratar de colocar una bomba. Problema de vista recurrente que se le vuelve a manifestar a Rojo cuando critica la novela Hamaika pauso de Ramon Saizarbitoria: «Este libro de Ramon Saizarbitoria se erige sobre la memoria histórica. Protagonista y escritor, ambos persiguen los recuerdos quedados atrás, pero esta es la pregunta: ¿qué se oculta tras ellos? Seguramente un pueblo de memoria, esperando a ser descubierto.» La clave es por lo tanto la memoria . Recordemos que la novela tiene dos planos principales: en uno se cuenta el fusilamiento de Angel Otaegi, en el otro, la deriva existencial de un tipo que hace diccionarios y que entra en relación con un militante de ETA. Aun así, el presente no parece tener presencia alguna en la novela.

La memoria se enlaza con el pasado, con el cerebro, con el paso de hechos objetivos por el filtro de la subjetividad de uno mismo. Muñoz y Saizarbitoria, también cuando hablan de ETA, están recordando, traen el pasado al presente, racionalmente. Aunque ya sabemos cuán caprichosa es la memoria, cuán íntima y personal, cuán resultante de la experiencia personal… (¡No como la justicia y la utopía! Esas sí, esas son políticas, anidan en las entrañas, en los humores del cuerpo).

Javier Rojo y Felipe Juaristi se muestran más severos al juzgar la obra de Koldo Izagirre. Rojo, sobre Sua nahi Mr. Churchill? : «En lo que respecta a los temas, vuelve una y otra vez a sus fantasmas: la guerra civil y el franquismo. La revolución estética y la revolución política tratan de encontrase en la literatura de Koldo Izagirre, como en la década de los años veinte del siglo XX». Y sobre Vladimir : ¿Quién demonios es Vladimir? (…) quizás podamos ver que lo que el texto guarda no es más que un panfleto extraño transfigurado con los fantasmas del autor». Felipe Juaristi, sobre la novela Agirre zaharraren kartzelaldi berriak , escribió lo que sigue: «Es una bonita novela, pero como casi todas las de Koldo Izagirre, tiene mensaje oculto. Es una novela política, una novela vasca, una novela autóctona, que trae la idea de lo vasco y de la patria». Algo semejante sobre Nik ere Germinal! egin gura nuen aldarri : «Y el lector amante de libros con mensaje también quedará contento tras cerrar éste de Koldo Izagirre».

Escriba sobre el periodo que siguió a la segunda guerra carlista, sobre la guerra civil, o sobre el franquismo, a Koldo Izagirre no se le concede ni memoria, ni pasado, ni intimismo. En su caso reinan los fantasmas y los mensajes, la paranoia y la política, las entrañas y los panfletos. Por eso, en opinión del crítico, sólo estimará la literatura de Izagirre el lector (oligofrénico, torpe) que guste de éste tipo de libros. Al resto de los lectores (libres, cosmopolitas), a aquellos que no gustan de panfletos ni creen en los mensajes, los libros de Izagirre se les caerán de las manos, por ser precisamente inverosímiles. Al fin y al cabo, el problema es la credibilidad.

La cara de la verdad

He ahí la magia de la ficción. Mientras el truco dura el espectador cree que la magia existe, y mira embrujado cada movimiento de las manos del mago. Es el pacto sellado entre el mago y el espectador: «Yo viviré la desaparición de la carta como si fuera verdad, siempre y cuando parezca que la carta ha desparecido verdaderamente». Y ya se sabe qué territorios tan oscuros y abruptos ocupa la verdad en esta dimensión llamada verdad, cuánta gente lucha y muere por apoderarse de ella. Digámoslo así: la verosimilitud ocupa en la ficción el espacio que la verdad ocupa en la realidad.

» Los dueños del discurso dominante han secuestrado la verosimilitud», dice Gopegui, y disecciona con pulso firme las características de la novela canónica (capitalista, neutra). ¿Qué características hacen posible que los trucos de magia de la novela canónica resulten verosímiles? ¿Qué debe hacer el escritor-mago para resultar creíble escribiendo sobre política? ¿Cómo construir un personaje de izquierdas honesto sin romper el pacto y dejar al mago en ridículo?

En los parámetros de la verosimilitud existe sitio (amplio) para los personajes de izquierdas negativos, y es perfectamente lícito escribir sobre ellos para insultarlos y dejarlos en ridículo. Pero al escritor imprudente que se le ocurra crear un personaje de izquierdas positivo, se le señalará inmediatamente el hilo que mueve la carta, y se le reprochará que los polvos mágicos sean ideológicos. En casa, el problema se complica aún más: no se trata sólo de la dificultad de hacer literatura de izquierdas, sino de la imposibilidad legal de formular ciertas cosas y ciertas ideas. Y qué decir tiene que los temas, los problemas, las opiniones que quedan sin formular, sin expresar, sin discutir, sin contar, pierden sitio no sólo en la realidad, no sólo en el imaginario colectivo, sino también en el cóctel de realidad e imaginación que es la ficción. Y cuando por fin se consigue decir algo, los defensores de la verosimilitud se ponen en guardia e inspeccionan el lenguaje y el léxico empleados para explicar las ideas, los personajes y las acciones, cuidando celosamente que el autor y la obra no abandonen el territorio de la inverosimilitud. Porque el lenguaje, tomado en el sentido más amplio, forma parte del secuestro.

De izquierdas y verosímil

Lo que se viene a llamar el conflicto vasco ha sido llevado muchas veces al dominio de la ficción. En él, el personaje de izquierdas, si aspira a resultar creíble, tiene que ser de ETA. Los personajes de izquierda no son ni deportistas, ni filósofos, ni escultores, ni profesores, ni peluqueros, ni camioneros, ni taxidermistas, ni funcionarios, ni parados, ni siquiera políticos. Son de ETA y nada más.

Aunque fue puesto en marcha en 1983, el plan ZEN parece haber sido escrito ayer mismo. En el apartado dirigido a la gente del mundo de la cultura y del arte, procura ideas para componer caracterizaciones y perfiles psicológicos de los activistas de ETA: » Provocar más desprecio que miedo «, o » Dar información sobre conflictos entre terroristas, sus ideologías extrañas, sus negocios, sus costumbres criticables, etc . Basta que la información sea creíble para que pueda ser explotada «, o esta otra, » Difusión de noticias falsas, empleo de una semántica que no favorezca al grupo terrorista «. Es curioso que los trabajos realizados por tantos cineastas libres, mundanos e independientes sobre ETA casen tan bien con una estrategia diseñada por un militar. Con el paso de los años, entre todos, se ha construido una imagen que se ha ido tramando de un modo sublimemente coherente: es gente con problemas personales, zombis mitómanos que por no contar con mejor amante abrazan insanamente un pedazo de tierra llamado patria, que sueñan con un paraíso montañoso y nuboso que nunca ha existido, en la cumbre del cual ven ondear una gran ikurriña. Tras el necesario lavado de cerebro al que son sometidos para alcanzar una identidad, hombres y mujeres de ETA comparten una misma estética, fatalmente lobotomizada e incapacitada para apreciar otra cosa que el rock radical vasco y los cantos populares. El miembro de ETA pretende ahogar en alcohol su frustración por no poder lograr lo inexistente, parapetándose para ello en oscuras tabernas donde se guardan armas, explosivos y cócteles molotov. Allí se reúne con los de su tribu: gente de pocas palabras que se comunica a base de consignas. Al fin y al cabo, ¿para qué hablar? ¿Para expresar pensamientos y sentimientos que de todos modos no poseen? A no ser que se arrepientan del camino tomado y comiencen a romper el cascarón de su autismo, sólo entonces empezarán a razonar y a percibir el mundo a través de los cinco sentidos, y a razonar. Además de eso, el militante de ETA es eminentemente hombre, y no un hombre vulgar, sino un verdadero macho que se deleita oprimiendo a las mujeres y arrinconando a los homosexuales. En cuanto a las mujeres de ETA, pueden ser tanto frígidas como tsunamis sexuales, cualquier extremo, cualquier margen es verosímil, mientras esté alejado de la normalidad, del centro 5 . ¡Pobrecito del personaje que no case con este estereotipo! Está acabado. Político, ideologizado, con mensaje, militante… los descalificativos son numerosos. La mayor tragedia que le puede suceder a un personaje es la de no resultar creíble: toda la película, todo el documental, todo el libro se viene abajo, y tras él su autor… Puesto que tanto vale ser dueño de la verdad como ser dueño de la verosimilitud. O como lo decía el Plan ZEN, tanto vale la verdad como una mentira creíble.

«Debemos tener en cuenta, por un lado, de quién es el concierto, y, por otro lado, qué clase de música están tocando», nos avisa Gopegui. Y como casi todos los detalles, tiene el mismo valor que la totalidad. Ya que problema no es hablar de política, ni dar un pistoletazo en medio del concierto. Lo que realmente importa es quién dispara y la dirección del tiro. Márgenes y centro.

«Lo que hoy empieza a parecernos inverosímil es un mundo perdido lleno de gente carente de capacidad de reaccionar. Y si aún no es inverosímil, yo y muchos como yo trataremos de hacer inverosímil el mundo».

Porque nada es verdaderamente del centro. Porque el centro precisa de los márgenes para ser centro 6 . La verdad de la mentira y la verosimilitud de la inverosimilitud.

Notas

1 La Salve es el nombre de un cuartel de la Guardia Civil.

2 Ídem.

3 Jean Duvoisin fue un escritor laburdino que tradujo la Biblia al euskara. Considerado modelo de corrección y riqueza lingüística.

4 Eagleton, Terry: Después de la teoría , Debate, Madrid, 1995.

5 Estereotipo extraído del análisis de las películas A ciegas, Clandestinos, Días contados, La casa de mi padre, El lobo, La muerte de Mikel, Todos estamos invitados, El viaje de Arian, Yoyes y Matar al rey .

6 Spivak, Gayatri: The Post-Colonial Critic: Interviews, Strategies, Dialogues, Routledge, New york, 1988.

Txalaparta
Género: Ensayo
Idioma: euskara
Colección: Amaiur

www.txalaparta.com/…/Tiroa+kontzertuaren+erdian.+Eleberrietan+politikaz+aritzeari+buruz.html

Eider Rodríguez es periodista, escritora, traductora y guionista, ha publicado en castellano los relatos Carne (451 Editores), versión castellana realizada por ella de su segundo libro, Haragia (Susa,2007)

 Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.